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Terror sagrado / Grandes problemas rehuidos / Historia complicada
El aspecto individual que más me ha gustado e impresionado es haber logrado una perspectiva amplia y de conjunto de una historia tan complicada. En este sentido, sobre todo, es una obra singular sobre un tema ampliamente
Esta entrada se ha creado en presente y pasado. Guarda el enlace permanente.
Seguramente el descuido en al mantenimiento de muchas estaciones meteorológicas está producida por la tendencia de fiarse más de los datos que arrojan las simulaciones numéricas con ordenadores que de los datos que pueden obtener directamente. Y por supuesto que debe influir el crecimiento de las ciudades y el uso cada vez más extendido del aire acondicionado. Paradójicamente el incremento de temperatura que pueda deberse a esos efectos si que es de origen humano. Solo serían válidos entonces los datos de las estaciones situadas en lugares alejados de ciudades y esto empeora aún más la situación real. Si ya hay muy pocos datos y además muy recientes como para sacar alguna conclusión peor va a ser la situación si solo tienes en cuenta las estaciones alejadas de las ciudades que van a ser muy pocas y además muy recientes. Mirando los datos diarios y cosas del estilo a ‘cuantas veces se han medido este mes de julio temperaturas máximas mayores de 40 celsius entre todas las estaciones’ sale un número muy alto, 535 veces. Solo julio de 2015 arroja una cifra comparable, 332 veces. En cambio julio de 2018 arroja una cifra bajísima, 4 veces.
No se conoce una sequía parecida en Francia desde 1959
De Francisco Franco hay varias cosas que se pueden afirmar con plena seguridad.
1) Aunque de ideas más bien monárquicas, fue más respetuoso con la república que cualquier político, en especial los de izquierda y separatistas, que continuamente conspiraron contra la legalidad e intentaron o realizaron golpes de estado
No se rebeló contra la república, sino contra el Frente Popular, que justamente –hay que insistir en esta evidencia, porque casi nunca se percibe– fue el que la destruyó en el doble golpe de octubre del 34 y del fraude electoral en el 36.
Mantuvo durante la guerra plena independencia política y operativa frente a italianos y alemanes, pese a carecer casi de recursos financieros propios y poder comprar su ayuda solo a crédito.
No perdió ninguna batalla, aunque fracasara ante Madrid, y ganó la guerra, pese a partir de una inferioridad de recursos que habría movido a casi cualquier otro a abandonar el intento ya al principio. Y derrotó posteriormente una peligrosa guerra de guerrillas comunista (el “maquis”). Esto puede decirse de muy pocos generales del siglo XX en cualquier país.
Nadie más que él podría haber evitado la entrada de España en la II Guerra Mundial, y, efectivamente, la evitó, pese a las presiones de Hitler, sorteando al mismo tiempo los chantajes de los Aliados cuando estos iban ganando.
Resistió a un aislamiento delictivo decretado por los vencedores de la guerra mundial (soviéticos y anglosajones principalmente), y dirigió la reconstrucción del país con éxito más que notable, dadas las extremas circunstancias.
Dejó al morir una España más próspera que nunca, libre de los odios que habían hecho inviable la democracia en la república, lo que permitió el paso con relativa facilidad a una democracia convencional.
En resumen, cabe afirmar que durante cuarenta años venció a todos sus enemigos, interiores y exteriores, a menudo muy poderosos y de gran peligrosidad. Importa este resumen, porque muchos de sus adversarios se han empeñado en presentar un Franco inepto o mediocre militarmente, dictador asimismo tan incapaz como brutal, sin verdadera inteligencia y dotado solo de una astucia aldeana o “gallega”…, con la que al parecer superaba todos los obstáculos y derrotaba a todos los enemigos. Cuando tantos historiadores o seudohistoriadores trazan semejante retrato, ¿se refieren a Franco o a ellos mismos?
Sí, hay también puede haber terror sagrado… ni aunque fuera un día… como si son 80 años… es una fracción microscópica del tiempo…
ahí*
La guerra civil duró unos 3 años… prácticamente nada en comparación con la historia del universo, o de la creación… ¿no es sobrecogedor?..
Están en Telemadrid dando el coñazo con el 70 aniversario de la reina de Inglaterra…
El terror sagrado sería algo que sobrecoge y como somos impotentes frente a él entonces lleva a su adoración… sería un temor reverencial…
Alberto Núñez Feijóo: “Cuando gobierne, el español no será una lengua extranjera en Cataluña”
https://www.elmundo.es/espana/2022/07/30/62e423c3fc6c8338458b459f.html
Feijóo es un repugnante mentiroso, como Sánchez. Él hace en Galicia lo mismo que los separatistas catalanes, tiranía lingüística. ¿Cómo es posible que se salgan con la suya, con flagrantes mentiras? Por culpa de los medios que manipulan, y por culpa de una sociedad envilecida que las acepta, las mentiras. Y han estropeado para siempre a las lenguas regionales. Si yo en Córdoba escucho hablar catalán (y bajan de Barcelona muchos charnegos en verano) cambio de acera. Me da verdadero asco.
Alberto Núñez Feijóo: “Cuando gobierne, el español no será una lengua extranjera en Cataluña”
Si gobierna. Como dice don Pío, Sánchez podría ganar de nuevo, porque hace gran política, y porque se ha dotado de leyes nazis para perpetuarse, y parece claro que quiere repetir.
El español, reconoce Pujoliño, es oficialmente lengua extranjera en Cataluña. Y ha sido muy principalmente el PP –eso no lo reconoce– el que ha apoyado a los separatistas para llegar ahí. Pujoliño lleva años hostigando y excluyendo el español de la vida oficial en Galicia. “Cordialmente”, eso sí. Tiene las mañas de los estafadores, lo mismo que el Dotor. Promete lo que cree conveniente en cada ocasión, sin temor a contradecirse.
Don Pío, preguntaba el tuitero Capitán Bitcoin que por qué no regresaba usted a tuiter. Le respondí que se hartó de la censura, del ambiente mefítico de la redes sociales y de la escasa entidad intelectual de las derechas (en particular la franquista).
Yo me bajé y archivé todos los tuis de Moa, que están todavía colgados, y los tuiteo siempre como lo que son, de Moa, con enlaces al blog y con fotos de sus libros o las imágenes de Una hora con la Historia, que son excelentes. Los reenvío periódicamente. El alcance es muy escaso; la gente prefiere los zascas y las politiquerías diarias. Pero algo de alcance tendrá, cuando Pérez Reverte y Enric Juliana me bloquearon, señal de que lo leyeron.
Francisco J. Contreras, de VOX: “Masacre rusa de prisioneros ucranianos. Aquí discutimos de corbatas”
Posible respuesta:
La propaganda anglosajona favorable al frente popular en la guerra civil española inventó la Matanza d Badajoz, la Desbandá d Málaga y creó el timo-mito de Guernica. El sentido común y la historia inclinan a dudar d la propaganda anglosajona actual.
Pérez Reverte es difusor de la leyenda negra, admirador de la revolución francesa y la guillotina (según él España se equivocó de bando en la guerra de Independencia) y justificador del genocidio religioso en la guerra civil. En http://piomoa.es/?p=12596
Si lo que hace comino lo imitaran el uno por ciento de los lectores del blog, su alcance no sería escaso. Pero siempre chocamos con la pasividad de los que “están de acuerdo”, y nada más.
En un relato historiográficos se pueden distinguir dos aspectos: el enfoque o concepción general con que se aborda el asunto, y los detalles y sucesos parciales, tratados con mayor o menor precisión metódica. Un enfoque falso desvirtúa o distorsiona en profundidad el relato, aunque puede dar lugar a infinitos trabajos parciales. Sin duda muchos de los que he llamado charlatanes han hecho estudios más o menos acertados sobre cuestiones parciales o de detalle, pero si, como ha sido demasiado frecuente, enfocan la historia reciente de España como originada en una guerra civil de fascistas o reaccionarios contra demócratas republicanos, ya todo va mal, por mucho que acierten en tales o cuales detalles. Es como reconstruir una estatua pegando los pies a la cabeza, diríamos. Lo mismo cuando la historia, más en general, se distorsiona mediante “metodologías” marxistas (las he llamado lisenkianas en honor al ilustre biólogo soviético Lisenko, que casi arruinó la agricultura de su país), o acordes más o menos con la leyenda negra. Julián Marías lo expresó justamente en su España inteligible (de enfoque tan distinto de los disparates historiográficos de su maestro Ortega): “explican” la época de la hegemonía española destacando los rasgos que la habrían hecho imposible. En otras palabras: esos autores pueden ser maestros en algunos asuntos parciales, secundarios o de detalle, pero falseadores en el conjunto. En ese sentido puede hablarse de charlatanería.
En cuanto al segundo punto, el esquema historiográfico predominante hoy por hoy en medios académicos puede describirse así: unas fuerzas reaccionarias o fascistas, indignadas por las brillantes reformas progresistas y democráticas de la II República, se rebelaron contra ella provocando una sangrienta guerra civil que ganaron gracias al apoyo de la Italia fascista y sobre todo de la Alemania nazi, combinado con una feroz represión contra el pueblo trabajador. A continuación, y durante cerca de cuarenta años, sometieron a España a una dictadura brutal, oscurantista y explotadora, un residuo en cierto modo del fascismo derrotado en la II Guerra Mundial; si bien, aceptan algunos, a partir de finales de los 50, el régimen se liberalizó considerablemente y el país logró una mejora económica modesta, pero notable, superando un poco los primeros “veinte años perdidos”. Añádase que el jefe principal de la reacción o el fascismo, es decir, Franco, era un sujeto tan malévolo como mediocre, inculto y tosco militar y políticamente. A poco que se piense, este relato no solo choca con multitud de datos y “detalles” bien conocidos, sino que es contradictorio en lo fundamental: ¿cómo podría el franquismo, dirigido por un inepto, haber vencido a fuerzas y dirigentes mucho más ilustradas y capaces, haber escapado a la guerra mundial y haberse mantenido hasta el final con un pueblo en estado de rebeldía contra sus opresores y en un medio internacional, sobre todo europeo, que lo execraba?
Este es, con tales o cuales matices, el fondo del relato común prevaleciente en la universidad y en la política españolas desde los años ochenta, hasta el punto de haber sido aceptada en lo esencial por corrientes católicas y políticas derivadas directamente de aquel régimen opresor, explotador y oscurantista. Se había ido imponiendo con una fuerte agresividad contra los discrepantes, que, tachados inmediatamente de fascistas o franquistas, apenas se atrevían a levantar la voz o eran condenados a una especie de muerte intelectual, como pasó con Ricardo de la Cierva, o excluidos de las bibliografías universitarias. Cabe notar que esta agresividad se combinaba muy bien con un lenguaje seudohumanitario, que llegaba a la cursilería, y que añadía algo así como indignación ética ante cualquiera que osara desafíar a la que se había convertido en versión oficial. El triunfo del que se llamaba a sí mismo “gremio de los historiadores”, y sus “consensos básicos”, apoyado por los grandes medios de masas, podía darse por absoluto.
En estas circunstancias, llegué por mi cuenta, examinando entre otras cosas los archivos de la izquierda, a conclusiones muy contrarias a las oficiales, publicando en 1999 Los orígenes de la guerra civil, seguido de otros títulos. La reacción gremial fue escasa, pues probablemente tendrían escasa difusión y quedarían como curiosidades desdeñadas, como pasaba con algunos otros estudios. Sin embargo, en 2003 ocurrió algo nuevo: Los mitos de la guerra civil, que desmontaban la versión oficializada en muchos puntos clave, tuvo un éxito de público impresionante. Y esto, y no las tesis de mi libro, causó una alborotada furia en el gremio y en medios periodísticos influyentes, con exigencias de censura contra “el revisionismo” y los “neofranquistas”, exigencias que han dado lugar a las leyes totalitarias de “memoria”, que amenazan seriamente las libertades democráticas. Naturalmente, esa amenaza se presenta como defensa de la democracia, al modo staliniano. Y precisamente los que llamo charlatanes han vuelto a definirse a sí mismos: muchos de ellos están el origen mismo de las exigencias de “memoria” (la suya) contra las libertades ajenas, otros apoyan tales leyes, y algunos prefieren callarse hipócritamente, mientras se reparten premios “académicos”. Desgraciadamente, así ha llegado a ser el panorama universitario…
El PP, partido miserable (de y para). Es que el PP desprecia a los ciudadanos, envileciéndoles, haciéndose estos dignos de ello en cuanto aceptan el desprecio. A ver si conseguimos romper el círculo vicioso en proporción suficiente.
Los partidos (excepto VOX si finalmente se desembaraza o llega a desembarazarse de ellos) corrompen y expolian a cuanto alcanzan: instituciones, cultura y lengua española,, patrimonio público y privado, etc.
Junto con sus máquinas de manipulación de masas, envilecen y desmoralizan a la población, en el sentido de aflojar, desdibujar y al cabo disolver su sistema moral, de manera que a ésta le permita tolerar lo intolerable y admitir lo inadmisible. La mentira entre ellas. Si no el más grave, quizá sea éste el más triste de sus delitos.
PP, PSOE, etc, no son sólo partidos corruptos, sino corruptores.
Raymond Carr y la diversidad de España
El prólogo de la obrita de síntesis sobre historia de España coordinada por Raymond Carr (primera edición inglesa en 2001), propone un nuevo enfoque sobre el pasado y el presente españoles: “La diversidad de España constituye una clave de su historia”. “En primer lugar, hay que tener en cuenta la marcada división entre la España húmeda y la seca. Las provincias noroccidentales, observaba Richard Ford en la década de 1830, son más lluviosas que el Devonshire, mientras que las llanuras centrales están más calcinadas que las de los desiertos de Arabia”.
Desde luego, España es un país muy variado, pero la cita, recogida acríticamente por Carr, no pasa del nivel del disparate, y el profesor inglés no lo mejora cuando afirma que Galicia recibe más de 2.000 milímetros de precipitaciones anuales, la Meseta Central menos de 26 y Almería, en ciertos casos, ninguno. Una simple consulta a los índices pluviométricos le habría sacado de su considerable error. Luego, añade: “El contraste más espectacular es el que se daba entre esas fincas pobres y las del campesinado castellano y los latifundios de Andalucía y Extremadura, contraste parangonable únicamente con el existente entre el mezzogiorno, asolado por la pobreza, y el próspero norte italiano”.
El contraste entre regiones ricas y pobres no ha seguido el esquema España húmeda-España seca, o norte-sur, sino que presenta llamativos cambios a lo largo de siglos, en que unas regiones han ganado o perdido en riqueza relativa al margen de su pluviosidad o latitud. Durante muchos siglos la parte más rica de España fue el sureño valle del Guadalquivir, posición que ocupó después Castilla la Vieja y posteriormente algunas regiones periféricas, sin relación con la humedad o con otro factor geográfico. Por otra parte, contrastes regionales más o menos acentuados se han dado y se dan en todos los países del mundo, sin excluir a Inglaterra. ¿Son un caso tan excepcional los de España? Cabe dudarlo.
Mucho más dudosa, por decirlo de algún modo, parece su conclusión, extraída de unas citas del mencionado Ford y de Gerald Brenan. Para el primero, España es “un manojo de unidades locales atado por una cuerda de arena”. Por lo que hace al segundo, afirma: “En lo que puede llamarse su situación normal, España es un conjunto de pequeñas repúblicas, hostiles o indiferentes entre sí, aunadas en una federación escasamente cohesionada. En algunos grandes períodos (el Califato, la Reconquista, el Siglo de Oro), esos pequeños centros se han sentido contagiados por un sentimiento o una idea común y han actuado al unísono; pero cuando declinaba el ímpetu originado por esa idea, se dividían y volvían a su existencia separada y egoísta”.
Estas opiniones las confirma Carr con otra de Olavide, quien veía al país comoun cuerpo compuesto por otros menores separados y en oposición mutua, que se oprimen y desprecian entre sí y se hallan en un continuo estado de guerra civil. Cada una de las provincias, conventos religiosos y profesiones está separada del resto de la nación y vuelta hacia sí misma… La España moderna se puede considerar (…) una república monstruosa formada por pequeñas repúblicas enfrentadas unas con otras.
Pero la historia no puede explicarse a partir de tres o cuatro citas más o menos arbitrarias y aceptadas sin mayor crítica. Ford se creía miembro de una cultura superior encargada de civilizar al resto del mundo, por supuesto a España, a la que miraba con esa presunción, tan propensa a crear espejismos. Y Brenan tenía una visión de España entre romántica y lastrada por clichés socialdemócratas, que tan a menudo le ciegan a aspectos clave del país donde vivió largo tiempo, si bien siempre en un ambiente anglosajón. Ambos hicieron algunas observaciones agudas sobre España, y otras reveladoras de una profunda ignorancia o falta de sentido común, entre ellas las seleccionadas por Carr. Sobre Olavide, el historiador debe plantearse si sus frases reflejan la realidad o más bien las impaciencias y exageraciones propias de un reformista que encuentra resistencia a sus planes.
Es cierto que en España subsistieron largo tiempo aduanas interiores, fueros, etc., pero se trataba de instituciones feudales presentes en el resto del Continente hasta tiempos históricamente recientes. Por lo demás, las expresiones de Olavide, Ford y Brenan podrían describir bastante bien la situación de la mayor parte de Europa, empezando por Alemania e Italia, que no lograron formar una nación con Estado propio hasta muy avanzado el siglo XIX. En cambio, coliden con el hecho de que España no hubiera estallado por todas sus costuras, sino que mantuviese hasta el siglo XIX una paz interna mucho más estable que la de casi cualquier otro país europeo, y las fronteras asimismo más estables y de las más antiguas de Europa, contra todo lo cual se rompería los dientes Napoleón.
Si creyésemos en las citas mencionadas (“cuerda de arena”, “repúblicas enfrentadas entre sí”, “en continuo estado de guerra civil”), la existencia de España habría sido un milagro inexplicable. Pero ya estamos habituados a esas peculiaridades, no del país sino de tantos historiadores, y los dislates corrientes sobre la Guerra Civil, Franco, etc., sólo continúan una larga tradición. Parodiando el famoso lema turístico de Fraga, diríamos que “España es diferente, pero los historiadores de España lo son más aún”.
También valdría la pena comparar la evolución de España con la del Reino Unido. En cierto sentido, este último ha sido el intento de crear una nación similar a la primera, pero el término español ha tenido siempre un contenido mucho más denso –emocional, cultural y político– que el de británico, formado a partir de una hegemonía inglesa impuesta históricamente sobre las dos islas, a sangre y fuego o por sobornos, muy distinta del caso hispano. Aun en los siglos XVIII y XIX, diversas acciones u omisiones inglesas en Escocia e Irlanda causaron deportaciones o hambres masivas mucho peores que cualquier suceso ocurrido en España, y que no dejan de recordar a determinadas actuaciones de Stalin en el siglo XX, con rasgos de guerra civil contra una población desarmada. A su vez, las fronteras del Reino Unido hubieron de modificarse de forma muy sustantiva en época tan reciente como 1922, completada en 1948 con la plena independencia de la mayor parte de Irlanda.
Vistas así las cosas, debe admitirse que, en la pugna de tendencias centrífugas y centrípetas propia de toda sociedad humana, la nación española ha mostrado una persistencia y estabilidad sorprendentes, si las comparamos con el resto de Europa.
Carr, casualmente, ha ejercido influencia extraordinaria sobre muchos historiadores españoles que se consideran de su escuela. Escribe Juan Pablo Fusi: Bajo la dirección última de Carr trabajamos en el Centro de Estudios Ibéricos los que creo que podemos considerarnos sus discípulos: Romero Maura, José Varela Ortega, Shlomo Ben Ami, yo mismo, Paul Preston (que hacia 1970 estaba ya en la Universidad de Reading, con Hugh Thomas), Leandro Prados, Antonio Gómez Mendoza (ambos, como historiadores económicos, muy vinculados al tiempo a Patrick O´Brien y Max Hartwell) y Charles Powell…
En fin, ¿alguna conclusión con respecto a la calidad de la historiografía española?
Yo también difundo con frecuencia este blog por redes sociales. Sobre todo por wasap. No sé si al nivel de Comino, pero sí que lo difundo frecuentemente.
Nosotros no tenemos “escasa entidad intelectual”, señor mío.
Don Pío, ¿existe algún enlace o algo así para poner los artículos del blog en mi muro de Facebook?
Proby: Yo, al pulsar la pestaña “compartir”, me salen distintas redes sociales para difundir el blog, Facebook entre ellas.
Podemos empezar por la España romana, que a juicio de Pérez, como de Américo Castro y otros, no tiene que ver con la España histórica: “Los habitantes (hispani) no forman una comunidad homogénea (…) por eso carece de sentido ver en Viriato un símbolo de la resistencia hispana a Roma. Lucha por su patria chica, no por una Hispania que no tiene más existencia que geográfica. Y lo mismo cabe decir de los hispanien general: se les llama así porque han nacido en el territorio de la Península, pero no tienen conciencia de pertenecer a una comunidad política. Américo Castro lleva toda la razón cuando niega a Trajano, Séneca, Marcial, Lucano, etc., la condición de españoles. Ser español y haber nacido en la Península Ibérica son cosas distintas. Séneca vivió y escribió en Roma y Roma fue el centro de su mundo y aspiraciones. Contra la ingenua idea del “senequismo español”, afirma Castro, con razón, que los pensamientos de Séneca son incomprensibles si se le desconecta del estoicismo de los griegos y los romanos. O sea que Lucano, Trajano, Séneca y otros no son de ningún modo españoles; son hispani,una variedad de romanos (…) Culturalmente (…) Séneca, Lucano y tantos otros a quienes tocó nacer en la Península Ibérica (…) pertenecen de pleno derecho a la civilización romana.
Creo que D. Joseph confunde el aspecto político con el más amplio cultural. Políticamente, es evidente que no puede hablarse de españoles por entonces, pero culturalmente no es un abuso sostenerlo, porque aquella cultura transmitida por Roma es precisamente la base y sustancia de lo que definirá a España cuando esta se convierta en una entidad política, con los visigodos. Y lo fue con tal potencia que ni la conquista islámica pudo arrasarla, como arrasó en cambio la floreciente cultura latina en el norte de África. El absurdo de Américo Castro, a quien Pérez da tanto crédito, queda de manifiesto cuando, en cambio, considera españoles a musulmanes y judíos, completamente ajenos, sobre todo los primeros, a la cultura latina, la propiamente española. Este absurdo ha hecho fortuna, de modo que no es raro oír, incluso a personas cultas, que la Reconquista fue una “guerra civil”. Dejemos aparte el supuesto senequismo español, tesis más bien ingenua difícil de concretar, no ya porque las ideas de Séneca proviniesen de otras fuentes (las ideas de cualquier pensador de cualquier país tienen casi siempre raíces extranjeras), sino porque los rasgos “senequistas” no caracterizan demasiado a la cultura española, y pueden encontrarse en otras culturas. En Nueva historia de España abordé el problema de los hispanorromanos:
“La eminencia y abundancia de autores nacidos en Hispania ha nutrido polémicas sobre su posible españolidad. Para Américo Castro, resuelto a comenzar España en la Edad Media y en relación con musulmanes y judíos, antes de la invasión árabe apenas existía nada parecido a una “forma de vida española”. Al igual que otros muchos estudiosos, Castro atribuye a Marcial, Séneca y los demás, un carácter romano, sin relación de alguna densidad con lo que hemos llegado a conocer como España. Sánchez Albornoz aceptó algunos rasgos distinguidos por Castro en la forma de ser de los españoles “auténticos”: el carácter personalista, visible en sus escritores y artistas, el estar inmerso y presente de continuo en su obra y con todo su ser. La vida y el mundo son en ella inseparables del proceso de vivirlos, como dice Castro. Pero, al revés que este, Albornoz encuentra esas notas entre los hispanorromanos de la Edad de plata; una de ellas, el gusto por lo soez o indecente: “Séneca escribía en primera persona, refería obscenidades y porquerías y hablaba de sí mismo”; “Ningún filósofo romano sintió tan clara inclinación como Séneca hacia los relatos sucios y hasta malolientes, y Marcial superó en gusto por lo rahez a los otros líricos romanos de la época augustea y del primer siglo del Imperio; notas todas que caracterizaron luego a los peninsulares”.
Pero esos rasgos –junto con otros, incluida una mayor delicadeza— se encuentran claramente definidos en los demás latinos, y las expresiones y relatos “sucios y hasta malolientes” aparecen en el mismo Horacio, por no hablar de Catulo, Petronio, etc., y es difícil decidir si son más o menos raheces. Las características del espíritu romano, pragmático y combativo, con mucho genio para la normativa y menor para la especulación y la metafísica, fueron acogidas en la cultura hispana posterior, y seguramente también en la de entonces. Otros autores, como Brenan, distinguen entre el carácter español de Marcial o Quintiliano y el netamente latino de Séneca o Lucano.
El debate entre Castro y Sánchez Albornoz se ha centrado en conceptos como “formas de vida”, “vividura”, “herencia temperamental”, “contextura vital”, etc., un tanto evanescentes. Pisamos terreno más firme, a mi juicio, si dejamos la consideración, no falsa pero sí nebulosa, sobre el carácter nacional, y buscamos otras evidencias.
Todos aquellos autores sentían el orgullo de Roma, bien expreso en frases como estas de Séneca: “Has prestado un inmenso servicio a la ciencia romana (…); inmenso a la posteridad, a la que la verdad de los hechos, que tan cara costó a su autor, llegará incontaminada; (…) su recuerdo se mantiene y se mantendrá mientras se valore el conocimiento de lo romano, mientras haya quien quiera (…) saber qué es un varón romano, insumiso cuando todas las cabezas estaban rendidas al yugo (…), qué es un hombre independiente por su forma de ser, por sus ideas, por sus obras”, dice a la hija de Aulo Cremucio Cordo, de memoria hoy perdida. En Marcial observamos una reivindicación más explícita de su cuna hispana: “Varón digno de no ser silenciado por los pueblos de la Celtiberia y gloria de nuestra Hispania, verás, Liciniano, la alta Bílbilis, famosa por sus caballos y sus armas, el viejo Cayo con sus nieves y el sagrado Vadaverón con sus agrestes cimas y el agradable bosque del delicioso Boterdo que la fecunda Pomona ama (…) Pero cuando el blanco diciembre y el invierno destemplado rujan con el soplo del ronco Aquilón, volverás a las soleadas costas de Tarragona y a tu Laletania (Barcelona)…”. “Lucio, gloria de tu tiempo, que no consientes que el cano Cayo y nuestro Tajo cedan ante el elocuente Arpino, deja al poeta nacido en Grecia cantar a Tebas o Micenas o al puro cielo de Rodas o a los desvergonzados gimnasios de Lacedemonia, amada por Leda: nosotros, nacidos de celtas y de íberos, no nos avergonzamos de introducir en nuestros versos los nombres algo duros de nuestra tierra”. “Gloriándote tú, Carmenio, de haber nacido en Corinto – y nadie te lo niega– ¿por qué me llamas hermano si desciendo de los íberos y de los celtas y soy ciudadano del Tajo? ¿Será que nos parecemos? Pero tú paseas tus ondulados cabellos llenos de perfume mientras que los míos de hispano son hirsutos; tienes los miembros lisos por depilarlos cada día; yo, en cambio, tengo piernas y rodillas llenos de pelos; tu lengua balbucea y no tiene vigor: mi vientre, si fuera preciso, hablaría con voz más viril;no hay tanta diferencia entre la paloma y el águila ni entre la tímida gacela y el rudo león. Deja, pues, de llamarme hermano, Carmenio, o tendré que llamarte yo hermana”.
Estas efusiones no las encontramos en la obra conocida de los demás autores, pero es muy probable que las gentes de origen hispano formasen en Roma un grupo de afinidad y solidaridad, como suele ocurrir en las metrópolis y lo formaban los judíos, con seguridad los griegos, los galos, los egipcios y tantos otros. A los hispanos se les reconocía como tales, incluso por su entonación del latín. Cuando Marcial llegó a Roma buscó la protección de los hispanos Séneca y Lucano, y después del trágico fin de estos se dirigió a Quintiliano (así como a Plinio el Joven). En unos de sus poemas canta las glorias de Hispania: “La elocuente Córdoba habla de sus dos Sénecas y del singular Lucano; se recrea la jocosa Gades con su Canio; Mérida con mi querido Deciano; nuestra Bílbilis se gloriará contigo, Liciniano, y no callará sobre mí”. Pese a las alusiones de Marcial a íberos y celtas, estos y sus viejas diferencias se iban diluyendo no ya en la cultura romana, sino en la misma Hispania, donde, recuerda Julián Marías, existían centros como Tarraco, actual Tarragona, sedes comerciales y artísticas de amplias regiones por encima de las antiguas divisiones tribales.
La tesis de Américo Castro resulta aún más singular ante la evidencia de que el latín llegó a ser el español, y la cultura y la religión transmitidas por Roma son el cimiento de la cultura española posterior. Sin ellas nunca podría entenderse cómo llegaría a existir confrontación entre cristianos y musulmanes en la península ibérica. Podría discutirse interminablemente sobre la “contextura vital” española de Averroes o Maimónides, como la de Séneca o Quintiliano, solo si se olvida la clarísima verdad de que los dos primeros ni se expresaron en una lengua latina ni pertenecieron en absoluto a la cultura española conocida por la historia, sino, precisamente, a aquella que aspiraba a destruirla y reemplazarla por otra de carácter oriental (…)”.
Pero aun dentro de la conciencia cultural latina de los hispani existía cierto orgullo particularista, como lo expresarán diversas alabanzas de Hispania, incluso por autores foráneos, o reivindicaciones de las heroicas resistencias a la invasión romana. Así en Paulo Orosio:
(…) Paulo Orosio, teólogo e historiador natural de Braga, en Gallaecia, nacido hacia 380, viajero por Jerusalén, el este y África del norte, fue discípulo de San Agustín, defensor del libre albedrío contra diversas herejías y enemigo de Prisciliano. Su Historia contra los paganos, de gran difusión en siglos posteriores, es la primera historia universal desde un punto de vista cristiano, explicada como desarrollo del plan divino: el imperio romano se transformaría en instrumento de Dios para proteger a la Iglesia frente al caos. Rebatiendo la acusación pagana al cristianismo de provocar la decadencia de Roma, sostenía que bajo el paganismo habían sido continuas las crisis y agresiones despóticas a otros pueblos. En cambio, en la nueva era cristiana “tengo en cualquier sitio mi patria, mi ley y mi religión”, y las regiones del mundo (imperial) “me pertenecen en virtud del derecho y del nombre [cristiano] porque me acerco, como romano y cristiano, a los demás, que también lo son. No temo a los dioses de mi anfitrión, no temo que su religión sea mi muerte, no hay lugar temible a cuyo dueño le esté permitido perpetrar lo que quiera (…), donde exista un derecho de hospitalidad del que yo no pueda participar. El Dios único que estableció esta unidad de gobierno (…) es amado y temido por todos” “Temporalmente toda la tierra es, por así decir, mi patria, ya que la verdadera patria, la patria que anhelo, no está de ninguna forma en la tierra”.
Ello no le impedía ensalzar con entusiasmo a los hispanos que habían resistido a Roma: Viriato “tras haber destrozado durante catorce años a los generales y ejércitos romanos, fue asesinado traidoramente por los suyos; mientras que los romanos solo actuaron con valor en no considerar dignos de premio a los asesinos”. “El dolor nos obliga a gritar: ¿por qué, romanos, reivindicáis sin razón esos grandes títulos de justos, fieles, fuertes y misericordiosos? Aprended, más bien, esas virtudes de los numantinos. ¿Fueron ellos valientes? Vencieron en la lucha. ¿Fueron fieles? Leales a otros como a sí mismos, dejaron libres, porque así lo habían pactado, a los que habrían podido matar. ¿Demostraron ser justos? Pudo comprobarlo incluso el atónito Senado cuando los legados numantinos reclamaron, o una paz sin recortes, o a aquellos a quienes habían dejado ir vivos como prenda de paz. ¿Dieron alguna vez pruebas de misericordia? Bastantes dieron dejando marchar al ejército enemigo con vida y no aceptando el castigo de Mancino”. Destruida Numancia, los romanos “ni siquiera se consideraron vencedores (…) Roma no vio razón para conceder el triunfo”. “A ver si ahora esos tiempos son incluidos entre los felices, no ya por los hispanos, abatidos y agotados por tantas guerras, pero ni aún por los romanos, afectados por tantas desgracias y tantas veces derrotados. Por no contar el número de pretores, legados, cónsules, legiones y ejércitos que fueron vencidos, recuerdo solo esto: el loco temor de los romanos los debilitó a tal punto que no podían sujetar los pies ni fortalecer su ánimo ni siquiera ante un ensayo de combate; es más, en cuanto veían a un hispano, sobre todo si era enemigo, se daban a la fuga, sintiéndose vencidos antes de ser vistos”. La misma simpatía le lleva a afirmar, exagerando algo: “César [Augusto], dándose cuenta de que lo hecho en Hispania durante doscientos años no serviría de nada si permitía seguir usando de su independencia a los cántabros y astures, poderosísimos pueblos de Hispania…”
Ciertamente los “hispani” no eran españoles en sentido político, pues no existía una nación española, pero tampoco la romanidad era una capa homogénea extendida sobre todo el imperio. Como romanos culturales, los “hispani” tenían sus particularidades y eran reconocidos como tales. Y lo que los hizo españoles desde el punto de vista cultural fue aquella romanidad, que perdura hasta nuestros días. Sí podemos llamar a los “hispani” de entonces nuestros antepasados y fundadores de la hispanidad cultural, a pesar de Pérez y de Castro.
Joseph Pérez fue un hspanista francés que ha recogido los mayores laureles en España: miembro correspondiente de la Real Academia de la Historia, doctor honoris causa por la Universidad de Valladolid, Gran Cruz de la Orden de Alfonso X el Sabio, comendador de la Orden de Isabel la Católica, premio Príncipe de Asturias 2014… La razón de tales distinciones es que con sus estudios desmintió en gran medida la leyenda negra… aunque sospecho que cabe cuestionarlo
Joseph Pérez, sospecho que como respuesta indirecta a mi Nueva historia de España, ha publicado un libro (2011) de altos propósitos no sé si muy logrados: Entender la historia de España (desde Atapuerca) En sus propias palabras, ¿Puede hablarse, en rigor, de España antes de la invasión árabe de 711? Tengo mis dudas (en realidad no tiene ninguna: lo niega). En 711 la Península Ibérica queda dividida entre dos civilizaciones: moros y cristianos. Estos acaban venciendo en 1492, pero siguen divididos en distintas comunidades políticas que acaban configurando tres coronas (…) Los Austrias inauguran una nueva era que termina con los tratados de Westfalia (1648), era de hegemonía en Europa y en el mundo, era de gloria, si se quiere (no me parece que Pérez lo quiera demasiado), pero ¿para quién y para qué? La que ocupa entonces el primer puesto en Europa no es precisamente España, sino la dinastía reinante. Manuel Azaña lo vio claramente; tal vez, como buen conocedor de la historia de Francia, se haya acordado de lo que (…) aprendían los alumnos franceses en la escuela (…) Francia se enfrentó, no tanto con España, sino con la Casa de Austria. La hegemonía era cosa de la dinastía, pero a los españoles costó caro: les impidió desarrollar sus intereses propios como nación. La llegada de los Borbones, a principios del siglo XVIII, cambia muchas cosas. Aparentemente, España pierde territorios, pero territorios que no eran hispánicos (Flandes, Italia); en cambio conserva las posesiones peninsulares y el imperio de América, lo que la convierte en la tercera potencia de Europa, después de Inglaterra y Francia; en contra de lo que se escribe a veces, la España del siglo XVIII no es una nación decadente. La decadencia y la marginación son posteriores, son consecuencia de la Guerra de Independencia, de las guerras civiles del sigloXIX y de la emancipación del imperio colonial. Entonces sí es cierto que España pasa a ser una nación de segunda categoría (…) La recuperación viene mucho más tarde, a mediados del siglo XX y se confirma después de la muerte de Franco. Con una economía renovada, una sociedad moderna y un régimen político semejante al de las demás democracias, España se reincorpora a Europa; vuelve a ser una de las grandes potencias, con todos los inconvenientes que ello supone en el mundo de hoy. Estos van a ser los ejes principales de mi reflexión (…) siguiendo a mi manera (…) la pauta de mi maestro Perre Vilar: importa menos dar a conocer que dar a entender lo que ha pasado”.
Tiene interés explicitar qué quería “dar a entender” su maestro Pierre Vilar: trataba de divulgar una visión marxista (es decir, lisenkiana, como he explicado en otras ocasiones) de la historia. Me temo que ninguno de los asertos de Pérez resiste una crítica algo rigurosa, o bien deben ser muy matizados como iremos viendo.
Muy resumido, para las redes sociales:
Hay tres puntos de Gran Política que todos los partidos rehúyen: a) La colonización por el inglés, que esteriliza nuestra cultura. b) La posición internacional de España, satelizada. c) El significado histórico y herencia del franquismo. En http://piomoa.es/?p=15264 /
@Santi_ABASCAL
“Nosotros no tenemos “escasa entidad intelectual”, señor mío. ”
Me refiero sobre todo a los franquistas que se ven en las redes sociales, que a veces pueden ser tan guarros y grotescos como los podemitas, y dicen cosas como “joderos rojos, fuisteis subcampeones en el 39″, y chulerías de ese tipo. Y muchos de VOX, como se ha repetido aquí tantas veces, tienen una estética horrible, patriotas de Spain y todo eso. Un verdadero desastre.
CapitánBitcoin:
El 29 de julio publicaron en el BOE una Ley en la que se autopermiten acceder y bloquear una cuenta o email sin autorización judicial y con acceso directo del CNI si lo consideran *desinformación*. Una herramienta más para desarticular al disidente… Vienen malos tiempos amigos.
Conforme se acerquen las elecciones generales la censura va a ser mayor.
Comino: “Yo me bajé y archivé todos los tuis de Moa, que están todavía colgados, y los tuiteo siempre como lo que son, de Moa, con enlaces al blog y con fotos de sus libros o las imágenes de Una hora con la Historia, que son excelentes. Los reenvío periódicamente”.
Le acabo de seguir en Twitter y voy a imitarle a ver si al menos se consigue que los análisis/historiografía de D. Pío Moa lleguen a más personas.
En 2002, D. José Álvarez Junco ganó el Premio Nacional de Ensayo, y al año siguiente el Premio Fastenrath, de la Real Academia, por su obra Mater dolorosa. La idea de España en sl siglo XIX; Dirigió el Seminario de Estudios Europeos de la universidad de Harvard o el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, o el seminario de Historia Contemporánea del Instituto Ortega y Gasset. Álvarez sostiene el enfoque de la guerra civil como un golpe de estado contra la democracia, y hace poco, con otro conjunto de charlatanes, firmó un “informe técnico” sobre Largo Caballero. Y era la técnica de la falsedad. Desde la transición o algo antes se produjo en la universidad un concurso informal a ver quién falseaba más obtusamente la historia de España. No es que algunos no hicieran aportaciones parciales interesantes pero su enfoque echaba a perder el conjunto. En noviembre de 2002 escribí este articulo:
En el aula de cultura del grupo “El Correo”, al presentar su libro Mater Dolorosa, el profesor Álvarez Junco ha expuesto: “Sé que ustedes creerán que el concepto, la realidad, de naciones ha existido siempre, pero no es así, ni mucho menos. En las sociedades antiguas, la gente se dividía de otras muchas maneras: eran cristianos o musulmanes, nobles o plebeyos, y, por supuesto, hombres o mujeres. Las naciones se convirtieron en el criterio más importante de definición social a partir de las revoluciones liberales (…) Para nosotros es fundamental ir por el mundo diciendo “yo soy alemán”, por ejemplo, y lo decimos mucho antes que “soy médico” o “soy hombre”, o “soy anciano”.
¡Hombre!, decimos “soy alemán”, o “soy anciano” etc., en contextos diferentes y difícilmente comparables. Al pasar la frontera, o en una reunión internacional, decimos nuestra nacionalidad, pero no cuando vamos al médico o a comprar zapatos. Y mucho antes del siglo XIX, contra lo que parece imaginar Álvarez, la gente se presentaba como española, italiana, inglesa o francesa, y no sólo como “cristiana” o “musulmana” o “plebeya”. Y al revés, las personas se siguen presentando, según el contexto, como cristianas, ateas, musulmanas, periodistas, hombres, mujeres, niños o lo que cuadre. Asombra un nivel intelectual tan penoso, con el que topamos tan a menudo en los últimos años, y en los lugares más insospechados.
Un error muy extendido nace de la importancia peculiar que la nación y el estado nacional adquieren en los siglos XIX y XX. Fue entonces cuando ese ente algo difuso que solemos llamar “burguesía” intentó sistematizar y racionalizar el concepto de nación, llegando a convertirlo, por una parte, en una especie de absoluto moral, sustitutorio de la religión, y por otra en ámbito y base social para la aplicación de derechos y libertades (o de privación de ellos). Pero esas construcciones teóricas y políticas no crean la nación, sino que operan sobre ella, una realidad preexistente de mucho tiempo atrás.
Según Álvarez Junco, antes del siglo XIX no existía nación española, sino sólo “identidad”, acaso desde que los griegos visitaron la península en el siglo IX antes de Cristo (debió de ser algo más tarde). Pero, advierte, antes habían existido grandes civilizaciones, la egipcia, la china, la india, la persa, la babilonia, etc., “y en ninguna de ellas hay la más mínima referencia a España (…) ¿Por qué? Por una razón que los nacionalistas españoles no entienden ni entenderán nunca —en realidad, sean del nacionalismo que sean, los nacionalistas en general no comprenden estas cosas—: que España no es el centro del mundo”. Al atribuir tal simpleza a los nacionalistas, es Álvarez —catedrático muy premiado, dirigiéndose, no se olvide, a gente ilustrada— quien cae en la simpleza, y sospecho que incluso Batasuna es capaz de razonamientos más refinados que el suyo.
Se han intentado muchas definiciones de nación, ninguna de ellas abarcadora de todos los casos nacionales existentes. La causa es que una nación no es un conjunto de rasgos objetivos, sino el producto de un sentimiento colectivo de identidad cultural con rasgos comunes que pueden ser muy variados. Ese sentimiento fue, de siempre, la base emocional para defenderse de agresiones extrañas o para imponerse imperialmente a las vecinas. Difícilmente concebiremos una comunidad cultural más fragmentada políticamente que los griegos antiguos, y sin embargo ellos se sentían unidos por el triple lazo de “lengua, religión y sangre”. Pero para ser una nación real les faltaba un elemento definidor: un estado propio. Algo así ocurría en la Italia del Renacimiento, pese a lo cual los italianos se reconocían como tales y eran así reconocidos por los demás. O, al contrario, será inútil, mientras no cambien otras cosas, convencer a peruanos y bolivianos, o a argentinos y chilenos, de ser una misma nación, por muchos rasgos culturales y étnicos que tengan en común. Creo que tampoco será posible hacer una nación de Europa.
En cuanto a España, basta leerBravuconadas de los españoles, del francés Brantôme, para percibir con cuánta fuerza se sentían sus habitantes una nación particular y eran sentidos como tal fuera de España, en pleno siglo XVI. Parece bastante claro que España, como otras naciones europeas, se formó sobre la base cultural romana, adquiriendo forma política, es decir, nacional, desde Leovigildo y Recaredo. Sin ello resulta imposible explicar un fenómeno como la Reconquista. El profesor critica severamente algunas desvirtuaciones históricas de los nacionalismos, pero cae en otro error elemental al suponer a que esas desvirtuaciones niegan la realidad nacional. Todas las comunidades tienen relatos más o menos legendarios, falsos o veraces, transmitidos por la tradición o producto de la inventiva patriótica. Pero es como las personas: si alguien fabula sobre su pasado, no por eso dejan de existir ese alguien y su pasado. La “identidad”, concepto excesivamente amplio que Álvarez Junco opone al de nación, es precisamente la base cultural de la nación. En Quevedo, en Cervantes, y mucho antes que ellos, la identidad española, cultural y política, está bien explícita. Y los separatistas no representan ninguna nación. Tratan, precisamente, de construir otras contra la existente española.
Álvarez comete un nuevo error al burlarse de quienes niegan el carácter de español al emirato y luego califato de Córdoba, pues éste, arguye él, ocupó un 85 por ciento de la península, viviendo pacíficamente unos tres siglos, según asegura (en realidad, el poder musulmán en España, incluso entonces, transcurrió en guerras civiles permanentes, gracias a las cuales los mínimos reinos españoles del norte pudieron consolidarse y expandirse). Al parecer, el criterio básico con que opera Álvarez es el territorial, pero su conclusión resulta tan poco seria como la de que israelíes y palestinos forman una misma nación por vivir en el mismo territorio, o que tan israelí, o tan palestina, es la Autoridad de Arafat como el estado hebreo. Lo ocurrido, aunque a Álvarez le cueste trabajo creerlo, es que sobre el territorio peninsular lucharon dos naciones distintas: España y Al Ándalus. La primera era cristiana y europea, la segunda musulmana y afroasiática no en sentido territorial, sino cultural. Las implicaciones de todo tipo, desde la idiomática a un concepto de libertad personal inexistente en el islam, como ha recordado Sánchez Albornoz, son enormes, aunque alguna gente no quiera verlas.
En la actualidad proliferan en varias regiones de España partidos contrarios a la nación española. Tienen dos rasgos: una necesidad extraordinaria de desvirtuar la historia, y una oposición a las libertades y la democracia, gravemente vulneradas en Cataluña y, sobre todo, en Vascongadas. Por supuesto, ello no impediría que llegasen a constituir nuevas naciones, si consiguieran transmitir a la gente un sentimiento lo bastante intenso y extendido de ruptura con la común nación española. Y a debilitar y desprestigiar ésta en beneficio de los separatismos, contribuyen las confusiones de Álvarez Junco, funcionario de la administración…española.
Charlatanes (XVII) : Álvarez Junco, o la tontería metódica. A debilitar la nación española en beneficio de los separatismos, contribuyen las confusiones de Álvarez Junco, funcionario de la administración… española. En http://piomoa.es/?p=16602 /
@ShaAcabat
@DolcaCatalunya
@fjconpe
Raymond Carr, “memoriador”, charlatán y maestro de hispanofobia, ha ejercido influencia extraordinaria sobre muchos historiadores españoles que se consideran desu escuela. En http://piomoa.es/?p=16611 /
@CCivicaCatalana
@laushispaniae
@GirautaOficial
@Dario_Madrid_F
@ShaAcabat
#VOX
https://elblogdekufisto.blogspot.com/2022/07/cero-la-izquierda.html
Benzion Netanyahu desbarra sobre la Inquisición
La Inquisición ha sido ferozmente criticada, primero por la propaganda protestante, después por la ideología ilustrada del siglo XVIII, y sigue siéndolo desde las más diversas ideologías: comunistas, liberales, anarquistas, algunas fascistas, etc. Se le ha achacado un número descomunal de víctimas, hasta una supuesta despoblación de España (J. A. Llorente); el uso masivo de las torturas más refinadas, con “una extraordinaria crueldad” (Gabriel Jackson); se la ha acusado de haber paralizado el pensamiento y la cultura en general; de ser un precedente de las policías políticas del siglo XX; del racismo nazi o del Holocausto (C. Stallaert); de “germen del moderno totalitarismo” (Joseph Pérez); de ser un aparato de robo y opresión gratuitos, habiéndose cebado en judíos auténticamente cristianizados debido a un complejo de inferioridad de los cristianos viejos, causante del anormal y horrendo placer que sentían en sus malvados actos (Benzion Netanyahu). Y tantos más. Importa por ello apartar la cuestión del mito y la propaganda, situándola en la historia real. Otros historiadores como M. A. García Olmo, e investigaciones sobre los archivos inquisitoriales, como los de G. Henningsen o J. Contreras, también de R. García Cárcel, prueban que más del noventa por ciento de esas condenas se basan en una propaganda sostenida hasta hoy, y en falsas analogías con fenómenos actuales. El historiador Miguel Ángel García Olmo ha escrito Las razones de la Inquisición Española, examinando ciertos análisis difundidos en años recientes, en particular los de Netanyahu (padre del político). En la historiografía hebrea al respecto encontramos la alabanza a las víctimas conversas como ejemplos de firmeza en la fe mosaica, confirmada en sus confesiones ante el tribunal. De estas Fluye como un maravilloso cántico de nostalgias por el hogar nacional, el terrenal y el celestial, de todas las cosas, grandes y pequeñas, santificadas en la tradición judía (…) aquello que había creado al pueblo judío y que mantenía su existencia, explica, por ejemplo, el profesor Haim Beinart. Pero Netanyahu opina lo contrario: en realidad no hubo tal criptojudaísmo, los bautizados a la fuerza o sus hijos terminaron haciéndose cristianos de verdad, por lo cual la Inquisición habría perseguido y quemado en realidad a auténticos católicos. ¿Por qué lo hizo? Como respuesta política — afirma Netanyahu– a una envidiosa presión popular de tipo racista y económico, que veía en los conversos una competencia perjudicial para sus intereses y envidiaba su éxito social. La relevancia de la tesis consiste en que desplaza la principal culpabilidad inquisitorial desde la Iglesia y el Estado, al pueblo español en conjunto. Culpabilidad inmensa, pues, explica Netanyahu, supuso Enormes baños de sangre, sufrimientos indescriptibles a tremenda escala y millares de vidas hechas pesadilla; implicó también expoliar y destruir masivamente los productos del trabajo de muchas generaciones (…) Nunca la astucia, la hipocresía y el engaño hicieron tan gran uso de santurrones pretextos como la Inquisición en su ataque a los conversos (…). Armada con terror, espionaje y propaganda, la Inquisición pudo tener cautiva la opinión de España y controlarla casi perfectamente durante tres siglos y más aún. El último aserto disuena cuando, según el autor, la Inquisición nacía precisamente de la envidia popular, que más bien habría hecho “cautivo” al estado. También choca la pasión descriptiva de Netanyahu ante sucesos harto comunes ayer y hoy, sufridos, en este caso, por personas que, según él mismo, serían traidores al judaísmo. Y hace falta mucha fantasía para calificar de “baños de sangre” a unas ejecuciones documentadas que en tres siglos apenas alcanzó el millar, y probablemente no llegó al doble, si especulamos sobre las no documentadas. Y realizadas a partir de un tribunal menos aficionado a la tortura y más garantista que los corrientes en la Europa de la época. Y que, pese al brutal fanatismo que se le achaca, libró a España, por ejemplo, de la quema de brujas, un mérito que hizo de aquella casi una institución benemérita. En Netanyahu resuena un fondo de racismo cuando presenta a los españoles como pueblo inferior, sádico y envidioso por inepto. Las implicaciones van hasta comparar el Siglo de Oro español con la Alemania nazi, pero sería largo tratarlas aquí, de modo que lo haré en mi blog de Libertaddigital.
Netanyahu elaboró sus tesis aprovechando por primera vez –un mérito innegable— fuentes hebreas que tildaban a los conversos de renegados del judaísmo. Esas fuentes, señala su descubridor, están impregnadas de espíritu de sinceridad y convicción profunda (…), valiente compromiso con la verdad. Pero, ¿y los concienzudos testimonios de la propia Inquisición sobre los judaizantes? Netanyahu les niega todo valor, pues solo responderían a la radical impostura que supone al tribunal. Como observa García Olmo, con tales prejuicios de entrada puede construirse cualquier historia a la carta.
Es harto improbable que, aun si una buena mayoría de los conversos terminase sinceramente cristianizada, una minoría no judaizara en secreto, máxime tratándose de una religión tan “intensa”. La Inquisición, claramente, no respondió a un pretexto racista, sino al temor a la herejía, considerada entonces, en toda Europa, un grave peligro social. Muy clarificador, en fin, el estudio de García Olmo. Y siendo los protestantes los principales acusadores, hoy sabemos bien que sus persecuciones hicieron muchas más víctimas católicas. Por no hablar de las “brujas” o las producidas entre los mismos protestantes; y con muchas menos garantías y controles policíacoas precedentes de los del siglo XX, particularmente en Inglaterra..
En cuanto a su supuesto efecto paralizador de la cultura, la época más severa de la Inquisición coincidió con el mayor esplendor cultural e intelectual de la historia de España, lo que demuestra la ausencia de relación ente una cosa y la otra. Y es lógico: la persecución inquisitorial solo se aplicó a una pequeña minoría dentro de otra pequeña minoría, y en la mayor parte de los casos se trataba de personas de escasa relevancia intelectual o económica.
Debe verse el fenómeno, como digo, en un contexto histórico en que se consideraba la herejía un peligro incluso de guerra civil o para la seguridad del estado, o se consideraba a los judíos un cuerpo extraño, peligroso por la influencia que adquiría a través del dinero (la usura, según se les acusaba). Situarla en su contexto no debe hacernos creer que hoy es muy distinto, pues el ilustrado y científico siglo XX ha visto persecuciones ideológicas incluso más brutales no ya que las inquisitoriales, sino incluso que las protestantes.
Británicos contemplan abandonar el Peñón por los efectos del Brexit:
https://www.eldebate.com/espana/20220731/gibraltarenos-contemplan-abandonar-penon-efectos-brexit.html
Supongo que el Gobierno español facilitará las cosas para que Gibraltar siga siendo colonia británica.
Galería de charlatanes (XXVIII): muchos hispanistas (no todos, claro) muestran aversión a España. El caso de Benzion Netanyahu es sobresaliente. Este charlatán ha gozado de la admiración del ambiente intelectual hispano. BLOG: https://t.co/EfJfVCsbBP
El historiador Miguel Ángel García Olmo ha escrito “Las razones de la Inquisición Española”, examinando ciertos análisis difundidos en años recientes, en particular los de Netanyahu (padre del político). BLOG: https://t.co/EfJfVCsbBP /
La lucha de Franco fue contra el comunismo. El charlatán Ángel Viñas, siguiendo la clásica propaganda comunista, sostiene que en realidad fue contra “la modernización económica, social y política de la república”. En http://piomoa.es/?p=16594 /
El charlatán Joseph Pérez, historiador marxistoide, francómano e hispanófobo, ha recibido numerosos premios en España. Análisis: http://piomoa.es/?p=16543
Kamen ha sido profesor en varias universidades inglesas, españolas y useñas, y en el CSIC, y distinguido con la Orden Civil de Alfonso X el Sabio. Es autor de algunos estudios estimables, en particular sobre la Inquisición. En 2003 publicó el ensayo Imperio, la forja de España como potencia mundial, un imperio que, paradójicamente, según él, no existió o no fue propiamente español, ya que contribuyeron a él, igual y generosamente, los habitantes de España, de Europa y de las propias Indias. Por lo demás, España misma no existe propiamente, es una “invención”, que ha definido como “una colección de fake news”. Tiene, no obstante, un estudio apreciable sobre la Inquisición
Galería de charlatanes (XXVII): Henry Kamen (como en los casos de Carr, Preston, Ranzato, J. Pérez, Balfour, Malefakis o Beevor), es hispanista cuyas ideas sobre España son pintorescas o hispanófobas. BLOG: https://t.co/ij3ZpzClGe
Al negar la Reconquista, el cantamañanas Henry Kamen contribuye a la leyenda negra, cuya existencia niega con la mayor desfachatez. Más en https://t.co/04TTSfPChG
Yo fui haciendo tuits de toda la Galería de historiadores charlatanes o memoriadores, y los tengo archivados.
Henry Kamen en El Mundo “desmonta los mitos de la construcción nacional de España”. Observen el servilismo, ignorancia, hispanofobia y anglomanía dominante en la prensa española. Más en https://t.co/xaFlCVH45q
Galería de historiadores charlatanes y progres (XII): Un Goebbels austríaco, Schwaiger; y el neostalinista Francisco Espinosa. BLOG de https://t.co/HsajNSvUBu /
Galería de charlatanes o “memoriadores” (XXVI): Moradiellos justifica a Negrín, es decir, a Stalin. BLOG de https://t.co/ebb60090Pz
Galería de charlatanes (XXXVII): Al memoriador Ángel Viñas le encanta Negrín, el mayor ladrón de la historia de España. BLOG de https://t.co/JInGYpYnwu
Galería de charlatanes (XLI): Ricardo García Cárcel, o el análisis memo antifranquista. BLOG de https://t.co/B2hncwfHSX
En “Galería de charlatanes ” Javier Cercas, que no pretende ser historiador sino novelista, pero con una capacidad sorprendente para condensar todas las falsedades de la “memoria histórica”. Más en https://t.co/qQiWIZgVI9
Galería de charlatanes (XXXVIII): Pedro Corral, o el pensamiento en el PP sustituido por simplezas envueltas en moralina de barra de bar. Análisis en https://t.co/4OxIGR8hbL
En charlatanes como Ernst Gombrich pervive la leyenda negra nacida de Las Casas, renaciendo cada vez que parecía superada. Análisis: https://t.co/8DCDCcyfZF
¿Cainismo español? Es mito falso que repiten charlatanes como Pérez Reverte o Eslava Galán. Usa, Alemania, Francia, Italia, Inglaterra… todos han tenido guerras civiles en su historia. Pero los “intelectuales” repiten el tópico. BLOG de https://t.co/SNMCj9nbGI
Galería de charlatanes (XXXVI): César Vidal, el “liberal” antifranquista. BLOG de https://t.co/aH9YMpXM08 //
Muchos charlatanes niegan la Reconquista. Si no existió, ¿cómo es que en toda la península ha desaparecido Al Ándalus, con todos sus rasgos culturales? BLOG de https://t.co/ceSOM9VKxS
Ese era el lugar de la religión en nuestra familia allá por los años ochenta. Rezar el Padrenuestro antes de dormir.
Pues no es poco…
Galería de charlatanes (XXXV): El hispanista Michael Seidman y sus desatinos en serie, o como achaca a los españoles un especial “subdesarrollo” siguiendo una tradición asentada en medios anglosajones. BLOG de https://t.co/tKbsTuKRV8 /
Como coger un libro de astronomía y hacer el acto de fe de que eso que cuentan en él es cierto….
Galería de historiadores charlatanes o “memoriadores” (XXXIII): El golfete británico Jeremy Treglown. BLOG: https://t.co/4bNu138IIS
Ya no pongo más…
Es como si estuvieran todos al unísono con que hay que desintegrar a España…
Galería de historiadores charlatanes o “memoriadores” (XXXIII): El golfete británico Jeremy Treglown. BLOG: https://t.co/4bNu138IIS
Este enlace lo he puesto mal. No se corresponde al golfete Treglown, sino a los Charlatanes XXXII: Jorge y Helen.
A mí esta labor de Pío Moa de leer y hacer crítica de estos charlatanes o memoriadores me parece titánica. Lo menos que podemos hacer es difundir la galería en la universidad, redes sociales, medios, etc… porque los malos van ganando.
Bueno, uno más…
Galería de charlatanes antifranquistas (XXX): La golfería del carroñero Ian Gibson. Análisis en https://t.co/l6tc0hdNZn
Otro más, no me resisto…
Galería de charlatanes (XXIX): Antonio Elorza oculta a los españoles el genocidio aplicado contra el clero por el Frente Popular. BLOG: https://t.co/esXcOyn7m2
Tengo en drive un pdf con todos los capítulos de la galería de charlatanes, lo busco…
GALERÍA DE CHARLATANES (PDF)
https://drive.google.com/file/d/1uAESZL0X97zqg178U6AJL7r1_Zxnbe8Y/view?usp=sharing
No puedo parar…
Historiadores charlatanes: Justo Serna, o el deterioro intelectual y moral de la universidad española por décadas de predominio progre. En BLOG https://t.co/04TTSfPChG
Feijóo: “El PSOE no es un partido corrupto. No tengo ningún interés en ver a Griñán entrar en prisión”.
“… en mis libros yo mi infancia la he contado mucho más dramática de lo que fue, de hecho no lo fue, en absoluto, lo que pasa es que claro como yo en mis libros a lo que aspiraba es a dar una imagen generacional, pues entonces si tú lees las escenas de los colegios de curas dices pobrecito los tratan peor que a Oliverio Twist, y no, yo me lo pasaba bien, y me inventaba mis trucos para eludir la vigilancia de los curas, y me llegaban todos los tebeos y todas esas cosas; incluso en un mundo tan horroroso y tan gris como el de la posguerra, yo le he “exagerao”…
Entrevista a Terenci Moix en A Fondo, este fragmento se puede escuchar a partir del minuto 28:38 en https://youtu.be/tRBcDkhtRU8
Esto tiene el mayor interés. Moix nunca ha sido un escritor antifranquista. En varios lugares de su obra se burla de los que se inventan carreras delante de los grises. Pero sí había dicho, por ejemplo en el epílogo a su novela El día que murió Marilyn, que el franquismo era una cárcel de curas. Yo esto lo atribuía a su condición de homosexual, y al hecho de que en el franquismo en efecto la iglesia tenía privilegios excesivos. Pero aquí reconoce abiertamente que exagera, que miente, aunque añade la muletilla de la “posguerra horrorosa”. Siempre me pareció un escritor sincero.
La vida puede ser o parecer una cárcel en el mejor de los mundos. Sócrates se despide de la vida como de una cárcel, en el Fedón, aunque podría haberse salvado, pero quería cumplir con la leyes y liberar el alma.
Ningún defensor de la pena de muerte la ha experimentado en sus carnes.
buenos días: que dice Ortega Smith que han logrado imponer al pp en Castilla y León la ley de concordia; pues yo no me había enterado de que Casado, que es al primero que recuerdo haber oído hablar de esa majadería, hubiera ingresado en vox.
Nuevo hilo
“Ningún defensor de la pena de muerte la ha experimentado en sus carnes” Normalmente quienes la han experimentado son ciertas víctimas. Por ejemplos niños violados y asesinados por pederastas. .
Pues lo de “jodeos, rojos, fuisteis subcampeones en el 39″ tiene su gracia.
Y además no se puede generalizar.
En un rato, La derrota de la Iglesia Católica
https://youtu.be/iEHNWlAYRqs