(O. Jayam, VIII) Éxito y moral
Decíamos que la noción de sentido en la vida corriente, que quizá nos permitiera valorar la vida en su conjunto, está estrechamente ligada a la idea de finalismo. La acción humana, en lo que tiene de consciente, funciona por objetivos o finalidades, de modo que sería el éxito o el fracaso de ellos lo que nos diera el criterio para valorar su sentido: encontraríamos este al final de la vida, haciendo un balance de éxitos y fracasos; y sin pensarlo mucho, es lo que hacemos habitualmente.
Pero el ejemplo dicho nos pone sobre otra pista: “¿diríamos que la vida con más sentido en el siglo XX ha sido la de Stalin, puesto que triunfó en casi todos sus propósitos y a una escala gigantesca, por encima de cualquier destino individual?” El tema merece reflexión. Hoy poca gente elogiaría a Stalin como un modelo de sentido, más bien al contrario, pero sus éxitos son un hecho objetivo, y si su valoración ha de depender de ellos, la cosa no tiene vuelta de hoja. Podríamos hacer remitir esa valoración al consenso de la gente, y como el consenso nunca es unánime, al mayoritario. De hecho el consenso de admiración a Stalin fue amplísimo en su vida y después de su muerte. Hoy ya no es así, pero ¿valdría más lo que se piensa ahora que lo que se pensaba antes? ¿Y cómo estar seguros de los consensos futuros?
El sentido, en definitiva es otra palabra para el valor de la vida. Y con el ejemplo anterior nos percatamos de que, si bien está ligado al éxito en las finalidades propuestas, no puede ser este su único criterio. Debemos incluir otro factor: lo que solemos llamar “la moral”. Diríamos entonces que los éxitos de Stalin resultan moralmente inadmisibles, que son los éxitos del crimen y la tiranía…, que el éxito puede ser insensato, moralmente absurdo. Dejaremos de momento aquí la reflexión, no sin advertir que así como el criterio del éxito es bastante simple y evidente, casi cuantificable, el de la moral resulta mucho más evanescente, más incluso que el de la opinión consensuada.
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La cuestión de Lenin (1)
Acabo de leer la biografía Lenin, el inventor del totalitarismo, por Stéphane Courtois, traducido por Julia Escobar y con prólogo de Jiménez Losantos. El trabajo revela hasta qué punto se trató de un personaje desalmado, en cuyos mecanismos psicológicos y y sociohistóricos intenta penetrar el autor con notable agudeza. De entrada, la paradoja de que haya gozado de tanto crédito y admiración el creador del Gulag, del asesinato en masa de cualesquiera resistentes, de un estado radicalmente liberticida. Admirado no solo en la URSS, donde el culto al personaje lo imponía por una mezcla de propaganda asfixiante y terror, sino entre gran parte de las élites intelectuales occidentales, no necesariamente comunistas: es el culto al éxito como medida del valor de la vida.
El intelectual Lenin solo conocía el trabajo físico de referencias, pero en cambio tenía gran habilidad –e inteligencia– para jugar con conceptos abstractos e hilvanarlos. Courtois cita la frase alucinadamente reveladora de un teórico utopista, M. V Petrachevski: “Como no encuentro nada que me parezca digno de aprecio entre los hombres ni entre las mujeres, me dedico al servicio de la Humanidad”. Así, es posible sacrificar a los hombres y las mujeres indignos del aprecio de quien se siente su juez por su autoidentificación con la Humanidad. Lenin no era utopista, se consideraba científico y no pensaba en la humanidad en general, como hacían los utopistas, sino en el sector de ella, el proletariado, que debía liberarse y con su liberación, eso sí, liberar al resto de los humanos. En fin de cuentas era muy parecido. Y, por supuesto, en nombre del Proletariado estaba dispuesto a sacrificar a los proletarios reales, pero desgraciadamente indignos de su aprecio, a privarles de todo derecho y masacrarlos, como efectivamente hizo cuando estos le ofrecían resistencia.
En la actualidad el Proletariado ha perdido prestigio, y las concepciones totalitarias encuentran medios más suaves y por así decir femeninos, que el terror, pero la lógica interna permanece igual, en nombre de la Humanidad, de la Mujer, de la Ecología… El objetivo lo anunció Tocqueville, “despojar a los hombres de los principales atributos de la humanidad”. Atributos tan desconcertantes e incontrolables para sus salvadores.
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Sería muy interesante una revisión de la Segunda Guerra Mundial desde el punto de vista español, que pueda proporcionar una perspectiva en parte novedosa de aquel acontecimiento que marcó el destino de Europa: 176 – Revisión de la II Guerra Mundial | Las “solas y borrachas” – YouTube
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Sobre el comentario de Bellón (de una charla informal)
Me ha sorprendido el comentario de F. Bellón sobre tu novela Cuatro perros verdes: “Hay muchas y variadas novelas escritas en aquella época y sobre aquella época”. En cambio tú has dicho en el blog que apenas hay literatura sobre aquellos años, como si aquella generación se avergonzase de sí misma. ¿Quién tiene razón?
Pues no lo sé. Me gustaría que Bellón hubiera citado algunos ejemplos de esa literatura. No es que no existan testimonios y conozco algunas novelas centrada en aquellos ambientes de época, pero francamente mediocres, en mi opinión. Ahora mismo no tengo ninguna en la cabeza. La trilogía debería recoger el paso del tiempo entre una década marcada por el esfuerzo épico y la violencia, a otra de paz, de preocupaciones muy distintas, para terminar con una tercera, el tiempo actual, tan diferente de los anteriores. El paso del tiempo en España, no como historia, sino como relato en cierto modo mítico.
¿De verdad crees que existe una vergüenza generacional?
Sí, como existe una vergüenza generacional respecto a la guerra civil y la posguerra, porque la versión dominante es que ganaron los malos y que la vida se reducía a la descrita en La Colmena. Siempre me sorprendió que los vencedores hubieran sido tan incapaces, ya durante el franquismo, de expresar literariamente aquella época, sus enormes dificultades, sus hazañas y sus miserias… Que lo hayan hecho sus enemigos.
Se entiende: han sido sus enemigos quienes la han retratado, pero la generación de los 60, es decir, la tuya misma, ha triunfado realmente. Ha sido la que luchó contra el franquismo, la de la transición, la de los progres, ¿cómo podría avergonzarse?
Veamos: en la novela hay tres personajes antifranquistas: Chano, Diego y una hermana de Diego, llamada Luisa. Chano es antifranquista demócrata, Diego comunista, y la hermana una “progre-moderna”. ¿Les ha ido bien? Chano no puede hacer nada, es demasiado joven y llega demasiado tarde, y aunque simpatiza con los comunistas, también desconfía de ellos. Aquellos que podrían reflejarse en él no podrán invocar posteriormente ningún mérito. La “moderna” es tan antifranquista como anticomunista, y apenas aparece en el relato porque realmente tampoco pesaban casi nada en el ambiente, aunque tanto entonces como después lo “pasaban bien”, a su manera. Los que podrían jactarse serían los comunistas, solo que las cosas discurrieron luego de modo muy distinto a como esperaban. Es muy difícil sentirse orgulloso de todo aquello. Bueno, también está Telesforo, el etarra…
Me suena alguna novela que ganó algún premio, sobre la ETA, creo que hay varias.
Me suena también, leí algún trozo, mezclaba a Dios en el título. Me pareció una tontería muy beata, falsamente trágica.
Pero, ¿acaso Diego, el comunista, no resulta un excelente personaje literario? A mí me pareció así, sobre todo visto desde la perspectiva actual: invencible en su argumentación, la funda en datos reales, el comunismo avanza, el imperialismo está corroído desde dentro, en sus propias fábricas de cuadros, de futuros gestores, es decir, en la universidad, cuando la propia Iglesia parece que se le rinde… ¿No sería un gran tema? Has hablado de El cero y el infinito, de Koestler, pero esa novela aborda el tema cuando el comunismo acaba de vencer al nazismo y goza de mucho crédito en el mundo. ¿Cómo podría Diego sospechar la implosión de su modelo soviético?
Efectivamente. No lo podía sospechar nadie. Resultaba que la enorme superpotencia useña estaba perdiendo en la lucha contra un país militarmente y económicamente insignificante, como Vietnam, cuya resistencia estaba descomponiendo por dentro a la propia sociedad useña… Ho Chi-min había dicho: “En las circunstancias internacionales actuales, un pueblo pequeño, unido bajo un partido marxista-leninista, puede derrotar a cualquier agresor”, o a cualquier superpotencia, algo por el estilo. Parecía la demostración práctica de hacia dónde apuntaba la historia. De todas maneras estas cuestiones en la novela no son lo principal. Diríamos que trata la reacción de personajes muy distintos ante aquellos ambientes, en gran parte políticos, pero no solo ni siquiera principalmente. No es una novela política. Yo creo que la gente de mi generación no ha sabido captar el trasfondo que se suele llamar humano de todo aquello, porque no lo encuentra atractivo ni sugerente. Claro que no he leído ni mucho menos todo lo que se ha publicado…
¿No es todo eso del sentido de la vida una distracción? Nosotros no conocemos la trama de la vida…. es como si la Soraya y la Cospe se pasaran episodio tras episodio intentando averiguar la trama, que sólo lo sé yo… lo suyo sería que hagan bien su papel en cada episodio… ellas no saben como va a terminar, ni lo que van a hacer en el siguiente episodio… nosotros tampoco…
Uno puede tener éxito o fracasar así de manera clara en pequeños asuntos o tareas… pero decir que alguien ha tenido “éxito en la vida” supone saber antes de qué va la vida… saber la trama.. y nadie lo sabe …
Nosotros no podemos saber si la vida de Sgalin tuvo sentido… nosotros no hemos creado la trama, ni puesto el decorado, ni puesto al resto de actores, ni nada…
Es decir, lo que nos interesa es entender el presente y actuar bien en él…
Nosotros no sabemos la trama de toda la obra… tampoco sabemos si estamls en el acto III o en el acto VIII, ni sabemos quiénses son los personajes principales ni quiénes los secundarios…
Podemos conocer a algunos (muy pocos del total) personajes, porque viven a la vez que nosotros, y cerca, o sea. en el mismo acto que nosotros,…. y además: no tenemos ni idea del futuro y el pasado lo conocemos mal.
Cuando se termine la obra entera, igual el autor nos dice de qué va, y de qué va la vida de cada cuál… y si hemos hecho nuestro papel bien o mal….
Esto tiene mucho que ver con el fin del mundo…
Si le hubieran dicho al Fukuyama (El fin de la historia) cómo sería el presente actual no se lo cree… otro que tal baila, así por la vida como si conociera el futuro, como si conociera la trama de la historia… como los marxistas…
Pero el identificarse con la humanidad, no necesariamente es sinónimo de ser un psicópata. Si uno es humano, ¿cómo no se va a identificar con la humanidad?
No sé. En un permanente culto a la guerra, la competitividad, el éxito, etc. siempre se rinde homenaje al vencedor, al héroe de guerra, al que gana mucho dinero, etc. Y parece como si hubiera que pisotear de manera inmisericorde al pobre, al manso o al desertor. Pero también existen los músicos, los misioneros que trabajan en silencio contra la pobreza sin tanto autobombo, etc.
Stalin fue un gran personaje público, como también lo fue por cierto, Teresa de Calcuta. En un mundo que no rindiera tanto culto a la guerra, a las desgracias, al dinero por el dinero y el poder por el poder, que viera el vaso medio lleno y no medio vacío, posiblemente rendiría tributo a Teresa de Calcuta, antes que a Stalin. Pero ciertamente los comunistas son enemigos de la caridad y para los liberales computa, pero no cuenta. La mentalidad liberal es: si puedes quedarte con 30.000 millones de dólares, ¿para qué realizar obras de caridad? Normal que prefieran como prototipos a Rockefeller o a Bill Gates, antes que a Teresa de Calcuta.
Luego también hay un culto a la espectacularidad belicista. Se rinde culto a la guerra y a las desgracias, sólo porque son más espectaculares. Se rinde culto al éxito, porque es más espectacular. Incluso diría que toda esta pantomima del virus se ha creado, porque la vida no era lo suficientemente espectacular. Incluso en las buenas acciones, se rinde culto a la espectacularidad. Si uno acoge mansamente a un sin techo, o apadrina un niño, le está salvando la vida. Pero eso no es tan espectacular como el bombero que apaga un fuego o el policía o militar que se juegan el tipo, o el médico que te salva cinco años de vida, aunque te deje hecho polvo. Entonces, aunque valga lo mismo, para el mundo liberal, las buenas acciones digamos normales, no es que no cuenten, es que ni siquiera computan. Y lo mismo pasa con el culto a las vícitmas: se rinde únicamente culto a las víctimas, o a los muertos, cosa que está bien. Pero parece que si vives pacíficamente y no eres víctima de algo, entonces no mereces ningún homenaje. Se celebra la muerte y además malamente, y encima como algo triste, y cuanto más rápido el funeral, mejor. Pero no se celebra la muerte como algo alegre, ni mucho menos la vida. O sea: que como muchos de los grandes pintores: vales más muerto que vivo. Es más mediático, más espectacular.
Y tampoco se rinde homenaje al que limpia el campo de despojos, minimizando así el riesgo de incendios. Y ese está haciendo algo que vale por lo menos tanto, como lo que hacen los bomberos. Y es tan digno de elogio y de reconocimiento social. Pero no es tan espectacular, así que ni siquiera computa.
Y luego, al que recoge los desperdicios se le desprecia diciéndole que jamás ha tenido que apagar un gran incendio. Como apagar un gran incendio, es una buena acción, parece que el no haberlo hecho, por no haber tenido la necesidad ni haber sido profesional del fuego, le rebaja a la suela del zapato del bombero. O sea que las buenas acciones, sin espectacularidad y sin riesgo, pero igualmente eficaces, no cuentan para nada en el mundo liberal.
Muchas buenas acciones pasan desapercibidas y salvan vidas: apagar bien una colilla, ser limpio y ecológico en el campo y en la ciudad, circular bien por la carretera evitando accidentes, cruzar bien la calle evitando percances, etc. Pero no son nada espectaculares, más que por los efectos.
Bueno, dije “nos interesa”… mejor dicho “me interesa”…
“la historia se dirige al comunismo, es inevitable”, vienen a decir los marxistas… porque lo dicen ellos… y además que lo saben de una manera científica… allá ellos…
… más que un conocimiento es un deseo…
Por cierto, si consiguen lo de la inmortalidad… tendrán que prohibir la reproducción…
El otro día en La Sexta buscaron un contrargumento a lo de “socilaismo o libertad”… los periodistas se pusieron a buscar en los archivos y encontraron un eslogan del psoe de 1979, “socialismo es libertad”…
No quiero decir que no me interese el pasado, ni mucho menos, sino que el pasado lo conocemos mal… ciertos episodios los podemos conocer mejor que otros.. pero en su totalidad conocemos mal el pasado… normal… es que no podemos…
El futuro, como mucho algunas predicciones cercanas, usando la lógica… pero incluso así fallan a menudo…
Sobre el éxito lo mismo: si no sabemos de que va nuestra vida ni la de nadie, tampoco podemos saber si han tenido éxito o han fracasado…
Y además, que la vida no es nuestra vida…
Cada consejero del CAC cobra más de 110.000 euros anuales:
https://cronicaglobal.elespanol.com/amp/tv3-cac-loppacher_459259_102.html#anchor2
La linde se ha acabado DJ. Estoy dispuesto a concederles que son usted y DH un dechado de virtudes, pero, de verdad, suelten ya la tiza. Ustedes no se cansan, pero yo sí: hay más temas que el de su incomparable bondad y mi horrible maldad.
Me he fijado que últimamente los programas de la mañana (y que terminan sobre las 13:30) de Tele5 y Antena3 terminan recomendando algún libro… siempre salen mujeres en la portadas… ayer la de Tele5 nos recomendó leer “Reina Roja”…
Ni que fuera la primera vez que nieva en marzo o en abril… los gilipollas estos…
Ya tienen algo que hacer los periodistas con la “ola de frío”… les encanta, se lo pasan de puta madre con el tema…
Nuevo hilo