Una hora con la historia: 306 – La muerte del maquis | Nueva gran guerra europea (youtube.com)
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Elecciones gallegas.
Técnicamente, en unas elecciones se trata de crear opinión pública, convencer de la propia política al mayor número de personas. Y eso depende en gran medida del control de los medios de masas y, actualmente y en segundo lugar, del manejo de internet. En ese terreno, VOX ha tenido insuficiente fuerza en internet (sus seguidores no se han movilizado lo bastante), y en contra a la totalidad de los demás partidos, a la Iglesia (lo de “voto útil” parte del Episcopado ya en la transición), a la práctica totalidad de los medios de masas, que se han volcado mezclando el silenciamiento, la calumnia y el falso rumor contra ese partido. Estas condiciones hacen muy difícil el éxito electoral, pero al mismo tiempo demuestran el pánico de todos ellos a VOX, la debilidad esencial del conglomerado de la estafa. Contrarrestar a los medios es imposible mientras no se creen o aparezcan otros que marquen la diferencia de fondo y de estilo con los existentes, auténtica basura en su gran mayoría.
Aparte el aspecto técnico, creo que ha habido también algunos fallos en el discurso de VOX. Oyendo a Abascal, me queda la impresión de unos argumentos bien expuestos, pero algo dispersos y sin bastante energía. El argumento de conseguir alguna representación aquí y allá para “obligar” al PP a cambiar de política es débil. Los enemigos principales y más dañinos para VOX son el PP y los medios de la Iglesia, cuya estrategia es pintar a VOX como algo parecido a ellos, pero innecesario y sin relevancia real, por lo que votarle no solo sería inútil, sino que haría el juego a la izquierda. Este mensaje cala en mucha gente, y es preciso explicar, con tranquilidad y precisión, en qué se diferencia VOX del PP y por qué esas diferencias son cruciales y obligan a denunciar en toda la línea la política del PP.
El activo principal de VOX es el patriotismo y la defensa de la democracia, que son los valores más amenazados por el conglomerado de la estafa. El patriotismo lleva necesariamente a una política exterior de neutralidad, máxime cuando ya nuestros “amigos” de Gibraltar se están preparando para una nueva guerra europea. Y la defensa de la democracia exige aclarar de una vez por todas que ella viene del franquismo y no del antifranquismo; y que antifranquismo es separatismo, liberticidio y guerra. Esta es una tarea pendiente, y cada ve más urgente en VOX. Sin completarla, todo quedará en el aire.
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Sucesos y cosas.
El primer recuerdo en Adiós a un tiempo gira en torno a la muerte por la policía de un camarada comunista y otros sucesos como mi venida de Bilbao para rehacer, junto con él y dos más, la organización, que había sido casi desmantelada por la policía; dos excursiones por la provincia de Segovia con una comida en Sepúlveda, en 1975 y otra, quizá diez años posterior, con visita al cementerio de Segovia; el conocimiento de aquella muerte en 1979, cuando yo vivía, apartado de todo aquello pero aún en la clandestinidad, en una buhardilla de Lavapiés; u otra comida familiar en un restaurante chino de Madrid, un cuarto de siglo después, que es la que desata los recuerdos.
Al lado de los sucesos están las cosas en que transcurren: los barrios o ciudades, los restaurantes, el piso en que dormíamos con mil precauciones porque podía haber sido descubierto por la policía, la buhardilla, la nata de un café irlandés… Todas esas cosas permanecen, son materiales, palpables o fácilmente reproducibles, mientras que los sucesos no lo son: se evaporan en el tiempo como si no hubieran existido, son únicos y los intentos de reproducirlos los falsean. Puesto que han existido y la memoria nos los reafirma con más o menos fidelidad, deberían tener algo de la materialidad con que existen las cosas, deberían ser hallables en el espacio, pero no es así, han desaparecido y la memoria de ellos los va difuminando y confundiendo. Mencioné entonces la sensación de absurdo, más propiamente de inexplicabilidad, de todo aquello.
Y están también las personas concretas, mencionadas en el libro pero que ahora omito por no complicar la reflexión.
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Revisionismo
Me avisan de La esfera de los libros de que El País quiere hablar conmigo para no sé qué. “Dígales que no quiero saber nada de esa gente”, contesto. Era, por lo que me han contado después, para un reportaje sobre “revisionismo”. He tenido alguna experiencia con las manipulaciones de esa gentuza en TVE. Son lo que llamaba Julián Marías, profesionales de la mentira, es decir, que hay que dejarlos de lado precisamente porque son profesionales, no equivocados. Lógicamente detestan el revisionismo, porque la revisión es una exigencia de la razón y la ciencia, ya lo explicaba Descartes. Los dogmáticos profesionales del fraude histórico no pueden soportar el revisionismo, es lógico. Antes tenían todo el poder cultural, apoyados por el PP, pero ya no están tan fuertes y lo resienten. Lo mejor es mandarlos directamente a la mierda, en la que se rebozan tan a gusto.No se puede respetar lo que no es respetable, porque se pierde el respeto a lo que merece respeto
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D´un temps que será el nostre, clamaba insensatamente Raimon