Hispanicidio / Perturbados y pervertidos / Error de perspectiva
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Hispanicidio
Pocas cosas me causan más desaliento que repasar el blog desde el principio, o el que publicaba en LD. La cantidad de temas que he tratado, las denuncias de unas tendencias de fondo que amenazan con volver al país a “las andadas”…, sin la menor utilidad práctica, es decir, sin que se hayan transformado en debate intelectual o en política. Bueno, ha surgido VOX, no sé si debe algo a este esfuerzo mío o no, pero aun así, soy consciente de que ahí se ha metido gente cuya mentalidad sigue siendo pepera, si contar la basura que hayan introducido los golfos del CNI. Tengo esperanza en VOX, sobre todo en Abascal, y soy consciente de las dificultades que enfrentará ese partido, no solo por el odio que le tienen los demás, auténtica chusma corrupta, que lo ven como el gran enemigo común (lo de la coalición que propone el tío del Máster es precisamente contra VOX), sino también por los peligros internos. Hay cosas que todavía le faltan y que pueden facilitar la demagogia: una política internacional, que en mi opinión debe ser neutralista, arrostrando incluso la salida de la UE; una política cultural; y una política histórica, sin leyes totalitarias. La propia dinámica de los hechos irá imponiendo estas necesidades, sin las cuales la alternativa quedará a medias o se diluirá.
Sobre el PP, debo decir que medio me creí un tiempo a Aznar. Medio solo, claro; y hasta pensé que su condena del alzamiento del 18 de julio era una cuestión menor o secundaria, cuando indicaba ya un cambio en profundidad: la asunción de toda la demagogia frentepopulista, de la cual Rajoy y las leyes de Zapatero solo eran la consecuencia lógica. Me di cuenta de lo que realmente era el PP cuando escribí el folleto Contra la balcanización de España, pensando ingenuamente que el PP entendería su hispanicida complacencia con los separatismos: “Esto le vendrá muy bien al argumentario del PP”, supuse. No podía estar más equivocado. La, digamos, complacencia del PP con los separatismos era estratégica, con base ideológica democristiana, católica (Pujol, Arzallus y el gobierno de UCD eran democristianos). Es decir, no se trataba de errores momentáneos o subsanables, sino de una concepción general. El PP no ha sido nunca un partido prohispano, sino proeuropeísta.
Importa también entender la consistencia de ese europeísmo del PP. Significa que España, su soberanía, su cultura y sus intereses generales, deben supeditarse y terminar disolviéndose en lo que ellos llaman “Europa”, un concepto que jamás se han ocupado en analizar y de cuya historia tienen solo ideas vagas y simples, inspiradas en un “europeísmo” nuevamente de raíz democristiana que ha derivado en socialdemócrata y crecientemente totalitaria (lgtbi, abortista, feminista, multiculturalista, de habla inglesa…). Un europeísmo desarrollado sobre todo después de la II Guerra Mundial, en la que España, sabiamente y gracias al franquismo, no participó. Pero ante todo ese europeísmo exige condenar al franquismo, lo cual significa, muy literalmente, condenar a España, repito, su historia, su cultura y su soberanía. Ellos creen que “el futuro va por ahí”.
Decía Julián Marías que el PSOE tenía una idea negativa de la historia de España. Algo así le ocurre al PP, aunque finja sentirse “orgulloso” retóricamente. Lo que ha querido el PP es olvidar esa historia para adaptarse a una “Europa” que no existe ni ha existido nunca tal como ellos la imaginan. Porque lo suyo no es análisis, es puro espejismo, futurismo imaginativo.
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Crónica. Perturbados y perversos
**Es realmente alucinante que el PSOE, el partido de historial más corrupto de España, haya sentando en el banquillo de los juzgados y sobre todo de la opinión pública a otro partido, el PP, también corrupto pero solo aprendiz de él.
**Habla Macarena Olona de Cuando Pedro Sánchez dio un paso al frente y se erigió en gran defensor de la regeneración democrática. Hay que recordar su discurso tan extraordinario en la moción de censura contra Rajoy… yo te tengo que decir que le creí, yo confié en él”. No sé si se puede expresar más tontería o más ignorancia en estas frases, siento decirlo.
**Juana Rivas es una mujer mentalmente perturbada y sexualmente perversa. El gobierno se ha solidarizado con ella. Nada más lógico, porque también se compone de perturbados y perversos. El problema es que esa gente manda en el país. ¿Cómo hemos llegado a esto?
**Exigir el 25% de enseñanza en español en Cataluña ni es constitucional ni es ningún éxito político. Es la prueba de la degradación cultural y política a que han llevado al país unos políticos abyectos, sean del PP y del PSOE
**Está en cuestión la unidad de España y la democracia, pero casi todos los políticos y “analistas políticos” están muy preocupados por las encuestas amañadas que ellos mismos fabrican.
**Un aspecto esencial del antifranquismo es su caricaturización y ataque sistemático a la cultura española. De gran efecto: ¿por qué no hay reacción contra la colonización por el inglés? Porque han conseguido que la gente pierda conciencia de su propia cultura.
**Alvo: “Lo de “Política para adultos”, de Rajoy, suena a película pornográfica”. Divertido relato montado sobre esa versión.
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Un error de perspectiva
Es difícil vencer el tópico de que el mundo de hoy tiene poco o nada que ver, con el pasado. “Hay que mirar al futuro”, insisten, como si mirándolo lo vieran. Una lección interesante del siglo XX es la cantidad de perspectivas y profecías fallidas, de análisis de los hechos que al poco tiempo quedaban trastocados. Pero la idea se presenta también de modo negativo: ver la historia como un mero entretenimiento en el que disfrutamos de “lo bien que estamos” en comparación con nuestros abuelos o nuestros antepasados. No es que el interés por el pasado haya decaído, al contrario, los libros, novelas, artículos de prensa con ese tema abundan más que nunca. Dentro del vasto público de “entretenidos” existe el mucho más restringido de los “serios”, que en mi opinión no lo son la mayoría (véase la Galería de charlatanes), empezando por la concepción técnico-económica del pasado (y del presente), no digamos por la influencia derivada de las ideologías actuales. Ejemplo reciente (desde el punto de vista histórico): la república y el frente popular podrían interesar como una diversión para comprobar la mayor riqueza actual, pero no nos dirían nada sobre los problemas de hoy. Ya he demostrado que no es así: los viejos problemas, que parecían superados, han resurgido con fuerza, por la falsificación ideologizada de unos y la insuficiencia de análisis de otros. Por eso he aprovechado dos aniversarios: el del nacimiento de la república y el del final del frente popular para escribir sendos libros de síntesis. Debieran haber suscitado debate. No ha sido así, nunca es así. Quizá porque las posturas contrarias solo pueden sostenerse con el ninguneo o, mejor, con leyes totalitarias.
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Pancho y Yolanda: encuentro de estadistas (PDF)
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No compréis en tiendas de blancos
San Pablo mandaba que los cristianos obedeciesen concienzudamente al poder, sin discutir su autoridad más que en los casos en que se identificase al soberano político con la divinidad, como ocurría con los emperadores romanos, situación en la que el cristiano debía negarse, aun afrontando el martirio, sin por ello rebelarse. Isidoro de Sevilla había negado la autoridad del poder si no era justo, pero también sin plantear la rebelión, pues un poder tiránico podía interpretarse como castigo divino por los pecados del pueblo. El poder aseguraba el orden y debía asegurar la justicia, pero a falta de esta, incluso el orden tiránico sería un mal menor, por cuanto su desaparición multiplicaría las injusticias. Básicamente, esta venía a ser la postura en toda Europa.
Otra faceta del asunto era la interpretación que pudiera darse al aserto del origen divino del poder. Así, es característico que en Rusia se interpretase como poder absoluto del monarca. Iván IV el Terrible, contemporáneo de Carlos I y de Felipe II (1547-1584), razonaba en cartas a Isabel de Inglaterra que si Dios otorgaba directamente el poder a los reyes, estos podían ejercerlo sin limitaciones, pues ¿qué clase de soberanía era la que admitía asambleas de ciudadanos u otros poderes intermedios con capacidad decisoria? “Todos los súbditos son iguales ante el zar, y están obligados por Dios a ser los esclavos del zar”. Para cumplir la voluntad de Dios, el zar debía hacer el bien, premiando a los buenos y castigando a los malos, problema solventado de entrada por cuanto él mismo, portavoz de la voluntad divina, decidía quiénes eran unos y otros: los buenos serían quienes se plegasen incondicionalmente a sus exigencias, y los malos los reticentes y rebeldes. La iglesia ortodoxa hizo alguna resistencia pasiva, rara vez activa, al concepto autocrático de Iván el Terrible, que, consecuente con su concepción general, se impuso sangrientamente sobre la oligarquía de los oligarquía de los boyardos. Organizó una especie de guardias pretorianas adictas en exclusiva a él, los streltsí, y después los opríchniki, cuyo terror masivo creó un clima de sumisión temerosa. Se les estima a veces como precedentes de la policía política bolchevique, pues también sus jefes sufrieron represiones brutales.
Pese a tales interpretaciones y prácticas, Iván amplió su base de poder atrayéndose a parte de las oligarquías urbanas y de la nobleza menor por medio de una asamblea semejante a las Cortes españolas, el Zemski Sobor, y se aseguró la colaboración eclesástica mediante un concilio convocado ad hoc. Quien perdió de modo absoluto fue la masa de campesinos mediante un código legal que los fijaba a la tierra en condiciones de esclavitud. Al mismo tiempo dio impulso a la expansión rusa por Siberia y acabó definitivamente con la amenaza turco-mongola. Su expansión hacia el oeste quedaría frenada en cambio por los ejércitos de Suecia, Polonia, Lituania y la Liga Hanseática.
Iván heredaba asimismo la concepción bizantina por la que el poder religioso se supeditaba al político, mientras que en el catolicismo se planteaba una clara separación a partir del papado, con intentos de este de dirigir directamente a los políticos, fuente de incontables conflictos, incluso bélicos. La idea de una supeditación de las iglesias a los poderes políticos reapareció en Eruopa occidental precisamente con el protestantismo.
La tradición en España, desde la Reconquista, era muy distinta. Las Cortes imponían un poder parcialmente compartido con el monarca y las oligarquías nobiliarias, y la servidumbre de la gleba había sido más débil que en el resto de Europa y había prácticamente desaparecido. La idea de que el poder político dominase al religioso o a la inversa, no se admitía, aunque los Reyes Católicos habían sujetado en buena medida a la Iglesia
La tradición en España, desde la Reconquista, era muy distinta. Las Cortes imponían un poder parcialmente compartido con el monarca y las oligarquías nobiliarias, y la servidumbre de la gleba había sido más débil que en el resto de Europa y había prácticamente desaparecido.
Esto es reduccionista, pues trata a la España medieval como a un todo
En la Corona de Castilla las Cortes tenían poco poder, y en regiones como Galicia y Cataluña la servidumbre estaba muy presente. La sentencia arbitral de Guadalupe es de Fernando el Católico, ya no muy lejos del siglo XVI
Las Cortes de León son las más antiguas de Europa, y suponían un principio de poder compartido, empezando por que los reyes debían ser reconocidos por ellas y los subsidios dependían de ellas, aunque luego la cosa se aplicase mejor o peor. Cuando la Escuela de Salamanca, la servidumbre había desaparecido prácticamente en España, donde, salvo en Caraluña y Galicia, había sido mucho más llevadera que en el resto de Europa.
La corona inglesa mantenía una posición de principio no disímil de la de Iván, ya que el monarca reunía directamente el poder político y el religioso. Enrique VIII e Isabel I siguieron de hecho el principio protestante cuius regio eius religio –no muy coherente con la libre interpretación de la Escritura–, e impusieron su religión a sus súbditos, aplastaron sin piedad la resistencia católica y la de Irlanda, también ligada al catolicismo, y montaron un eficaz servicio de espionaje interno, si bien no llegaron a los extremos del zar. Además se había asentado una tradición parlamentaria que condicionaba a la monarquía más que en otros países.
En cuanto a la soberanía regia, muy robustecida por los Reyes Católicos tras el período de anarquía oligárquica, tampoco se parecía en casi nada al de Iván el Terrible, pues la interpretación del origen divino del poder tomó en España un rumbo muy diferente del de Rusia. Y también del de Inglaterra. La Escuela de Salamanca distinguió siempre el poder temporal del espiritual, idea arraigada en la mentalidad española, que la alejaba de programas como el anglicano. Francisco de Vitoria adjudicó al papa solo autoridad espiritual, que no debía emplear para entrometerse en la temporal del emperador o de los reyes. El emperador carecía de potestad para dictar la acción eclesiástica, como solía pretender desde Carlomagno, y no representaba políticamente a la cristiandad, sino solo a la parte de ella bajo su control directo.
Esta concepción general fue teorizada, entre otros por Luis Molina: Dios no otorga el poder directamente al monarca, que viene a ser más bien un administrador de la soberanía. La soberanía recae, entonces, en los individuos del pueblo, los cuales nacen libres y con derechos naturales que el rey no puede oprimir. Su teoría destacaba la individualidad en un grado desconocido hasta entonces. No obstante, Molina justificaba la esclavitud en casos excepcionales, por ejemplo como alternativa a la pena de muerte o en caso de guerra, para resarcir al bando “justo” por los daños causados; pero rechazaba como ilegítimo y motivo de condenación eterna el tráfico de esclavos organizado por portugueses, ingleses y holandeses; en el que los españoles participaban poco, pero no dejaban de comprar tal mercancía humana para sus plantaciones.
Entrado ya el siglo XVII, Jacobo I de Inglaterra, sucesor de Isabel, a las ideas anglicanas sobre el poder divino. Según él, la soberanía del monarca no podía ser compartida porque era “anterior a cualquier estado, parlamento o ley”, y como propietarios iniciales de toda la tierra, “los reyes fueron los autores de las leyes y no las leyes de los reyes”. Y en 1613 obligó a sus súbditos a jurarle fidelidad como máxima potestad política y religiosa. Esta concepción del poder no satisfizo a los intelectuales españoles. El jesuita Francisco Suárez, uno de los pensadores más influyentes por entonces en Europa, escribió su Defensio fidei catholicae adversus anglicanae sectae errores, que no solo trataba cuestiones religiosas o teológicas, sino que abordaba un pensamiento político en profundidad. En su versión, Dios no concede el poder directamente al monarca, sino al pueblo, que lo transmite libremente al rey mediante un pacto modificable. Por ello, el poder “es de derecho humano”, no directamente divino, y más o menos amplio según establezca el libre pacto. El rey no media entre la voluntad de Dios y el pueblo, sino al revés, el mediador es el pueblo.
Suárez también rechazó la concepción maquiavélica del poder como una realidad con sus reglas particulares e independientes de la moral. Por el contrario, el poder estaría sometido a la ley moral y a la obligación de servir al bien del pueblo que lo ha otorgado. Por tanto, el poder político es limitado, y en este sentido y en su origen popular, democrático. No es que Suárez creyera a la democracia, en su equívoca acepción desde Aristóteles, un buen sistema, pero la admitía como legítima y en la práctica sentaba sus principios antes de que los mismos u otros parecidos fueran expuestos por pensadores como Locke. El libro de Suárez fue quemado públicamente en Inglaterra y Francia, y prohibida su lectura, cosa poco sorprendente. Más sorprendente es que en España no se lo viera como una amenaza al orden establecido
Puesto que el hombre no debe su existencia a sí mismo, sino a la voluntad de Dios, esta debe estar inscrita de algún modo en la naturaleza humana, de modo que la criatura pudiera distinguir el bien del mal: una ley moral natural “participación de la criatura racional en la ley eterna de Dios”, según Tomás de Aquino. Por esa ley, la naturaleza humana es igual a todas las personas, que por lo tanto tienen derechos fundamentales iguales. Esta concepción planteaba la relación entre esa ley o derecho natural y las leyes concretas y prácticas de las sociedades. La idea se ha presentado como fundamento de los derechos humanos, pero su concepción es diferente. La ley natural vendría de una instancia superior al hombre, y sería eterna e invariable, mientras que los derechos humanos se los otorgarían los hombres a sí mismos y podrían variar, como de hecho ocurría, tanto en el tiempocomo en el espacio.
La razón humana debía entender, por lo tanto, los principios de esa ley. Todas las personas deberían, por tanto, percibir esa ley en sí mismos, pero en la realidad no parece que fuera así. La conquista de América mostró cómo los aztecas, por ejemplo, consideraban los sacrificios humanos como una exigencia de la divinidad, cosa que a los españoles les parecía una aberración satánica, a pesar de que los aztecas no conocían la figura de Satanás.
¿Perdió ante Perimont su gran oportunidad la armada? ¿o no?
¿Era en conjunto muy supperior para el abordaje la armada? ¿O no?
¿Eludieron el cuerpo a cuerpo los ingleses frente a los navíos principales de la armada? ¿o no? ¿Lo intentaron repetidamente éstos contra los ingleses? ¿o no?
¿Los exitosísimos cuerpo a cuerpo y abordajes ejecutados en la batalla naval de la isla Terceira eran el principal precedente táctico para la armada? ¿o no?
¿Quedó desaprovechada ante Perimont la oportunidad de una batalla de Terceira corregida y aumentada? ¿o no?
¿Propugnaron infructuosamente aprovecharla los principales marinos veteranos de dicha batalla? ¿o no?
Sigue siendo dogma el librecambismo para muchos economistas liberales, no solamente para la escuela de Friedman y conspicuos son unos cuantos tratados internacionales maximalistamente librecambistas.
Por supuesto que tanto autarquía total cuanto librecambismo irrestricto entrañan deseconomías, o acaban acarreándolas.
Paradoja insuperable, acierten cuál, plantea ello al “globalismo” maximalista.
Estupefacto deja que nuestro muy culto conforano mejicanosuponga que Cataluña y vascongadas decimonónicas fuesen territorios deiniquidad nobiliaria en el siglo decimonono.
En manos de agricultores propietarios pequeños y medianos estaba casi todo el terrazgo vasco,medianos y pequeños pero no minifundistas.
En manos de agricultores acomodados pero generalmente no latifundistas estaba casi todo el terrazgo catalán: gracias a la tradición del heredero estaban llegados a muy buen pasar los propietarios descendientes de los payeses de remença, a los cuales tenía liberados desde hacía tres siglos y pico la sentencia arbitral de Guadalupe.
Ninguna región de España es de lo máximamente deprimido de toda Europa, y mucho menos en términos de calidad de vida: gratis disponen de servicios médicos -y de otros- que resultan muy onerosos a los waps promediales de Nueva Inglaterra.
Estar oficialmente en paro, e incluso nunca haber tenido actividad económica alguna, les son plenamente compatibles con implantes de titanio gratuitos, con tomografías computerizadas ídem,con pensiones no contributivas, con otros subsidios varios, y últimamente con ingreso vital mínimo.
Quienes quisiesen dedicarse al ocio filosófico lo tendrían materialmente incluso más factible que Platón y casi tanto cuanto los “iddle rich” británicos. Podrían hacerlo si para empezar dedicasen menos tiempo a consumir televisión si la calidad de la enseñanza pública no llevase decenios degradándoseles con el señuelo de que los alumnos no se agobien.
No obstante por supuesto que no eran balsas de aceite los agros catalán y vasco, ni lo septentrional de Aragón y de Navarra, : simplemente ocurría que en Cataluña habían hecho efecto muy potente en favor de los agricultores medianos y de buen pasar la sentencia de guadalupe y el borbónico decreto de nueva planta.
En las vascongadas castellanas a su vez las estirpes aristocráticas locales habían quedado muy mermadas desde las banderías del siglo XVº y la mayoría de la población era oficialmente hidalga.
Nada de ello impedía, más bien lo contrario, que hubiese rivalidades rurales tremendas entre casas de agricultores pues la casa, más que los apellidos, eran la principal seña de identidad social, cada una pugnando por superar a la vecina siquiera por una hectárea, además de que en cada casa, todas con sendos nombres propios, había potencial de rencilla intradinástica casi en cada generación.
Para los enemigos de los números imaginarios, que alguno ha habido en el blog.
https://youtu.be/VN7nipynE0c
Nuevo hilo