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**La degradación de la democracia en España ha llegado a tales extremos que se haría urgente un barrido de los políticos como el emprendido en Italia hace años por los jueces de “Manos limpias”. La cuestión es si quedan en España jueces no afectados por el “asesinato de Montesquieu” perpetrado por el PSOE compinchado con el PP y los separatistas.
**El Valle de los Caídos está ahora mismo en manos de Ayuso. Veremos si, como miembro del PP, se hace cómplice del delito o trata de impedirlo. Pero si ella no reacciona es necesario organizar una reacción más amplia de la sociedad civil, o de la parte de ella no embrutecida por dos décadas de propaganda infame
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El trasfondo histórico en la novela
Las novelas pueden tener un trasfondo histórico difuso o bien concreto. Por novela histórica se suele entender lo segundo, pero una cosa es ese trasfondo y otra que trate a personajes históricos según los gustos del narrador. Sonaron gritos y golpes a la puerta transcurre en diez años muy especiales para España (y no solo): 1936-1946, y la acción está intensamente influida por ellos (guerra civil, quinta columna, peligro de la guerra mundial, División Azul, tertulias de posguerra, maquis…). Los personajes son más bien atípicos, viven el tiempo a su manera; otros lo han vivido como miseria y aplanamiento moral, como intento de revivir la guerra civil, como vida de tertulias, como esfuerzo por salir a flote, etc. Cada forma de vida tendría sus protagonistas. La de Sonaron… apenas se ha tratado en la literatura española, más inclinada a un costumbrismo lastimero.
La segunda novela, Perros Verdes transcurre en un día de un año también muy marcado históricamente, pero por otras causas y con otras inquietudes. Las alusiones, como al suicidio de Violeta Parra, a los “comedores del SEU, a canciones hoy ya olvidadas o semiolvidadas, a unos poemas de Gloria Fuertes, etc., tienen en el relato el interés de fijar el momento. En esos sentidos, las dos serían novelas históricas, y así suelen presentarse. Pero los personajes reales en ambos casos, como Franco o algún otro, solo sirven también para enmarcar la narración. Un personaje novelesco vale, no en la medida de su historicidad o su tipismo que le da una apariencia engañosa de realidad, sino en la del sentimiento vital que provoca en el lector, sentimiento que en algunos lectores será débil o difuso, y concluirán que la novela es “mala”, y en otros muy fuerte, como aquí: Archipiélago Duda: La magnífica novela de Pío Moa (archipielagoduda.blogspot.com). Cuatro perros verdes ha interesado sobre todo a gente de mi edad, que vivió su adolescencia o primera juventud en aquel tiempo. De hecho está inspirada por recuerdos míos. Pero creo que las inquietudes allí expuestas tienen interés mucho más amplio que las ceñidas al momento.
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Por qué no se colapsa Rusia
La OTAN, la UE y el FMI están pasmados de que Rusia no solo no se haya hundido económicamente por sus sanciones, sino que está creciendo a buen ritmo, a pesar de ellas y de la guerra en Ucrania. ¿Cómo es posible que les hayan salido tan mal sus cálculos y concepción economicista de la política? Tratan de dar explicaciones poco convincentes, como una militarización de la economía rusa que en teorías habituales debería tener efectos depresivos sobre el conjunto.
Pero creo que hay otro punto más esencial, y es la decisión rusa de desafiar y vencer a los arruinadores. Lo que nos lleva a la experiencia en España al terminar la SGM. Entonces, el país chocó con la hostilidad y aislamiento internacional que habrían podido desatar una gran hambruna. España era un país menor, al que la guerra mundial había impedido reconstruirse bien después de su guerra civil, y prácticamente sin aliados, por lo que debería haberse hundido. Pero no fue así. La diplomacia franquista consiguió abrir una grieta en el cerco internacional, por Argentina, y lo peor se evitó. Dentro de las enormes dificultades, y contra tópicos propagandísticos, el balance económico de los años 40 fue muy positivo, y poco a poco los “aisladores” tuvieron que darse por vencidos. Aunque no del todo: todavía en 1975, a raíz de la ejecución de cinco terroristas de ETA y FRAP, surgieron en toda Europa, varios gobiernos incluidos, campañas de hostilidad que hacían presagiar una vuelta a los años 40. El entonces presidente del gobierno, Arias Navarro, expuso un espíritu: “No deseamos estar solos, pero tampoco nos intimida la posibilidad del aislamiento”, y otro ministro añadió: “Un país que compra anualmente productos por un valor superior a los quince mil millones de dólares no puede ser aislado”.
Lo esencial, obviamente, es la voluntad o espíritu de no doblegarse a las amenazas. Y al respecto, Rusia está en posición absolutamente más favorable que la de España en los años 40: es un país inmenso con reservas de materias primas y alimentos imprescindibles para otros países (incluso para los que la sancionan), y ha logrado establecer buenas relaciones con China o India, y desarrollar el comienzo de una dinámica contraria al imperio de dólar con otro grupo de países. La arrogancia y prepotencia del rico sobre el pobre no siempre logra imponer su ley, y el tiro le está saliendo por la culata a la OTAN y la UE. El grave peligro está en que ambas crean que la solución está en ampliar la guerra de Ucrania.
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El hidalgo en la hegemonía hispana
Un tema importante relacionado con la época de hegemonía española es el papel de los hidalgos. Una mala historiografía los ha tratado con cierto desprecio, influida por relatos caricaturescos como el del Lazarillo de Tormes, pero encontramos hidalgos en casi todas las acciones y tipos humanos que caracterizaron a la España de entonces: exploradores, marinos, burócratas organizadores, científicos, conquistadores, frailes, escritores, soldados y jefes de los tercios, diplomáticos… Lo que caracteriza el empuje de la cultura de España entonces es el gran número de personajes de primera fila que produjo en todos los ámbitos, algo que ya no volvería a ocurrir o solo en grado mucho menor. Y siempre en esos ámbitos encontramos, pues, la figura del hidalgo. Con lo que es interesante redefinir su posición y significado social –sobre lo que hay algunos trabajos interesantes– pero sobre todo algo más inasible, es decir, su espíritu, sus valores de esfuerzo, pundonor, destrezas varias, también económicas y organizadoras (lo describe muy bien el conquistador Pedro de Valdivia, desmintiendo tópicos muy arraigados en una historiografía mediocre). Se ha insistido más, en cambio, en la figura contraria del pícaro, que ha dado lugar a toda una literatura decadente, aunque no por ello menos interesante.
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De Rajoy al doctor Sánchez
Se suponía –lo suponían muchos, sin fundamento– que el PP enmendaría las políticas del PSOE, pero en realidad las asumió como propias, limitándose a atenuarlas en puntos secundarios. En la economía, en 2018 la tasa de paro sobre la población activa había bajado del 24,5% de Zapatero, al 14,5%, cifra aún muy alta, pero indicativa de que lo peor ya había pasado. La deuda pública había superado levemente el 100% del PIB, dato que se mantendría, subiendo, hasta hoy; algo en principio no muy grave mientras pudieran pagarse los intereses, aunque también entendible como un factor enfermizo de cara al futuro. De acuerdo con su filosofía, la mejoría económica debiera dar al PP un amplio respaldo popular. Pero la economía es solo un aspecto menor de la política cuando están amenazados la democracia y el propio suelo nacional sobre el que esta puede asentarse.
En el confuso panorama generado por las elecciones de 2016 y la intentona de 2017, Sánchez había obtenido el peor resultado electoral para su partido desde la transición, pero supo aprovechar el primer fallo de la causa Gürtel para denunciar implacablemente (!!!) la corrupción del PP y concertar con toda la izquierda y separatistas una moción de censura contra Rajoy. La igualación de las fuerzas originó una reveladora carrera de promesas a los separatistas entre Sánchez y Rajoy. Tal era uno de los efectos de la ley electoral. Rajoy se creyó ganador al acordar con el PNV los presupuestos, pero Sánchez le birló diestramente, por así decir, el apoyo peneuvista. Y el 1 de junio de 2018 el jefe socialista expulsó al del PP y le sustituyó en la presidencia. El balance de Rajoy, en conjunto, es crudamente negativo: dejaba sin resolver ningún problema de fondo, y al país en manos de un socialista resuelto a ir más allá que Zapatero.
Desde la transición, la derecha producido tres líderes, Suárez, Aznar y Rajoy, más el breve Leopoldo. Suárez destacó por sus habilidades sociales y trato personal, Aznar por su energía, y Rajoy por su destreza para aprovechar las inercias y pasar por sus cargos “sin romperlos ni mancharlos”, como se decía. Y a los tres les unía cierta habilidad en maniobras de vuelo corraleño y nula talla de estadistas, falta de sentido de la historia y de pensamiento político más allá de cuatro tópicos simples. Políticos oportunistas y de ocasión, se limitaron a administrar –mal– una herencia social y política extraordinariamente positiva; y facilitaron el retorno de lacras como las que habían llevado a la guerra civil.
Otro rasgo común a ellos, rara vez mencionado en las historias al uso pero de máxima transcendencia, ha sido el arriba mencionado proceso de colonización cultural por el inglés. Poco acentuado con Suárez, pero ya muy decididamente por Leopoldo y por los dos siguientes. Salvo Leopoldo, ninguno hablaba propiamente inglés, pero todos sentían una ilimitada y beata admiración por la política, la lengua y la cultura anglosajona, que identificaban con la democracia y el futuro. Su primera exhibición fue la entrada en la OTAN y la apertura de la verja de Gibraltar, realizadas por el PSOE pero ya propuestas por Leopoldo, lo cual trastocó en éxito inglés la victoria española en la ONU, con pingües beneficios para Londres, parasitarios del entorno del peñón y perturbadores de la política española. Los jefes del PP asumían como propia la historia de Europa occidental, cuya democracia provenía o se había salvado por el ejército useño (e indirectamente, desde luego, por el soviético), mientras que en España había llegado por una pacífica evolución social y política propia tras haber salvado el franquismo la unidad nacional, la cultura de raíz cristiana y las acerbas y enconadas divisiones de la república.
Pero es en el plano de la cultura en el que el PP ha impuesto una más densa supeditación a la anglosajona. Una destacada política de ese partido impuso en Madrid la enseñanza pública bilingüe, decisión claramente inconstitucional, con el obvio criterio de acatar al inglés como la lengua superior, la de la ciencia, la economía, la historia –incluso la de España–, el deporte, la milicia, la literatura, la moda, etc. Del futuro, en suma. Y la correspondiente valoración implícita del español como lengua inferior, progresivamente reducida al ámbito doméstico y de manifestaciones culturales menores. Pero aquella medida solo expresaba en el ámbito de la enseñanza una ideología tácita más general y bien notoria en la invasión del espacio público por publicidad y lemas en inglés, multitud de negocios españoles titulados en inglés, las expresiones en los medios de masas que cambiaban frases o palabras españolas por inglesas, incluso propuestas, cumplidas en proporción creciente, de hacer en inglés doctorados y la investigación científica. Los datos son abrumadores, y no se trata de relaciones que podrían ser enriquecedoras, sino de una verdadera invasión, cada vez más impositiva y esterilizante. Con ello y el escaso interés, salvo el económico, por el ámbito cultural hispano en América (llamada “Latinoamérica” por políticos, medios e intelectuales de aquí y de allá, a fin de esfumar su origen), el futuro cultural de España iba siendo empujado a una colonización o supeditación que a la larga o no tan a la larga, lo destruiría, si no se produjera una reacción.
Si comparamos a los gobernantes del PP con los tres del PSOE, vemos enseguida la superioridad política e ideológica de los socialistas. La razón es fácil de entender: pese a la derrota del rupturismo en la transición, el PSOE tenía un proyecto político de gran alcance, aunque debiera retroceder y trabajar con paciencia, dadas las circunstancias. En otra palabras, seguía siendo un partido que, con mayor o meno énfasis según las circunstancias, se seguía declarando republicano, federalista, por supuesto antifranquista y con objetivos socialistas, se les diera el contenido que se quisiera. Objetivos que parecían vagos, pero que marcaban oscuramente una dinámica que fue clarificándose con el tiempo. El proyecto rebasaba claramente la Constitución y, más allá, corroía la democracia, como empezó a demostrarse con la llamada “muerte de Montesquieu.
En cambio la UCD y el PP carecían de todo proyecto de alguna amplitud: por supuesto, UCD puso en pie, mejor o peor, una democracia y ella y el PP eran claramente unitarios en cuanto a la nación, y asimismo monárquicos. Sin embargo todo ello fallaba en un punto: su visión negativa del franquismo, de cuyo recuerdo quisieron deshacerse, lo que terminó llevándoles a compartir la visión fundamental de la historia del propio PSOE y de los secesionistas.
Si comparamos a Suárez con Felipe González vemos que, una vez establecidas las normas democráticas, Suárez no sabía ya qué hacer, fuera de pequeñas maniobras para retener el poder, incluso con ilusiones absurdas como la de pasar por la izquierda al PSOE. Y si comparamos a González con Aznar, percibimos que este no tenía más argumentario general que el económico y la identificación con los intereses anglouseños. El proyecto político y social del PSOE, su afirmación identitaria republicana, plurinacional y socialista, no podía sino ir desarrollándose en las favorables condiciones que le ofrecía la claudicación progresiva de su contrario. Zapatero no hizo más que avanzar en su dirección, rematando la condena del franquismo por Aznar con la ley de “memoria histórica”, que el PP solo pudo aceptar y continuar, demostrando que sus convicciones democráticas eran tan precarias como cuando había aceptado la politización partidista de la justicia.
Esa dinámica del PSOE iba a acentuarse al máximo con Sánchez, cuyas características personales requieren alguna atención. Este personaje presumía de un doctorado en economía que muchos denunciaron como fraudulento, cosa no muy rara en una universidad muy politizada y desacreditada académicamente. Las denuncias de plagio y de falsedad en el doctorado motivaron que, en un primer movimiento, Sánchez intentase amedrentar con acciones penales a quienes pusieran en duda su mérito. Sin embargo, parte de los denunciantes no se echaron atrás y retaron al ya presidente a llevarles a juicio, con lo que quien tuvo que echarse atrás fue él, quedando en evidencia y demostrando que las acusaciones no eran infundadas. Hubo además algún otro escándalo con motivo de un falso máster que se atribuía una política del PP, llamada Cifuentes, que había sido también sorprendida robando cremas de belleza en un supermercado. Al parecer, los políticos de uno y otro partido gustaban presumir de títulos universitarios, que en algunos casos hicieron desaparecer de sus páginas web.
Otro rasgo personal del doctor Sánchez fue cierta relación familiar con el negocio de la prostitución homosexual: su suegro, padre de su esposa, tenía, junto con otros dos hermanos, prostíbulos y “saunas gays” de las más importantes de Europa, según se publicó. Al exponerse el hecho en la prensa, el PSOE le negó importancia, por cuanto el suegro habría vendido ya el negocio cuando el doctor y su esposa se prometieron. La investigación periodística demostró que durante varios años, ya casados, había continuado y continuaba en plan familiar, aunque presumiblemente el suegro se desprendió de algún establecimiento al percibir Sánchez que podía obstaculizar su carrera política, todavía lejana de su espectacular éxito de 2017. Las “saunas” eran frecuentadas por políticos de diversos partidos, entre ellos Marlasca o Marlaska, ministro del Interior de Sánchez, y hay indicios de que en ellas se ejercía espionaje con vistas a presiones políticas. No obstante, Sánchez se presentaría como enemigo radical de la prostitución femenina, pese a ir saliendo a la luz las juergas de diversos políticos socialistas y sindicalistas con prostitutas y drogas. La capacidad del doctor para decir una cosa y hacer otra, va a ser quizá su principal seña de identidad, siempre dentro de la corrupción permanente de su partido.
Para entender estas claras oscuridades es preciso centrar la atención en un trío estrechamente ligado a Sánchez: Dolores Delgado, el juez Garzón y el ex comisario Villarejo A la Delgado, fiscal “progresista” de la Audiencia Nacional, la nombró el doctor ministra de Justicia en 2018, y jefa de los fiscales del estado en 2022. Es pública su relación sentimental con Garzón, condenado por prevaricación y consejero en Derechos Humanos de Cristina Kirchner, ex presidenta argentina célebre también por su corrupción. Y el tercero, Villarejo,trabajaba en labores de espionaje personal por cuenta de políticos de diverso signo, especialmente socialistas, y de grandes empresarios o banqueros.
Consta un audio de 2009 de una reunión entre la fiscal, el juez o ex juez y el comisario o ex comisario. Delgado llama maricón a Marlasca; Villarejo se jacta de su espionaje mediante “información vaginal” (un prostíbulo), a lo que la fiscal comenta animosa: “¡Éxito garantizado!”. Y Delgado, nuevamente, se burla de cómo han encontrado en Colombia a “un grupo de tíos del Supremo, de la Fiscalía General con menores de edad. Se levantaron a toda pastilla cuando nos vieron”. ¿Cómo iba a denunciarlos la fiscal? Todos eran compañeros. En otros audios, de 2015, con mucho espanglish, Villarejo filosofa : “El clan, la lealtad, tú sabes con quién puedes contar y con quién no y esa es la esencia de la vida”, y ofrece a la Delgado su ayuda en la labor de fiscal, que ella agradece con “Muchos thank you”. “Tú ya sabes que mi trabajo es un poco underground…”. Garzón repite: “underground, underground”. Delgado se ríe. Garzón: “El más underground del underground”. Villarejo: “Pero no por eso deja de ser eficaz”. Delgado: “Todos los cometidos son importantes, porque al final son piezas de un mismo engranaje”.
Hay que suponer que el“clan” funcionó bastantes años. Pero Villarejo fue detenido en 2017, por cohecho, blanqueo de capitales y organización criminal, y salieron entonces a la luz algunas de las charlas íntimas del clan, grabadas por el precavido ex comisario, y la lealtad se rompió un poco. Garzón negó toda relación con Villarejo, y la Delgado también, aunque luego dio versiones distintas, presentándose incluso como víctima del comisario. Quien les mantuvo la lealtad fue Sánchez, que no solo nombró a la señora ministra de Justicia en 2018, y en 2020 jefa de los fiscales del estado, sino que tuvo algo que ver, sin duda, en el asunto del fiscal Ignacio Stampa, mal controlado por el poder. Stampa había sido encargado de la investigación sobre Villarejo, por lo que sufrió las intrigas de la Delgado y el acoso mediático de los medios ligados al PSOE, hasta ser apartado del caso.Estos episodios arrojan mucha luz sobre la profunda degradación en que las políticas del PSOE (seguidas por el PP) habían hundido a la justicia en España. Como resultado evolutivo de la “muerte de Montesquieu” a manos de ambos partidos.