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La aventura y el tedio
G. Steiner entiende la novela, la gran novela, como obra del “heroico esfuerzo del espíritu humano por imponer orden en el caos de la experiencia”. De modo algo semejante, G. Lukács la entiende como “un esfuerzo épico en busca de sentido en un mundo sin dioses”: busca de sentido en un mundo posiblemente sin sentido, a menos que este le sea dado por la propia acción de los personajes. Baroja habla de sus propias novelas, con modestia poco creíble, como un entretenimiento sin más, con el que no hacía daño a nadie; y ve la novela como una distracción para la gente, que vive o siente así vidas que no son la suya.Concepciones muy distintas, aunque tal vez no incompatibles.
En España ha habido poca novela de aventuras, y Baroja es de los que han escrito algunas. De una de ellas, La estrella del capitán Chimista, recoge el propio Baroja el juicio de un crítico, López Prudencio: Al cabo de esta larga, procelosa y sorprendente cadena de desafíos al Destino, de victorias sobre los más pavorosos peligros, de rupturas de todas las ataduras que pueden encajonar los espíritus en moldes ancestrales, tenidos por inviolables, se siente una honda decepción, llena de fatiga y desaliento. ¿Para qué todo esto? ¿Cuál es la fuerza estimulante de este dinamismo irreprimible? El aventurero de Pío Baroja camina siempre sin norte, sin ensueños. El tedio del ocaso, en las postrimerías, no es una decepción. Es un fenómeno evolutivo como el espíritu iniciador y enteramente ajeno a la propia causa, y, por consiguiente, incapaz de producir ni satisfacción no remordimiento. Ni ventura ni pena. Hastío, solo hastío, nada de emoción ni desencanto. ¿Por qué había de haber nada de esto? La ventura, la satisfacción, culminan en la complacencia de un ensueño, de un ideal logrado. El remordimiento brota de la conciencia de una ley quebrantada La decepción, el dolor del desencanto, surge entre los escombros del sueño roto, del ideal derrumbado. (Pero) en este vagabundo barojiano no hay tales cosas. La estrella lo lanza a las procelas de la aventura, y cuando cae la tarde de su día, las sombras de la extinción le van envolviendo con la melancolía física e insentida con que las tinieblas de la noche caen sobre la tierra, borrando los días en el mecánico rodar de la tierra por el vacío. El capitán Chimista, al declinar el tempestuoso día de su vida, arriba con resignado tedio al reposo de una paz sedentaria y hogareña. Embil ve llegar un ocaso arrastrando su tedio solitario por hoteles y posadas, en donde devora su aburrimiento en medio del oleaje indiferente de la vida que halla en torno.
Baroja comenta, a su vez: “En esa melancolía del viejo, que llega a veces con el recuerdo de la vida pasada, no creo que haya motivos éticos. Al menos, en mí es principalmente la sensación de haber perdido el tono vital. (….) En el caso concreto de estas novelas mías de marinos aventureros, yo creo, la verdad, que no he intentado probar nada con ellas, ni tampoco eliminar nada. Y he conocido hace más de cincuenta años algunos capitanes de barco que vivieron y murieron en la última mitad del siglo XIX, viejos y entristecidos. En ellos no había gran fondo sentimental, sino tristeza de verse viejos, olvidados; de no tener siquiera el consuelo de contar sus aventuras a gente más joven (…) ¿Por qué iba a poner un fondo idealista que no era el suyo? (…) Creo que la única especialidad que tengo es el conocimiento intuitivo del hombre”
Podríamos comparar estas novelas con la clásica La isla del tesoro, que, efectivamente, termina bien, con “la ventura y satisfacción del ideal logrado”, en este caso el ideal un poco vulgar de hacerse ricos. También me gustaría compararla con El enamorado de la Osa Mayor”. Y decir algo sobre mis propias novelas.
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Añorar el franquismo/ Desprecio del doctor
**Se lee: “Los científicos afirman que hay cambio climático, por lo tanto…”. La típica manipulación. Que el clima cambia lo sabe sin necesidad de más ciencia cualquiera que haya vividos unos cuantos años. Que se hable así, de “cambio climático”, es ya una estafa, cuando lo que se pretende decir es que el hombre está llevando al clima y al medio ambiente a una catástrofe…, para evitar la cual habría que imponer alguna nueva utopía totalitaria, como la 2030. Por lo demás, es cierto que muchos científicos pretenden tal cosa, pero otros muchos científicos la niegan. No es ciencia, es política. Totalitaria.
**Acusan al Dúo Dinámico de añorar el franquismo. Y es lógica esa añoranza ante la deriva totalitaria de un remedo de democracia que está enfermando a la sociedad llevándola al totalitarismo y amenazando la unidad nacional.
**Es cierto que el franquismo fue una dictadura. Pero hay dictaduras y dictaduras: la de Franco no tuvo nada que ver con tantas otras como la castrista o la bolivariana. El franquismo tuvo estos cuatro rasgos: surgió de la imposibilidad de una democracia cuando partidos liberticidas como el PSOE adquirieron fuerza determinante; salvaguardó la unidad nacional y la continuidad cultural de España; superó los feroces odios sociales de la república; y enriqueció al país con más fuerza que nunca antes o después.
**Así como hay dictaduras y dictaduras, también democracias y democracias. En muchos países existen democracias bananeras, corruptas y liberticidas. Como la española, desde 2002, cuando a Aznar, por hacerse el interesante, se le ocurrió condenar el franquismo.
**La democracia española fue decidida en referéndum masivamente apoyado en 1976, de la ley a la ley, es decir, desde la legitimidad histórica del franquismo. Y en contra del “rupturismo” que pretendía otorgar la legitimidad al Frente Popular. Pronto empezó a ser socavada esa democracia por unos políticos de escasa talla, hasta que Aznar condenó el franquismo, es decir, el referéndum del 76 y lo que este trajo: la transición, la democracia y la monarquía. El PSOE, los comunistas y los separatistas sabían bien lo que querían. El PP ni siquiera sabía lo que hacía.
**Fíjese usted en los antifranquistas: corruptos, comunistoides, separatistas, capaces de los embustes más groseros… ¿Le merecen a usted confianza?
**El doctor revela un profundo desprecio por el PP, la Iglesia, los jueces y la monarquía. El desprecio del felón hacia sus semejantes.
**El doctor ha declarado la guerra a la libertad de información, a la libertad de opinión y a la independencia judicial. ¿Qué más hace falta para meterlo en la cárcel? ¿Habrá que esperar a una nueva guerra civil?
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Europa (III) Edad cristiana y edad ideológica.
Ahora que la guerra de Ucrania amenaza extenderse al resto de Europa, vienen bien algunas consideraciones sobre lo que significa o puede significar la cultura europea, originada en el cristianismo.
La Europa cristiana sufrió desde 1054 una escisión entre católica y ortodoxa. La razón fue probablemente la relación problemática entre poder religioso y poder político, ambos fuertemente unidos en el Imperio bizantino, con predominio del político; relación más separada en la Iglesia católica, sin un imperio equivalente y con pretensión de dominio del poder religioso (Roma) sobre el político. Y desde 1517, la revolución protestante causó una nueva escisión, que empezó por una cuestión de poder político para derivar a una profunda cuestión doctrinal desarrollando el conflicto entre fe y razón, a favor radical de la fe. La revolución protestante dio lugar, en el orden político, a una larga serie de guerras, la más devastadora la de los Treinta Años en Alemania, cuna de Lutero.
Con la Ilustración, se fue imponiendo el imperio de la razón, la cual no generó la esperada concepción única y necesaria del ser humano sino ideologías contradictorias. El desarrollo conflictivo de ellas culminaría en la II Guerra Mundial, por la que Europa perdió el protagonismo o hegemonía que había mantenido en el mundo durante cuatro siglos y medio (Era Europea). El protagonismo pasó a dos superpotencias semieuropeas, Usa y la URSS, en una larga pugna llamada guerra fría. El derrumbe soviético pareció asegurar la victoria mundial de la primera, cosa que hoy vemos muy problemática, y que podría originar la guerra peor de la historia humana.
Muchos se preguntan si sería posible algo así como un renacimiento europeo recuperando la raíz cristiana, o bien una nueva ideología europea con alcance universal, capaz de superar las contradicciones derivadas de la democracia liberal, el marxismo y otras concepciones. No hay nada claro, y las perspectivas no llegan envueltas en densas brumas.
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