(Hace seis años, en este blog)
Han salido a la luz algunos documentos que prueban la connivencia del rey en el mantenimiento de la colonia inglesa en nuestro territorio. Desgraciadamente, Juan Carlos no es ningún modelo moral ni intelectual ni, por lo demás, le interesa de modo especial la unidad de España. El pretexto es que, si recobramos Gibraltar, Marruecos querrá hacerse con Ceuta y Melilla. Falso pretexto porque una línea tenazmente proseguida por Marruecos es la ocupación de ambas ciudades españolas, para lo cual ha procurado llenarlas de musulmanes, con la colaboración, una vez más, de los gobiernos antiespañoles del PSOE y no solo. Ejerce una presión constante, sin esperar a que recobremos Gibraltar. Ceuta y Melilla no son territorios a descolonizar sino, insistamos, ciudades españolas, y si no fuéramos capaces de defenderlas frente a un rival como Marruecos, entonces es que España se habría acabado definitivamente.
Hace años me comentó Sabino Fernández Campo unas actitudes de Juan Carlos en relación con Ceuta y Melilla. No las reproduciré porque él ya no puede corroborarlas. Sí diré que él estaba en profundo desacuerdo con el rey en este asunto. Y en otros, desde luego.
España está pasando por un fin de ciclo en el que la corrupción y la traición campan por sus respetos. La cosa puede terminar muy mal si no surge por fin una alternativa razonable.
Hoy el rey es Felipe VI. No ha mostrado por ahora el menor interés por Gibraltar y ha visitado Londres y recibido allí un premio como una especie de súbdito de la corona inglesa. Y ha surgido una alternativa o embrión de ella en VOX. De momento es lo que hay.
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Otras opiniones sobre la novela. Espero no aburrirles, pero comprendan que no quiera yo seguir el ejemplo de los grandes medios de masas, que hacen el vacío a mis libros.
**PRIEDE dijo…
Pues mire por donde, a mí el título me parece inmejorable. Si quiso llamar la atención del lector, lo consiguió. Esos golpes y gritos sobrecogen.
Sin embargo la novela es mala, malísima. No pude pasar de la página 50. A los personajes se les nota que han leído a Pío Moa y que tienen mucha gana de contárnoslo. Y digo esto considerando la prosa de Moa no ya buena, sino brillante; clara, concisa, diáfana. Pero, lo suyo no es la novela.
Creo que Moa debería de haber abordado la historia como alguien que rememora y cuenta en primera persona, sin dar vida a personajes. Dejar que los personajes deambulen solos y no se vayan por la tangente, es el mérito de un novelista, y Moa no lo ha conseguido.
Moa, quizá, debería meterse en la piel de otro y narrar hechos concretos, sin sentirse en la obligación de hablarnos de buenos y malos, o culpables y menos culpables. Un chequista doctrinario adscrito a la checa de Bellas Artes, podría dar juego. La justificación permanente de las atrocidades que comete, o ve o ampara, daría mucho juego. O los conflictos internos psicológicos a los que se ve sometido. Su disidencia final, que se produce, por ejemplo, por un hecho insólito que le conmueve.
Quizá en relatos breves su magnífica prosa hubiera relucido como merece, y no en boca de unos personajes que antes de que nos relaten lo sucedido ya han leído “Los mitos de la guerra civil”.
**Carlos López Díaz no está de acuerdo:
“Creo que Moa debería de haber abordado la historia como alguien que rememora y cuenta en primera persona, sin dar vida a personajes.”
Bueno, es evidente que es exactamente lo que hace Moa. Es un relato en primera persona de un anciano que recuerda su juventud y, claro, tiene que dar vida a personajes como la que sería su mujer, los hermanos de esta, y otros muchos. No estoy de acuerdo en absoluto con que la novela emita juicios en términos de malos y buenos: son los personajes quienes lo hacen, y distan mucho de ser marionetas, todos ellos tienen sus luces y sus sombras. Lo que diferencia a esta novela de otras sobre la guerra civil y el franquismo es precisamente que evita dejar constancia de los prejuicios progresistas (que Moa además no los tenga, es accidental, literariamente hablando), como se creen obligados otros. Pienso, por ejemplo, en Muñoz Molina y su “La noche de los tiempos”, novela estimable, pero que en algunos momentos pone en boca del narrador pensamientos de una pretendida ecuanimidad en plan “la tercera España” que provocan rubor, por lo inverosímil (…) Me he sentido apenado y triste tras la muerte de algunos de los protagonistas que iban quedando por el camino. Pero consigue que sigan vivos, de alguna manera hasta el Epílogo He visto odio, pero también mucho amor, en situaciones fáciles y difíciles. De un arma mortífera me queda la canción al viento de la muchacha enamorada al bajar al río por la mañana: la Katiusha. Realmente me sentí un poco D. Augusto Pérez ante el Maestro Unamuno, no para exigirle ni discutirle nada sino para agradecerle el placer inesperado de la lectura de su obra.
**Otra opinión en Facebook: Tino Gago Cienfuegos Nunca me gustaron las novelas, pero me enganchó de tal manera que me sentía parte de la misma, un figurante de carne y hueso dentro de ella. Con cada página mi imaginación se disparaba . Comparto lo que comenta usted. Podría seguir, y seguir hablando de ella……pero al buen entendedor
**En el blog de José Cuevas:
Ahora mismo, acabo de terminar una obra de Pío Moa: ”Sonaron gritos y golpes a la puerta”. Nunca había leído a este autor. Sinceramente la empecé con desgana tras ver lo brusco de su introito sumario y desbocado en sucesos. A medida que iba pasando páginas hizo nacer mi amistad hacia Paco y Berto, como si yo mismo fuera una prolongación de ellos. Realmente soy el menos indicado para emitir juicios u opiniones ante escritores de la talla de D. Pio Moa, o de cualquier otro de ahora o de siempre. El arte también nos llena de sensaciones y esas son las que quiero transmitir tras su lectura.
Destaco que con una increíble facilidad el autor me lleva a vivir todas las dichas y desdichas de los protagonistas, especialmente de Berto como si fuera junto a él, a su mismo lado, sufriendo por momentos y alegrándome en otros. Esquivando las balas y las traiciones. Superando los odios. ¿Es realmente una novela?. Para mí no; es bastante más que una narración de aventuras, de buenos y de malos, de ficción al gusto para deleite, de intrigas odios y sangre, crueldades, de encadenar hechos sin posicionamientos apodícticos. Siempre he dicho que un buen libro es el que te hace pensar y que pensar es como vivir más de dos veces. Con esta obra se han superado mis expectativas de vida, ya que en ella misma está la propia esencia del ser humano, también la mía, un poco la de todos. Es un torbellino de filosofía también, una búsqueda constante de algo que se desarrolla a lo largo de toda la obra. Es un desafío vivaz a sistemas y etiquetas hodiernas, va muy por encima de todo eso. No busca lo correcto en ella, sino el razonamiento y la verdad esquivando la absoluta, haciendo al lector partícipe y protagonista de sus propios pensamientos. No indica un camino, señala posibilidades de sendas.
Estoy convencido que Berto es el propio autor, o que habla por boca de aquél y vive en él mismo. De ahí tantas reflexiones y preguntas, pues solo desde las dudas se puede avanzar. A su vez está repleta de anécdotas, de datos y de historia misma. Desde los clásicos griegos que vienen a darle la bienvenida asomándose en alguna ocasión a ella, hasta los autores y pensadores más recientes o contemporáneos. Y conviven entre sí pacíficamente, mientras el frío en el frente de Rusia parece calarte el alma también. Esta obra tiene en sí misma el don de combinar mucha realidad y ficción en su regazo. Sobre todo no te obliga a
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*Por qué ni la CIA gobernaba a la ETA ni Usa tenía interés en asesinar a Carrero Blanco: https://www.youtube.com/watch?v=2i2MkxBvw5I
*Feminismo, una de las plagas de nuestro tiempo: https://www.youtube.com/watch?v=kCLVsOVtTUE
Estoy de acuerdo con usted don Pío, es muy probable que Juan Carlos I sea un traidor, y sobre todo un lacayo de potencias mayores. Porque el tema de Gibraltar no tiene nada que ver con Ceuta y Melilla, además si en su momento se hubiera seguido una política acorde a una potencia, siquiera mediana, el Norte de Marruecos sería absolutamente español, sino todo Marruecos. Lo mismo que reconquistamos toda la Península y echamos a los moros de la misma, podríamos haber seguido perfectamente hasta el mismo desierto…
La ocupación del Marruecos español fue más una decisión inglesa que española. Para España no fue ningún beneficio. Si Francia tardó mucho más que España en acabar de someter su zona, España simplemente se habría enfangado en unos gastos y sangrías que habrían descuartizado a la misma España. Y Marruecos no tiene nada que ver con la Reconquista española. Las altisonancias patrioteras son una verdadera plaga en este blog.
Bueno don Pío Moa, quizás fue porque no se planeó de la mejor manera. Pero, el concepto está claro… En una cuestión como esa, hay que tener en cuenta muchos detalles que pueden, por sí solos, decantar un proceso hacia el éxito o el fracaso. Luego, si fue un fracaso, no tiene que ser necesariamente porque el proyecto en sí, sea una locura, o una imposibilidad. En realidad se hubiese tratado de unir la Península con Canarias, y créame que este asunto era, y es posible. Cuando un cristiano puede imaginar algo, eso significa que eso algo es posible. Será más o menos probable, o dificultoso, pero objetivamente, si usted lo imagina, es posible…
Es más, para mí España es precisamente eso. O dicho de otro modo, va desde los Pirineos hasta las Canarias. Otra cosa es, que en esa España, que igual solamente esta en mi cabeza, y usted con sus conocimientos de historiador podrá desmentirme, hayan: uno, dos o más estados. Cuanto más dividida este esa España, más lejos estaremos del lugar que podría correspondernos en el mundo. En mi opinión, ser un polo por nosotros mismos, igual que lo es Estados Unidos, Rusia, China o India. Una España unidad y sin fisuras en cuanto a compartir los mismos intereses desde los Pirineos hasta las Canarias, sin duda sería una potencia, como mínimo, mediana. Ahora mismo en esa espacio vital por decirlo de alguna manera, encontramos a Portugal, la propia España y por supuesto a Marruecos. Y dentro de esos estados hay movimientos centrípetos y centrífugos, siempre los hay…
Otro aspecto interesante de la novela:Si la lees siendo joven,puedes simpatizar con Alberto y Paco e intentar imitarlos de alguna manera.Algo así como que te gustan tanto unos personajes que después de conocerlos forman parte de ti.
Don Pio creo que hablan de la llamada guerra de Marruecos…..tengo entendido que fue una decisión francesa….en el sentido de pacificar unos determinados territorios, que hoy son el reyno de Marruecos, entregárselos al Sultan….el padre de Hassan II, nosotros actuabamos con una increíble dependencia (absoluta subordinación) de Francia….y sin embargo por lo que he leído…en realidad fuimos más eficaces que Francia, que a pesar de autoasignarse esa nación en territorio mayor pero de mucha menor conflictiadad…nosotros terminamos gracias a Primo de Rivera (con derrotas clamorosas y brillandes acciones militares) lo encomendado antes que ella…si es así lo que dice Miguel no tiene ni pies ni cabeza….por otro lado, nunca he visto resaltado la inexplicable e incluso absurda dependencia de Francia….que duró, al menos con el aprendizaje del frances hasta muy entrados los años sesenta….
En realidad el que hoy se estudia en la escuela el ingles en vez del frances, y esto hoy se hace con mucha menor dependencia de Inglaterra que antes con el estudio del frances y la dependencia de Francia…..
Roca Barea ha estudiado esta dependencia de Francia aunque no con mucha extención y profundidad, que tiene que ver con la llegada de los borbones a España…..en realidad esta decisión me parece cada vez más que fue una equivocación….y que tiene que ver más con la ideologías derivadas de la ilustración que con los intereses e independencia de España….o dicho de otra manera era preferible (me parece) lo que planteban los austracistas….que los partidarios de los borbones….y creo no tiene recorrido….el decir que con los borbones llegó el estado centralista moderno, porque hoy estamos en cuando a la Unidad de España pero que cuando murió Carlos II.
peor que cuando Murió Carlos II.
Para entender bien la historia de España desde el setecientos…hasta hoy ….hay que hacerlo bajo el prisma de nuestra dependencia y subordinación de Francia ….y fijese desde esa fecha hasta la invación napoleónica (el 11 M) del diecinueve, tiramos más bien que mal….pero con el constitucionalismo nuestra deriva y decadencia ha sido patente, y muy probablemente con los austracistas…..las cosas hubieses sido diferentes y mejores…..obviamente la cosa no tiene marcha atras….pero debemos aprender, planteando estos problemas y hacer mejor las cosas…..
En realidad la España de Isabel II fue un remedo de la Francia revolucionaria con dos bandos liberales, llamados conservadores y radicales….los unos caminaron como pudieron y los otros disparataron con la Primera República, con la restauración volvieron los conservadores que también caminaron como pudieron y los radicales (ya llamados sociatas) otra vez disparataron con la Segunda República…..otra vez volvieron los conservadores y caminaron como pudieron y los radicales (sociatas y demás) ahora estan en el disparate …..
Desde este prisma las guerras carlistas se ven de otra manera…..son meros intentos ya tardios de volver con los austriacos…..es decir volver con la España Austriaca…..pero creo que con la victoria de estos ya nada era posible….porque carecían de su fundamental instrumento: El Imperio, ya desaparecido…..no en vano…..más tarde La Falange….resucita la España Imperial…..y no es pura retórica…..hay que recordar que en esa época estaban muy de moda los imperios coloniales….y la Falange se daba cuenta que nosotors eso de los imperios lo hacíamos muchos mejor ….que los franceses, los holandeses, los alemanes, los ingleses, los italianos, los belgas, y los recien nacidos Useños…..en el fondo los falangistas se decían: todos estos colonialistas deberían preguntar a España como se hace y construye un imperio….
Hoy creo que nos hemos reconciliado con no tener el imperio…..y ahora toca reconciliarnos con nosotros mismo…..si se fijan bien hoy estamos en una etapa parecida a la de los RRCC (lo pongo así para que no se rian mucho de mi) lo que necesitamos es una Isabel….que me da que ya anda por ahí y un Fernando….que se le busca….a ver si lo encontramos y los casamos…..
y así a lo mejor nos organizamos mejor…..
ven como Isabel ya anda por ahí…..https://www.elmundo.es/cultura/toros/2019/08/09/5d4dd92efc6c83f17e8b462b.html
¿Quién es esa Isabel que anda por ahí?Creo que Isabel nada más que había una.
No había visto el comentario anterior.De todas maneras no puedo entrar en la noticia por falta de megas.¿Quién es esa Isabel?
Isabel Preisle…..
Isabel Arroyo Macedo Vda. de Donoso…
UNA DEMOCRACIA «SUI GENERIS»
«…Nuestra democracia se autodestruye porque ha abusado del derecho de igualdad, porque ha enseñado al ciudadano a considerar la impertinencia como un derecho, el no respeto de las leyes como libertad, la imprudencia en las palabras como igualdad y la anarquía como felicidad…»
https://borakruo.blogspot.com/2019/08/una-democracia-sui-generis.html
La sublevación del 18 de julio no sorprendió en Europa como algo excepcional en un continente inestable, y pudo quedar como episodio efímero, merecedor de escasa atención. Los sucesos de los meses precedentes en España despertaban curiosidad y cierta inquietud, pero no un especial cuidado. Fue al transformarse el golpe de Mola en guerra civil cuando los gobiernos hubieron de tomar posición, debido a que en Europa había mucha leña seca proclive a contagiarse del incendio, y por la presencia de apasionadas ideologías comunes a muchos países.
El panorama europeo de la época puede calificarse de turbulento, a resultas del modo como terminó la I Guerra Mundial. Se había querido hacer de esa guerra la última, tras la cual se extendería una paz prolongada y hasta permanente. Tal esperanza descansaba en el efecto disuasorio del simple recuerdo de los terribles sacrificios y sangrías recién sufridos; en la disolución de los cuatro imperios derrotados, austrohúgaro, alemán, ruso y turco, de los que nacieron nuevos países basados en la autodeterminación de sus nacionalidades, a los que se atribuía aversión a la guerra en contraste con los imperios; y en la institución de la Sociedad de Naciones, concebida como un foro donde los países dirimirían sus disputas por la negociación y el arbitraje.
Sin embargo nada de ello había funcionado demasiado bien. Las humillaciones e indemnizaciones a Alemania, achacándole la culpa principal de la guerra y ser un peligro para los demás países, por lo que se limitaba su soberanía, crearon un resentimiento nacional que alimentaría la agitación del partido de Hitler. Los nuevos países centroeuropeos salidos de los derruidos imperios solían estar disconformes con sus fronteras; Italia, que había combatido a favor de Francia e Inglaterra, se sentía defraudada. Portugal, que había secundado a Inglaterra en la contienda, sufría por ello una verdadera convulsión. Y la Sociedad de Naciones no llegó a gozar del prestigio suficiente para cumplir su misión con eficacia.
La revolución bolchevique había resultado en la invasión de Polonia y países bálticos, y en golpes, insurrecciones e intentonas revolucionarias de Finlandia, Alemania, Hungría, Bulgaria y Estonia. Todos ellos fueron aplastados, pero la subversión comunista permaneció contra toda adversidad como una amenaza permanente. En Italia, Francia, Austria y otros países existían partidos comunistas o próximos al comunismo, como ocurría en España con el PSOE. Asimismo golpes contrarrevolucionarios impusieron regímenes autoritarios en Lituania, Polonia, Portugal, o España (el de Primo de Rivera); en Italia triunfó el fascismo en 1922 y en Alemania once años más tarde.
En este tormentoso paisaje las grandes potencias (Inglaterra, Francia, Italia, Alemania y la URSS) tomaron posiciones con respecto a España. Fuera de Europa, en Hispanoamérica y Filipinas, las simpatías por uno u otro bando adquirieron gran intensidad, pero sin posibilidad de superar el nivel sentimental, excepto Méjico, una corrupta semidictadura muy masonizada, que había realizado brutales matanzas de católicos y que ayudó en alguna medida a las izquierdas españolas.
Como ya observamos, los gobiernos tendieron a actuar en función de sus intereses estratégicos. Francia e Inglaterra trataban salvaguardar el statu quo salido de la contienda mundial, en la que habían vencido; Alemania e Italia, en distintas formas, buscaban adquirir el status de grandes potencias rivales de las dos anteriores; y la URSS quería evitar que la esperada “guerra imperialista”, se produjese entre ella y Alemania. Estas grandes líneas de unos y otros repercutieron en España. París, y en especial Londres, presionaban para reducir el incendio a la misma España mediante la no intervención; y al no poder evitar las intervenciones, procuraron mantener cierto equilibrio en ellas. Roma entendía su intervención en España como un paso en sus ambiciones de llegar a primera potencia en el Mediterráneo, y para Berlín se trataba más bien de impedir un reforzamiento de Francia consiguiendo un régimen amigo a sus espaldas. La línea de Moscú tenía mayor calado, dentro de una concepción revolucionaria de alcance mundial, y por ello trató de dominar a sus protegidos, cosa en la que no pensaron Hitler ni Mussolini, y complicar a las democracias contra los fascismos aprovechando el grave conflicto en un país lejano de la URSS y de tal importancia geoestratégica.
Debe distinguirse entre la estrategia y su aplicación práctica en escenarios cambiantes, muy a menudo imprevistos, que inducen a tácticas diversas, rodeos, vacilaciones, tentaciones y contratiempos que pueden modificar los objetivos generales. A menudo la gran estrategia se encubre con otros intereses. Así, Stalin invocaba la libertad, el progreso y la solidaridad democrática como sus motivos, pero su actuación real venía determinada por el interés dicho. Se ha presentado este como la búsqueda de una alianza con Francia e Inglaterra para aislar y hacer impotente al fascismo alemán, concebido como la mayor amenaza, pero esa política no se entiende si se olvida la concepción básica que guiaba toda la política exterior del Kremlin: estaba científicamente predeterminada una nueva “guerra imperialista” en Europa, y Francia e Inglaterra eran imperialistas no muy diferentes en el fondo de los fascistas. Esta concepción explica la naturalidad con que, fracasado la deseada alianza, Stalin se volvió a Hitler, su enemigo aparentemente absoluto.
El objeto de la deseada alianza era más bien empujar a Londres y París al choque con Berlín aprovechando la guerra de España, pretextando una solidaridad democrática que ciertamente haría reír a Stalin para sus adentros. Ese fin hacía preciso camuflar una revolución que no había podido evitarse, dirigir la política del FP y asustar a Londres y París con la negra perspectiva de tener a sus espaldas y en el cierre del Mediterráneo a una nueva potencia fascista. Stalin fracasó y no es difícil ver la razón: él promovía una subversión constante en gran parte de Europa, en China y en las colonias de las democracias, por lo que estas desconfiaban más de él que de Hitler, en quien muchos veían un parapeto frente a la URSS. Stalin interpretó el rechazo anglofrancés a la alianza e intervención en España como prueba de que aquellos imperialistas trataban en el fondo de empujar a Alemania contra la URSS. Y este era el máximo temor del Kremlin. Por ello cambiaría radicalmente su línea general y abandonó una guerra ya perdida, después de haberla alargado todo lo posible, y consiguió con Berlín lo que no había logrado con París y Londres.
Esta línea de actuación exigía dominar el Frente Popular a través de un PCE orgulloso de servirle y de figuras clave en el PSOE, primero Largo Caballero, después Prieto y Negrín, y finalmente este último. La victoria debía dar origen a una “democracia de nuevo tipo”, consistente en aplastar a la derecha en alianza con izquierdas y separatistas, pero bajo dirección comunista basada en el ejército, que permitiría ulteriores avances a una plena dictadura proletaria. Aparentemente, este designio chocaba con la búsqueda de alianza con las democracias, pero la alianza nunca fue segura y sin la hegemonía comunista la guerra española habría terminado muy pronto con derrota izquierdista y sin utilidad práctica ninguna para Moscú. Si las democracias se mantenían al margen, al menos la victoria le daría en el otro extremo del continente “un instrumento potente militar y naval que pueda colaborar (…) con la URSS”, como escribía Negrín a Stalin.
Durante los primeros meses de la guerra, Stalin vaciló en involucrarse, pues lo lógico parecía una pronta victoria izquierdista, pero según esta se volvía más difícil, debió de ver la oportunidad de frenar a los fascistas invocando la democracia para atraer a Londres y París, e incluso ganar rápidamente. A partir de ahí, su línea fue seguida con pocas vacilaciones hasta que se demostró claramente inviable. Llegado ese punto, cambió drásticamente de objetivo. Los otros intervinientes extranjeros no necesitaron dar un bandazo semejante.
No es difícil ver la causa de la frustración aliancista. Las democracias, sobre todo Inglaterra, desconfiaban más de Stalin, promotor de una subversión sistemática en muchos países, en China y también en varias de sus colonias, que de Hitler, cuyos designios no estaban muy claros salvo en su radical hostilidad al comunismo, compartida en las democracias. Cabía entender a Alemania como un parapeto frente a la URSS o, más cínicamente, esperar que ambas se enzarzasen y destruyesen mutuamente. La posibilidad de tener en España un nuevo estado fascista les preocupaba, y en varias ocasiones se pensó en Londres y más en París, en intervenir a favor del Frente Popular, no por una imposible solidaridad democrática, sino por intereses nacionales. Pero las tentaciones no cambiaron la línea general. Y la conversión de España en una potencia comunista preocupaba más, probablemente.
Y si algo temían las democracias era una segunda gran guerra que podría destrozar para ellas los logros de la primera. Mientras que el Kremlin, juzgando ineluctable la nueva contienda, maniobraba para eludirla y quedar árbitro y máximo beneficiario.
Sobre la evolución de las actitudes y ayudas de Italia y Alemania. Predomina la idea de que Hitler buscaba, por una parte, distraer con España la atención exterior de sus maniobras en el centro de Europa. Por eso, según se afirma, deseaba una guerra larga –excepto en el último tramo de ella– y dosificaba su ayuda a Franco en función de ello. Sin embargo eso parece dudoso, pues desde luego su intervención en España le ponía en el foco de una atención no solo europea. Y siendo muy importantes sus suministros de armas, en ningún momento pueden considerarse decisivos. Por lo demás, dejaba a su amigo Mussolini el protagonismo en los asuntos mediterráneos y nunca intentó dirigir la política y conducción militar de Franco, ni contó con un instrumento agente como el PCE para Moscú. España era para él un teatro secundario dentro de sus vastos designios, orientados a unificar las poblaciones alemanas y expandirse hacia el este, a fin de colonizar Rusia y otros países eslavos. Para ello debía evitar la lucha en dos frentes, asegurando la frontera occidental, y a ese efecto le convenía contar con un país amistoso, como elemento disuasorio, a la retaguardia de Francia y en cierto modo de Inglaterra. También le interesaba experimentar sus armas y la capacidad de sus tropas. Es difícil encontrar otros intereses en su intervención.
Por lo demás, se quiso hacer pagar bien sus suministros e intentó controlar la minería española en lo que finalmente no tuvo éxito. Franco impidió una participación alemana en las minas (proyecto MONTANA) que superase el 40%, y Hitler presionó durante la batalla del Ebro hasta que consiguió un aumento del 60 y hasta el 75% en varias compañías. Finalmente, los alemanes compraron minas de escaso valor, poco más que pedregales, según el economista Velarde Fuertes.
No obstante las exigencias alemanas, en 1940 se quejaba en carta a Franco Johannes Bernhardt, creador de la empresa HISMa-Rowak, que había cubierto las ayudas alemanas: Desde el comienzo de la gran guerra (…) no hemos recibido del Estado español pago alguno que pudiera ser utilizado para la adquisición de materias primas con destino a Alemania. (…) Es un hecho innegable que Alemania durante su gran lucha no ha obtenido nada de los créditos emanados del apoyo prestado a España, sino al contrario (…) La situación se hace más embarazosa por el hecho de que por el terreno militar económico se han planteado ya nuevas demandas de materiales procedentes de Alemania (y en cambio) no se ha logrado satisfacción alguna a nuestros deseos, justamente basados en compromisos formales” Desde el punto de vista alemán, Franco no solo no acababa de pagar su deuda, sino que pedía más y más a cambio de casi nada.
¿Y cuál era la base o explicación científica de que la guerra entre los países imperialistas (Alemania incluía) era inevitable?
Bueno, nuestra democracia no de autodestruye… sino que hay unos agentes, PP, psoe, jueces, periodistas, historiadores, etc que la destruyen…
Pío XII, hace 71 años:
“Jóvenes católicos, queréis ser verdadera y plenamente tales. A la irreligiosidad y la incredulidad que os rodean, oponéis vuestra fe firme, viva y activa. Vuestra fe será firme y luminosa sólo si la conocéis, no superficialmente o de manera confusa, sino clara e íntimamente. Vuestra fe será viva si vivís según sus máximas y observáis los mandamientos de Dios. El joven que santifica las fiestas afrontando cualquier dificultad o problema, que se acerca a menudo a la Mesa del Señor, que es verdadero y leal, dispuesto a socorrer a los necesitados, que respeta a las jóvenes y a las mujeres y que tiene la fuerza de cerrar los ojos y el corazón a todo lo que es impuro en los libros, las imágenes, las «películas», demuestra tener verdaderamente una fe viva. Observad que si no es viva, la fe ni siquiera es activa. Si otros hacen estos grandes esfuerzos para las obras del maligno, ¡cuán mayor deberá ser nuestro celo por la causa de Dios, de Cristo y de la Iglesia!
Cumpliréis con vuestro deber, también en vuestra vida terrenal, sólo si sois hombres de espíritu sobrenatural, para los que la unión con Cristo, la resurrección gloriosa y la vida eterna valen más que todas las cosas humanas. El mundo católico lleva en sí una fuente inagotable de prosperidad y de bien también en el campo de la vida terrenal, precisamente porque sitúa lo eterno por encima de lo temporal. Si no fuera así, su fuerza se extinguiría. […] En nuestros tiempos, la humanidad ha oído el mensaje del «derrumbamiento de todos los valores» (Umwertung aller Werte). … Precisamente en estos años de agitación económica y social, los valores religiosos y eternos han demostrado con fuerza su total indestructibilidad: Dios y su ley natural; Cristo y su Reino de verdad y gracia; la familia cristiana, siempre la misma y siempre espina dorsal y medida de cualquier orden económico y público; la dulce y segura esperanza del más allá, de la resurrección y de la vida eterna” (Discurso de Pío XII en el 80 aniversario de la juventud italiana de Acción Católica, 12 de septiembre de 1948).
Muy buen discurso, Odiseus. Pio XII si no me equivico era experto en discursos
La explicación científica está en que la época del imperialismo, de máxima concentración del capital monopolista-financiero, agrava la lucha por los mercados y la explotación de las masas, debido al descenso en la tasa de ganancia (en este caso, la sobreexplotación de las colonias). Muy científica puede no ser, pero lo cierto es que eso fue lo que ocurrió.
Keynes decía de la PGC: “No hay mucho aprender de ella, simplemente Inglaterra volvió a deshacerse de un rival comercial”
(Sobre el discurso de Pío XII: aclarar que la vida eterna es algo que todo hombre tiene, todos resucitan… no hay hacer especial para tener eternidad… ahora bien, esa eternidad puede ser en el cielo, o en el infierno. porque sitúa lo eterno por encima de lo temporal… y añado yo, y por tanto el presente por encima del pasado y del futuro, sobre todo del segundo…)
Yo no veo la relación entre una concentración de capital y un agravamiento de las lucha por los clientes…. es más, cuando el capital no está concentrado hay muchas más luchas por los clientes.. hay muchos más agentes por conseguir clientes… ¿?
Del pasado queda memoria, experiencias, que el yo puede interpretar como más o menos reales… pero el futuro es completamente irreal…
El pasado se parece más al presente, tiene efectos sobre él,.. que el futuro desde luego…
El presente, no es lo mismo, pero es lo que más se parece a la eternidad, el ahora, el ya… ese ahora podría ser una fracción de segundo, un momento… nosotros solemos usar el día, hoy, también… el pan nuestro de cada día dánosle hoy…
En vez de estar abrumados, engañados, paralizados, amargados, acojonados, falsamente felices, haciendo vicios y pecados… por imágenes falsas del futuro….
La competencia entre pequeñas empresas es inocua. Cuando las grandes dominan estados con sus ejércitos, la cosa cambia. Siempre siguiendo la lógica marxista, claro.
Me imagino a los demonios (no sólo ellos, o el propio yo) por ahí tentando “el futuro es tuyo”, o acojonando, paralizando, con ciertas imágenes de mañana “qué miedo”, y ocurre lo contrario,… o creando una falsa felicidad “si hago esto ahora dentro de un rato seré más feliz”, y ocurre lo contrario… La cosa es mantener al yo separado de la realidad…
O sea, que agravar la lucha se refiere a la calidad de la lucha no a la cantidad… Eso repiten sin parar en las series y películas de Usa (y demás), que el capital concentrado (multinacionales) controla al estado, y por tanto a su ejército..
Pero algo parecido dicen otros, que la masonería controla el estado, y por tanto a su ejército… Incluso que ¡los jesuitas controlan el Pentágono!…
Nuevo hilo