FABRICIO.- Lo que dices, ¡oh Simplicio!, demuestra que unes en tu persona la más acrisolada virtud con una profunda comprensión de los arcanos de la ciencia económica. Además, ¡ya iba siendo hora de que se reivindicase el papel de la delincuencia, tan menospreciado tradicionalmente! Ya cuando estábamos en el talego me imaginaba yo que había una gran injusticia en el trato a los delincuentes, cuando constituyen un puntal de la sociedad, generador de riqueza y empleo. Un motivo de legítimo orgullo. Haré, no obstante, una seria objeción a tus doctas consideraciones, más allá de la envidia que mencionas. Porque, ilustre Simplicio, lo más probable es que las comarcas y provincias vecinas trocasen bien pronto su envidia en emulación y si todo el país quisiera convertirse en un paraíso del sexo, el juego y la delincuencia, las ganancias se repartirían demasiado, la productividad marginal descendería muchísimo y no saldríamos de pobres. Aparte de que, si todo el mundo se ocupara de eso, ¿de qué viviríamos? ¿Qué comeríamos?
SULPICIO.- Adelantándome a nuestro envidiable Simplicio, te haré ver, preclaro Fabricio, que no tiene por qué haber envidia de otros a la riqueza que así acumularía nuestra comarca, porque el secreto de la opulencia se encuentra en la especialización. La comarca se especializaría en los negocios del sexo, el juego y el fomento y tratamiento de la delincuencia, tres líneas de desarrollo en las que podemos alcanzar la excelencia, eso salta a la vista. ¿Y qué harían los demás? Pues especializarse en otras cosas, qué sé yo: los unos en chachas que vinieran a servir en nuestros hogares, otros en la fabricación de preservativos, fustas, consoladores y utensilios diversos relacionados con el comercio sexual, otros en ruletas y aparatos varios relativos al juego, otros más allá en útiles de videovigilancia… O en preparar comidas exquisitas que necesitaríamos, acordes con nuestra esperada y esperable opulencia… Creo que caes en un pesimismo infundado, ¡oh Fabricio! porque las posibilidades del ingenio humano son ilimitadas. No solo nos enriqueceríamos, sino que crearíamos riquezas sin fin a nuestro alrededor, de tal modo que no habría razón alguna para las envidias. ¡Especialización, caro Fabricio, especialización!
SIMPLICIO.- Sin duda tu objeción, caro Fabricio, no por sutil deja de estar bien fundada. Pero ya alguien del público en el debate se te adelantó, si no te ofende que te lo diga, y he aquí la respuesta del experto alcalde: “La economía moderna –nos ilustró– se basa en la competencia, y aquel que toma la iniciativa y consigue un superior grado de excelencia se lleva el gato, el euro y el dólar al agua y a su molino. Evidentemente no basta con partir de una ventaja inicial como nuestras liberadísimas féminas y nuestros varones abiertos a… a… al futuro, porque si nos dormimos en los laureles enseguida nos sobrepasarán otros más espabilados. Por tanto organizaremos la sociedad, desde el principio, en torno al negocio del sexo, con una educación ad hoc desde la infancia, desarrollaremos las más refinadas técnicas y una preparación que ríanse ustedes del turismo sexual tailandés. Difícil, me atrevo a decirlo, muy difícil será que otros alcancen nuestro nivel. Como sabemos, la economía lo es todo, lo tenemos muy claro en nuestro partido, y sabremos organizar la sociedad entera de acuerdo con este principio elemental que solo los tontos pueden poner en duda. El negocio del sexo puede proporcionarnos riqueza pletórica, y con ella la libertad y otros muchos otros pingües bienes, y ahí está la clave. ¿Quién podría oponerse, razonablemente, a tal perspectiva?”. En cuanto a ti, Sulpicio, te doy la razón en todo, quizá me dejé llevar por un fantasmal temor a la envidia: el mundo puede ser más feliz y abolir las envidias para siempre, gracias a la especialización. ¿No os llena a todos de una ilusión esperanzada?
PICIO.- ¿Y no estaban de acuerdo con eso los demás contendientes a la alcaldía?
SIMPLICIO.- Pues no, absurdamente. Como cada cual iba a lo suyo, sin tener en cuenta el bien general, hubo mucha polémica inútil: porque está claro que el argumento del alcalde puede aplicarse a los otros dos programas.
PICIO.- Entonces, amigos, ¿tendríamos que abandonar nuestra ufana vida pastoril? ¿Deberían acabar las actividades agrarias, la explotación e industrialización de los rosáceos granitos de Porriño, la fabricación de bien pulidos ataúdes, que tanta fama y prez han ganado para la comarca en tiempos idos más dichosos…? ¿Tendré que abandonar mi taberna…? Solo pensarlo me hace llorar.
SIMPLICIO.- Por nada se cubren de agua tus ojos, amigo Picio, llevado de tu espíritu poético y por ende poco práctico. A nadie se va a obligar a nada. La gente mira por su interés y va a lo que más ganancia le dé, y si gana más en un burdel que fabricando ataúdes, no te quepa duda de que su propio interés le conducirá de cabeza al burdel, o a la casa de juegos o a un descansado y bien pagado empleo de carcelero, perdón, de reinsertador de personas erradas en cuanto a las leyes. Por lo que hace a tu merecidamente célebre Taberna del Bauprés, no tienes más que adecuarla a la modernidad, meter en ella vídeos porno, adaptar algunas pequeñas estancias para las placenteras y lúdicas labores de Eros, en fin, ampliar tu negocio y tus propios horizontes, añadiendo al oficio de tabernero el de madamo.
PICIO.- ¡Triste progreso, pardiez! Siento como si me envileciera.
SIMPLICIO.- Son solo tus prejuicios, admirable Picio. Tienes que liberarte de ellos, emanciparte. Lo importante en la vida es ganar dinero legalmente, y todo esto es perfectamente legal.
FABRICIO.- Mas ¿no estaremos repitiendo el cuento de la lechera? Estamos ya sintiéndonos ricachones cuando la crisis sigue haciendo estragos, a duras penas logramos vender nuestros productos lanares y ovinos y quién sabe si esas brillantes iniciativas de nuestros políticos no resultarán al final un chasco, como tantas veces. Yo, de los políticos no me fío. Con los políticos me siento como Marieta.
SALICIO ¿Marieta?
FABRICIO.- Sí, aquella del corrido o lo que sea, mejicano: Marieta /no seas coqueta /porque los hombres son muy malos / prometen / muchos regalos / y lo que dan son puros palos. Así son los políticos. Por eso propongo que, antes de hacernos ilusiones que pueden llevarnos a penosos desengaños y desarticulaciones anímicas, adquiramos una cabal comprensión de la crisis. Como sabéis, muchos políticos no paran de hablar de la necesidad del ahorro para superar el bache , cuando, ¡por Zeus!, ya os lo he demostrado, el ahorro no existe, es metafísicamente imposible.
MAURICIO.- ¡Ya vuelve con la misma historia!
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https://www.youtube.com/watch?v=wiD0mR9H500
Dolores Ibárruri La Pasionaria o Pasionaria a secas, del PCE, Federica Montseny, anarquista, y Margarita Nelken, socialista próxima a los soviets, han sido llamadas “Las tres damas de la revolución española”. No tuvieron influencia militar y poca política, pero su influencia moral moral y propagandística fue inmensa. Las tres mujeres fueron, con mucho, las más destacadas en las izquierdas, las tres muy revolucionarias y beligerantes, y objeto de una intensa exaltación y hasta veneración propagandística, siéndoles conferidos sus nombres a diversas columnas milicianas y batallones. Su aura perdura hasta hoy, cuando han sido bautizados con sus nombres centros de enseñanza, calles y los más diversos locales e instituciones. La Pasionaria tiene estatuas en diversos lugares de España, y al menos una fuera, en Glasgow.
García Oliver, que cobró verdadera aversión a Montseny, a quien trata de falsa anarquista y la acusa de haber orillado a otras militantes mejores que ella, expone: “Se consideraba ya la mujer de más renombre de España. La diputada Victoria Kent no le causaba ninguna inquietud porque se la tragó su puesto de directora de Prisiones. Otra cosa era la diputada Margarita Nelken. Entre ella y Federica había una competencia (…). Fueron los comunistas los que les dieron el golpe mortal. Ellos acabaron con el endeble prestigio revolucionario de estas dos genuinas representantes de la clase media burguesa. Después del octubre asturiano, surgió una mujer y un nombre. La mujer, de familia de mineros, joven aún, vestida casi siempre de negro, sin ostentación y con ropas de corte sencillo, de facciones casi helénicas, el pelo negro recogido sobre la nuca y de cutis de blancura marmórea. Belleza y sencillez. Y un apodo de melodrama barato, La Pasionaria. Aupada por el aparato comunista de propaganda, pronto fue famosa en todo el mundo. Los anarcosindicalistas sufrimos un fuerte quebranto con la aparición de La Pasionaria. Este era el secreto del maniobreo de Federica Montseny con la columna “Tierra y Libertad”. Federica (…) tuvo su oportunidad los días 18, 19 y 20 de julio. Si Federica hubiese estado con el grupo “Nosotros” en el corte del Paralelo, hubiese desfilado fusil en mano por la ronda de San Pablo, hubiese sido única. Durante esos días no se supo de Federica Montseny. No apareció por la Organización. No habló por la radio como lo estuvo haciendo La Pasionaria…”
Por los días de la batalla de Madrid hubo un momento en que las tropas franquistas estuvieron a punto de infiltrarse hacia el centro de la ciudad por el paseo de Rosales. Cundió un movimiento de pánico, pero el ataque fue contenido, y la ofensiva tomó rumbo a la cercana Ciudad Universitaria. Para calmar los rumores hablaron por la radio Margarita Nelken y Federica Montseny. La primera declaró: “Hace un rato la ministra de Sanidad, camarada Federica Montseny, os decía que había recorrido los parapetos de todos los frentes cercanos, y cuál era el espíritu magnífico de los combatientes. Yo he tenido la satisfacción de acompañarla y vengo a daros mi palabra de militante socialistas de que Madrid está magníficamente defendida. Si hubiera moros tan cerca, ¿cómo íbamos nosotras a estar hablando desde aquí? Podéis estar tranquilos, antifascistas del mundo entero…”. Federica clamó: “Se ha dicho que algunos grupos de regulares habían conseguido llegar hasta el paseo de Rosales. Esto es tan monstruoso y de una responsabilidad tan manifiesta que el Gobierno de la República y la Junta de Defensa de Madrid tomarán las medidas pertinentes para evitar que un caso así se repita, pasando inmediatamente por las armas a quien haga correr esas noticias”.
Ese día faltó la Pasionaria. Montseny, señala en sus memorias haber estado con Nelken en Madrid en aquellos días cruciales, mientras que “a la Pasionaria, que tanto se distinguió en los primeros días de la guerra con su famoso No pasarán y sus desfiles al frente de manifestaciones de mujeres, no la vimos en los días de noviembre y diciembre”. Y así parece haber sido, pues la líder comunista habla de la batalla de Madrid, en sus memorias, de forma muy incorrecta en general.
Con todo, Ibárruri vivía por entonces en la cumbre de su popularidad. Dueña de una voz potente y bien timbrada, se distinguió por sus discursos y acción agitativa: “Nos dice el heroico pueblo soviético y nos dicen sus mujeres: ¡Hermanos españoles, estamos con vosotros! Gracias a esa solidaridad nos sentimos más seguros y podemos decirle al enemigo que ¡no pasará!”. O “El hecho de que haya tantas mujeres en este mitin nos permite, sin temor a equivocarnos, proclamar con orgullo que no se ha extinguido la tradición heroica de las mujeres españoles. Y por ello nos sentimos profundamente orgullosos y seguros de la victoria. Porque una causa que defienden las mujeres y las madres será siempre una lucha victoriosa”. O arengaba a los defensores de Madrid: “Arrojad al enemigo, haciendo que sus cuerpos sirvan de estiércol que abone las tierras de nuestros campesinos”.
Pero su discurso más célebre fue su fogosa proclama de radio al comenzar la rebelión, llamando a defender la libertad, la democracia, etc., y poniendo en boga la famosa consigna “No pasarán”, versión española de otra francesa durante la I Guerra Mundial, y que la izquierda venía repitiendo en España desde la victoria electoral derechista de noviembre de 1933; consigna que, en definitiva, no iba a resultar de buen agüero y daría lugar a una sarcástica canción de los nacionales.
Otro discurso muy celebrado en todo el mundo fue el pronunciado el 8 de noviembre en el Velódromo de París, para pedir ayuda internacional, con su sugestiva frase “más vale morir de pie que vivir de rodillas”, al parecer original del líder mejicano Emiliano Zapata, o de un viejo refrán castellano, en otras versiones; y que ella no llegaría a cumplir. Hizo entonces, otra serie de afirmaciones que se han convertido en tópicos que mucha gente, incluso historiadores, han llegado a tomar por hechos: “La sublevación del Ejército ha dejado al Gobierno republicano sin los más elementales medios de defensa”. ”Defendemos la causa de la libertad y de la paz”. “Sin ninguna vacilación, unidos en el mismo sentimiento y con la misma decisión de cerrar el paso al fascismo y defender la República y la democracia, comunistas, socialistas, republicanos, anarcosindicalistas y nacionalistas vascos nos lanzamos a la lucha dispuestos a toda clase de sacrificios”
La realidad era que no se había sublevado “el ejército”, sino una parte de él, y que con el gobierno había quedado la abrumadora mayoría de las armas, la industria y el dinero. Y que si, pese a todo ello, los rebeldes habían superado su pésima situación inicial, se debía en buena parte a que “comunistas, socialistas, republicanos, anarcosindicalistas y nacionalistas vascos” distaban de actuar “con el mismo sentimiento y la misma decisión”, y terminarían matándose entre ellos. En cuanto a la libertad y la paz, casi todos ellos habían protagonizado sangrientas rebeliones contra la legalidad republicana.
La popularidad de Ibárruri se expresaba en títulos como “comandante honoraria del Quinto Regimiento de Milicias Populares” o en poemas como este, publicado en el órgano del PCE Mundo Obrero, algo ripioso pero colmado de intensa devoción, que le dedicaba una señora, posiblemente una miliciana, llamada Lila Guerrero:
A Dolores Ibárruri / ¡Dolores Ibárruri!/ ¡Dolores, la de fuego!/¡Dolores, madre de un gran pueblo!/ ¡Te queremos!/Te queremos porque eres la más brava,/Porque eres proletaria / Porque eres…”Pasionaria”. /Como dijo Stalin/ De gran temple revolucionaria / ¡Gloria de un mundo renovado! / ¡Clamor sublime de la tempestad de clases! / Oíd, valientes milicianos,/ Es Pasionaria quien os llama
El águila bermeja de la nueva España”.
El fervor de los anarquistas al respecto alcanzaba obviamente cimas menores.
También de gloria y popularidad fueron los primeros meses de guerra para Margarita Nelken. Su nombre fue puesto a un batallón, y se manifestaba en escenas como la de una visita al acantonamiento de La Marañosa, cuando la gente y los milicianos, “al aparecer el vehículo en que viajaba Margarita, prorrumpieron en vítores y aplausos entusiastas, entonándose La Joven Guardia y rodeándola, por lo que tuvo que apearse del coche y, seguida de una multitud que no paraba de dar vítores…” “Símbolo de la mujer hispana”, aunque había nacido en Madrid de padres judeo-alemanes, y no se había nacionalizado española hasta 1931, con 35 años, a fin de poder presentarse a diputada por el PSOE.
Como diputada, Nelken se había distinguido por sus discursos exaltados y no excesivamente veraces. En 1934 había entrado en la conspiración para derrocar al gobierno democrático de centro derecha en octubre de 1934 y emprender la guerra civil, y había huido luego a la URSS, de donde volvió convertida en una stalinista radical. Reanudada la guerra en el 36, cantaba las excelencias de la Unión Soviética, según ella, el país de la abundancia, la cultura y la libertad “para el pueblo”, “baluarte de las libertades del mundo y fragua donde se forja un mundo nuevo”, que debía inspirar la guerra de España con la “certidumbre inquebrantable de nuestra victoria”. En la que sobrarían gentes como el filósofo Ortega y Gasset, refugiado en Francia, “de las que hoy puede prescindir España, el mundo nuevo que España está forjando ya no los necesita”.
En aquellos meses iniciales ella desplegaba una actividad volcánica. Aconsejaba incluso sobre la conducta en el frente: “Los jefes no tienen por qué ser valientes sino, por el contrario, prudentes, cautos, cuidadosísimos de su vida que es defensa de la vida de muchos y garantía de la victoria”. Montseny le dedica frases entusiásticas: “Representación auténtica, mandataria directa e indiscutible de la clase trabajadora”; “Una voz de mujer y una opinión de mujer. De mujer expresión directa e indiscutible de la opinión de una gran parte de la masa trabajadora”. No todos pensaban así, y Azaña testimonia el fastidio que provocaba con sus intromisiones. Zugazagoitia, “Se había convertido en una autoridad” en el Ministerio de la Guerra, donde “permanecía horas y horas ordenando y disponiendo”. Mientras los funcionarios desalojaban frenéticamente los archivos y demás papeles, “tropezaban con Margarita Nelken, que los fulminaba con la mirada, tratando de descubrir por dónde andaban los traidores. Su presencia fiscal y su palabra hiriente, pronunciada sin prudencia, irritaban. Muchos pedían desesperadamente que alguna autoridad superior la echara del edificio”. Ella, a su vez, ella se sentía preterida, y sumamente enojada: “Estoy yo sola en el Ministerio de la Guerra, y me es imposible hacerlo todo. Yo no soy de las que se retratan mucho, simulando que han estado en primera línea, cuando la verdad es que no han pasado nunca de la retaguardia”, le dijo a Zugazagoitia, aludiendo a La Pasionaria. Vicente Rojo, con razón o sin ella, niega todo protagonismo a la briosa diputada, “aunque la propia señora Nelken creyera que mandaba. Pero no solo era ella quien así lo creía y lo hacía público entre sus contertulios y partidarios, persuadiéndoles de que si algo salía bien era por obra de sus consejos”.
De todas formas tuvo su recompensa, se queja García Oliver: “A Durruti, héroe de la defensa de Madrid no se le concedió la placa de la Defensa de Madrid. Al compañero Ricardo Sanz, que participó durante seis meses en las más duras luchas en el frente de Madrid, no se le concedió la placa de la Defensa de Madrid, para perpetuar la memoria de quienes se hubiesen distinguido”. Tampoco al legendario Cipriano Mera. “A la diletante del revolucionarismo, con carnet del Partido Comunista, Margarita Nelken, que desempeñó funciones de retaguardia, se le dio la placa de la Defensa de Madrid. Como ella, cuantos recibieron la placa de la Defensa de Madrid eran comunistas o criptocomunistas”. La placa de la Defensa de Madrid fue la más alta condecoración del Frente Popular.
El verano y otoño se caracterizaron por una exaltación revolucionaria, quizá más en retaguardia que en el frente, acompañada de terror. Tanto Nelken como Ibárruri, no así Montseny, son ajenas a cualquier llamamiento a la piedad o la contención, más bien a una acción represiva sin miramientos. Nelken destacó en sus artículos del diario Claridad. “Suele decirse que la guerra civil es la más condenable de todas. Esto es una gran majadería. La guerra civil es la única que permite, y hasta obliga, al ser consciente a entregarse de lleno a la voluntad de vencer. Una guerra como la que padecemos no ventila intereses capitalistas de dos bandos, sino los de los capitalistas por una parte y el afán de justicia de otra”. Por tanto fustiga a quienes pretenden que “estos enemigos de ahora son hermanos nuestros”. De acuerdo con esa concepción era preciso localizar y acabar con “las alimañas”, que para ella incluían a cualquier desafecto: “Ablandarse y abogar a favor de un enemigo de la causa proletaria porque le debamos un favor de índole personal, es como salir corriendo en el momento de la lucha contra la quinta columna. Insistimos. A todos los desertores el mismo trato”, es decir, el fusilamiento. Y abunda: “¡Ni un enemigo a retaguardia! Cada blandura con ellos es una traición a nuestros hermanos”.
A tal efecto exigía un espionaje generalizado, extendidos hasta los hospitales. Sus iras comprendían una amplia tipología de enemigos como “aquella señora tan caritativa que tiene la voz blanda y la mirada tierna cuando dice ¡pobrecitos!, ¡pobrecitos!“, al hablar de los que luchan, y asegura que todos –¡pobrecitos!—le dan muchísima lástima”, o “aquel señor que nunca se metió en política, que solo desea el bien de España y que acabe cuanto antes esta lucha fratricida porque –según él afirma–, al fin y a la postre todos somos españoles”. En aquella lucha revolucionaria, clama “no hay amistades, ni confianzas, ni parentescos que valgan”. Pues, en definitiva, “no hay nada más profundamente revolucionario que una guerra. Y cuando esta enfrenta no ya a pueblos distintos, sino a dos clases antagónicas del mismo pueblo, nada puede haber que exija soluciones tan radicales como las planteadas por esta guerra”.
Según García Oliver, fue una de las principales autoras de asesinatos en aquellas “noches de espanto”. Al tomar posesión del ministerio de Justicia, dijo a la señora: “Voy a rogarte que te apartes de todo cuanto parezca ejercicio de la justicia. De hoy en adelante correré con mis responsabilidades. Pero solamente con las mías”. “Y si no quiero darme por enterada?”. “Entonces pediría en pleno Consejo de Ministros que te diesen el cargo de ministro de Justicia y a mí el de Guerra, que seguramente encajarían mejor en nuestras personas. Tú, intelectual de valía, militante socialista de hace muchos años, ¿crees que con vuestras andanzas nocturnas estáis haciendo la revolución?” “Si esto no es una revolución social, ¿quieres decirme qué es revolución social?” Para Nelken el máximo terror sería necesario para el triunfo de la revolución. García Oliver se presenta como opuesto a los asesinatos, cosa poco convincente porque por entonces los justificaba. A los anarquistas les tocaría sufrir algo de lo mismo cuando fueran expulsados del gobierno.
Como ministra de sanidad y asistencia social, Montseny no tuvo tiempo de hacer nada serio, pues apenas duró seis meses en el gobierno. De todos modos trató de mejorar la atención a los huérfanos y a las embarazadas, eliminar la prostitución y legalizar el aborto, cosa que rechazó el resto del gobierno. El estallar la revolución en Barcelona, hizo un verdadero cántico al “resplandor de los incendios en la embriaguez revolucionaria del triunfo popular”, que destruía iglesias, obras de arte y todo lo que había en ellas. Acompañada aquella embriaguez de asesinatos masivos, aunque parece que este apartado le causaba alguna angustia, al revés que a Ibárruri y Nelken. Votó por la ejecución de José Antonio, el fundador de la Falange.
Al revés que La Pasionaria, tanto Nelken como Montseny procedían de medios burgueses intelectualizados. Pero Montseny predicaba un amor libre que, salvo en la cuestión de los hijos y de la exaltación romántica, se parecía bastante a las prédicas clericales sobre el compromiso y la fidelidad, y ella misma parece haber tenido una vida amorosa convencional. Nelken, al contrario, proyectaba una imagen de libertinaje sexual quizá insincera, que le había valido el mote de “colchón de las redacciones” de los periódicos en los que colaboraba. Había tenido un hijo y una hija de padres distintos, y aunque se jactaba de su “libertad sexual” había querido casarse en cada ocasión. Con el segundo padre, una vez divorciado, se casó efectivamente, ya en el exilio, pero el matrimonio fracasó. De la Pasionaria se conoce una vida conyugal corriente con un minero vizcaíno, hasta que se hizo amante de Antón, militante algo donjuanesco, más joven que ella y a quien mucho más tarde, en el exilio, hizo pagar cara su infidelidad con otra, valiéndose de su poder en el partido y encubriendo el castigo con argucias políticas.
Las tres damas lograron huir al exilio. Ibárruri alcanzaría el máximo poder en su partido, navegando siempre a favor de los vientos dominantes en él, stalinista fanática hasta que Jruschof dio la orden de criticar los crímenes de Stalin, cosa que aceptó con el mismo espíritu anterior. Vuelta a España algo después de la muerte de Franco, falleció en 1989, con 94 años, convertida al catolicismo, según algunas versiones poco confirmadas. Su hijo Rubén había muerto en la batalla de Stalingrado, y su hija Amaya parece haber evolucionado a posiciones de derecha.
Margarita Nelken se exilió en Francia y luego en Méjico, introducida en los servicios secretos soviéticos. Al parecer culpaba a la pérdida de la guerra por la insuficiencia del terror y en 1942 rompió con el PCE por considerarlo demasiado blando. Finó en Méjico, en 1968, con 74 años. Su hijo Santiago había muerto en 1944 luchando en el ejército soviético, su hija años más tarde, de cáncer.
Federica Montseny se exilió en Francia, donde asistió a las trifulcas entre anarquistas, residiendo en Toulouse y capitaneando una de las fracciones, opuesta a las violencias. Volvió a España poco después de la muerte de Franco y finó en 1994, con 89 años. Tuvo tres hijos con su compañero Germinal Esgleas.
Montseny escribió gran número de novelas romántico-ácratas con títulos como La indomable, El ocaso de los dioses, Sol en las cimas, La ruta iluminada, etc., que provocaban la irrisión de otros correligionarios pero que gozaron de gran difusión en tiempos de la Restauración y de la dictadura de Primo de Rivera –que no persiguió su propaganda, ni la comunista, pese a proscribir sus organizaciones políticas–, y en la república.
Al igual que Ibárruri, Montseny escribió unas memorias, pero el estilo de ambas es totalmente distinto. Las de la anarquista tienen verdadera vida y tratan de ser algo objetivas (aunque afirma que la guerra no pudo ser fratricida, porque entre ellos y los nacionales había más diferencias que entre marcianos y terrícolas): Las de la comunista están escritas con la típica lengua rígida del marxismo-leninismo (“lengua de madera”) sin preocupación alguna por otra veracidad que la ordenada por la política en cada viraje histórico.
Como se puede comprobar en la edición de internet de la enciclopedia brítånica no se cita a Cervantes en la cabecera del artículo sobre Shakespeare, al contrario de lo que dice Maestro (Maestro debe de estar consultando una edición más antigua, donde si aparecía Cervantes).
https://www.britannica.com/biography/William-Shakespeare
https://youtu.be/80ogZzp_ihc
Los pastores se podrían especializar en la fabricación de muñecas sexuales de esas, habladoras, pero con inteligencia artificial, y hacer de psicólogas… contaban unas prostituta de un documental que tienen muchos clientes que sólo quieren hablar…
Las muñecas irían aprendiendo más y más después de cada conversación, y después de 2 años serían unas Freuds… o Jungs… después de 4 años, quien sabe, igual se hacen con el monopolio de la prostitución en Europa occidental y norte de África… y después de 6, acabarán sentadas alrededor de la mesa del consejo de ministros…
Pues que las pruebas del aparato ese.
https://youtu.be/lWjUmKdbms0
No le he visto. No he tenido tiempo realmente.
Me perece que un vecino tiene ya una de esas… salgo a la calle sobre las 6, y cuando paso debajo de su terraza se oía cierto murmullo, y salta él, “¡cállate ya, de una puta vez, que llevas hablando desde las 3!”…
Las muñecas esas comenzarían así sus tareas profesionales:
— ¡hola! ¡cuéntame algo!
Aprenderían de todo, hasta latín
— ¡me aburres, es lo mismo que la semana pasada!
Y además estarían todas interconectadas entre sí y a la central de Hauwei en Sangai:
— hablando de lo de tu mujer y de todo un poco, ¿por qué no me cuentas dónde guardáis las claves nucleares de los silos de Dakota del norte? prometo no contárselo a nadie..
La única información que añade el vídeo acerca del principio en que se basa el funcionamiento del dispositivo es una referencia al profesor Robert Young (supongo que se escribe así) de la universidad de Princeton. Curiosamente al autor no parece establecer ninguna relación entre los cambios y estar más o menos cerca de líneas de alta tensión, carteles metálicos grandes situados al lado de los puentes o tener a otros vehículos, también metálicos cerca. Incluso el cartel de información del sitio mágico también es una estructura metálica. Habrá que ver la idea básica del funcionamiento buscando algo acerca del profesor ese de Princeton porque el autor del vídeo no parece que vaya a dar ninguna información.
Se debe tratar de esto
https://en.m.wikipedia.org/wiki/Global_Consciousness_Project
Si la máquina genera números aleatorios leyendo señales de pátillas sin conectar, que parece que es como lo hace, aunque habrá que esperar a que publique los esquemas para asegurarlo, entonces el aparato puede ser sensible a cambios electromagnéticos en el ambiente causado por líneas de alta tensión y objetos metálicos.
Para salir de dudas podrían construir otra máquina similar pero con un generador de números aleatorios basado en un proceso físico distinto al de la máquina original y ver si hay correlación entre los datos que se obtienen. Casi con seguridad que no lo van a hacer.
https://youtu.be/ZWSMoE3A5DI
Un barco transporte de munición alcanzado por kamikace japonés:
https://youtu.be/hJcDVbH5q3k
La verdad es que no sigo al JL ese, pero veré los videos a ver que dice que os tiene tan inquietos.
Ese señor dice que la generación de la aleatoriedad esta basada en el Ruido blanco.
Si esto es así, entonces efectivamente esta generando una aleatoriedad.
Podríamos analizar “filosóficamente” esa aleatoriedad y terminar no siéndolo, pero a nivel físico y humano hoy por hoy de existir algún patrón en esa aleatoriedad del ruido blanco , nosotros, los humanos no lo conocemos, así que como generador de aleatoriedad el sistema es impecable.
No sé trata de lo que el señor JL diga que el aparato hace sino lo que el aparato hace en realidad. La diferencia puede ser en realidad tan tonta como que el aparato funciona correctamente cuando está quieto (el ambiente es constante) pero no lo hace cuando se cambia de lugar (una torre cercana de alta tensión).
DeElea, D. Pío ha abierto un nuevo hilo pero no ha puesto el mensaje de nuevo hilo en este.