Año de Franco (II) Qué fue la guerra civil

 Ante el año de Franco (II) Qué fue la guerra civil

Puesto que la democracia procedió de la legitimidad del franquismo (aprobada en referéndum) y no de la ruptura con ella, y a su vez el franquismo provino de la guerra civil, es preciso empezar por esta última el análisis histórico-político.

1. Las historias  de la guerra civil suelen ser una selva de datos, a menudo parcial o totalmente falsos, de juicios sobre personajes, anécdotas y relatos parciales, en los que no pocas veces se diluye lo esencial: por qué se llegó a la guerra y qué se jugaba en ella por los dos bandos. Las versiones más habituales son tres: la de la derecha tipo PP, la de la izquierda y los separatistas, y la de la derecha tradicional.

2. La versión tipo PP  habla de  unos grupos criminales o enloquecidos de uno y otro bando a quienes les dio por matarse entre sí, no se sabe bien por qué,  y arrastrar al resto del país. La estupidez  de semejante “explicación” no merece más comentario que el del asombro por que hayan podido expresarla diversos historiadores y periodistas.

3. La versión de la izquierda tiene más dignidad intelectual, aunque es perfectamente falsa: la guerra habría enfrentado a las fuerzas democráticas republicanas con las fuerzas reaccionarias que empobrecían y explotaban al “pueblo”. La tesis podría funcionar si no fuera porque los partidos “democráticos” eran principalmente un PSOE y una PCE dispuestos a imponer la llamada “dictadura del proletariado”, es decir, de ellos mismos;  y porque la izquierda en general, durante la república, empobreció notablemente a los trabajadores masificando el paro y duplicó el número de muertos por hambre.

4. La versión de la izquierda empeora si atendemos a la propia guerra civil, en la que  el frente popular desarticuló la economía y produjo la mayor hambre conocida en España en el siglo XX, pese a disponer inicialmente de casi toda la industria y de grandes extensiones agrarias. En cambio los “reaccionarios” aseguraron un abastecimiento suficiente para la población de su zona, aunque en la posguerra tuvieron que afrontar las consecuencias de la increíble desorganización económica de la mitad del país que había estado en manos izquierdistas.

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5. La tercera versión argumenta que la guerra procedió de la rebelión de la parte sana de la sociedad  para defender a la Iglesia y a España contra el desorden tiránico de una izquierda antirreligiosa y fundamentalmente comunista. Esta explicación es más demostrable que las anteriores, pero resulta un tanto roma: por ejemplo, habla de “bando republicano” identificando república y frente popular y otorgando a este la legitimidad de la primera, cuando fue el frente popular quien destruyó la legalidad republicana, haciendo inevitable la guerra. Este es un error de gran calado, que en nuestros días ha permitido la desvirtuación de la transición democrática.

6. Entender la guerra exige apreciar la composición política de los dos bandos. El frente popular se componía de dos partidos realmente fuertes y de masas el PSOE y el PCE, ambos aspirantes a transformar radicalmente la cultura e historia del país imitando a la URSS. En torno a ellos giraban los republicanos de izquierda, de representatividad y fuerza popular muy escasas, y los anarquistas, que pronto fueron desbancados. Otros dos partidos  clave fueron los separatistas vascos y catalanes (PNV y Esquerra). Por ello cabe describir al frente popular como, esencialmente,  alianza de partidos sovietizantes y separatistas a quienes los sovietizantes reconocían derecho de secesión.

7. El bando nacional también integraba a partidos o tendencias heterogéneas:  las más visibles, aunque no las principales, las carlistas y falangistas; además monárquicos, sin apoyo popular pero sí entre el generalato y las clases altas;  y católicos procedentes de la extinta CEDA, que había llegado en la república a ser el partido con más votos populares. Dado que el frente popular aspiraban en definitiva, a romper la continuidad política, histórica y cultural de España, el elemento de unión entre los nacionales puede describirse como el intento de garantizar dicha continuidad sobre la base de la unidad nacional y la cultura cristiana.

8.  Tal diversidad política obligó a los dos bandos a un gran esfuerzo unificador, a fin de combatir eficazmente al enemigo. Al frente popular le unía la voluntad de aplastar al bando nacional, al que llamaban “fascista” por motivos de utilidad propagandística, pero las divergencias  entre sus partidos eran tan fuertes que  motivaron numerosos asesinatos  y dos pequeñas guerras civiles entre ellos mismos. Los únicos con una estrategia política y militar inteligente, los comunistas, intentaron afirmar la unidad empleando a menudo el terror contra sus aliados. Sin lograr imponerse del todo, aunque sí lo bastante para sostener la guerra por cerca de tres años.

9. Las divergencias en el bando nacional también amenazaban la cohesión y la eficacia militar. Sin embargo se logró la unidad de acción entre sus tendencias o partidos sin recurrir al terror entre ellos. Su unidad fue garantizada por la parte del ejército que se le había unido, poco politizada pero disciplinada, y particularmente en el prestigio de Franco. Este había emprendido la rebelión en condiciones que –como expresó el socialista Prieto–  garantizaban su derrota, pues casi todos los recursos financieros, industriales y la mayor parte de los militares  habían quedado en manos del frente popular. Haber superado una situación prácticamente desesperada con unas tropas reducidas pero eficaces, dio a Franco una aureola y prestigio que hicieron indiscutibles sus decisiones.

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10. Al desarrollarse la contienda en medio de las gravísimas tensiones europeas que desembocarían en la II Guerra Mundial, se produjo pronto una intervención exterior en apoyo de uno u otro bando. Los nacionales obtuvieron ayuda fundamentalmente de Italia y Alemania, también de Usa (petróleo), mientras que el frente popular la obtuvo de la URSS y en alguna medida de Francia o Méjico, también de Usa. En cuanto a Inglaterra y Francia, procuraron la “no intervención” para que las llamas de España no se cruzasen los Pirineos: menos de veinte años antes habían ganado la I Guerra Mundial, con apoyo de Usa, y  procuraban mantener el statu quo salido de su victoria.

11. Mussolini y Hitler  apoyaron a Franco porque no querían tener un régimen soviético y sí un aliado en la retaguardia europea. La intervención de Stalin fue más compleja: estuvo dictada por la convicción de que pronto estallaría una nueva guerra en Europa, y por la obsesión de evitar que comenzase por el este, entre la Alemania nazi y la URSS, que podría destruir al régimen soviético. En cambio, si estallaba por el oeste, entre las potencias democráticas y las fascistas, él quedaría  arbitro de la situación. Entonces la guerra de España le dio la oportunidad de atraer a Francia e Inglaterra al choque con Alemania e Italia: toda su estrategia política se centró en presentar al frente popular como un régimen democrático al que debían defender obligatoriamente las otras democracias (aunque lo  sostuviera la URSS, paradójicamente). Como sabemos, la obvia desconfianza de Londres y París hacia Moscú, y la victoria de Franco, frustraron esa estrategia. La cual, en cambio, tendría éxito en septiembre de 1939,  solo cinco meses después de la guerra de España, mediante un Pacto germanosoviético con el que nadie había contado, y que hizo comenzar la guerra europea efectivamente por el oeste.

12. Deben señalarse diferencias de fondo entre las  intervenciones fascistas y la soviética. Ni Hitler ni Mussolini llegaron a condicionar de modo algo significativo la conducción política y estratégica de Franco, mientras que Stalin, al recibir el grueso de los recursos financieros del frente popular, enviados por el PSOE, se hizo el verdadero amo de las izquierdas españolas, ayudado además por un partido comunista fanáticamente adicto a Moscú y que se convertiría en el partido hegemónico de las izquierdas. Por otra parte la policía política soviética actuaba en territorio español con independencia del gobierno izquierdista. Otra diferencia histórica muy relevante es que Hitler no había cometido por entonces los genocidios conocidos en la II Guerra Mundial, mientras que Stalin llevaba tras sí verdaderas montañas de cadáveres.

13. En resumen, el sentido de la guerra civil fue la oposición entre quienes aspiraban a sovietizar o disgregar a España en pequeños estados manejables desde el exterior, y quienes querían impedirlo a toda costa.  La causa precisa de la guerra fue la destrucción de la legalidad republicana por el PSOE y los separatistas catalanes principalmente, en dos golpes sucesivos: la insurrección de octubre de 1934, planteada directamente como guerra civil, que fracasó pero dejó malherida a la república; y el fraude electoral de febrero de 1936, que le dio la puntilla, destruyendo su legalidad. Con lo que dejó a sus contrarios ante el dilema de sublevarse o ser aplastados desde el poder. El fraude electoral izquierdista abrió paso a un nuevo régimen que no llegó a consolidarse por haber perdido la guerra después de haberla provocado.

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