Jayam (k) Admiración y terror
Ante la existencia, la estancia en el mundo, el segundo verso de Jayam dice: “Desde entonces la vida no ha cesado de asombrarme”. Asombro no es lo mismo que admiración, pues puede implicar también miedo o terror en una mezcla característica. Asombro ante, en primer lugar, el mundo, la naturaleza, que alberga al hombre y al mismo tiempo le aterra.
La vida humana transcurre en un triple escenario físico: la superficie de la Tierra, tan diferente del subsuelo y del firmamento sobre ella. El subsuelo, con su opaca y densa pesadez, sus oscuras grutas y cursos de agua que felizmente asoman a veces a la superficie en fuentes y ríos, parece reclamar para sí finalmente a los vivos después de haberlos concebido. Y encierra además fuerzas gigantescas incontrolables para el hombre, manifiestas quedamente en la orografía y que se vuelven terroríficas en los terremotos.
El lugar de la vida, la superficie, temporalmente a salvo de las fuerzas del subsuelo, es tanto un lugar de placer y belleza como de horror y peligro, maravillosa por sus frutos y los espectáculos que ofrece a los sentidos, por su relativa docilidad a las capacidades humanas y su deseo de apropiación, y simultáneamente temible como lugar de lucha permanente por la supervivencia, aparte de los parásitos y enemigos invisibles que pueden provocar enfermedades dolorosas o incapacitantes o directamente mortales. Entre los factores de satisfacción y de horror subsiste un equilibrio general, pero que a la persona o yo concreto puede decantarse hacia lo segundo. Dado que la vida se alimenta de la vida, el hombre, como los demás animales, solo puede subsistir matando otras vidas.
El tercer escenario es muy diferente de los otros dos, es ligero, inaccesible, falto de la solidez del suelo y los objetos de la superficie, y el vuelo de las aves sugiere a la psique una idea de libertad en agudo contraste con los obstáculos y penosos esfuerzos del movimiento en la superficie, que tanto constriñen la voluntad de los terrícolas. Pero hay en él unas fuerzas que, si bien facilitan la vida, pueden destruirla caprichosamente con aguaceros e inundaciones, o bien con largas sequías.
Y más allá, muy por encima del vuelo de las aves y las nubes se percibe otro mundo sin fin, cuya inmensidad vertiginosa basta para aterrar al ánimo. Un mundo cuya manifestación más poderosa es, de día, el curso del sol, y de noche las innumerables estrellas y otros astros que no logran disipar la oscuridad. Y pese a su lejanía e inaccesibilidad, el ser humano comprende que residen en ese mundo unas potencias que rigen su vida tanto o más que el propio suelo. La tierra no habría podido producir sus frutos, entre ellos la vida humana, sin la luz y el calor emanados del astro lejanísimo, que alumbra el día para ocultarse luego, a menudo de forma espectacular, para dejar una noche en que la consciencia del hombre se desvanece y que, si durase largo tiempo o no volviera el día, destruiría la vida.
El escenario físico en que se ha criado la persona suscita en esta a menudo un especial apego, un sentimiento de identificación y amor que se torna melancólico al contrastar la aparente eternidad del paisaje con el tiempo limitados que el yo ha estado o va a estar en él. “Y yo me iré / y se quedarán los pájaros cantando”, dice suavemente Juan Ramón Jiménez. Seguirán los montes, valles y mares que han despertado, sin reciprocidad, tantos afectos en cada generación humana. He aquí, pues, que el asombro a que alude Jayam, integra dos sentimientos contradictorios e inevitables, la admiración o maravilla, y la melancolía y el terror ante unas fuerzas tan indominables como indiferentes.
Llegados aquí, cabría trazar –especulativamente– una analogía con tres niveles en la propia psique, llamados desde tiempos recientes inconsciente, consciente y supraconsciente. El primero, tan semejante al subsuelo condiciona oscuramente nuestros actos, emerge ocasionalmente a la consciencia de modo inesperado o indeseado, y se manifiesta a su modo en los sueños nocturnos; el segundo, tan semejante a la superficie terrestre, llena de cosas visibles, tangibles y más o menos manejables, que imponen tantos esfuerzos, penas y goces; y el tercero, semejante al firmamento, sería el mundo de la inspiración, del espíritu, del pensamiento que, al modo del sol, trata de ordenar espiritual o intelectualmente, de entender, la inmensa variedad de la experiencia, de iluminarla y orientarla.
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¿Echar al Saunas?
**Con apoyo del PP, el PSOE ha ido encabezando con gente suya las instituciones judiciales, académicas, militares, principales medios de masas, etc. Ha sido una estrategia a la que no pueden oponerse quejas y gritos, sino otra estrategia contraria: VOX, aunque con debilidades.
**Ni Zapatero ni Sánchez habrían sido posibles sin Aznar. Al condenar el franquismo, por una mezcla de estupidez, ignorancia y oportunismo barato, abrió la puerta a todo lo que ha venido después. Incluido Rajoy.
**En un estado de derecho, el Saunas y su mafia ya estarían donde les corresponde. El problema es: ¿subsiste el estado de derecho después de que las instituciones hayan sido copadas por delincuentes? No es exagerar: es el gran problema político una vez destruido el régimen del 78.
**El PSOE está tan convencido de que su congreso solo puede ser un circo de bufones contando chistes malos, que ha prohibido el acceso a periodistas independientes.
**Para los ecologistas, el ser humano es un mal, un “cáncer de la naturaleza” porque altera los equilibrios ecológicos, así que cuantos menos, mejor. Coinciden con las y los feministas, que hacen del aborto un “sacramento”. Enemigos todos del género humano
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A. Imatz (III): derechos humanos y guerras de agresión
Señala Arnaud Imatz en su libro contra la “corrección política”: “La noción de derechos humanos se utiliza hoy ampliamente para excluir, condenar al ostracismo o humillar al adversario. Desde la década de 199o , nada ha resultado más peligroso para la estabilidad y la paz mundiales que el precepto maniqueo de “derechos humanos o el caos“. Y paradójicamente, la noción se ha convertido en una verdadera arma de destrucción masiva por parte de los países hegemónicos occidentales, Usa y más ampliamente la anglosfera. Baste recordar los casos de Irak, Serbia, Afganistán Libia, Siria o Ucrania. Cada una de estas intervenciones ha generado muchos millones de víctimas entre muertos, heridos y desplazados, ha provocado guerras civiles y destruido países enteros. Realizadas en nombre de los derechos humanos y la democracia, sus promotores no se han sentido obligados a disculparse o dar alguna explicación. Simplemente parecen creerse con “derecho humano” a lo que han hecho.
En su hibris, los agresores creían que su abrumadora superioridad militar y técnica les permitía imponer incondicionalmente su voluntad y arrasar cualquier oposición concebible, cosa que se ha demostrado puramente ilusoria. Y así, aparte del terrible coste para los países masacrados, cada intervención se ha saldado con un costoso fracaso también para los agresores, en una escalada de peligrosidad hasta elevarse, elevado, con la intervención delegada en Ucrania, al nivel de amenaza de nueva guerra mundial, que de llegarse a ella devastaría al mundo.
Simultáneamente, en el interior de los países principales de la OTAN y la UE, la invocación a los derechos humanos, extendidos hasta la perturbación mental, con sus políticas persecutorias y de “cancelación” han polarizado las sociedades hasta hacer prácticamente imposible el normal funcionamiento democrático. Hoy la “democrática” Inglaterra tiene más presos de opinión que Rusia, por poner un caso.
Pero, entonces, ¿hay algo de malo en los Derechos humanos? Esta es una cuestión sobre la que merece la pena reflexionar.
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Antes de que llegara, parecía imposible
**No deja de pasmarme el desinterés de la chusma política, los intelectuales y la gente común ante la posibilidad declarada de nueva guerra europea, a la que seríamos arrastrados como carne de cañón. ¿Se ha vuelto completamente idiota todo el mundo?
**La neutralidad de España en la SGM habría sido imposible si el frente popular hubiera ganado la guerra civil. Y teniendo en cuenta lo que fue dicho frente (sovietizantes y separatistas), la propia España se habría disgregado en estaditos manejados por otras potencias.
**La II Guerra Mundial fue esencialmente el choque de tres ideologías bastante definidas. Hoy esas ideologías se han desgastado, degradado, confundido entre sí, sin perder su peligro. Agravado por los avances técnicos y posibilidades de control de las oligarquías sobre los pueblos.
**Vindicar la legitimidad histórica del franquismo no significa recuperarlo hoy, significa recuperar la democracia que solo pudo venir de él, una democracia destrozada precisamente por un antifranquismo deseoso de volver a algo semejante a un frente popular.