La mujer en el franquismo: 290 – La mujeres en el franquismo | Años 40 | El dilema del Rey – YouTube
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Baroja (II) y Azaña.
El pesimismo de Baroja es como un manto extendido sobre sus memorias: “El hombre, en general, es como el viajero del tren: todas las estaciones que ha pasado le parecen horribles; sin embargo quiere seguir y pasar por nuevas estaciones, aunque tiene la sospecha de que serán tan desagradables como las otras. Le impulsa un instinto, no una reflexión”. Esto recuerda mucho a un poema de Bertholt Brecht que cita Albiac en sus memorias. “–Pesimismo puro –dice mi amigo– Hay libros de recuerdos que son alegres y confortables” –Yo estos no los conozco. Todos me parecen bastante aburridos, y cuanto más importante es el acontecimiento que se recuerda, peor. Muchas veces las cosas pequeñas y los detalles son los más divertidos”. Le irritaba particularmente el mundillo cultural en que se movía: “En los escritores, y sobre todo en los artistas, no hay más que cuquería, envidia y pasiones un poco ruines”. “Todos nosotros no solo sabíamos, sino que lo decíamos, que el que más y el que menos era mala persona, egoísta, chanchullero, maquinador (…) Claro que había tipos excepcionales, y también mitos y santones”. “El pequeño mundo de la literatura española ha sido de una estupidez y de una mezquindad raras”. “Al pensar en muchos de aquellos tipos que pasaron al lado de uno con sus sueños, con sus preocupaciones, con sus extravagancias, la mayoría tontos y alocados, pero algunos, pocos, inteligentes y nobles, siente uno en el fondo del alma un sentimiento confuso de horror y de tristeza” .
Baroja tenía impresión mediocre de Azaña, que pasaba por revolucionario: “¡Un revolucionario entusiasta de Valera y de Mérimée! No era tan extraño porque Azaña no tenía nada de revolucionario, ni por ideas ni por temperamento. Era un conservador, un ordenancista para ser subsecretario o ministro en una monarquía (…) El pueblo le tomó como héroe, de lo que no tenía nada (…) Gentes que volvían de un mitin (…) gritando amenazadoramente por las calles del centro de Madrid con el puño en alto: ¡Viva Azaña, el hombre más grande de España! ¡Qué falta de intuición la del español actual”. “Le pasaba además a Azaña como a la mayoría de los políticos parlamentarios, que no conocen a su pueblo”. Sin embargo Azaña expresaba el mismo malestar que Baroja con su entorno, en especial con sus correligionarios, loquinarios y botarates, como suele calificarles: “Rodeado de imbéciles, gobierne usted si puede”; “¿Estoy obligado a acomodarme con la zafiedad, con la politiquería, con las ruines intenciones (…)?”; “Veo muchas torpezas y mucha mezquindad y ningunos hombres con capacidad y grandeza (…) ¿Tendremos que resignarnos a que España caiga en una política tabernaria, incompetente, de amigachos, de codicia y botín sin ninguna idea alta?”. Azaña pasaba por revolucionario, y a su modo lo fue, no como líder sino como impulsor, arrastrado por fuerzas que él mismo promovió”
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¿Un rey 2030?
Felipe VI no ha querido seguir su propio ejemplo cuando defendió la Constitución contra el butifarréndum, y ha encargado el gobierno a un sujeto aliado con los partidos más abiertamente antidemócratas, anticonstitucionales y antiespañoles, con los que se identifica el sujeto. Hemos llegado a un punto en que la forma constitucional (proponer una investidura al fallar la anterior) se opone radicalmente al contenido constitucional. Algo muy semejante a la ascensión formalmente democrática del nazismo al poder
¿Por qué lo ha hecho el rey? Creo que el problema de fondo radica en que comparte con dicho sujeto un proyecto de gran alcance, en el que la idea de España y de la democracia se disuelve: la llamada “agenda 2030”, enésima utopía liberticida, diseñada como novedad por un grupo de políticos e hipermillonarios iluminados y anglómanos. Proyecto compartido asimismo por el PP , y solo contrariado por VOX. Estos son acuerdos estratégicos y de largo alcance, dentro de los cuales las discrepancias sobre la identidad y unidad de España y sobre las libertades, resultan asuntos menores y fácilmente salvables.
El proyecto o agenda incluye tácitamente la eliminación progresiva no solo de las identidades nacionales, sino de los propios idiomas, sustituidos por el inglés como lengua superior de comunicación y cultura, proceso castrador ya bastante avanzado en España. Y Felipe VI ha dado sobradas muestras de su anglomanía, como emplear a menudo el inglés en la propia España, presidir un Instituto llamado Elcano para dirigir la política exterior española según los intereses de Londres, mantener una oficiosa sumisión a la monarquía inglesa, o educar a su presunta sucesora en Gales, de hecho Inglaterra, la potencia invasora de Gibraltar, cosa que no parece quitar el sueño a un rey de España.
Ocurre, además, que dentro de esa agenda es obligada la demolición de la herencia del franquismo, aunque esta venga de antes. Demolición que incluye a la monarquía, además de la unidad nacional o la transición democrática. El padre del rey actual firmó la ley de memoria histórica, que le deslegitimaba precisamente por su origen, y Felipe ha firmado la llamada cínicamente democrática, que destroza la democracia.
Dicen algunos que Felipe no tenía otra salida que llamar al sujeto en cuestión. Desde luego que sí tenía otras opciones. Pero si realmente no pudiera hacer nada para impedir un gobierno demoledor de la unidad nacional y la democracia, ¿de qué sirve la monarquía? Históricamente, la monarquía se deslegitimó y suicidó en un corto proceso entre 1929 y 1931. Lo he tratado en varios libros y artículos, lo resumiré aquí en otro momento. También la monarquía actual puede suicidarse, vemos indicios.
¿Puede esto terminar bien? Nada es imposible, pero suena en extremo improbable
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¿Europa en peligro? Sí
**Dice el miserable Borrell que si Rusia gana en Ucrania, Europa estará en peligro. Por una parte, Rusia es fundamentalmente parte de Europa, y por otra lo que peligra de modo inmediato son la OTAN y la UE, por haber forzado la guerra (véase su traición a los acuerdos de Minsk) . Porque creyeron poder hundir a Rusia y les está saliendo el tiro por la culata. Pero ¿hasta dónde estará dispuesta a ir la OTAN? La guerra de Ucrania es solo su quinta o sexta aventura militar, con las que ha destrozado a países enteros. Pero es también, con mucho, la más peligrosa. Para Europa y para el mundo.
**En relación con mi análisis sobre el discurso de Putin, me escribe un amigo: Russia Today lleva escupiendo la leyenda negra sobre España desde mucho antes de que comenzase la guerra de Ucrania en 2014. Le respondo: igual que los useños, los europeos, los “latinos” o los españoles”. Por eso importa tanto combatir esa leyenda aquí mismo, pues su efecto moral sobre el país es mortífero. Y por eso he escrito Hegemonía española y comienzo de la Era Europea, situando la época en un contexto histórico que concluye en la SGM. Esto es indispensable para aclarar el problema, pero los propios españoles, hablo de historiadores, periodistas y culturetas, tienen muy poca curiosidad o interés por una historia veraz de su país o de Europa: han sepultado el libro en el ninguneo de los grandes medios: ni reseñas ni debate algo inteligentes.
**Poco podrá hacerse mientras que no se comprenda la trascendencia político-histórica de las leyes de memoria. Su objetivo no es demoler al franquismo, tarea inútil, sino su herencia. Esta herencia puede resumirse en tres puntos, aunque va más allá de ellos: unidad y soberanía nacionales, transición democrática y monarquía. Para lograr ese fin deben, por un lado, deslegitimar al franquismo, y por otro ocultar la responsabilidad fundamental del Frente Popular en la gestación de la guerra. Aquel frente, dominado por socialistas-comunistas y separatistas, y por su propia composición amenazaba con disgregar y/o sovietizar al país.
**Decía Azaña: “rodeado de imbéciles, gobierne usted si puede”. Los imbéciles también abundaban en el entorno de Franco, pero este supo hacer carrera de ellos.
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