Una declaración de guerra
Me pasan un vídeo con el Doctor en estafas proclamando sin rebozo la intención del Moños, a la que se ha adherido, de controlar a jueces y fiscales, al CNI, a la televisión y la radio, a la policía, y disgregar España mediante lo que llama “autodeterminación” de Cataluña, Vascongadas y Galicia. Pensé al principio que se trataba de un montaje para poner en sus labios el programa que efectivamente está aplicando en los hechos. Pero resulta que sí, lo ha dicho. Y se trata de una auténtica declaración de guerra a la democracia, a la libertad y a España. El fulano se ha puesto directamente fuera de la ley. Es un equivalente de los discursos de Largo Caballero en 1933. Con una diferencia: no habla de tomar el poder por la insurrección, sino que cree poder hacerlo tranquilamente, siguiendo una dinámica liberticida que viene de muy atrás. ¿Y por qué cree poder hacerlo así? Pues porque hasta ahora el PSOE no ha encontrado oposición a su progresivo socavamiento de la unidad nacional y la democracia, ya desde la declaración de la muerte de Montesquieu. Al contrario, ha encontrado la complicidad de la derecha.
El caso es que ese vídeo programático expuesto por el Doctor es de 2016, sin que en su momento supusiera, que yo recuerde, la inhabilitación política del Coletas, a la que debiera haber seguido la del Doctor. No recuerdo ninguna protesta siquiera al nivel de la agresión; agresión en aquel momento verbal pero cumplida progresivamente hasta hoy.
La derecha, es decir, el PP, combina las cualidades de la zorra y la gallina. La gallina para enfrentarse a los programas totalitarios del PSOE y la zorra para estafar a sus propios votantes. La política se ha convertido desde tiempo atrás en un concurso de estafas entre el PP, el PSOE y los separatistas.
E importa mucho entender de una vez cuál es el fondo de la cuestión: la democracia viene del franquismo y solo podía venir de él, que nunca tuvo oposición democrática. La transición fue hecha desde el franquismo y por franquistas y, lo que es más decisivo, refrendada masivamente, en 1976, por el pueblo en contra de los rupturistas que se consideraban y consideran herederos del Frente Popular. El Frente Popular no fue otra cosa que la tiranía, el crimen y el terror desde unas elecciones fraudulentas. La decisión popular de 1976 empezó a ser traicionada por la UCD y luego más a fondo por el PP, que se adhirió a la demagogia del PSOE y los separatistas criminalizando a sus propios padres y abuelos. Como la palabra cultura provoca alergia en ese partido de señoritos mangantes que es el PP, han sido incapaces de reivindicar la verdadera historia, han entregado al nuevo frente popular la legitimidad histórica y política y la autoridad moral. De ahí solo podía salir la dinámica política que estamos viendo desde Zapatero.
En otras palabras, el PSOE y sus aliados quieren destruir de una vez la democracia que evidentemente viene del franquismo, y que, insisto, solo podía venir de él. Y gracias al PP, hoy los herederos del Frente Popular se sienten lo bastante fuertes para volver a lo de siempre. La derecha, claro, se va asustando, se muestra gallinácea y espera que sea la UE la que nos salve de su compañero de estafas. La reacción tiene que venir de otro lado. Es preciso que el montaje estafador de reparto de poder y dinero entre PP y PSOE se acabe de una vez. Tiene que surgir la alternativa, y con urgencia y máxima energía.
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Historia y religión (II) Divinidad y angustia
Pero eso también podríamos considerarlo un autoengaño, como dice Moncho en su novela. Además, no justifica tu tesis de que la historia se explica por la religión… La religión parece más bien una cosa estática, que no cambia en siglos, mientras que la historia cambia constantemente.
Lo segundo es la cuestión importante, es decir, ¿de qué manera influye la religión en la historia? Porque, como decías al principio, parece una cosa harto más etérea que la economía, la técnica, la urbanización y demás. Pero ante de intentar una respuesta, volvamos al principio: la posición del hombre es por sí misma angustiosa, y esa angustia es un factor dinámico: es la necesidad de calmarla lo que genera la religión y la moral derivada. Este mero hecho nos indica que la religión no es ese factor negligible o de poco peso, o una invención de los listillos para mantener quietos a los explotados. Para la historia no se puede decir, como Laplace, “no tengo necesidad de esa hipótesis”.
Pero, a decir verdad, poca gente muestra esa angustia esencial o existencial de la que hablas. La gran mayoría se dedica tranquilamente a sus afanes cotidianos, como observaba el Santi de su novela en relación con la salida y la puesta del sol. Si vas por la calle o entras en una taberna verás a la gente tranquila, charlando, a menudo riendo, o bien preocupada, pero no por su existencia y el sentido de ella, sino por sus pequeños o grandes problemas corrientes, la putada que le ha hecho alguien, por ejemplo, o un asunto cualquiera que le ha salido mal.
Mi tesis es: la religión intenta calmar la angustia existencial dando un sentido a la existencia del hombre y del mundo, sentido que se concreta en normas morales. La gente puede preocuparse de sus asuntos cotidianos y reírse porque de algún modo cree tener solucionados esos problemas. La religión libera las energías necesarias para enfrentarse a la vida corriente. Sin esa calma de fondo no podría reírse mucho ni centrarse en sus tareas. Por el contrario, incluso sin pensar en problemas existenciales, o negando su realidad, se sentiría abrumado por las incertidumbres y conflictos de la vida corriente.
Insisto en que a la mayoría de la gente eso no le afecta. La mayoría se limita a vivir, y si cree en tal o cual religión lo hace como una cosa más y sin apenas consecuencias prácticas. Porque otro dato a tener en cuenta es que los creyentes no cumplen gran cosa sus propias normas ni los supuestos mandatos de la divinidad, o no los cumplen más que los no creyentes. ¿Por qué, si no, son necesarias las leyes y la represión contra quienes no las cumplen? ¿Por qué los aparatos judiciales y policiales están tan desarrollados, tanto más cuanto más civilizado es un país?
He dicho que la religión calma la angustia de fondo, pero no que la elimine. La angustia disminuye pero persiste, medio disuelta en las actividades prácticas. La prueba es que no existe una religión que convenza a todo el mundo. En apariencia podemos dedicarnos a afrontar nuestros problemas y conflictos cotidianos sin pensar en otra cosa. Pero la vida corriente está llena de incertidumbres, frustraciones, vemos injusticias por todas partes o nos sentimos víctimas de ellas… Si pensáramos que todo ello carece de sentido, sería un infierno. Nos esforzamos por conseguir éxitos aquí y allá, y muchas veces los alcanzamos, pero incluso entonces la satisfacción se desvanece un tanto, nos deja a menudo una sensación de vacío, y no nos permite descansar, porque el propio éxito crea nuevos problemas, con frecuencia suscita envidias, calumnias o intrigas para anularlo… Si de algún modo no incluyéramos todo eso en una visión de conjunto que le diera algún sentido, nos desesperaríamos o caeríamos en una guerra de todos contra todos.
Aun suponiendo que eso sea así, volvemos al principio: las explicaciones o el sentido que proponen la religiones, ¿acaso son algo más que un autoengaños para calmar la angustia, como dice usted? Porque, como decíamos, está claro que creer hoy en Apolo y Atenea sería ridículo, pero ¿por qué habríamos de creer en Yavé o en el Dios cristiano derivado del judío? El Dios cristiano responde a un concepto si acaso más intelectualizado o refinado que los dioses griegos, e históricamente más reciente, pero esencialmente son lo mismo: construcciones de la psique para calmar la angustia. Si antiguamente lo hacían con esas divinidades que hoy nos parecen absurdas, ¿por qué no es lo mismo con el Dios cristiano? Hoy, las sociedades europeas, por ejemplo, ya no creen en él o al menos gran parte de ellas han abandonado esas creencias, y no se ve que la gente se desespere. Al contrario, creo que en Europa se vive con las riqueza, comodidad y libertad que en casi todo el resto del mundo.
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Un tipo me andaba contando que en Inglaterra o algo así iban a meterle la vacuna de la tuberculosis al personal de salud, que porque podría ayudar contra el covid.
No he checado si es verdad o no.
pues a algunos le interesará esto https://www.abc.es/ciencia/abci-somos-unica-especie-humana-sobre-tierra-202010151232_noticia.html…. para mi no son sino especulaciones….incluso esa idea del tiempo sucesivo en el que se sucenden distintas especies de hominidos…es risible….
Laserio la tuberculosis viene de tuverculo …y no se puede asociar al Covic….que ya lo vió….
https://www.youtube.com/watch?v=LzJwSbS8qkE
https://www.infobae.com/america/ciencia-america/2020/10/11/reino-unido-probara-la-efectividad-de-la-vacuna-de-la-tuberculosis-contra-el-coronavirus/
UNA HORA CON LA HISTORIA
157 – ¿Represión o justicia? | Una declaración de guerra
https://youtu.be/7_rDxKU-zc8
(disponible a partir de mañana a las 21h)
Los cinco siglos posteriores a la caída de Roma se caracterizaron por una multitud de luchas internas y de sucesivas invasiones desde el sur, el norte y el este, y en aquel caos la Europa que se iba cristianizando estuvo en continuo peligro de naufragar. A la inseguridad y fragmentación de poderes reinante se sumó, en los últimos dos siglos, la época de mayor degradación que haya vivido al papado, sometido a las facciones criminales de los nobles romanos, con algún período de “pornocracia”. Con ello a las amenazas dichas se sumaba el peligro de una implosión desde el centro mismo de la cristiandad. Pero la catástrofe no llegó a ocurrir, probablemente debido a la acción misionera de los monasterios, irlandeses y especialmente benedictinos, refugios de cultura y focos de civilización que lograron cristianizar, mejor o peor, a gran parte de los invasores y reinos bárbaros. A aquella edad turbulenta de invasiones y monasterios suele llamársela “alta edad media”, aunque parece más adecuado llamarla “edad de supervivencia”.
De aquellas pruebas extremas, tanto la Iglesia como los poderes políticos salieron fortalecidos, inaugurando desde el siglo XI una nueva edad, la baja edad media o edad de asentamiento, con avances decisivos sobre el islam en España y cruzadas o tentativas de recobrar Tierra Santa, al cabo fracasadas. Esta segunda edad, hacia el fin de la cual encontramos a los Reyes Católicos, se caracterizó en toda Europa por una gran expansión cultural, con los movimientos románico y gótico, originados en Francia, y el humanismo, surgido en Italia. En esa edad de asentamiento crecieron las ciudades y el comercio, y tomaron cuerpo las universidades, que aventajaron a los monasterios como centros de alta cultura, siempre muy ligada al clero. Fueron siglos de intensa especulación doctrinal y filosófica (escolasticismo), reinterpretaciones de los mensajes evangélicos, pugnas entre el papado y el imperio y, más doctrinalmente entre el poder político y el religioso, en torno al que pugnaron escuelas divergentes, esquemáticamente franciscanos y dominicos, o las universidades de Oxford y París. A pesar de que tales debates fueron alimentados en buena medida por las traducciones de Aristóteles y otros desde el árabe, en Toledo (“Escuela de traductores”) tales debates tuvieron escaso eco en España, donde la lucha contra Al Ándalus absorbía las energías y actitudes mentales.
Desde el punto de vista social y político, el derrumbe del Imperio romano creó en toda Europa centrooccidental sistemas muy similares: monarquías apoyadas sin mucha estabilidad en oligarquías nobiliarias a menudo levantiscas, y en un aparato eclesiástico. La capa nobiliaria y el alto clero descendían a su vez de las oligarquías bárbaras, de origen germánico. La esclavitud se fue debilitando, pero la masa de la población se componía de campesinos, protegidos por la nobleza a cambio de una servidumbre con escasos derechos. Los nobles también aseguraban los caminos y el comercio a cambio de exacciones más o menos pesadas que lo encarecían. Entre el campesinado y la oligarquía vivía una capa intermedia de artesanos, comerciantes y en general habitantes de las ciudades. Con el paso del tiempo, los siervos fueron adquiriendo más derechos y liberándose de yugo, no sin luchas y rebeliones, proceso que se acentuaba notablemente en el siglo XV. En paralelo, las ciudades, sedes principales de la artesanía, el comercio o la manufactura, cobraban creciente importancia y cierto peso político (Cortes o Parlamentos).
Esta división social recuerda al sistema de castas establecido por los arios en India, y con todas sus evoluciones exhibiría una extraordinaria persistencia histórica: duraría hasta prácticamente el siglo XIX, en que se fueron abriendo paso las concepciones liberales y democráticas. Pero ello distaba de ocurrir a finales del siglo XV, pese a los gérmenes prácticos de una reorganización social.
Yo también he visto ese vídeo… me suena un poco rara esa voz… y no va sincronizada con la boca…. a ver si consigo uno de mejor calidad….
He encontrado uno de buena calidad, sí lo dice, entiendo que habla denuna conversación con el Iglesias… vídeo cierre de campaña 2016 en Sevilla,
https://youtu.be/1zCfWwDzqLM
a partir de 01:26:20
(el primero que vi está a baja resolución y encima con pocos fotogramas por segundo… y daba la impresión de que el sonido no iba sincronizado con lanimagen…. y la calidad de audio lo mismo…. es que parecen gilipollas: recortan un video para esparcirlo y lo hacen lo peor posible)
Si puedo mañana lo recorto yo como Dios manda y lo comparto… y si no el domingo….
Para España, el ámbito práctico de sus intereses y acciones en Europa se circunscribía al Mediterráneo al Sacro Imperio y a Francia e Inglaterra, potencias emergentes. El Mediterráneo y el norte de África parecían los lugares donde se aplicarían de manera natural las energías hispanas, prosiguiendo la lucha contra el islam, ya que por el lado opuesto del mar descollaba el poder otomano, y la costa peninsular sufría un constante hostigamiento berberisco, ya que todos ellos aspiraban a recuperar Al Ándalus antes o después. En principio, y también por eso, las relaciones con las demás potencias cristianas deberían haber sido, si no cordiales, al menos pacíficas, pero no iba a ser así, y la orientación político-militar que se presentaba como la más natural, iba a complicarse enseguida a causa de los problemas de Italia.
De las potencias europeas de interés para España, el sacro Imperio constituía una enorme construcción disfuncional, con varios reinos (Germania, Italia, Borgoña, Bohemia), a su vez compuestos de ducados, obispados políticos, condados, ciudades comerciales, y otros territorios, casi independientes en la práctica. En el siglo XV estaba en trance de desintegrarse, perdiendo regiones como Borgoña y territorios italianos, y quedando reducido a una entidad casi puramente germánica. Hacia finales de siglo, la Dieta de Worms trató de darle cierto grado de unidad política mediante un Círculo imperial compuesto a su vez de seis círculos territoriales, así como un Tribunal de la Cámara Imperial, que conseguían cierta unificación relativa. Pero, a pesar de su escasa funcionalidad y del limitado poder del emperador, este mantenía un prestigio como heredero teórico de Roma en su doble cara política y religiosa (los papas coronaban al emperador, aunque eran independientes en su propio territorio), y porque varios de sus territorios eran los más ricos del continente (norte de Italia y Países Bajos sobre todo). De modo que los reyes de Francia, Inglaterra o España aspiraban ocasionalmente al título de emperador, que se conseguía ofreciendo grandes sumas a los siete príncipes electores (tres arzobispos más el rey de Bohemia y tres nobles principales).
Y antes, aquí el video, bien hecho,
https://www.youtube.com/watch?v=MLziWQM6C6s
Hala, a compartir….
Lo hice en alta resolución y con audio de calidad ….
Por cierto, a ver cuántas visualizaciones alcanza….
Por lo que se refiere a Inglaterra, había aspirado a dominar Francia, originando la guerra de los cien años. Casi coincidiendo con la caída de Constantinopla, los franceses había logrado por fin expulsarlos de Francia con la excepción de Calais. Con cierto lejano parecido a lo que había supuesto la derrota de Ankara para los otomanos, el resultado fue una sangrienta y ruinosa guerra civil entre las casas de York y de Lancaster, que iba a prolongarse con altibajos más de treinta años, hasta 1485 u 87. El pretendiente Lancaster, Enrique VII, contemporáneo de los Reyes Católicos, se impuso finalmente, y unió por matrimonio las dos casas rivales, inaugurando la dinastía Tudor. Siendo bastante impopular por su codicia, reforzó su posición apoderándose de las tierras de los nobles enemigos o muertos durante la guerra, y reforzando los impuestos con diversos pretextos, como la guerra con Escocia o con Francia (para mantener a Bretaña independiente, mientras hacía pagar los gastos a los bretones). Los impuestos así conseguidos iban a su peculio particular. Pese a que su victoria en la guerra civil debió bastante al dinero y la ayuda franceses, su política exterior buscó debilitar a su poderoso vecino, mediante alianzas matrimoniales. Así casó a su primogénito Arturo con Catalina de Aragón y a la prematura muerte de aquel, con su segundo hijo Enrique, que le heredaría; y casó a su hija Margarita con Jacobo IV de Escocia, para apartar a este de la influencia francesa, sin conseguirlo del todo. En general, debilitó el poder de la nobleza y procuró expandir la cría de ovejas y los textiles en estrecha relación con los Países Bajos, lo que mejoró la economía, pero inauguró una política en que “las ovejas mataban a los hombres”, como se diría.
La alianza matrimonial con España parecía inaugurar una política exterior común entre las dos naciones en perjuicio de Francia, pero los avatares de la historia no tardarían mucho en convertirlas en rivales. Inglaterra no era un enemigo demasiado temible: aunque tenía una población poco inferior a la de Castilla, no era un país rico, y en la guerra de los cien años, la flota castellana había derrotado repetidamente a la inglesa y hostilizado el sur de la isla. Además, estaban los problemas derivados de su aspiración a dominar la islas británicas. Tradicionalmente Londres estaba (y seguiría) enfrascado en hostilidades con Escocia; todavía a principios de siglo los galeses se habían rebelado, recobrando su independencia por breve tiempo; e Irlanda había aprovechado la guerra de las dos rosas para reducir en la práctica a casi nada la presencia, lo que daría lugar a una nueva guerra de conquista, ya en el siglo XVI.
Leo que Pancho I de la Pampa y de la Pachamama va a dar un espaldarazo al Doctor, reuniéndose con él en breve. Como hizo con Mauro. Es un papa delincuente.
Veía hace semanas unos vídeos de unos chiflados useños besando los pies de unos negros de su vecondario y demás …. ¿a que no se imaginan quién lo hizo también?.. ¡el Frank!,
https://youtu.be/wqoxT6OXvwg
El fármacol de PharmaMar
https://www.abc.es/sociedad/abci-medicamento-contra-cancer-pulmon-puede-ayudar-coronavirus-202010170106_noticia.html
Desde el punto de vista social y político, el derrumbe del Imperio romano provocó en toda Europa centrooccidental una enorme inseguridad, violencia y pobreza, que generaron sistemas políticos muy similares: monarquías apoyadas con escasa estabilidad en oligarquías nobiliarias a menudo levantiscas, y en un aparato eclesiástico. La capa nobiliaria y el alto clero integraban casi exclusivamente a las oligarquías bárbaras, de origen germánico, y poseía grandes extensiones de tierras. Aunque la esclavitud fue mermando, la masa de la población se componía de campesinos, protegidos por la nobleza a cambio de una mayoritaria servidumbre con escasos derechos. Los nobles aseguraban (y destruían) la paz, los caminos y el comercio, cobrando impuestos más o menos pesados que lo encarecían. Entre el campesinado y la oligarquía vivía una capa intermedia de artesanos, comerciantes y en general habitantes de las ciudades. Cada persona permanecía toda su vida en el estado social en que había nacido, si bien existía una limitada promoción hacia arriba a través del dinero y el clero, y hacia abajo, por el arruinamiento de algunos potentados.
Este sistema, que recuerda al sistema de castas establecido por los arios en India, fue racionalizada o sacralizada como división social en estamentos: oratores, bellatores, laboratores, es decir, religiosos, guerreros y trabajadores, los dos primeros con sus leyes particulares o privilegios. Los oratores debían asegurar la religión y la moral, así como mantener la cultura y una limitada enseñanza, a través principalmente de los monasterios. Miles de personas, a menudo por huir de la inseguridad reinante, poblaron generación tras generación los cientos de monasterios que salpicaban el continente. Con sus votos de pobreza, castidad y obediencia, se sujetaban a una disciplina y a una organización racional que rompía en parte la rígida diferenciación de tareas: “ora et labora” era el leme benedictino. Así, los monasterios desempeñaron un papel decisivo en la conservación o creación de bibliotecas y libros clásicos, la ampliación de las tierras de cultivo, saneamiento de pantanos, el desarrollo de técnicas agrícolas y artesanales, prácticas hospitalarias y comercio; algunos eran centros intelectuales de gran influencia. La organización en obispados, a veces belicosos, tuvo a su vez la mayor incidencia como aparato paralelo al poder político, a menudo con conflicto con este y también racionalizador del mismo a partir del papado.
El grupo de los bellatores, cuyos privilegios se justificaban en su código de honor que les obligaba a jugarse la vida por mantener la paz interior y la defensa exterior de los territorios, descendía de los jefes germánicos y sus séquitos, para quienes la guerra era una virtud más que un mal, de acuerdo con su religión. Aquellas costumbres no cedieron por completo ni mucho meno al cristianizarse, y el reconocimiento de un monarca a la cabeza de ellos no excluía conflictos y contiendas muy frecuentes entre facciones nobiliarias o de algunas de estas con la realeza. En la práctica, la historia política de Europa hasta entonces podría sintetizarse en líneas generales como una pugna nunca bien resuelta entre el principio monárquico y el oligárquico con sus pactos a menudo vulnerados, y en reyertas entre facciones nobiliarias.
Para reforzar su autoridad, los reyes procuraban adquirir tierras, ciudades y medios que hicieran su poder más efectivo. Para ello buscaban apoyo de ciudades y las capas medianas y bajas de la sociedad, aunque sin comprometerse a fondo, pues en definitiva dependían de la oligarquía nobiliaria. Las Cortes y parlamentos, un principio de democracia, habían ampliado la base del poder, pero sus presiones solían girar en torno a privilegios para cada grupo social representado (burgueses, clero y nobles), resultando en cargas que recaían sobre “los de abajo”, los no representados campesinos. Con todo, estas tensiones habían abierto nuevas formas de poder y dinamizado a la sociedad europea.
El sistema estamental creado en la Edad de supervivencia no permaneció estable, sino que fue evolucionando: las ciudades y el comercio cobraron creciente importancia, la servidumbre campesina se fue debilitando, el campesinado libre adquirió mayor peso, en la nobleza fueron entrando, por el dinero o la cultura, nuevos elementos, y precisamente a finales del siglo XV el principio monárquico iba imponiéndose, en España y enseguida en Francia e Inglaterra, aunque nunca llegara a hacerlo en el sacro Imperio. Pero, con todos sus cambios y evoluciones, el régimen estamental demostraría una extraordinaria capacidad de supervivencia. En realidad no iría desapareciendo de Europa hasta finales del siglo XVIII y a lo largo del XIX, entre revoluciones y contiendas civiles.
El Papa parece que quiere olvidar que Franco salvó a los católicos de un genocidio aún mayor que el que efectivamente se llevó a cabo. Y también parece olvidar que, de no ser por España, el catolicismo no tendría ni de lejos la implantación e influencia que para bien y para mal tiene ahora. Sin la espada española, el catolicismo sería, a día de hoy, otra secta exótica más, como las miles de confesiones evangélicas que hay.
Panchomamo, o Panchamama, se le podría llamar al Papa éste.
Son sugerencias.
Fleco pendiente para Jaquejaque:”objeción peliaguda siquiera” significa objeción peliaguda por lo menos.
Un viejo tuit de Pepe García Domínguez que está muy bien:
“Africa Center! Ah, estos pijos cosmopaletos de la meseta que se derriten con todo lo que se pueda decir en inglés”.
Nuevo hilo