Franco

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Franco

1. Hace 49 años murió Franco en un hospital de la Seguridad Social, que a él se debía. Como se le debía el olvido de los odios que habían descuartizado la república, una sociedad estable con la mejor salud social de Europa, o las mayores tasas de crecimiento económico  de España antes o después.

2. Franco fue uno de los militares más destacados del mundo en su época; partiendo de una relación de fuerzas casi imposible venció a un frente popular compuesto de sovietizantes y separatistas, asegurando la continuidad histórica de España, la libró de los desastres de la SGM mediante la neutralidad, y derrotó al terrorismo  del maquis.

3. Como político, Franco fue un dictador benéfico, autoritario y no totalitario. Favorable a la democracia en 1930, la experiencia caótica de la república y luego el terror del frente popular, le convencieron de que España debía pasar unas décadas de cura de sus “demonios familiares”.

4. Franco defendió a la república contra el asalto del PSOE y los separatistas catalanes en octubre de 1934. Su régimen nunca tuvo oposición democrática, pues la que tuvo alguna importancia fue comunista y/o terrorista.

5. Otra gran victoria de Franco lo fue sobre un aislamiento criminal que buscaba provocar hambre masiva en España. Luego, ante la amenaza soviética, aceptó bases militares de Usa, como las había en casi toda Europa occidental. Caída la URSS, España debía haber vuelto a la neutralidad, garantía de independencia.

6. El régimen de Franco tuvo libertades políticas para los cuatro partidos o “familias” que lo componían, anuló o restringió las libertades a los partidos que habían ocasionado la guerra civil, y se fue liberalizando conforme los viejos odios menguaban y el país prosperaba.

7. El sobresaliente talento de Franco se muestra no solo en haber vencido a todos sus enemigos militares y políticos, sino también en haber sabido hacer trabajar productivamente a sus “amigos” y partidarios, en su mayoría dispersivos,  discordantes entre sí y mediocres.

8. El franquismo cometió errores como olvidar lo de Dios y el César e identificarse en exceso con la Iglesia, error que pagaría caro. O centrarse excesivamente contra el comunismo, lo que ha permitido al PSOE presentarse como el partido moderado y democrático que nunca fue ni es.

9. ¿Qué queda del franquismo? En primer lugar, la unidad nacional, hoy seriamente amenazada como cuando el frente popular. Queda la democracia, también en grave peligro por PSOE y separatistas. La democracia provino del franquismo, y fue posible sin caer en un nuevo caos como la república,  por la estable sociedad creada en él

10. ¿Quiénes odian a Franco? PSOE, comunistas y separatistas. Y el PP: otro 20 de noviembre, en 2002, un miserable Aznar se sumó a los anteriores condenando el franquismo, es decir, la unidad nacional, la transición democrática y la monarquía. Con ello propició una involución hasta llegar al golpismo que ha destruido al régimen del 78.

11.  PSOE, separatistas y PP han utilizado el antifranquismo como cobertura para atacar la unidad nacional y la libertad. Han impuesto un relato, cuya falsedad se demuestra en su necesidad de leyes totalitarias de “memoria” para impedir el debate libre y democrático.

12. Los rasgos más acentuados y compartidos del antifranquismo son su aversión a la idea de España, su despotismo y su corrupción no solo económica sino ante todo moral, manifiesta en su infinita capacidad para mentir,  calumniar y atacar la libertad en nobre de una supuesta democracia.

13. Para recuperar la democracia, hoy  en vías de destrucción por los golpistas, es preciso reestudiar y  vindicar desapasionadamente el legado esencial del franquismo, restablecer la verdad, hoy “cancelada” por los déspotas liberticidas. Y para recuperar la independencia es preciso poner en el debate político la neutralidad exterior,  hoy más urgente que nunca ante los vientos de guerra en Europa.

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339 – ¿Fue el franquismo totalitario? | Cancelaciones

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A. Imatz (I) ¿Decadencia de Occidente? / Unamuno y Jayam

339 – ¿Fue el franquismo totalitario? | Cancelaciones

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Arnaud Imatz (I) ¿Decadencia de Occidente?

Arnaud Imatz, uno de los ensayistas políticos más interesantes del panorama intelectual francés, acaba de publicar, con traducción española (editorial Actas), un libro importante: Resistir a lo políticamente  correcto en la historia. Hitos para un conocimiento no contaminado por la ideología globalista.  prologado por el  pensador español Dalmacio Negro. El título recuerda algo al de Alex Rosal Despierta y combate a los bárbaros que arruinan tu vida,  comentado en su momento en este blog, muy práctico y oportuno, si bien el de Imatz ofrece un vasto examen historiográfico y una especial densidad analítica, que intentaremos reseñar en varias entradas.

Encontramos, de entrada, el problema de la decadencia de los imperios y civilizaciones, ahora de la civilización occidental, ya expuesto por Spengler, aunque fue solo la decadencia de Europa, bien certificada por la II Guerra Mundial. Muchos decenios después, de los pueblos y naciones de Europa, mirados desde el exterior como todavía ricos, pero con poca fibra vital,  podemos y debemos constatar la pérdida de su poder y su lugar en el mundo. Ya no son tan radiantes como antaño, sino desacreditados, desprestigiados, insultados, humillados, cautelosos, temerosos y tímidos. Sumidos en un terrible invierno demográfico, la imagen que dan al mundo es la de unos países desarrollados, pero gerontocráticos y en peligro. El futuro dirá si aún son capaces de despertar, regenerarse o incluso renacer, o si su hundimiento es implacable e ineluctable.

Solo que el concepto más amplio de Occidente incluye también al mundo anglo, en especial a Usa, que surgió de dicha guerra como una superpotencia tanto militar y política como más ampliamente cultural. Este triunfo de una rama de Occidente pareció consolidarse con el hundimiento de la Unión Soviética, que, como recuerda Imatz, parecía augurar un mundo nuevo de progreso sin fin sobre los principios que habían cimentado la hegemonía de Usa: libre mercado, libertades políticas y los derechos humanos, democracia liberal en suma. Esta civilización culminaría la historia humana, negando su pasado y asegurando una perfectibilidad indefinida a  la sociedad humana y sus “individuos”.

Las cosas no han rodado como parecía seguro, y hoy el Occidente agrupado en la OTAN y la UE –con desprecio hacia la parte hispana, que Imatz trata ampliamente en la segunda parte de su ensayo– ha experimentado una serie de derrotas en sus aventuras políticas y militares en un mundo islámico que se ha mostrado irreductible al ejemplo-amenaza-agresión de la OTAN. China y quizá India se presentan como otras civilizaciones  en rivalidad con la occidental; y la última o penúltima operación de la OTAN-UE, en el corazón de Europa, Ucrania, amenaza descontrolarse y ampliarse a una tercera guerra mundial,  que también podría extenderse desde otros focos como Oriente próximo o la rivalidad Usa-China. Una posibilidad, la más catastrófica de la historia humana.

Señala el autor asimismo el declive de la universidad, históricamente la columna vertebral de la cultura de Occidente: “cada vez más bajo el dominio  del neorracismo, del feminismo radical, interseccionalidad, teoría del género, comunitarismo, descolonialismo, indigenismo e islamoinquierdismo. Una universidad, en Francia, como en España y en casi todos los países occidentales, volcada contra el espíritu y la historia occidental, contra su cultura, e inspirada por algo nuevo: la negación de la realidad a todo efecto, sustituida por un  sentimentalismo histérico y antirracional.

Más aún: en Usa y en la UE, las tendencias desintegradoras se radicalizan en una evolución totalitaria y una resistencia interna fundamental, porque afecta a la propia concepción del ser humano. Imatz cita estas expresivas frases de A. Toynbee: Las decadencias no son inevitables ni irreparables, pero si el proceso de desintegración ha de continuar, encuentro en ella un patrón común en la mayoría de los casos. Las masas se separan de sus dirigentes, que intentan aferrarse a su posición utilizando la fuerza como sustituto del poder de atracción perdido. Observo las huellas de la división de la sociedad en una minoría dominante, un proletariado interno y un proletariado externo formado por los bárbaros de las fronteras(…) También descubro un cisma psicológico correspondiente en las almas de los nacidos en esta desdichada época. Las tendencias psíquicas discordantes que casi siempre existen en estado latente  en la naturaleza humana, encuentran ahora rienda suelta. Las almas más grandes se desprenden de la vida; almas aún más grandes se esfuerzan por transformar la vida en algo más elevado que la simple vida que conocemos aquí y siembran las semillas de un nuevo progreso espiritual”. 

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Azaña y el PSOE

**El liberalismo presidió o acompañó al mayor auge histórico de Inglaterra entre 1815 y 1945. En España fue al revés: acompañó al período más decadente y deprimido de su historia, entre 1815 y 1936. Fenómeno digno de estudio. En El PSOE en la historia de España

**PSOE y CNT eran comunistas: ¿por qué rivalizaban entonces tan violentamente? Una explicación es que ambos querían monopolizar la representación obrera. Más de fondo era la diferencia entre un comunismo social, marxista, y otro personal, anarquista. Conceptos finalmente antagónicos. En El PSOE en la historia de España.

**La historia del PSOE en los años 30 no se concibe sin Azaña. En este había algo de genial en su caracterización de las izquierdas: “Gente impresionable, ligera, sentimental y de poca chaveta”; “Política tabernaria, de amigachos, incompetente, de codicia y botín sin ninguna idea alta”. Etc.  Rasgos extendidos hoy a la gran mayoría de políticos. En El PSOE en la historia de España.

**Del concilio Vaticano II salió el “diálogo con los marxistas”. Significativamente casi ningún marxista se convirtió al catolicismo, pero muchos católicos se convirtieron al marxismo. Fenómeno digno de reflexión. En El PSOE en la historia de España

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O. Jayam (h): Unamuno y Jayam

Aunque tanto nuestra llegada como nuestra partida de la vida dependen de fuerzas ajenas a nuestra voluntad, razón, sentimientos y consciencia, encontramos sin embargo una diferencia crucial entre los dos sucesos: el nacimiento suscita  por lo general gran alegría y esperanza en los padres y familias, y en el propio nacido en cuanto comienza a ser consciente de su llegada a la vida, que suele celebrar cada año. En cambio el efecto de la muerte en la psique es una mezcla tristeza y terror, porque reduce a la nada, o así lo parece, cualquier sentido de la existencia, angustia de la que se intenta huir apartándola del pensamiento, o que se quiere calmar con variadas racionalizaciones e imaginaciones.

La alegría por el nacimiento se entiende por el propio impulso  o instinto hacia la conservación de la vida, instinto poseedor de tal intensidad  que, salvo casos extremos, permite sobrellevar incluso las mayores frustraciones y sufrimientos en los que no suele ser escasa la existencia. Al margen de que la llegada al mundo pueda darse ya de entrada en condiciones desdichadas, por lo común es también, de manera clara u oscura, motivo de gratitud hacia la fuerza misteriosa que la produce (Dios, en nuestra cultura), que aparece como bondadosa y favorable; hasta como un consuelo o victoria sobre la muerte.  Sin embargo ese sentimiento gratificante se trueca en horror ante la perspectiva del final inevitable y en desconcierto ante la “fuerza” que la impone. La muerte se vuelve más inquietante y terrible cuando es efecto de la violencia de unos humanos sobre otros: es a menudo el criterio para juzgar el máximo mal, tanto en el plano personal como en el social o político cuando las matanzas se vuelven indiscriminadas y masivas como en las guerras o en el uso del terror.

Este contraste brutal lo entiende Unamuno como una tragedia implícita en la vida  de cada persona, que desearía ante todo que no tuviera fin. La salida de imaginar algo inmortal en el hombre, el alma, aparta la cuestión del reino de la razón y la introduce subrepticiamente en el reino de la fe, que vuelve imposible argumentar. El anhelo de inmortalidad sería el eje trágico sobre el que gira la vida humana. Jayam, en cambio, admite sobriamente la brevedad o limitación de la vida, y no es el deseo de inmortalidad, sino el deseo de entender su sentido lo que le inquieta. Un sentido tan deseado como inaccesible. La inmortalidad no le preocupa, una vida inacabable y sin sentido podría ser la peor de las pesadillas.

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Jayam (g): Destino humano / Tesis sobre el PSOE / “Invencibe” española y “Vencible inglesa”.

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O. Jayam, g) El destino humano

En su exposición de la realidad humana ante la consciencia de la muerte, Omar Jayam sintetiza una larga tradición de pensamiento que debe haber acompañado al género humano desde su aparición en la tierra. Por citar algo, está bien presente en la Biblia, de modo particular en el Eclesiastés con reflexiones como “Todos tienen la misma suerte: el justo y el injusto, el bueno y el malo, el puro y el impuro (…) Esto es lo malo de todo lo que se hace bajo el sol: que sea una misma la suerte para todos (…) Los vivos saben que han de morir, pero los muertos no saben nada y ya no reciben salario, porque su recuerdo está en el olvido. Sus amores, sus odios, sus envidias, todo ha perecido”. Más aún: “La suerte de los hombres  y la suerte de las bestias es la misma; la muerte del uno es como la del otro; (…) y la superioridad del hombre sobre la bestia es nula, porque todo es vanidad. Ambos van al mismo lugar; ambos vienen del polvo y ambos vuelven al polvo ¿Quién sabe si el aliento del hombre sube arriba  y el de las bestias desciende bajo tierra?”

También comparte el Eclesiastés el escepticismo de Jayam sobre la posibilidad de entender el sentido de la vida: “Me dediqué a conocer la sabiduría y la ciencia, la locura y la necedad, y comprendí que eso también es perseguir al viento. Porque cuanta más sabiduría, más pesadumbre, y cuanta más ciencia, más dolor”. Ese escepticismo, que no excluye una fe un tanto voluntariosa, lo encontramos trocado en mera desesperación en las célebres frases de Macbeth: el hombre se agita ridículamente por breve tiempo como un actor en el escenario de la existencia, para luego perderse en el olvido. La vida es, en fin, “Un cuento contado por un idiota, lleno de ruido y de furia, que no significa nada”. Jayam concuerda, salvo por el ruido y la furia, pues la ambición de poder no le alcanza.

¿Para qué preocuparse por la muerte, sabiéndola inevitable por decisión de fuerzas ajenas a todo lo que podemos concebir? Escribe Unamuno en El sentimiento trágico de la vida: “Decía Spinoza que el hombre libre en nada piensa menos que en la muerte. Pero ese hombre libre es un hombre muerto libre del resorte de la vida (…) Como Pascal, no comprendo al que asegura no dársele un ardite  de este asunto (…) Es para mí, como para Pascal, “un monstruo”. Pues  sin duda la consciencia de la muerte pesa sobre la existencia humana como un misterio radical, se intente calmar su angustia apelando a la libertad, a una justicia ultraterrena, apartándolo del pensamiento  o de otros modos.

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Algunas tesis sobre el PSOE

I.  El PSOE es el partido más antiguo y en conjunto más influyente en los últimos 107 años. También el más desconocido por unos y otros. Hay que partir de esta realidad histórica para abordar su estudio sin prejuicios. En “El PSOE en la historia de España”.

II. la influencia histórica del PSOE parte de su superioridad intelectual sobre la derecha. No es que el PSOE fuera brillante (no tiene un solo pensador de talla),sino que la derecha ha sido incluso inferior. “El PSOE en la historia de España

III. El PSOE destruyó los regímenes de libertades (Restauración, república, ahora democracia) y colaboró activa o pasivamente con Primo de Rivera y Franco. Ha logrado pasar por republicano y demócrata más que por habilidad propia, por inepcia intelectual de la derecha

IV: la superioridad intelectual del PSOE sobre la derecha se manifiesta en su interés, aun si falsario, por la cultura, la historia o la universidad. La derecha le cede de buen grado esos terrenos porque solo le interesa y respeta el dinero.

V. A la superioridad intelectual del PSOE le han ayudado mucho pensadores en principio de derecha como los “regeneracionistas”, en particular Ortega y Gassset, Azaña o Costa, según expongo en El PSOE en la historiade España

VI. En “El PSOE en la historia de España” hago una comparación entre el liberalismo español y el inglés. El inglés presidió la hegemonía de su país; el español la mayor decadencia de España. Sería interesante profundizar ahí. En ese ambiente nació el PSOE

VII. Se preguntan muchos por qué el cine y la novela sobre la guerra civil y el franquismo están hechos (y falsificados) por socialistas y otros izquierdistas. Pues porque en la derecha, o  no hay talento o no  les importa la cultura.

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La “Invencible” española y la “Vencible” inglesa

Casi todo el mundo, y también en España, ha recogido la propaganda inglesa, que  hizo del fracaso de la Armada, que los ingleses llamaron “Invencible” por irrisión, un gran mito internacional  como signo o anuncio de una superioridad naval que en rigor tendría que esperar un par de siglos. Resumiendo, la Armada disponía de unos 150 navíos, veinte de ellos poderosos galeones, con  unos 30.000 hombres, entre soldados y marineros. Inglaterra hizo un enorme esfuerzo reuniendo casi 200 barcos, aunque con menos tonelaje, y unos 20.000 hombres. No llegó a librarse ninguna batalla importante, sino varias escaramuzas en las que la Armada solo perdió dos barcos en combate, más alguna captura de interés para sus enemigos; la parte inglesa aparentemente no perdió ninguno, aunque  es difícil de comprobar, lo mismo que sus bajas, ya que el gobierno de la reina Isabel prohibió hablar de ello. La Gran Armada debía embarcar en las costas de Flandes la principal fuerza de invasión de Inglaterra, pero a las desconexiones entre ambas fuerzas y  las escaramuzas con los ingleses, ayudados en tierra por los holandeses, se sumaron decisivamente los vientos tormentosos, para frustrar el embarque y empujar a la Armada hacia el norte.

Inglaterra quedó a salvo a poco precio, gracias al que el mundo protestante llamó “el viento de Dios” (otro desastre mucho mayor de la marina española en Argel en 1541 y por razones parecidas, fue llamado por los musulmanes “el viento de Carlos”, por el padre de Felipe II) Pero lo que para la Armada española fue un fracaso y no una derrota, se convirtió en catástrofe cuando trató de volver a España rodeando las islas británicas, debido a unas tempestades poco usuales. En ellas España perdió 35 navíos, y cerca de 20.000 hombres, aunque los galeones, su principal fuerza, se salvaron con daños. Los ingleses también sufrieron sus mayores pérdidas después de los pequeños combates: entre 10.000 y 18.000 según estimaciones, por enfermedades  desatendidas, por  heridas y por hambre al verse abandonados por el gobierno de Isabel I, mientras que el de Felipe II procuró cuidar  y curar a los supervivientes (España disponía de una sanidad militar casi inexistente en otros ejércitos). Había dirigido la Armada el duque de Medina Sidonia, hombre muy religioso pero poco apto para empresas bélicas, como habría de probar en otros lances.

   En todo caso, Inglaterra se había salvado de la invasión, éxito histórico  que su propaganda ha magnificado extraordinariamente. Y que por eso choca con la ineptitud propagandística española sobre otra expedición, la Contrarmada inglesa, resuelta en la batalla de Lisboa. El fracaso-desastre de la Armada había tenido lugar en 1588 y al año siguiente, los ingleses hicieron un nuevo esfuerzo reuniendo una flota de entre 150 y 200 navíos y 24.000 hombres con designios ambiciosos: destruir en puertos españoles del Cantábrico los barcos en reparación, y sobre todo separar de España a Portugal, donde intrigaba una influyente “quinta columna” partidaria de Antonio de Crato, enemigo de Felipe II; a continuación,  los ingleses capturarían las islas Azores, punto clave en la navegación con América, y se harían allí con el tesoro de la flota de Indias.

   Sin embargo, la expedición empezó a torcerse cuando, por los vientos u otras razones se alejó del Cantábrico para intentar tomar La Coruña, donde esperaba capturar un cuantioso botín.  Allí sufrió un serio revés ante la resistencia militar y popular, y la flota hubo de abandonar su presa para volverse sobre  su objetivo principal: tomar Lisboa y entronizar allí al rival de Felipe II, que había prometido prácticamente la sumisión de Portugal y su imperio a Londres. Dirigían la empresa por mar el corsario Drake, que se había distinguido el año anterior en la lucha contra la Armada, y por tierra John Norreys, activo participante en luchas en Flandes e Irlanda, donde había perpetrado, junto con Drake,  la matanza de varios miles de hombres, mujeres y niños  católicos.

   Drake desembarcó algo al norte de Lisboa, mientras Drake cerraba la desembocadura del Mar de la Paja, capturando las embarcaciones comerciales que pudo. Norreys avanzó sobre la capital esperando reforzarse con los partidarios de Crato, pero la red de este  había sido desarticulada, y la marcha sobre Lisboa se convirtió en un calvario para los expedicionarios. Lograron acampar ante la ciudad, pero no solo no pudieron entrar en ella, sino que tuvieron que huir perseguidos por las tropas hispanolusas. Drake, en lugar de socorrerle, permanecía lejos, a la salida del Mar de la Paja.

Las tropas de Norreys, diezmadas, embarcaron penosamente en los barcos de Drake para volver a Inglaterra, acosados por galeras españolas que les hundieron varios barcos y mataron o apresaron a numerosos  enemigos. Mientras, la disentería, el tifus y  el hambre se cebaban en las tripulaciones. Los españoles tuvieron, entre La Coruña y Lisboa, unas 900 bajas mortales, en gran parte civiles, mientras que los ingleses perdieron entre 13.000 y 15.000 hombres, la mayoría por enfermedad y un porcentaje considerable por combates. Muchas naves inglesas se perdieron por falta de tripulantes, y otras desertaron, quedando útiles solo 20  con  2.000 hombres. Vueltos a  Inglaterra, se amotinaron al recibir una paga insignificante, varios fueron ahorcados y se les mantuvo desatendidos en cuarentena para que no propagaran enfermedades. Norreys acusó a Drake de cobardía por no haberle socorrido, y la corona prohibió hablar de la catástrofe. Los españoles siguieron su ejemplo y prácticamente olvidaron una batalla crucial en su historia.

  ¿Por qué fue tan decisiva la batalla de Lisboa? Baste pensar en lo que habría supuesto el éxito inglés: España no solo habría perdido Portugal, sino que esta, con su importante flota y su imperio, se habría convertido en un estado hostil y prácticamente vasallo de Inglaterra; y la armada inglesa, ayudada por la holandesa y la portuguesa, se habría enseñoreado del Atlántico, cortando la comunicación entre España y América. El poderío español simplemente se habría hundido, con repercusiones tremendas en Flandes, Francia y el Mediterráneo. Habría significado probablemente el colapso de España como la mayor potencia de Europa por entonces.

   ¿Fue esta batalla comparable a la de Lepanto, ocurrida dieciocho años antes? Lepanto fue, más propiamente que Lisboa, un choque naval con enorme número de bajas y destrucción de naves, y su repercusión histórica fue más amplia. De haber perdido el combate  la flota cristiana, los turcos se habrían apoderado definitivamente del Mediterráneo, donde eran hegemónicos desde hacía tiempo, e Italia y España habrían corrido un peligro inminente. De modo que  Lisboa salvó a España, pero Lepanto salvó también a Italia y más indirectamente al resto de Europa (aunque Francia colaboraba con los turcos,  e Inglaterra y los protestantes los animaban constantemente contra España).

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O. Jayam (f) “Me iré sin desearlo” / La Transición revisitada

Jayam (f)”Me iré sin desearlo”

Si pasamos al tercer verso de los comentados de Jayam, “me iré sin desearlo”, resalta que la muerte, como el nacimiento, carecen de cualquier relación con nuestro  deseo, voluntad, libertad  o razón, pues aniquila, junto con el cuerpo, todas nuestras capacidades psíquicas o anímicas, disuelve en la nada  todo el historial de la vida, sus hechos y recuerdos, placeres y penas, también progresivamente, en los muchos o pocos que guardan recuerdo del fallecido.  Ver Eclesiastés. Volviendo al tema anterior, la muerte resulta la única certeza indudable de la vida, aunque al yo le sea imposible saber el cómo y cuándo de ella. Esa certeza  parece mostrar al yo como algo irrelevante, sin apenas existencia real. Y sin embargo su consciencia es al mismo tiempo lo que exige y permite concebir al yo la vida como un todo necesitado de sentido más allá de la sucesión incoherente de hechos parcialmente sensatos o insensatos  que componen las existencias personales.

   Nuestras capacidades psíquicas no nos permiten entender ese brutal contraste entre la vida y la muerte, entre la existencia y la inexistencia. Este misterio radical siempre ha impresionado especialmente la psique humana, que se resiste a aceptarlo tal y como se presenta. De ahí la idea de un mas allá fuera del alcance de los sentidos y de la razón, inaceptable salvo por la fe; o de un más allá social, en el sentido de que queda la herencia del difunto, no solo material, sino de sus hechos más o menos importantes para la sociedad o para “la humanidad”, lo que es una simple ampliación del problema personal, pues presumiblemente la sociedad y la misma humanidad desaparecerán, morirán algún día, probablemente también sin desearlo, como dice Jayam. 

La muerte no solo es la única certeza indiscutible, sino también el único fenómeno queiguala a todos los seres humanos, independientemente de su posición, su mérito o su calidad moral. 

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La transición revisitada.

Hace unos días cambié con Miguel Platón El PSOE en la historia de España  con el también muy reciente Testigos de la transición, del grupo de periodistas “Crónica”, que vivieron aquel tiempo, y en el que está incluido el propio Platón. El libro es interesante porque está escrito en este mismo año, es decir, con una perspectiva de casi medio siglo. Y sin embargo… Resumiré, para empezar, mis propias tesis, ya expuestas en mi libro La transición de cristal:

¿Qué fue la transición? El tránsito, en lo esencial pacífico, del franquismo  a la democracia planeado y organizado  por personal político franquista  y sobre la legitimidad histórica del franquismo.

¿Por qué fue posible aquella transición, que muchos temían desembocara en un nuevo caos al estilo de la república? Porque la sociedad ya no tenía que ver con la de la república. Era una sociedad próspera y sobre todo reconciliada, libre de los viejos odios republicanos. Ello volvía impotentes a los partidos antifranquistas, rupturistas, que querían enlazar la democracia con el frente popular, y no pudieron impedir un cambio realizado bajo la bandera de los vencedores en la guerra.

¿Quedó algo del franquismo tras el proceso constituyente? Quedó la unidad nacional, que había estado a punto de quebrar en el frente popular; quedaba una sociedad libre de los viejos odios; quedaba una libertad personal y en parte política que se amplió a los partidos rupturistas,  que no podían hacer mucho daño por lo ya señalado; quedaba una paz heredada; quedaba una prosperidad y tasas de crecimiento que no han vuelto a reproducirse; quedaban bastantes leyes, respetadas por su racionalidad; venía una monarquía decidida por el franquismo…

¿Cuándo comenzó la transición? De manera estricta, transcurrió entre la muerte de Franco y la Constitución de 1978, que creó un nuevo régimen. En sentido más amplio, puede datarse el principio en el Concilio Vaticano II que desde mediados de los años 60 volvió la actitud de la Iglesia hostil hacia un régimen que se había declarado católico y que había salvado a la propia Iglesia del exterminio. El Vaticano II  dejó al régimen sin discurso propio, por tanto sin futuro a largo plazo, y determinó una progresiva descomposición del franquismo entre sus cuatro partidos o “familias”.  Aun así, el régimen subsistió una década porque su oposición, débil y nunca democrática, no pudo explotar a fondo las excelente condiciones que le brindaba dicho concilio.

¿Fue la transición una gran hazaña histórica? No muy grande. En cierto modo venía rodada, por las circunstancias antedichas.

¿Qué calidad política puede atribuir a los políticos que hicieron la transición? Salvo a Torcuato Fernández Miranda, que  salvaguardó la legitimidad del franquismo, los demás carecieron de talla de estadistas: simplemente se desenvolvieron en una situación social histórica  extraordinariamente favorable, pese a lo cual su mediocridad les llevó a cometer fallos de fondo, quizá excusables dada la novedad del empeño, pero que  en lugar de corregirse han ido agravándose hasta destruir al propio régimen  democrático.

Pues bien, y salvo apuntes parciales, ninguno de los puntos anteriores entra en los análisis de los “testigos”, excepto parcialmente alguno de ellos, como el propio Platón o Ramón Pi. La base histórica, social y económica del proceso se despacha con referencias a “la dictadura” y al “dictador”, más un “europeísmo” beato y perfectamente estéril como es tradicional. El  crucial referéndum del 76 apenas recibe atención más allá de alguna cita burocrática. La iglesia y el Vaticano II no existen. Lo que realmente quedó del franquismo tampoco recibe atención. El significado histórico del rupturismo apenas se percibe. Ni pasan de lo anecdótico las referencias a aquella especie de autogolpe fallido que fue el 23-f.

   Los asertos generales suelen caer en lo cómico, sobre todo vistos en perspectiva:  “La Transición y el más importante de sus frutos, la Constitución de 1978, ha sido la etapa más floreciente y de mayor progreso de la historia de España” (Julián Barriga) “Soy privilegiada porque he vivido la época más apasiomamte  de la historia de España, con los hombres y mujeres más capaces de la política española” (Pilar Cernuda) “La generación que culminó e período más próspero de nuestra historia” (Daniel Gavela) “Parece un cuento, porque todo fue fantástico (…) Quizá nunca en la historia de España hubo una coincidencia de tantos nombres ilustres, de tanto talento, de tanto proyecto de futuro” (Fernando Ónega)  “España, como gran reto, está a punto de incorporarse a Europa (..) Toda una década prodigiosa (…) El destino de España y de los españoles, después de muchos años, está escrito en el corazón de los que hicieron posible lo imposible, en la Corona, en la soberanía nacional y en la mente limpia de todos los que han sido educados en la libertad, porque no han conocido ni la dictadura ni la opresión” (Pepe Oneto)  “La Transición, con mayúscula, fue el período del paso de la dictadura a la democracia después de una posguerra de 36 años, la más larga de la historia (…) Para los europeos, el franquismo era lo que quedaba por derrotar en el Viejo Continente” (Ramón Pi). “Me convertí a la Transición democrática el 23 de febrero de 1981 (…) El resplandor que me hizo caer del caballo fue, precisamente, la intentona golpista de Tejero” (Nativel Preciado) “El mejor político de la España actual (…)  el mejor y el más eficaz, ha sido Juan Carlos de Borbón” (Justino Sinova). Y así muchos más 

Sobre cuándo empezó la transición hay dudas, con referencias al asesinato de Carrero Blanco (con lo que la ETA habría sido la verdadera causante de la democracia) mientras que Carlos Dávila argumenta que, en realidad, “Para los periodistas lógicos –que no somos todos– la Transición no ha terminado“. En 1924: así, a una posguerra de 36 años, según Ramón Pi, le habría sucedido una transición de casi cincuenta. Sobre la monarquía, el dato de que la Constitución no hizo más que refrendar la decisión de Franco, apenas es tratada, o solo disimuladamente. Llama la atención que la frase, tan curiosa, de Suárez para explicar  su  dimisión apenas dé lugar a comentario, a pesar de que se entiende bien: “Yo no quiero que el sistema democrático de convivencia sea, una vez más, un paréntesis en la historia de España”. Lo que está diciendo es que él mismo es el obstáculo a la democracia, y que dimite para que esta siga. Y tenía cierta razón. Quizá la frase fue un acto fallido.

Todo ello envuelto en ditirambos de los periodistas hacia sí mismos, algo frecuente en el gremio, y con un lenguaje a menudo rimbombante.

Quien quiera entender la Transición no sacará de tales testimonios, con alguna excepción,  mucho más que tópicos manidos sobre un vacío de análisis histórico y político. Es un mal muy generalizado en España, también entre políticos e intelectuales, y que hace recordar el dictamen de Azaña sobre los republicanos de izquierda: “Gente impresionable, ligera, sentimental y de poca chaveta”.

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Jayam (e) ¿Existe el yo? / “Cancelaciones” / “Realidades esenciales”

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Omar Jayam (e) ¿Existe el yo?

Jayam describe la condición humana como una imposible necesidad de encontrar sentido a su propia existencia. Toda su reflexión se dirige al “yo”, esto es, a la persona.  Persona o yo es concepto mejor que el más usado de “individuo”, pues no existen individuos en su sentido etimológico de indivisible; al contrario, el “individuo” es sumamente cambiante, complejo e íntimamente contradictorio en sus deseos y manifestaciones. El concepto de persona resulta más adecuado a esa complejidad.

Merece la pena examinar cada verso de los mencionados. El primero, “Vine al mundo sin mi consentimiento” expresa la  voluntad de libertad del hombre, ya frustrada en origen. No solo el hombre llega a la vida sin que nadie le haya consultado, sino que lo hace en unas condiciones completamente ajenas a su voluntad o a su razón: en una época y lugar, y con un sexo que no ha podido elegir,  como tampoco su posición social ni las convenciones y normas sociales que pesarán sobre él;  ni las características de su familia; menos aún el tiempo  que permanecerá en la existencia. Y tampoco tienen nada que ver con sus deseos o acuerdo  sus condiciones físicas como, su fuerzas, salud o belleza naturales;  ni las condiciones intelectuales y psíquicas con las que nace y que solo puede mejorar con esfuerzo y en pequeña medida, aunque puede, en cambio echarlas a perder o destruirlas con essfuerzo menor o incluso con cierto placer.

Visto así, cabría preguntarse si el yo existe o es solo una ilusión o epifenómeno irrelevante de las más tangibles realidades biológicas, epocales o sociales. Por abordar estas últimas, la persona no puede mantenerse sin la sociedad, que les proporciona la manutención, los conocimientos y las ideas que le proporcionan fe en un sentido de la vida. Esto es indudable, pero no impide que el yo se manifiesta con ímpetu, como un potente instinto de supervivencia y apropiación que empuja a menudo al conflicto con los demás yoes. El yo se manifiesta en contraste con los demás e incluso con el mundo físico. Por otra parte, las heridas al yo, en forma de humillaciones, decepciones, insultos o calumnias etc. suelen guardarse durante largo tiempo y determinar conductas conscientes o subconscientes, como de venganza o desesperación. 

   Por otra parte, muchas personas se adaptan a la presión y convención social de la que dependen, de modo que apenas se distinguen de ella con una personalidad propia. Pero aun entonces persiste en el yo una insatisfacción de fondo, como la expresada en la novela de Tolstói La muerte de Iván Ilich, como la renuncia, por las convenciones, una forma de vida que sería más “auténtica”. Pero en general la adaptación a las presiones y convenciones sociales es solo parcial y cambiante, y en algunos casos llega a la rebeldía, sea como delincuencia o de otras formas más, digamos, elevadas.

Una pequeña digresión historiográfica: la realidad del yo y su tensión con la sociedad de la que sin embargo vive, se revelan con fuerza en dos concepciones de la ideología comunista: la ácrata y la marxista. La primera se apoya en la soberanía del yo, que no admite constricciones que no vengan de su voluntas; la marxista,  en la  soberanía de la sociedad sobre los yoes, cuyas voluntades y libertad resultarían una especie de caprichos  arbitrarios o determinados por la situación social y sobre los que debería imponerse la  necesidad social histórica. No obstante, esa negación en el marxismo no logra eliminar el yo, sino que mientras lo suprime mejor o peor,  lo exacerba en la persona del dirigente,  al que promueve un verdadero culto. Y en la ideología liberal, la tendencia hacia el anarquismo está siempre actuante.

Es evidente que Jayam cree en el yo, y a él se dirige, haciéndole consciente de su evidente incapacidad para entender el sentido de su existencia, sea personal o social. Pues resulta obvio que las circunstancias que afectan al yo afectan también a la sociedad en su conjunto.

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El crimen “cancelatorio”

**Cuando salió “Los mitos de la guerra civil”, en 2003,  la izquierda parecía haber ganado por completo la batalla cultural, pues el PP se le había sumado en 2002. “Los mitos” les demostraron que su victoria no era tan completa, y tuvieron que ponerse en evidencia con políticas de “cancelación” y leyes de tipo soviético.

**Las políticas de “cancelación” son  criminales. Los soviéticos mandaban al GULAG a los disidentes. Los “canceladores” tratan de condenarlos a muerte civil. En los dos casos por ideologias falsarias, que solo pueden imponerse con tiranía.

**¿Por qué han debido recurrir a leyes de memoria a la soviética? Porque de ningún modo podían rebatir mi revisión de la historia, que derribaba su discurso político y, claro, perjudicaba a miles de puestos políticos y universitarios mal ganados.

**Mis investigaciones sobre la guerra civil, franquismo y transición  debían haber fundamentado una nueva política. Esto lo hizo imposible el PP cuando adoptó el discurso de PSOE y separatistas. Años perdidos hasta VOX. Veremos.

**La política de cancelación” me la aplica la Iglesia actual con igual celo que el PSOE y los separatistas. Le impulsa a ello la tremenda enfermedad moral que le llevó a ser cómplice en la profanación de la tumba de quien la salvó, literalmente, del exterminio.

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De Un Tiempo Y De Un Pais - 1

Inglaterra y España tras las guerras napoleónicas: https://www.piomoa.es/?p=5193 

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 Realidades esenciales

**El PSOE es el partido más antiguo e influyente de España en los últimos ciento siete años, salvo en el franquismo. Por eso merece ser conocido en profundidad, y no por anécdotas, datos fragmentarios, meros desahogos  o folclorismos. Por esa razón he escrito “El PSOE en la historia de España”

**Los promotores de las leyes de “memoria” pintan al franquismo como un régimen ferozmente tiránico y sanguinario, pero no lucharon contra él. El GRAPO sí luchó, y sin embargo le llaman terrorista.¿Por qué? Precisamente porque luchó. Paradojas. En “El PSOE en la historia de España”

**El problema de la guerra de Ucrania consiste en el falso cálculo de la OTAN de que podría arruinar y aislar a Rusia, y vencerla militarmente usando de marioneta a Zelenski. Parece que sus cálculos fueron errados. Veremos si ahora Trump rectifica.

**Dos realidades esenciales: a) Europa NO es la UE. La UE es un proyecto woke, lgtbi y climatohistérico cada vez más totalitario contra las naciones histórica europeas y su tradción cultural. b) Rusia es país de cultura predominante europea, y la UE la ha empujado hacia China

 

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