Año de Franco, IV Aznar derrota a Franco
“Aznar derrota a Franco” es el título irónico de un capítulo de El PSOE en la historia de España. Hemos visto cómo la simplona disyuntiva democracia/dictadura puede confundir por completo la historia. Cómo la democracia republicana fue caótica y derivó hacia un régimen totalitario que afortunadamente no cuajó porque perdió la guerra. Cómo Franco reafirmó la continuidad histórica de España, a la que libró de la II Guerra Mundial, y derrotó al maquis y a un criminal aislamiento exterior, mantuvo la soberanía nacional y dejó una sociedad reconciliada, sin los viejos y brutales odios, en excelente salud social y más próspera que nunca antes. Hemos visto también cómo su régimen no fue fascista ni totalitario, sino de cuatro partidos y con un estado mucho más pequeño que el actual. Y cómo no logró consolidarse debido al cambio de orientación de la Iglesia y a la propia relevancia de un Franco que resultó insustituible. Cómo no tuvo oposición democrática, sino ante todo comunista y/o terrorista, y cómo la transición vino necesariamente del propio franquismo. Miremos ahora, a grandes líneas, la evolución de la democracia.
1. El referéndum de 1976 había derrotado a los rupturistas que negaban legitimidad al franquismo y lo adjudicaban al frente popular (confundido con la república). No obstante, por debilidad intelectual de la derecha, los derrotados pudieron ir apropiándose o usurpando la bandera de la democracia, en detrimento de la misma.
2. Oficialmente, el franquismo fue sustituido por la democracia con la Constitución de 1978, tras una preparación de tres años. La Constitución consagró aspectos esenciales del legado de Franco, en particular la unidad nacional, la economía de mercado, la monarquía o la bandera con que fue vencido el frente popular. Y amplió las libertades a los partidos que se titulaban herederos de los derrotados en la guerra civil –y vueltos a derrotar en el referéndum del 76– a quienes se otorgó una autoridad político-moral inapropiada, por antihistórica, al olvidarse su trayectoria.
3. Se suponía que, con todo, no había mucho que temer, dado que la solidez de la sociedad salida del franquismo dificultaba por sí sola la vuelta a las viejas convulsiones. Se pensaba también que, de un modo u otro, comunistas, socialistas y separatistas habrían aprendido la lección de la historia y evitarían recaer en las querencias totalitarias del pasado.
4. Un defecto muy peligroso de la Constitución fue la distribución del país en autonomías con derecho a expandirse indefinidamente a costa de la unidad nacional. Tal concesión partió de la derecha, y dentro de ella del sector democristiano hegemónico en la UCD de Suárez: casualmente, eran también democristianos los separatistas vascos y catalanes, provisionalmente presentados como simples autonomistas. Pero esos partidos no renunciaban a sus postulados de origen, utilizaron las concesiones en enseñanza y medios de masas para ejercer una propaganda antiespañola y debilitar los lazos de unión nacional, en particular el idioma común. Problema agravado por el terrorismo separatista, sobre todo vasco, aunque también catalán.
5. No solo los separatistas utilizaban las concesiones para avanzar en sus designios: también el PSOE volvió a sus tendencias totalitarias al llegar al poder en 1982, vulnerando la independencia judicial, cosa que aceptó el PP, para entrar en el reparto de jueces, junto con los separatistas. Esta y otras maniobras se combinaban con una corrupción rampante y, finalmente, ante el peligro de perder las elecciones, con una furiosa propaganda de lucha “heroica” contra el desaparecido franquismo. Ello fue posible debido al abandono toda lucha de ideas o cultural por una derecha deseosa de “olvidar” el franquismo
6. A principios de este siglo, la izquierda y los separatistas habían ganado por completo la batalla histórico- cultural, por incomparecencia de la derecha, consiguiendo la legitimidad que les había negado el referéndum del 76, y con ella ancha vía para sus políticas cada vez más dañinas. Con todo, la democracia subsistía, aun si con serios problemas. Pero fue el 20 de noviembre de 2002 –fecha muy simbólica– cuando el PP de Aznar condenó al franquismo oficialmente (y en tonos amenazantes) sumándose al discurso político-histórico del PSOE y los separatistas.
7. La condena del franquismo significaba la condena al referéndum del 76, que todos pretendían olvidar, e, implícitamente, a lo que había salido de él, la monarquía y la propia democracia entre otras cosas. Más en profundidad, era una bomba de relojería contra la herencia ya mencionada del franquismo. No fue en absoluto un hecho anecdótico o menor, como a veces se trata, sino algo así como un golpe de estado encubierto, que transformó el régimen del 78 y abrió paso a una verdadera involución.
8. La labor de Aznar fue lógicamente continuada por el PSOE de Zapatero con leyes sucesivas contra las libertades, la convivencia en paz y en libertad y la propia Constitución. Destacaré tres: a) la ley de “memoria histórica”, de estilo soviético, por la cual unos políticos generalmente corruptos e incultos se permitían dictar a la población lo que debía pensar de su propia historia; al paso que se identificaban con los chekistas autores de crímenes atroces, juzgados y fusilados en la posguerra, y a los que llamaban víctimas. Así se desvanecía la esperanza de que hubieran aprendido la lección de la historia. b) Las leyes “de género”, que cultivan el odio entre los dos sexos, culpabilizando arbitrariamente a uno de ellos. c) Las leyes “de odio”, por las que los citados políticos pretenden reglamentar hasta los sentimientos de las personas, algo que supera a los totalitarismos tradicionales.
9. Por su parte, los separatismos crecieron en audacia, ya con Aznar, y más aún después, hasta que en 2017, el separatismo catalán se sintió lo bastante fuerte para intentar el golpe de estado y la secesión de Cataluña, como había hecho en 1934. Para entonces había surgido otro partido claramente partidario de la unidad nacional y de restablecer las normas democráticas, VOX, el rey reaccionó y el PP se vio forzado a aplicar la Constitución, si bien de manera floja e insuficiente. Por el momento del golpe fracasó, sin que el problema se hubiera solucionado.
10. Desbancado el PP del gobierno por un PSOE que explotaba su corrupción –siendo aún más corrupto–, los socialistas, con Sánchez a la cabeza, coronaron la involución profanando la tumba de Franco (con la complicidad pasiva de la Iglesia y la monarquía, que debían su propia subistencia a Franco, y del PP, salido directamente de los altos cargos del franquismo). Y, finalmente, un PSOE aliado tradicionalmente con los separatismos, procedió a legalizar el golpismo con una amnistía anticonstitucional. Esto ha significado simplemente el fin de la Constitución, por tanto del régimen del 78, como el fraude electoral de febrero de 1936 significó el fin de la república.
11. Hoy el país se encuentra en la disyuntiva de evolucionar a una tiranía similar a la bolivariana de Venezuela, o restablecer con nuevas normas y nueva Constitución la unidad nacional y la democracia. A lo que debe añadirse la neutralidad ante la nueva guerra europea que planean unas oligarquías de la UE, cada vez más ajenas a lo que siempre se ha entendido por democracia.
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