1. La ley de memoria histórica es una imposición del poder (un poder por demás corrupto) al estilo norcoreano, una ley totalitaria por la cual se impone a la población una versión de la historia y se amenaza implícitamente con perseguir cualquier discrepancia. Amenaza manifiesta hoy en las censuras y denigración a quienes defendemos la libertad de investigación, expresión y enseñanza, pero que quiere hacerse más directa mediante multas y cárcel. Debería provocar una verdadera revuelta de los historiadores, y en general de los universitarios, pero no ha sido así, sino más bien al contrario.
2. Esa ley es además falsaria en un sentido estrictamente histórico: parte de la idea de quienes combatían al franquismo, es decir, un frente popular formado por stalinistas, socialistas radicales, separatistas y republicanos golpistas contra la propia república, todos ellos tutelados directamente por Stalin, representaban la libertad, el progreso y la democracia. Y lo mismo quienes después lucharon contra el franquismo, es decir los comunistas y la ETA. La pretensión es tan grotesca que debería bastar para que cualquier historiador que se pretendiese serio la denunciase incesantemente como el fraude y la estafa desvergonzada que realmente es.
3. Esa ley es además extremadamente inmoral, porque presenta como “víctimas del franquismo” a los chekistas y otros sujetos de izquierda y separatistas juzgados y ejecutadas por crímenes a menudo espeluznantes. Al no distinguir entre posibles inocentes y evidentes culpables, los autores de la ley se identifican con los culpables, elevándolos al nivel de los inocentes. Es una ley chekista sin atenuantes, que define a sus autores.
4. Esa ley ha dado lugar a permanentes campañas de propaganda, de falsificación de los hechos, inflación de víctimas (de una sola parte) y envenenamiento de la opinión pública con unos odios que, precisamente, rompieron la convivencia en la república, conduciendo a la guerra civil. Campañas que, como en los regímenes totalitarios, obligan a pagar a todos los ciudadanos, un abuso y corrupción más, bien definitorios.
5. Los historiadores españoles no solo no han rechazado tamaños insultos y graves daños a la libertad de investigación, expresión y cátedra, a la honestidad intelectual y a la democracia, sino que, en su mayoría, han participado en los desmanes o han callado u ofrecido una resistencia insignificante. Este hecho es suficiente para valorar el espíritu académico y democrático predominante entre el “gremio” de los historiadores actuales.
6. Creo que quien con más insistencia ha denunciado estos tremendos desmanes he sido yo, viéndome por ello sometido a una auténtica censura en los medios universitarios y de difusión, censura proveniente incluso de académicos o grupos disconformes con dicha ley pero que se convierten en la práctica en cómplices, por miedo –el miedo acompaña siempre a las medidas totalitarias– ,o por espíritu de “gremio”, más parecido al de mafia.
7. Uno de los resultados de tales fechorías es la proliferación de libros y “estudios” de pura propaganda ideológica y política presentados como historiografía seria. “Estudios” muchas veces subvencionados. En realidad son la escuela del historiador stalinista Tuñón de Lara, complicada a menudo con influencias más o menos socialdemócratas de origen anglosajón y que no mejoran gran cosa la anterior, aunque resulten menos energuménicos y en apariencia moderados. Véase un ejemplo en la influencia de Raymond Carr, loada por Juan Pablo Fusi:
Bajo la dirección última de Carr trabajamos en el Centro de Estudios Ibéricos los que creo que podemos considerarnos sus discípulos: Romero Maura, José Varela Ortega, Shlomo Ben Ami, yo mismo, Paul Preston (que hacia 1970 estaba ya en la Universidad de Reading, con Hugh Thomas), Leandro Prados, Antonio Gómez Mendoza (ambos, como historiadores económicos, muy vinculados al tiempo a Patrick O´Brien y Max Hartwell) y Charles Powell. Pero también se vincularon al Centro, en muy distinta capacidad, don Ramón Carande, Olegario González de Cardedal, Lucas Beltrán, Santos Juliá, José María Maravall, Joan María Esteban, Isaac y Aviva Aviv, Susana Tavera, Jaime García Lombardero, Joan Artells, Tomás Jiménez Araya, Laura Rodríguez, Frances Lannon, Fernando Maravall. Aun sin relación directa con el Centro, Martin Blinkhorn, Sebastian Balfour y Joseph Harrison fueron de alguna forma discípulos de Carr. También lo fueron Ezequiel Gallo, Malcolm Deas y Adrian Lyttelton, tres grandes historiadores, como ya ha quedado dicho.
Para entender la cuestión de Carr: http://revista.libertaddigital.com/raymond-carr-y-la-diversidad-de-espana-1276234297.html
Por supuesto ni los tuñonianos ni los carreños han elevado su voz contra la ley de memoria histórica y, como insisto, ya solo eso nos da una clave para valorarlos académica, política y moralmente. Esta farsa debe terminar. Y no terminará si no se denuncia incansablemente, aprovechando la libertad de expresión todavía existente, aun si cada vez más restringida.
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Una hora con la historia no consigue salir a flote. Los sucesivos llamamientos en petición de apoyo económico y difusión de los programas tienen muy escaso resultado, salvo por un pequeño grupo de valientes. Parece una labor casi imposible hacer comprender la necesidad de acción a un gran número de gente que prefiere la queja inane. No sea usted de esos. La cuenta para colaborar es BBVA “tiempo de ideas” ES09 0182 1364 3302 0154 3346
Una hora con la Historia. España en la guerra fría. Franco: “Nos necesitan más que nosotros a ellos”: https://www.youtube.com/watch?v=_pFTC1ppRLI
Una ligera sonrisa se dibujó en su rostro al leer el comentario de Historiador.
Al rato, para investigar sobre su guerra civil, será indispensable buscar los abrevaderos manchegos que anden por ahí enterrados. Medir el largo, al ancho y la altura. De qué material(es) fueron hechos. Cuánto pesan, incluso. Cuántos animales podían saciar su sed al mismo tiempo, en promedio.
«Prácticas y abusos de la historiografía pretendidamente científica de la primera mitad del siglo XXI», dirán los de la segunda mitad del siglo XXII.
Ellos también se creerán científicos.
Menuda impertinencia. En nada o muy poco puede ayudar la Arqueología a conocer más y mejor la Reconquista ¿Existe alguna duda o incógnita que la arqueología la aclare? Salvo para asuntos pequeños, vida cotidiana, costumbres, curiosidades, vestimenta, ornamentos, etc….. y ni eso, porque hay fuentes escritas, museos y objetos de esa época, y menos para un libro que trata sobre la importancia política, militar e histórica general de la Reconquista. Esa estupidez es típica de un zoquete.
Ah, que para escribir de la Edad Media se habla de Arqueología es “impertinente” y “propio de un zoquete”. Pobre Hombre. Si Moa piensa lo miso, es normal que anide le haya hecho el menor caso. Los historiadores con semejante presupuesto ideológico (aunque alguno sigue quedando, por desgracia) ya están muriendo (academicamente o de puro viejo) y van a ser remplazados por mentes mas cabales.
Para darle solo unos ejemplos, unos compañeros se dedican a estudiar la arqueología del campesinado medieval.¿Una cosa pequeña? Puede ser, si el 90 por ciento de la población se puede considerar “una cosa pequeña”. Si saber como vivía la gente común, fuera de palacios y castillos, es una cosa poco importante. A mi, personalmente, me parece mucho mas importante que los reyes y sus batallas y sus catedrales, que por lo demás, no aporta nada novedoso: básicamente es la misma historia que ya conocemos hasta la saciedad, con la batalla tal, en el año cual, el rey tal, y la conquista de no se que ciudad. Cojan ese libro, póngalo en 1880 y nadie notara la diferencia.
Y como remate, aun para este tipo de historia, la arqueología puede dar muchas alegrías. Cosa que no sabe los pobres ignorantes que desprecian. Un miago me dio un estudio una vez de que había llegado a la conclusión de donde se había produciendo una batalla, rebatiendo creo que a Sanchez Albornoz, que la situaba en otro punto. Para ello había tenido que estudiar las fuentes, hacer una prospección arqueológica in situ, estudiar la etimología, las leyendas y el folclore popular, y patearse el valle de arriba a abajo hasta dar con la clave. Un trabajo duro, pesado y serio, que no esta al alcance de divulgadores de medio pelo y sus vociferantes lacayos. Ellos prefieren sus libros polvorientos y sus listas de anticuarios.
Que las disfruten.
Al rato, para investigar sobre su guerra civil, será indispensable buscar los abrevaderos manchegos que anden por ahí enterrados. Medir el largo, al ancho y la altura. De qué material(es) fueron hechos. Cuánto pesan, incluso. Cuántos animales podían saciar su sed al mismo tiempo, en promedio.
Supongo que no no lo sabes, pero hay una enorme colección de estudios arqueológicos sobre la Guerra Civil Española, y algunos realmente buenos. Puedes buscarlos por ahí. Hay una estupidez muy común en pensar que la arqueología solo es para cosa de hace dos mil años, o así. Pobres.
De hecho, dentro de unas semanas me voy a reunir con un arqueólogo experto en conflictos bélicos, que tiene grandes trabajos de la SGM.
Para un trabajo sobre la historia de la psicología tampoco sería mala idea desenterrar frascos y vestidos en Viena.
Unos tres capítulos al respecto.
Listar a los grandes psicólogos y explicar su pensamiento, chorradas.
Para finales de este siglo, de acuerdo con ese criterio, se consideraría asunto de fachas nombrar a sus políticos actuales y sus decisiones. Que si la OTAN y tal.
El rigor estaría en irse a los basureros a desenterrar lo que quede de los juegos de 1992.
«Supongo que no lo sabes, pero hay una enorme colección de estudios arqueológicos sobre los juegos olímpicos de Barcelona, y algunos realmente buenos. Puedes buscarlos por ahí.»
Otro dato que explica aquella derrota, derivado de las querellas internas y de las medidas revolucionarias, fue una mala intendencia dentro de una producción general cada vez más depauperada, hasta provocar la mayor hambre en la España del siglo XX y dejar en herencia una economía desarticulada en la mitad del país, que dificultaría mucho la reconstrucción.
Hubo, sin embargo, un capítulo en el que la ventaja del Frente Popular fue neta: el de la propaganda, muy apoyada por la Komintern y la Internacional socialista, así como por amplios sectores “burgueses” en muchos países, próximos a las ideas socialistas. Según ellos el Frente Popular defendía la libertad, el progreso y la democracia, mientras que su contrarios quedaban definidos por sus matanzas sobre población civil, en especial episodios como la inventada matanza de la plaza de toros de Badajoz o el bombardeo de Guernica, supuestamente destinado a asesinar a la población,
Los estudios arqueológicos sobre la guerra civil tienen interés, pero, claro, no desmienten el hecho de quiénes ganaron la guerra ni de qué se jugaba en ella, ni de las peleas y persecuciones entre los partidos del Frente Popular ni tantas otras cosas más. Que son las que realmente importan. Sabemos que se dio la batalla de Brunete, por ejemplo, las fuerzas intervinientes y demás. La arqueología en su terreno puede desenterrar quizá cadáveres, balas, acaso armas y cosas por el estilo. Pero no “confirman” el hecho de la batalla, que conocemos de sobra por otras fuentes, ni dan idea de sus dimensiones y demás.
Tampoco hay que ser Mr. Holmes para dar con que, habiendo arqueología, ésta sirve de respaldo ideológico, en ocasiones.
Arqueólogos de la Universidad de Florida Central (EE.UU.) han descubierto el que parece ser el caso de maltrato infantil documentado más temprano de la Historia. Se trata de un pequeño de 2 a 3 años, del período cristiano romano, descubierto en un cementerio del oasis Dakhleh en Egipto. El esqueleto del niño, que vivió hace unos 2.000 años, muestra, según los investigadores, señales claras de abusos, como fuertes fracturas en los brazos y en la clavícula provocados por una fuerte sacudida y una paliza.
(…)
Según los arqueólogos, los niños eran muy bien tratados en el Antiguo Egipto, mientras que los romanos eran más duros con ellos en la creencia de que debían enderezarlos para convertirlos en adultos, así que las prácticas como el castigo corporal, los baños de agua fría o la inmovilización de los recién nacidos en tablones de madera para asegurar el crecimiento adecuado eran comunes. Por ello, creen que el caso de abuso infantil pudo ser el resultado de la influencia de los romanos.
https://www.abc.es/ciencia/20130528/abci-primer-caso-maltrato-infantil-201305281804.html
Los culpables bien pudieron ser unos centuriones.
Dice Henry Kamen que “quienes se oponen a las tesis de Pío Moa tienen mucha razón”. No se molesta en explicar por qué, aunque admite que “estaría dispuesto a aceptar varias de sus afirmaciones (de Moa) sobre los fallos de la II República, los cuales se han tendido a ocultar por los historiadores antifranquistas”. ¡Qué remedio! El grueso de la historiografía de los últimos treinta años sobre la república, la guerra civil y el franquismo encierra enormes y sistemáticas ocultaciones, que, desde luego, hoy ya no pueden sostenerse. Se intenta matar al mensajero, pero el mensaje no puede ser desatendido, y el propio Kamen ha escrito algún trabajo bastante en la línea de los míos, aunque sin citarme.
Más interés tiene otra afirmación suya: “Los puntos de vista no tienen importancia. Lo que importa es si los escritos se basan en evidencias” (pruebas). La cuestión no es tan simple. En realidad los puntos de vista tienen importancia decisiva. Un punto de vista marxista o marxistoide, como el que ha predominado en estos años, solo puede producir una historiografía al estilo Lisenko, y siempre encontrará las “evidencias” oportunas, como he tratado de exponer en “La quiebra de la historiografía progresista“. Sin embargo esas pruebas o evidencias terminan chocando de tal modo con la realidad conocida que han de ser revisadas y, en general, rechazadas.
Un experto en esa historiografía de “evidencias” que conducen a una historia disparatada es Preston: de creerle, Franco “tenía que” haber perdido la guerra, por su ineptitud; “tenía que” haber metido a España en la guerra mundial, pues no deseaba otra cosa; “tenía que” haber dejado una España hundida en la más espantosa miseria, porque aparte de no entender nada de economía, solo deseaba aplastar a los trabajadores; “tenía que” haber fomentado el analfabetismo y la ignorancia masivas; etc. El resultado es un completo dislate… para el cual, faltaría más, encuentra siempre las “evidencias” oportunas.
Kamen es en ello más desigual que Preston. Ha escrito algunos libros de mérito sobre la Inquisición o Felipe II, pero su “punto de vista” sobre la historia de España, al parecer influido por las pintorescas lucubraciones del nacionalismo catalán, resulta plenamente prestoniana:
Casi veo esto que me estoy inventando.
Según los arqueólogos, los niños eran muy bien tratados en el Valle de México, mientras que los españoles eran más duros con ellos en la creencia de que debían enderezarlos para convertirlos en adultos, así que las prácticas como el castigo corporal y los baños de agua fría eran comunes. Por ello, creen que el caso de abuso infantil pudo ser el resultado de la influencia de los españoles.
libro Imperio, del historiador británico Henry Kamen, deja bastante que desear en cuanto al método investigador utilizado por su autor. No obstante, merece la pena si buscamos, al menos, una visión diferente, aunque hay que leerlo con espíritu crítico, desde luego.
Henry Kamen termina su libro Imperio con la siguiente reflexión: “Fue, más allá de toda duda, una inmensa y gloriosa epopeya para muchos, pero para muchos otros estuvo teñida de una irreparable desolación”. Pero Grullo podría haberse sentido orgulloso de tal corolario. Incluso podría haberlo ampliado al conjunto de los empeños humanos, pues, por ejemplo, ¿no fue el final de la guerra mundial una irreparable desolación para millones de nazis? Y la ciencia, ¿no ha facilitado los peores crímenes? La misma medicina, que ha permitido rebajar la mortalidad infantil en muchos países pobres, ¿no ha multiplicado una población condenada, al parecer, a la miseria extrema? Y así sucesivamente. Uno se pregunta si para llegar ahí habrán hecho falta casi 600 páginas.
Tampoco es muy alentador el comienzo del libro, con una cita de las Preguntas de un obrero que lee, de Bertholt Brecht: “El joven Alejandro conquistó la India. ¿Él solo? César venció a los galos. ¿No tenía siquiera un cocinero con él?” Tales reflexiones, nuevamente, son perogrulladas, y en lo que dejan de serlo, sandeces. Cien mil cocineros no habrían vencido a los galos o conquistado la India, y un Ejército mal mandado habría probablemente perecido en la empresa, como tantas veces ha pasado. Y no son preguntas de ningún obrero, claro, sino del propio Brecht, que, como buen marxista, toma a los obreros por tontos y les instruye en tales “profundidades”. Pero Kamen parece impresionado por Bertoldo, uno de los falsarios intelectuales más distinguidos del siglo XX. Supongo que quiere indicar que al Imperio español contribuyeron muchas más personas que los hispanos normalmente citados en primer plano.
Esto es bien sabido. Aquel imperio atrajo a todo tipo de extranjeros, buenos y malos, como ahora mismo ocurre con USA, si bien no conviene llevar la analogía demasiado lejos. Lo nuevo es el énfasis puesto en ese hecho, al cual considera Kamen definitorio: “El imperio español era una empresa internacional en la que participaban muchos pueblos”, y no fue “la creación de un pueblo, sino la relación entre muchos pueblos, el producto final de muchas contingencias históricas entre las cuales la contribución española no siempre fue la más significativa”.
¿No siempre? Aquí es Kamen inconsecuente consigo mismo, pues tendría que haber dicho “nunca”. Para empezar, “la expansión europea (…) estaba en función de las mejoras tecnológicas (…) Y por lo general la tecnología era, como sabemos, más europea que española”. Aun así, España podría haber sido un país rico, pero tampoco. Critica Kamen, no sin un fondo de razón, las jeremiadas tópicas de cierta historiografía hispana sobre el “despilfarro de la riqueza y el potencial humano” español durante los siglos XVI y XVII: “España tenía muy poco de ambas cosas, y habría sido difícil despilfarrar ese poco que tenía”. Pero su salida no es menos sorprendente: “En realidad, España era un país pobre que dio el salto a la condición imperial porque a cada paso recibió la ayuda del capital, la experiencia, los conocimientos y la mano de obra de otros pueblos asociados”. ¿La ayuda? Fue algo más, según aclara en otras páginas, pues siempre hubo en los hispanos dura resistencia a salir de su tierra, y el imperio “no fue consecuencia de la voluntad de poder deliberada por parte de los españoles, que fueron –con gran sorpresa por su parte– presionados a desempeñar el papel de hacedores del imperio”. Peor aún, “Los castellanos se mostraron más que satisfechos de dejar que otros construyeran el imperio por ellos”.
Al parecer hubo una especie de acuerdo internacional para obligar a los españoles a moverse, o para sustituirlos incluso, en la construcción imperial ¿Quiénes presionaron así a los españoles? “Las grandes familias de banqueros –los Fugger, los Welser, los Spinola– se ocuparon de asegurarse de que su inversión se administraba con eficacia”. “Las riquezas y el poder humano pertenecían en gran medida a aquellos que no eran españoles”. Los mismos ingleses y holandeses habrían estado interesados, salvo en algunos momentos de histeria, en mantener el imperio español. Fue una empresa general europea, y todos “invertían ambas cosas [capital y hombres] en el negocio en curso del imperio y recogían la recompensa correspondiente. Los españoles (…) aportaron su propia y singular contribución y gozaron del honor de ser los gestores de la empresa. Pero la empresa pertenecía a todos”. ¿A todos? Aquí Kamen vuelve a mostrarse inconsecuente, pues debiera haber dicho “a otros”.
Así pues, España apenas aportó capitales, ni tecnología, ni hombres –y mucho menos hombres preparados o cultos–, y ni siquiera voluntad, para colmo. Pero entonces, ¿cómo habría podido ser ella la “gestora” de aquella descomunal empresa? ¿Y por qué, con generosidad difícil de entender, todos se han mostrado de acuerdo en llamar “imperio español” a la magna obra común? Resulta arduo de explicar, y Kamen no lo consigue ni, en rigor, lo intenta. Además, ¿cómo fue posible durante tanto tiempo mantener tan diversos y contrapuestos intereses operando armónicamente, como dirigidos por una batuta, en torno a España? ¿Quizá aquellos españoles, tan pocos, tan pobres, tan atrasados y desganados, poseían en cambio un auténtico genio político y diplomático, capaz de hacer que los demás sirvieran así a sus intereses? Por desgracia, tampoco encuentra el historiador británico rastro de tal cosa: el talento político hispano rondaba la nulidad.
Una muestra: los españoles creían universal su lengua, pero, nos informa Kamen, se trataba de una vanidosa ilusión. Así, “para los españoles, el problema era cómo comunicarse con fluidez con las naciones políglotas que deseaban dominar. Durante la gran época del imperio, a la elite castellana le resultó difícil afrontar el problema del lenguaje. Esto afectó profundamente a su relación con todos los pueblos que iba encontrando. Durante el siglo largo en que la política castellana dictó la vida política y militar de los Países Bajos, era raro encontrar un noble castellano con nociones de holandés”. Lo mismo ocurría con el árabe o con las lenguas americanas. En conclusión, “dominadores y dominados se movían en universos separados que no se comprendían entre sí; los gobernantes se apartaban del pueblo al que gobernaban”. Nuevo enigma, porque si España no podía despilfarrar riquezas y hombres que no tenía, ¿cómo pudo resultar “dominadora” o “dictar la vida” de otros? Menos aún podría haber durado aquel extraño imperio nada menos que tres siglos, por lo demás comparativamente muy pacíficos fuera de Europa. ¿Y cómo explicar que tantos países de América hablen español, queden restos de él en Filipinas y otras islas del Pacífico, y topónimos españoles se encuentren todavía por medio mundo, desde Australia a algunos lugares de África? Kamen no cree importantes estas dificultades y contradicciones, pero al dejarlas de lado sólo encontramos otro éxito de Pero Grullo. El problema del lenguaje lo han tenido todos los imperios, y por lo común lo han resuelto utilizando el idioma de la metrópoli. Así llegó a hablarse latín en España o el inglés se ha hecho el idioma de comunicación en la India, por poner dos casos típicos.
Y de este modo progresa Kamen, entre perogrulladas y enigmas históricos que dejan pequeños al de Sánchez Albornoz. En realidad, su línea recoge una interpretación de la historia como desarrollo tecnológico, para la cual lo que no entra en sus esquemas simplemente no existe. En rigor, no pudo existir imperio español porque la misma España no habría existido, propiamente hablando, aunque nos valgamos del término por costumbre o comodidad. Por eso incluye a los catalanes entre las naciones sometidas al imperio, o nos explica cómo, en su libro, “los ciudadanos de los reinos peninsulares son identificados a menudo por su lugar de origen, a fin de no sembrar confusión mediante el uso impreciso del adjetivo español“. Esto ayuda a entender por qué todo el mundo ha llamado siempre español a aquel imperio. Se trata, simplemente, de una “imprecisión”, a corregir en lo sucesivo. Una fuente de esta visión es el nacionalismo catalán, cuya influencia en el buen Kamen salta a la vista. “Bien mirados los hechos –decía Prat de la Riba–, no hay pueblos emigrados, ni bárbaros conquistadores, ni unidad católica, ni España, ni nada”. El autor británico determina que, “bien mirados los hechos”, lógicamente, tampoco pudo haber imperio “español”.
El método de Imperio es simple. En la historia, se ha dicho, encontramos de todo, por lo que siempre se pueden buscar citas o datos en apoyo de cualquier tesis, por disparatada que sea. Para pasarla por buena basta omitir los datos contradictorios y el análisis crítico de ellos. Como he venido mostrando, es el método privilegiado de muchos historiadores-propagandista hoy día en relación con nuestra guerra civil. Parece haber una decadencia en la historiografía británica, al menos en la referida a España, porque encontramos en varios autores muy publicitados, como Preston o Carr, las mismas incoherencias, contradicciones y desdén por abordar los problemas que sus mismas interpretaciones crean.
Pero el libro de Kamen no deja de tener interés como un reto a la historiografía española, algo pesada y a ras de suelo –no siempre, pero sí a menudo–, con escasa visión de conjunto y tendencia a la lamentación. Lo cierto es que la España de entonces, un país efectivamente pobre y no muy poblado, extendió su poder por mundos hasta entonces desconocidos en Europa, contuvo la expansión del Islam y del protestantismo, y creó al mismo tiempo una gran cultura. No es nada fácil explicar un hecho tan inusitado, sobre todo a la vista de su decadencia posterior, a veces abyecta. La dificultad de explicarlo hace que algunos prefieran negarlo, pero la realidad sigue ahí, desafiando a los historiadores.
Para darle solo unos ejemplos, unos compañeros se dedican a estudiar la arqueología del campesinado medieval.
Pues nada, lo tienen muy fácil. Que escriban un libro con sus estudios sobre el campesinado medieval. Así se dejan de tanta batallita y cosa política. Exigir a Moa que escriba un libro tratando algo que nada tiene que ver con el tema del libro es una estupidez. Es como exigir a un analista político que escribe un libro sobre la unión Europea y se le reproche que no cuente en ese libro que corbata llevaba tal o cual político o si tomaba un café o que marca de pasta de dientes usaba al lavarse los dientes o de que color son los sillones del parlamento o las dimensione de los despachos, etc…. Tú si que eres un pobre hombre.
Y como remate, aun para este tipo de historia, la arqueología puede dar muchas alegrías. Cosa que no sabe los pobres ignorantes que desprecian.
Bueno, menos mal que yo no estoy incluido en el grupo de “esos pobres ignorantes” porque soy un defensor de la arqueología, y algún que otro encontronazo me he llevado con Moa por defender la ciencia arqueología en el tema del Egeo, pero, claro, es que sobre el Bronce del Egeo poco o nada se sabe (Oliver Dikinsosn dixit) salvo por la arqueología y otras disciplinas que contradicen las fuentes escritas, o las confirman, que son muy posteriores. Pero para otros temas como la Reconquista…en fín……para que decir más.
No es preciso ser el tío ese del orgón para psicoanalizar a esos arqueólogos gringos.
Identifican Roma con Occidente, lo cual se me hace raro pues, siendo arqueólogos, debería quedarles claro que una cosa fue el mundo grecorromano y que otra lo ha sido Occidente.
O bien, es posible que los arqueólogos piensen que Occidente es una derivación del mundo grecorromano, pero no por las razones que ustedes pudieran pensar, sino simplemente porque “hombre blanco”.
De hecho, dentro de unas semanas me voy a reunir con un arqueólogo experto en conflictos bélicos, que tiene grandes trabajos de la SGM.
Menudo arqueólogo que estudia cosas que han pasado hace menos de 100 años. A ver si hago de arqueólogo en el trastero de mi casa. A lo mejor encuentro cosas perdidas de hace 10 años. Yo, en cambio, me reúno este verano con arqueólogos que estudian cosas de hace más de 40.000 años.
Pero ya que habla el Risto, estudios arqueológicos se llevan acabo en Francia sobre las trincheras de la IGM (En España sobre la Guerra Civil. En Oviedo se estudiaron las trincheras del Naranco y otras. Se pueden visitar). Se han descubierto cosas muy interesantes, como por ejemplo, utensilios de campaña, bombas o pozos que escavaban unos y otros para minar las trincheras enemigas. Es una labor muy buena pero ¿Qué cambia esta arqueología sobre lo que se sabe y se debe estudiar del conflicto? Nada.
Bunopues parece que el amigo Manolo se ha pasado de los vencedores …de lo que sea…..por cierto Don Pio rectifique su DNI que ha nacido 15 años más tarde…..
Hablando del Sherlock.
Yo creo, y seguramente estoy en lo correcto, como cuando pienso que la mayoría de los taxistas son heterosexuales sin necesidad de estudios de Cornell, que en España no se desarrolló una industria muy potente de novelas estilo Holmes, es decir, de la variedad y ¿calidad? que veríamos en Inglaterra.
Con puro “rastreo bibliográfico” se puede comprobar.
Pero con Historiador sería más difícil tratar.
Hay que demostrarle aquello desde un punto de vista tanto estadístico como arqueológico.
Y a ver quién putas encuentra los libros de contabilidad de las editoriales de la época (de preferencia mediante arqueología), saca el catálogo de novelas publicadas entre 1825 y 1925, tanto en España como en Inglaterra, y las clasifica según el asunto de la novela.
Obtendríamos un resultado final, algún día.
Eso ya sería estadístico y diríamos: (esta parte me la salto porque es muy larga, pero se la pueden imaginar).
La verdad es que así proceden los gringos, que tienen pasta suficiente como para darse el lujo de medir las patas de diez mil moscas, o más, una por una, para mostrar esto o aquello.
Como en estos países no hay tanto dinero ni tanta obsesión ni tanto club de aficionados al misterio, se prefiere apelar a la autoridad, que son los doctores en letras, y que saben, sin tanto rollo, que las novelas estilo Holmes nacieron en Inglaterra y que allá se desarrolló un gusto que después llegó a otros países y tal.
Que alguno diga que se inventaron en USA, pues no, pues Poe plagió un trabajo anterior, inglés.
Parece que lo mismo con las novelas estilo Tolkien, pero no estoy seguro.
Que allá se desarrolló el gusto y que allá se han forrado.
Lo que seguramente sí me imagino es el asunto de las novelas de caballerías.
Tengo el prejuicio de creer que eso era básicamente español, pero tal vez era italiano.
Ni idea.
Sería sorprendente que algún estudio arqueológico publicara sus resultados en los que se asegurara que Hitler no perdió la guerra o que Roma nunca existió. Ya sin estudios arqueológicos algunos se atreven a soltar que la Reconquista es una filfa……y eso que hay documentos escritos y no escritos y hechos que lo corroboran. Así que si no los hubiera.,…en fin. Que cada cosa en su sitio.
Miren, aunque no es arqueología, arqueología, se parece mucho. Sirve para estas cosas aún recientes:
Encuentran huesos humanos en el lugar del crimen de Alcàsser
Los restos se van a trasladar a Madrid para sacar el ADN y hacer más estudios.
https://www.libertaddigital.com/espana/2019-07-03/encuentran-huesos-humanos-en-el-lugar-del-crimen-de-alcasser-1276641350/
Si yo fuera Risto, diría la chorrada de que a lo mejor lo de Alcasser es una mentira y las niñas ni nacieron.
Como en el Quijote, Moa debería tomar en cuenta lo que le recomiendan, y meter un capítulo de curiosidades arqueológicas en la segunda edición de alguno de los libros que Historiador le critica.
Pues al revés, yo espero que el próximo libro sobre Atapuerca, por ejemplo, incluya algún capitulo que nos cuente de verdad la historia de los Heidelbergensis que vivieron allí, como se llamaban, quien era el jefe, o la jefa, si los había, de donde llegaron, quien se peleó con quién y quien se casó o se reajuntó con menganita…..en vez de aturdirnos con datos y suposiciones de que comieron, que armas o utensilios de piedra fabricaron (alguna veces ni eso porque no encuentran nada) o que comieron o que dientes tuvieron o si fueron devorados por un tal o cual animal. Es lo que hay, por desgracia, para estos temas. Estas miseras “alegrías” que nos ofrece la arqueología. Todos los historiadores, sin excepción, darían la mano derecha por tener un testimonio mucho más directo, como los que vienen después con la escritura y por lo tanto la historia. Pero para la protohistoria, sólo se tiene la arqueología y otras pocas disciplinas más. Para el resto del tiempo, contamos con mucho más….¡¡y con la arqueología!!
A mi, personalmente, me parece mucho mas importante que los reyes y sus batallas y sus catedrales, que por lo demás, no aporta nada novedoso: básicamente es la misma historia que ya conocemos hasta la saciedad, con la batalla tal, en el año cual, el rey tal, y la conquista de no se que ciudad.
En mi caso, tanto el tema cotidiano como el otro me atrae, me gusta y me interesa mucho. Aunque ya se mucho o poco sobre la Historia de Roma, me apasiona seguir leyendo sobre las batallitas, sobre los personajes, sobre Julio César, sobre los emperadores o sobre los acontecimientos ya conocidos. Pero es que también me interesan las cosas cotidianas. Me encanta el libro, académico de Miguel Angel Novillo sobre “La vida cotidiana de Roma” o los libros de Mary Bear o visitar museos o yacimientos de cualquier época. Es absurdo y poco dice de un aficionado a la historia despreciar un tema e interesarse sólo por el otro. Ningún profesor de historia ni historiador defiende semejante aberración.
Una cosa. ¿Qué libro me aconsejan sobre la Historia del Reino visigodo de Toledo ?
¿El de José Orla.dis eesta bien?
LLAMAMIENTO A LOS EXCLUIDOS DEL CENSO PARA QUE DENUNCIEN SU EXCLUSION:
La Plataforma Elecciones Transparentes, organización ciudadana independiente de defensa de la democracia, solicita tu ayuda para difundir este mensaje:
Hacemos este llamamiento para que todos los excluidos del censo en las pasadas elecciones generales del 28 de abril se pongan en contacto con nosotros para presentar una segunda denuncia colectiva, gratuita y sin costas. También pueden sumarse a la ya presentada denuncia por fraude electoral, que se puede leer más abajo, a la que ya se ha sumado un partido “de izquierdas”:
VIDEO: PUCHERAZO 28A, YA HAY DENUNCIA
https://youtu.be/XLw1xUpYQJE
Se estima que puede haber habido varios cientos de miles de votantes excluidos del censo sin motivo, lo que podría dar lugar a la nulidad de las elecciones.
Si no hacemos nada, en adelante nuestro país ya podría quedar en manos no deseadas por los españoles e incluso podria desaparecer como tal.
Ayudanos a difundir esto masivamente para defender tu pais, tu ciudad y a los tuyos de los poderes exteriores que quieren gobernar mediante el fraude. Nadie lo va a hacer por ti.
SE RUEGA MAXIMA DIFUSION
DIRECCION DE CONTACTO:
info.eleccionestransparentes@gmail.com
WEB DE LA PLATAFORMA:
https://eleccionestransparentes.wordpress.com
DENUNCIA POR FRAUDE:
Quien lo desee la puede descargar, firmar y presentar en cualquier juzgado de instrucción, para sumarse a la primera denuncia ya presentada por fraude:
https://www.mediafire.com/download/g92281s6w7nkza2
La orquesta comienza. una obra distinta a la que esperaba el pianista y este reacciona con presteza aunque expresa con su rostro lo absurdo de la situación.
https://youtu.be/_fdEqEisC_U
Denuncian la colocación de la bandera LGTBI en varias administraciones
https://www.lavanguardia.com/vida/20190703/463276650570/denuncian-la-colocacion-de-la-bandera-lgtbi-en-varias-administraciones.html
https://www.elconfidencial.com/ultima-hora-en-vivo/2019-07-03/denuncian-la-colocacion-de-la-bandera-lgtbi-en-varias-administraciones_2376035/
https://www.eleconomista.es/legislacion/noticias/9974545/07/19/Denuncian-la-colocacion-de-la-bandera-LGTBI-en-varias-administraciones.html
Por si le interesa a Lasperio
http://filosofiadelamusica.es/gac/n007.htm
Me cuenta un conocido que, huyendo del tórrido calor de estos días pasados, se tomó un corto asueto visitando San Ildefonso, y empapándose de historia patria y de naturaleza. Tanto el Palacio Real de La Granja como los montes de Valsaín -con la cercana Segovia y numerosos pueblos del entorno- resultan ideales para ello.
Y es cierto que caminando por los senderos de los Reales Sitios y por los salones y monumentos del entorno, todavía es posible dejar correr a la imaginación y recrearse con tantos hechos históricos acaecidos por aquella comarca, elegida desde siempre por los monarcas españoles para sus aficiones cinegéticas, sobre todo a partir del hermanastro de Isabel I, Enrique IV.
Y como colofón, en el Patio de Armas del Palacio, frente a los exuberantes Jardines, el Concierto de la Octava del Corpus. Un recital de música española protagonizado por la Unidad de Música de la Guardia Real (Banda Sinfónica), dirigida por el coronel Enrique Damián Blasco Cebolla (estudioso y recopilador histórico, así como compositor de una obra de diverso género, especialmente de música marcial), que fue acompañada por el Orfeón de Veteranos de las FAS y G.C. (que acudió como Coro invitado), cuyo director es Vicente Romaní López.
Mi conocido se emociona al evocar la hora larga que duró la velada y recordarme el Programa, que a continuación transcribo:
Primera Parte.
El Quijote (Fantasía sinfónica para narrador y banda)
Magallanes (Poema sinfónico)
(Ambas de Ferrer Ferrán, compuestas, creo, en 1966)
Segunda Parte.
Como somos caballeros legionarios (de Juan Morote Durán, año 1952)
Luisa Fernanda. Habanera del soldadito. (De Federico Moreno Torroba, 1891-1982)
El novio de la muerte. (De Juan Costa Casals, 1882-1942)
Al servicio de España. Soldado soy. (De J.L. Redondo García. Transc.)
La bejarana. Pasodoble de los quintos. (De Francisco Alonso López, 1887-1948)
Orgía dorada. Soldadito español. (De Jacinto Guerrero Torres, 1895-1951)
Y como propina, nada menos que Las corsarias. Pasodoble de la bandera. (Banderita) (Del mismo autor de La bejarana, Francico Alonso López)
Como es de suponer, la memorable ejecución finalizó con los acordes del Himno Nacional.
¡Casi nada!
Bien por ti, Odiseus.
Gracias.
Les mueve una implacable voluntad de poder y en función de esos intereses llevan décadas implantando la estructura sociopolítica y económica adecuada. Los ámbitos del derecho y de la información, por ejemplo, son patrimonio de unos pocos adictos al poder, tanto de empresas públicas como ciertas privadas amigas.
Que la casta política gobernante nos adoctrine mediante extravíos como el aborto, las leyes LGTBI y de Memoria Histórica y otros tantos escándalos no nos sorprende, conocemos su objetivo y conocemos su índole totalitaria.
Lo que no dejará de sorprendernos siempre es el silencio del pueblo ante la perversión de los liberticidas.
Sobre todo porque tales aberraciones no se las han implantado mediante el uso de la fuerza.
Y en todos estos sucesos el “tempo” de la tragedia se va acelerando, y sus notas se van haciendo más graves.
Pero la Historia la hacen los reyes con sus batallas, no el campesinado. Una historia apretada de reyes y batallas, puede, como todo, cansar. Pero precisamente en su libro sobre la Reconquista y España, Moa advierte el peligro, es parco en acontecimientos y muy sobrio en su estilo. Por lo demás, la exposición de las vicisitudes políticas de los reyes con sus batallas, reinados, asesinatos, traiciones y fracasos, tiene una cualidad, por así decir, “shakesperiana”: extraño que Historiador no la vea.
La fuerza de los partidos de la llamada casta política -los que se dicen de centroderecha, sobre todo, pues las izquierdas españolas son irrecuperables e inservibles por méritos propios- consiste en que aunque corruptos e incumplidores de sus programas de Gobierno, mantienen unos votantes que persisten en otorgarles su confianza. ¿Por qué? Porque la absoluta corrupción del tejido social ha hecho del elector normal un integrante de la secta correspondiente, algunos tal vez sin saberlo, aunque se justifiquen alegando que no ven otro grupo político capaz de ilusionarlos lo suficiente o darlos confianza para vencer su apatía sociopolítica o su miedo.
Esa organización política promisoria -que muchos aún no ven- debiera de ser VOX. Pero tiene que demostrar vigor y habilidad para revelarse como seria alternativa al caos.
Como, salvo en una minoría, ni existe el pensamiento libre, ni se cuestiona ni se analiza la realidad, VOX debiera hacer de partera, extraer conclusiones, ofrecer demostraciones, provocar recapacitaciones, transmitir ilusión en el futuro y clarificar el objetivo esencial: igualarnos en la excelencia, no en la vulgaridad.
Además, por supuesto, de incidir y desenmascarar continuamente las aberraciones y atropellos cotidianos que padecen los españoles libres.
Y debe de tener algo muy claro: siempre que desde cualquier sector de la pestilente atmósfera informativa se le ataque es que está haciendo las cosas bien. Porque, insisto, no se trata de llegar pronto, sino de llegar lejos.
Si no se enfrenta radicalmente a quienes nos han traído hasta aquí, oponiendo a sus desafueros una política de profundo contenido nacional, moral, social y democrático, si no demuestra día tras día que es capaz de dar solución a los problemas que asfixian a la sociedad española, su futuro como agente restaurador y referente político alternativo será dudoso.
Lo de “arqueología del campesinado medieval” suena a engendro marxista.
¿Nadie me recomienda nada?
Los medios informativos -todos, salvo los escasos alternativos de poca audiencia- que apoyan con su silencio o con su palabra al oprobio frentepopulista y a las directrices del NOM son conversos permanentes, oportunistas o hipócritas venales que han aceptado las subvenciones o los chantajes del momento. Cadenas de televisión y emisoras de radio que han pasado y pasan del consumismo al comunismo y del comunismo al consumismo sin empacho, negocios que no hace mucho podían pertenecer o pertenecían a la reacción o al colaboracionismo de cualquier color, y que poniendo los huevos en distintas cestas, alineándose con el mejor postor o con el más fuerte y reclutándose ellos solos como compañeros de viaje de los poderosos, se saben protegidos ante cualquier crisis económica o política.
Si hubiera pueblo, se les ignoraría. Sin audiencia, a los medios les ocurriría como a Gibraltar si le volvieran a cerrar la verja. Pero el pueblo, en general, es pícaro y pancista. Y sus políticos son su mero reflejo.
El pueblo tiene en sus manos resortes para cambiar la situación, pero ni le preocupa ésta ni ve más allá de su ombligo.
Un poco en broma, la próxima vez que vayamos a Burgos pasaremos de la catedral y de las tumbas de los reyes en Las Huelgas y La Cartuja de Miraflores. Nos iremos a algún arrabal de periferia, a escarbar alguna letrina medieval que contenga heces fosilizadas que desmuestren palmariamente que la dieta del campesinado era escasa, manteniendo así débil y frágil al campesinado, frente a los embites de las clases dirigentes.
Las nuevas formas de cultura y de compromiso social tienden a un concepto acomodado del libertarismo acrítico, basado en acentuar los derechos y subestimar las obligaciones. De ahí que la insolidaridad vaya de la mano de una hipócrita, cursi y evanescente fraternidad que no obliga a nada; de ahí que el individualismo se confunda con el gregarismo, el desprecio de los valores sociales de la libertad con el libertinaje, y la obra de arte y el bien común con la creación y la actitud extravagantes.
Desconozco cómo se resolverán finalmente las esquizofrenias sociales que se están inoculando en las últimas generaciones. Éstas crecen en un mundo cultural posmoderno que abre sendas a los más profundos relativismos, pero simultáneamente conviven con instintos arcaicos, unos atavismos heredados a través de siglos que no pueden rechazarse sin sufrir consecuencias negativas en su identidad. Porque no es fácil dar la espalda al propio pasado.
Esa esquizofrenia ya se dio en cierto modo en algunos de aquellos que desarrollaron su infancia y juventud en una omnipresente atmósfera religiosa. Y no me refiero aquí a la religiosidad ateológica, que es innata, sino a las prédicas y liturgias que se manifestaban en los detalles cotidianos. La propia Iglesia, en nuestro caso, facilitó la salida en aquel conflicto dando varios pasos atrás y dejando vía libre a otras doctrinas o confesiones, casi todas temporales, como las marxistas y las prometeicas con tufillo protestante.
Así, tanto la alabanza de la fe como la enseñanza racional de la doctrina católica perdieron pie y prácticamente se disolvieron, dejando huérfanos espiritualmente a la mayoría de sus creyentes, fueran practicantes o no. Frente a la moral rigurosa y prescriptiva fue fácil inclinarse hacia la libertad sexual cantada a los cuatro vientos e incluso a una equívoca alegría de vivir.
Pero como aquellas personas -digamos- se hartaron de rezar rosarios y escuchar historias sagradas o vidas de santos, aunque agobiados entonces por las imposiciones clericales, no pudieron nunca desprenderse, unos más y otros menos, de la emoción religiosa. Ni pudieron, aun sin fe, dejar de ser culturalmente católicos o, mejor aún, cristianos. Y ése ha sido, hasta no hace mucho tiempo, un rasgo singularmente español. (Continúa)
Y con estas tradiciones albergadas en el inconsciente no pocos se han visto luego envueltos y abducidos por las usanzas opuestas, de raigambre antiespañola y anticatólica y afanes rupturistas, en tanto que otros, los fronterizos, se hallan en la tierra de nadie, conscientes de que el pasado no ha de regresar y recelosos de un futuro que parece llevarse todo lo prudente y ético por delante.
Estos individuos de frontera, estos lobos solitarios, defienden códigos de principios hoy obsoletos, por desprestigiados; desconfían de los ismos al uso; no se adoran a sí mismos ni exhiben sus deformidades en elegidos días de orgullo; abominan del pensamiento único, del buenismo cursi e hipócrita, y huyen de tópicos y de medios informativos moralmente repulsivos. Por eso son sospechosos para tirios y para troyanos. Y más lo son aún porque sin ser fanáticos del franquismo le reconocen -en todos los aspectos- la modernización y el progreso de España más significado en varios siglos, máxime al confrontarlo con esa barbarie consistente en una mezcla de marxismo y capitalismo que, cada uno por su lado, reducen la esencia del ser humano a mecanismos socioeconómicos olvidando su otra mitad, la espiritual, que es la fundamental porque le distingue de las bestias.
Éstos, como digo, que, lejos de apuntarse al viento corredor, viven contra corriente, rechazando estereotipos ideológicos, sectarismos y ventajas, tienen puesto su interés en la dimensión espiritual del hombre. De ahí que les repugne el falsario progreso social que venden los instalados y dediquen su esfuerzo a descubrir los pocos individuos excepcionales y de buena fe que existen para unirse con ellos en la resistencia.
Lo de “arqueología del campesinado medieval” suena a engendro marxista.
Suena al duro y sesudo trabajo de hacer prospecciones, metiéndose en bosques, veredas, valles, montes y cuevas, aprender sobre agricultura y ganadería y utilización de espacios, a estudiar el paisaje, la organización territorial, a hacer fotos con drones, a estudiar la toponimia, a sacar testigos para el estudio de suelos (que se mandan a laboratorio, claro) y por supuesto, a excavar, lo que significa el duro trabajo de meter pico y palo (previo desbroce) y recoger sacos y sacos de tierra y cargarlos al hombro mientras soporta uno el sol y los insectos (cosa que los voluntarios hacen sin ver un duro, solo por el bocadillo), a flotar y cribar toda la tierra en busca de semillas y otros, a identificar huesos y cerámica, a buscar especialistas para los huesos y las semillas, a hacer estudios de dendrologia, a estudiar de forma sistemática y a ordenar toda esa información, a publicar y establecer patrones, estadísticas y comparaciones con los estudios de otros sitios del país (y del mundo), a mandar muestras para el C14, a luego publicar los resultados…
Suena a algo que comino no podrá hacer, pues se necesita un trabajo muy serio y sesudo; aunque seguramente le vendría bien una semanita de trabajo de campo para dejar de decir tonterías desde el ordenador de su casa con una bolsa de papas fritas…
Por lo demás, la exposición de las vicisitudes políticas de los reyes con sus batallas, reinados, asesinatos, traiciones y fracasos, tiene una cualidad, por así decir, “shakesperiana”: extraño que Historiador no la vea.
Se lleva haciendo historia de batallas, reyes y batallitas desde el siglo XIX, con sus traiciones y sus divorcios y sus cuentos de alcoba; y ademas en el siglo XIX ya se escribía muy bien. Por lo demás, hay mucho cuento con eso de los reyes y todas esas historietas con las que nos adornan los libros. En el libro de Mary Beard dedicado al triunfo romano se ve que la imagen tradicional del triunfo y del general victorioso es cuando, menos, muy dudosa: muchos detalles de los “tradicionales” no encajan unos con otros y otros parecen fabulosos, o invenciones posteriores o necesitan ser modificados. Como ya en su libro posterior SPQR pone de relieve la dificultad de recrear las batallas clásicas con tanta fidelidad como muestran los anticuarios que tanto gustan por aqui: con sus diagramas, sus flechitas y listas de bajas y eso.
Pero eso, a los cominos del mundo, no les interesa, porque a ellos no les interesa la verdadera historia: prefiere las batallitas y sus historietas a la realidad de lo que sucedió.
Para negar que ciertas victorias fuesen españolas, Kamen arguye haber sido minoritarios en las mismas los mílites españoles. Lo hace sin tener en cuenta quecualitativamente todos reconocían superioridad a la infantería española, incluido señaladamente Maquiavelo mismo en El príncipe.
Otro ejemplo de argumentación muy débil es que en su revisión de la historia de la inquisición da casi por indudable que Pedro Arbués hubiese muerto matado sacrificándolo Fernando el católico para justificar erradicar la oposición conversa aragonesa. Lo afirma aun reconociendo carecer totalmente de pruebas, reconociendo que Fernando el Católico protegió a conversos allegados suyos para que quedasen exentos de pesquisas inquisitoriales al respecto y, sobre todo, no teniendo en cuenta que Pedro Arbués no fue el primer inquisidor asesinado pues lo habían sido varios de la inquisición romana sin haberse vuelto contra los perpetradores la situación en todos los casos. Da por supuesto que la repulsa zaragozana al asesinato no podía ser otra que la que fue y que era imposible que los supuestos conspiradores no lo supiesen de antemano, lo cual hace sin tener en cuenta que es perfectamente posible que minorías activas se equivoquen grandemente acerca de sentimientos mayoritarios y que, por lo demás, el análisis del caso equivale a suponer que Felipe II hubiese provocado un siglo después lo de antonio Pérez para recortar los fueros de Aragón; en suma, no tiene en cuenta que a menudo las consecuencias son diametralmente contrarias a las metas de los agentes y que el “cui prodest” no siempre funciona en historia, la cual incluye carambolas imprevistas y tiros por la culata además de que basta equivocarse muy poco acerca de los pesos de los platillos para que el fiel se decante del lado contrario al esperado.
Menudo arqueólogo que estudia cosas que han pasado hace menos de 100 años.
El premio al cuñado del año es para…. Haquiles del Orinoco! !A una vida de esfuerzo y dedicación
No, si libertad de expresión haberla hayla pero luego uno se topa con estas cosas
https://www.periodistadigital.com/periodismo/20190703/morante-puebla-toreara-bilbao-apoyo-vox-significado-noticia-689403982428/amp
Por eso no hace falta apenas violencia para imponer cualquier cosa. ¿Acaso no puede cualquiera negarse?. Si, poder se puede, pero no se debe.
Menudo arqueólogo que estudia cosas que han pasado hace menos de 100 años. A ver si hago de arqueólogo en el trastero de mi casa. A lo mejor encuentro cosas perdidas de hace 10 años. Yo, en cambio, me reúno este verano con arqueólogos que estudian cosas de hace más de 40.000 años.
¿Tienen mas razón, son mejores los arqueólogos cuando mas antiguo excaven o investiguen? ¿Son mejores o peores los arqueólogos que excavan el Sidron (35.000 años, citando de memoria) o los de Atapuerca, donde hay gentes de mas de un millón de años? ¿Son peores estos que los de la Garganta del Olduvai? ¿Son mas importantes los arqueólogos de Roma que los medievalistas? ¿Mejor un poblado dela edad del Bronce o un barco vikingo? ¿Mas importantes los que investigan el arte rupestre Levantino o el mas antiguo Cantábrico?
¿Porque un castillo del siglo XV y no uno del XVI? ¿Porque si del XVI y no del XVII? ¿Porque del XVII y no del XVIII? En que momento paramos el reloj y decimos “hasta aquí”? ¿Hay que dejar los restos de la IGM para que los estudien dentro de quinientos años? ¿No tiene acaso casi todas las iglesias, monasterios, castillos y catedrales añadidos, reformas, ampliaciones reconstrucciones de siglos posteriores, o incluso del siglo XX? ¿Se deben estudiar estas o pasamos?
En fin, tantas tonterías y tan poco espacio…
donde hay gentes de mas de un millón de años
medio millón de años.
Una de las cosas más idiotas de la historiografía progre es esa condena general a la “historia de reyes y batallas2. Hay reyes y batallas fundamentales en la historia, y otros que apenas tienen consecuencias. Los Reyes Católicos fueron importantísimos, enrique IV no. No se puede historiar el siglo XX dejando de lado las dos guerras mundiales y los grandes dirigentes de los mismos. Pero, claro, podríamos dejar eso de lado y centrarnos en la evolución de los precios del petróleo, del trigo o de las naranjas, mucho más decisivos e ilustrativos. La Reconquista no se habría producido sin un gran número de batallas y de reyes más o menos afortunados. Junto con ello, como expongo, es necesario explicar las dos sociedades en función de sus religiones y consecuencias sociales y políticas de ellas, el desarrollo de las universidades, que dio pronto primacía a los españoles sobre los andalusíes en cultura de élite, la posición de la mujer, etc., etc., cosas que trato abundantemente en el libro. Así como otros factores que no tratan otros, como las tensiones culturales en relación con Francia y luego Italia, etc. Mi libro es muy complejo pero para quien no acaba de entender el español debe de ser muydifícil. Porque D. historias creo que no es español, o eso dice.
¿Quién dice que hay que dejar las excavaciones sobre la guerra mundial para dentro de cien años? Nadie. La falsa argumentación. Lo que decimos es que la historia de esa guerra se puede seguir sin esa arqueología, que desde luego ofrece datos curiosos o corrobora cosas ya sabidas, pero nada más.
Por cierto, constato con pena los desacuerdos entre los briosos d. manuelp y d. historiador en torno a mis libros. Haya paz y concordia.
En sus últimos diarios, Azaña expresa su angustia por el destino del inmenso tesoro artístico acumulado en pésimas condiciones cerca de la frontera, y que el gobierno quería le acompañase al exilio. Pero no se pregunta qué hacían aquellos tesoros allí y por qué el gobierno los había llevado a Valencia y Barcelona, exponiéndolos a mil peligros. Y el 5 de febrero de 1939, Azaña cruzó los Pirineos en circunstancias patéticas, junto con muchos miles en huida. Apenas llegado a Francia, el ministro Méndez Aspe se le presentó “con la pretensión de que el Presidente le firmara dos decreto: el uno, enajenando todos los bienes muebles e inmuebles del Estado español en el extranjero a una sociedad anónima. El segundo, cediendo a la URSS, en no sé cuántos millones, unos barcos surtos en puertos rusos (…) en prenda de deudas de material, de guerra”. Azaña se negó resueltamente a rubricar el primero porque “le repugnaba profundamente el aparecer a última hora como salteador de unos bienes pertenecientes a la nación”. (381)
Pocos días después, el 27, dimitió de su cargo presidencial, alegando el reconocimiento de Franco por París. Así dejaba a Negrín legalmente en el aire, cosa que sin duda no le preocupó, dadas las pésimas relaciones entre ambos. Negrín, profundamente enojado, le calificaría prácticamente de traidor pocos días más tarde.
En varias ocasiones había hecho Azaña conato de dimitir, sin llegar a cumplirlo: en el mejor de los casos la alternativa era el descrédito y la miseria del exilio, si sus “amigos” le dejaban salir de España; y de los nacionales no le cabía esperar mucha comprensión. Sus memorias de guerra (Cuaderno de la Pobleta, anotaciones de Pedralbes) dan fe de su pesadumbre, casi desesperación, por el papel que le tocaba representar justificando las políticas de Largo y de Negrín, para él repulsivas. Hacia ellos no ahorra dicterios en la intimidad de sus diarios, pero no tenía opción. Debía, pues, continuar encubriendo con su poder ficticio un poder real que le atemorizaba. Al derrumbarse aquel pesado poder, dimitir debió de producirle un inmenso alivio.
Asentado en Francia con cierta estrechez económica, se aplicó a reescribir algunos diarios y exponer su visión de la guerra, sintetizada en una carta: “Veo en los sucesos de España un insulto, una rebelión contra la inteligencia, un tal desate zoológico y del primitivismo incivil, que las bases de mi racionalismo se estremecen”. Esta alusión a la “inteligencia” es una clave decisiva para entender su pensamiento, propósitos y trayectoria política. Esas ideas las había expresado de modo contundente y con máxima claridad el 20 de septiembre de 1930, en un discurso entonces célebre y poco citado posteriormente: Tres generaciones del Ateneo. El valor histórico del discurso se refuerza si sabemos que por aquellos días se preparaba el golpe militar que debía derrocar la monarquía y traer la república, golpe en el que estaba complicado el propio Azaña. El golpe se intentaría –fracasando–, solo tres semanas después, obligando a Azaña a pasar a una clandestinidad relativa (seguía cobrando el sueldo de funcionario), hasta que por fin llegó la república el 14 de abril siguiente.
El discurso expresa una concepción general sobre España, cuya historia considera enferma, comparable a la sífilis: “Como hay personas heredosifilíticas, así España es un país heredosifilítico”. Todo había ido mal, al parecer, desde el episodio de los Comuneros en el siglo XV. Declarar “enferma” la historia de uno de los países que más ha contribuido a modelar la civilización resulta algo fatuo, pero tal idea se había extendido mucho entre las izquierdas radicales y las derechas “regeneracionistas” después del “desastre” de 1898 en la guerra con Usa. Por lo tanto, concluía Azaña, “Nada puede hacerse de útil y valedero sin emanciparse de la historia”, “Ninguna obra podemos fundar en las tradiciones españolas”. La sociedad española precisaba “Una gran renovación y trastorno”. ¿Cómo se realizalo?: “La obligación de la inteligencia, constituida, digámoslo así, en vasta empresa de demoliciones, consiste en buscar brazos donde los hay: brazos del hombre natural en la bárbara robustez de su instinto elevado a la tercera potencia a fuerza de injusticias”. En suma “la inteligencia republicana” debía valerse de los sindicatos y partidos izquierdistas para demoler la España histórica e imponer una nueva, llena de grandes promesas quizá un tanto retóricas. Evidentemente, tal programa podía dar lugar a serias convulsiones, pero eso no era malo: “Si me preguntan cómo será el mañana, respondo que lo ignoro; además no me importa. Tan solo que el presente y su módulo podrido se destruyan Si agitan el fantasma del caos social, me río”. En consecuencia, “no seré yo quien (…) siembre (…) la moderación”.
Parte importante de las demoliciones debía afectar a la Iglesia, porque el “morbo histórico” español se debía en gran medida a la enseñanza católica, de la que “no debe esperarse nada” (no obstante se había casado el año anterior por la Iglesia en Los Jerónimos, lo mismo que Alfonso XIII) Y se veía a sí mismo como un arriscado luchador y revolucionario radical: “En el ápice del poderío, más aire me hubiese dado a Robespierre que a Marco Aurelio”.
Rosalía lanza su primera canción en catalán, «Fucking Money Man». Como suena.
Estas concepciones son esenciales para comprender la trayectoria de Azaña, la cual respondió a sus planes pero de un modo muy distinto a como él había pensado. Ante todo la “inteligencia republicana”, aparte la del propio Azaña, era sumamente escasa si hemos de juzgar por sus diarios, repletos de descalificaciones para sus colegas. Abundan descripciones como esta: “política tabernaria, incompetente, de amigachos, de codicia y botín sin ninguna idea alta”, sarcasmos sobre el modo como se aplicaban las reformas agraria o militar que él mismo prohijaba. Muy lúcido ante los defectos de sus correligionarios (menos lúcido hacia sí mismo), a quienes sin duda despreciaba: “Zafiedad, politiquería, ruines intenciones”. “No existe el centenar de personas que se necesita para los puestos de mando”. “Gente impresionable, ligera, sentimental y de poca chaveta”. Etc. Constantemente se quejará de la escasa inteligencia y capacidad de la gente a su alrededor, de lo torpemente que le servían, hasta de la falta de talento de los españoles en general.
Personalmente, Azaña aparece como un hombre culto e inteligente, con fuerte sensibilidad estética y excelente prosa Al llegar por fin la república mediante una especie de autogolpe monárquico, fue reconocido generalmente como un intelecto muy por encima de los demás republicanos, que le consideraron “la encarnación de la república” y le elevaron a los cargos más altos como ministro de la Guerra y jefe del gobierno. Sin embargo tenía limitaciones que le impedían adquirir la talla de estadista. En su formación intelectual carecía de conocimientos económicos, lo que le llevó a eliminar el único centro superior de economía en la Universidad de Deusto, por ser jesuita. Y cuando hablaba de dirigir al “hombre natural en la bárbara robustez de su instinto” desconocía el marxismo, una de las grandes fuerzas ideológicas de la época; y al anarquismo simplemente lo repelía.
Pues tampoco los “hombres naturales y bárbaramente instintivos” iban a darle especiales satisfacciones. En enero de 1933, cuando llevaba poco más de un año como jefe del gobierno, Los anarquistas le propinaron una insurrección culminada en la matanza de Casas Viejas por la policía del gobierno, lo que motivó su máximo descrédito. En las elecciones de noviembre de aquel año evitó presentarse por Madrid y salió diputado por Bilbao gracias a su amigo Prieto. Al perder las izquierdas aquellas elecciones intentó provocar un golpe de estado para anularlas, y meses más tarde fraguó otro también sin éxito. En conjunción con socialistas y separatistas, trató de desestabilizar luego al gobierno republicano de centro derecha salido de las urnas; desestabilización que desembocaría en la insurrección socialista-separatista de octubre de 1934, apoyada por la azañista Izquierda Republicana.
Posteriormente, tras unas elecciones indiscutiblemente fraudulentas –otro verdadero golpe de estado– en febrero de 1936, Azaña volvió a ocupar la jefatura del gobierno, y meses después destituyó, con apoyo de socialistas y comunistas, al anterior presidente de la república, Niceto Alcalá-Zamora, y ocupó su puesto. En él permanecería hasta el final de la guerra, sin ser capaz en ningún momento de imponer su inteligencia sobre el “bárbaro instinto” de aquellos partidos y sindicatos. ¿Por qué persistió en la misma línea, pese a su fracaso constante y al desprecio que sentía por sus correligionarios? Probablemente se debió a su extrema animadversión a la Iglesia, a la “sífilis histórica”, y luego a su temor a los nacionales alzados.
Ya en el exilio, la salud de Azaña empeoró, y al ser derrotada Francia por Alemania en 1940, buscó refugio en la parte de Vichy. Su salud mental también empeoró con rapidez. En sus últimos momentos se convirtió al catolicismo, según unas versiones; o, si lo hizo, se habría debido a haber perdido la razón, según otras. Estaba próximo a cumplir 61 años.
Azaña ha sido objeto de una verdadera beatificación laica y progresista, también por parte de comentaristas de derecha. En los años 80 se pudo verdaderamente de moda como ejemplo de una España “posible”, se supone que mejor que cualquier otra. Para J. Tusell es “la vida española más interesante del siglo XX”. Tuñón de Lara y S. Juliá aseguran que su poder descansaba “solo en la posesión de la razón máxima, de la más clara palabra”. “Se opuso a la violencia y la venganza”. Para J. Marichal fue “la personalidad más vigorosa de su tiempo”, comparable a los estadistas internacionales más destacados del siglo XX, tipo Churchill, De Gaulle o Adenauer. Ciertamente fue un personaje muy relevante, pero tales ditirambos exigen, desde luego, prescindir de las propias palabras de Azaña en sus diarios, o envolverlas en otro tipo de retórica, cosas que no revelan especial inteligencia, pese a su frecuencia en cierta historiografía.
Nadi me recomienda un libro sobre los visigodos en España?
En “nueva historia de España” dedico unos capítulos a los visigodos. “Hacen revivir aquella época”, me comentaba otro historiador. Julián Marías se quejaba de que la escasez de documentación nos volvían opacos aquellos siglos, pero yo creo que no tanto.
Gracias oor sus ugerencia, Moa. Pero no me rexeria a eso. Me refería a un libro enterod edicado a ese periodo. No a tres capítulos de un libro.
https://elblogdekufisto.blogspot.com/2019/07/moscas-de-bar.html
El tarado de César Vidal vuelve a cagarla. En su artículo de hoy en “La Sinrazón”, dedicado a un amigo suyo que dijo que le gustaría volver a sus años de juventud, dice:
“Tengo recuerdos hermosos de la infancia, pero a buenas horas iba yo a regresar a San Antón, a darme los madrugones infames de cada día (…) y a soportar el ambiente de la dictadura de Franco, que algunos añorarán, pero que a mí, personalmente, no me apetecería padecer de nuevo.”
Este individuo no pierde ocasión para decir y escribir gilipolleces.
No me extrañaría que en unas nuevas elecciones el PSOE aumentara su ventaja. Ha sido un gran error que los otros partidos se hayan centrado en echarle, pues dejan la impresión de no tener otro programa que ese. Y si después la cosa va acompañada de estos vergonzosos enredos para repartirse los puestos, el error aumenta.
LO QUE EL SÁBADO VEREMOS II
Veremos en Madrid junto al cogollo
central -en Recoletos y en el Prado-,
en una apoteosis del pecado,
muchísimo plumaje y perifollo,
veremos a julais en pleno rollo
luciendo incluso el pompis depilado
y a féminas de cuerpo musculado
zampándose tortillas y algún bollo.
Minutos antes de empezar la mani
del sexo alternativo pijo y cani
habrá de expectación un gran murmullo,
y luego vendrá el éxtasis que al carca
de rabia llenará y al gay de orgullo
y de satisfacción como a ex monarca.
Se ve interesante, Manolo, pero no puedo ir tan lejos, por el trabajo, y tampoco puedo meter vacaciones para esos días.
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Ya me quedé sin suministros para las culebrinas, así que les dejo esto:
https://www.youtube.com/watch?v=ZwI02OHtZTg
El primer comentario es una joya.
I play this song when I do doughnuts in the Wal-Mart parking lot while drinking Mtn Dew.
Supongo que se refiere a donas de humo.
Paso a comprar unas galletas (cookies) y descubro a qué se debe parte del alboroto que algunos traen por aquí.
En la televisión abierta tienen la copa mundial de fútbol femenil. Y sí hay gente viendo. Está el partido Holanda-Suecia.
Parece que ya ganó Holanda y que la final será contra USA.
Hasta que USA es algo en fútbol.
¿Tienen mas razón, son mejores los arqueólogos cuando mas antiguo excaven o investiguen? ¿Son mejores o peores los arqueólogos que excavan el Sidron (35.000 años, citando de memoria) o los de Atapuerca, donde hay gentes de mas de un millón de años?
Ni mejores ni peores. Es obvio, y no voy a seguir con debates infantiles, que un arqueólogo que estudia El Sidrón tiene muchas más dificultades y conoce mucho peor la realidad de la época de las gentes que vivieron en el Sidrón que un arqueologías que estudia al IIGM. Un ejemplo, es absurdo datar un resto de la IIGM que encima en un lateral pone su fecha de fabricación. La arqueología de la IIGM o de la IGM o del siglo XIX o de la Reconquista tiene su importancia pero una persona que haya estudiado historia debería saber que la propia carrera advierte que la arqueóloga se usa primordialmente para los tiempos prehistóricos sin documentos escritos ni otros objetos de estudio. Aporta más del 90% de la información de aquellas épocas. La arqueología de épocas mas recientes ¿Cuanto aporta 10, 9 o 3%? Por eso es Prehistoria y su base de estudio es la arqueología y muchas disciplinas más. Disciplinas científicas. Estaría bueno que un arqueólogo de la IIGM enviara una pieza a datar con radio carbono y saliera que un tanque es de hace 1000 años.
En fin, no voy a seguir con este despropósito o, más bien, burla de Risto.
Nuevo hilo
Sobe las obras de divulgación: tengo algunas, como “Los mitos de la guerra civil” o “Nueva historia de España”. Pero no se trata de divulgación de cosas ya conocidas y generalmente aceptadas, sino de mis propios enfoques e investigaciones, muy distintos de los hoy corrientes. Hay mucha confusión en esto de las “obras de divulgación”.