346 – Debilidad del antifranquismo en la transición | Fin de régimen y peligro de guerra – YouTube
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El PSOE ante Franco
**Todos los jefes del PSOE renovado que reaparecen en la transición sin haber hecho oposición a Franco, prosperaron e hicieron carrera en el franquismo, incluso como funcionarios de él. ¿Cómo se volvieron luego tan desagradecidos?
**El PSOE ha movilizado a una serie de “historiadores” que se podrían llamar historiadores de saunas, para falsificar la historia, sembrando odios que creen beneficiosos para ellos. En Galería de charlatanes analizo a algunos
**Dado que el Saunas es el gobernante más corrupto y embustero de España desde la transición, se entiende por anticipado qué puede ser la historieta que nos quiere contar sobre el franquismo y la democracia. Pero tendrá cómplices –pagados– en la degradada universidad…de Begoña
**A un historiador que se presta a falsificar la historia para hacer el juego al Saunas se le puede calificar de historiador saunero, o saunal o saunófilo.
**Resumen de Franco: libró a España del frente popular; libró a España de la guerra mundial; la libró del maquis y del aislamiento; la libró de la miseria y los odios republicanos. Dejó un país reconciliado y próspera que permitió una democracia no convulsa…hoy arruinada por los antifranquistas herederos de aquel frente popular
**Respecto al franquismo, al PSOE le caracterizan dos puntos clave: a) haber querido multiplicar los muertos y destrucciones de la guerra civil metiendo a España en la guerra mundial. b) No haber hecho oposición al franquismo, y prosperado en él. “El PSOE en la historia de España”
**La “cancelación” y las leyes de “memoria” demuestran que quienes las hacen SABEN que sus versiones son falsas, SABEN que no podrían sostenerse en un debate intelectual abierto y libre. Si no lo supieran, no se les ocurrirían siquiera esos manejos reveladores también de su tiranía
**La izquierda entiende bien el valor de la historia (de falsearla), sobre todo de la guerra civil y el franquismo, para legitimar sus políticas actuales. La derecha, en general, ni se entera de la importancia del asunto. Cree que la historia es solo asunto de ilustración personal
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¿Derechos “humanos”?
Hemos visto, comentando el importante libro de Arnaud Imatz (Resistir lo políticamente correcto en la historia), cómo la bandera de los derechos humanos ha servido de cobertura a numerosos abusos y agresiones bélicas. La cuestión daría mucho de sí, pero aparte esta constatación vale la pena examinar en detalle la consistencia de tales derechos. Como consigna Imatz en el capítulo “La declaración no tan universal de 1948″, los mismos han sido muy discutidos desde el principio por diversos intelectuales, filósofos y políticos (Gandhi, Croce y muchos más) en diversos países, desde Usa a la India. Muchas críticas aluden a la ausencia de correspondientes deberes o a su etnocentrismo, lo que es cierto en cuanto que responden a una evolución político-histórica que solo se ha dado en Europa y Usa, y que puede no ser aplicable en otras culturas.
Pero cabe examinar esos derechos en su misma concepción. La Declaración Universal empieza con una evidente falsedad: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”. Los humanos no nacen libres, sino completamente dependientes, tardando bastantes años en valerse por sí mismos, y solo hasta cierto punto. Y su libertad viene y necesariamente limitada socialmente (“tu libertad termina donde acaba la del prójimo”, etc.). Lo que se entienda por dignidad es también muy elástico, y si se invoca la conducta fraternal como un deber es porque normalmente no se suele dar ante la gran diversidad y choques de intereses. Ese deber contradiría asimismo la libertad, y por lo demás la razón no siempre dicta la fraternidad ni mucho menos, como hemos comprobado en las desastrosas guerras bajo la invocación de tales derechos y su razón.
La Declaración define tres derechos fundamentales: a la vida, a la libertad y a la seguridad personal. Tradicionalmente se agregaba la propiedad e incluso la búsqueda de felicidad. Dejando la cuestión de la libertad en el breve apunte anterior, es obvio que nadie tiene derecho a la vida, pues la vida es el fundamento anterior a cualquier derecho. Sería más bien derecho a la conservación de la vida una vez concebida, por supuesto con la evidente limitación de la muerte, que tampoco depende de ningún derecho. Se trata de la conservación de la vida –en lo que dure– contra las agresiones de otros seres humanos o del estado, lo que tampoco es cumplible del todo. No se trata de simple cuestión terminológica, pues estas confusiones facilitan precisamente el uso de la declaración en sentidos contrarios. Así, es obvio que la vida humana empieza en la concepción, sin embargo se ha opuesto al derecho a conservarla el supuesto derecho de la madre (o del padre) a eliminarla antes e incluso después de la salida a la luz.
Otra objeción más amplia deriva del propio concepto de “derechos humanos”, una sospechosa redundancia (aunque hoy se habla de supuestos “derechos animales”). Tradicionalmente se atribuía el trasfondo de los derechos a una ley natural universal. Natural en el sentido de no decidida por los hombres, sino grabada por una fuerza ajena (Dios, en nuestra cultura), y a la que irían asociadas las nociones de libertad y dignidad. Pero se adjetiva “humanos” a los derechos para excluir el carácter natural y remitirlos a la decisión humana: el hombre, la humanidad, se otorgaría los derechos a sí mismo. Lo cual trae muchos problemas, porque las decisiones humanas son cambiantes y nunca universales. La falacia se complica más porque no es “la humanidad”, sino un número reducidísimo de personas que pretende otorgar esos derechos a los demás (en este caso una comisión presidida por Eleanor Roosevelt en diciembre de 1948), desde un representatividad artificiosa y en el fondo arbitraria. Y apoyándose en ideas elaboradas por pensadores aun más escasos. Los derechos humanos no pueden ser, por tanto, universales en el tiempo y en el espacio (el conjunto de países), ni en su elaboración y aplicación posible.
Es obvio que el problema, cuya trascendencia es evidente, está lejos de ser resuelto y merece reelaboraciones teniendo en cuenta la experiencias histórica desde su declaración y en un largo pasado anterior.
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Trump y España
**La victoria de Trump ha suscitado mucha euforia, demasiadas a mi juicio, también en VOX. Trump es una esperanza contra las ideologías que están destruyendo al mundo occidental, y es ante todo un nacionalista useño: los intereses de España solo coinciden parcialmente con los suyos. Me inquieta ese entusiasmo, porque en política los entusiasmos deben ser siempre moderados, y porque tiene un tono algo servil.
** ¿Acabará Trump con la guerra de Ucrania? Me parece difícil, a menos que en unos meses el ejército ucraniano colapse. Hay algo que dificulta mucho la solución: Trump puede congraciarse con la postura rusa, pero ello pondría a la OTAN y a la UE casi en bancarrota política. Por otra parte, ese eventual acuerdo no complacería a China, que es el objetivo principal de Trump. Putin se ha acercado a China no tanto por deseo propio como por haber sido empujado hacia ella por la OTAN y la UE
**A la OTAN-UE no le gustan las dictaduras. Por eso apoya a la democracia marroquí. Ni las invasiones. Por eso invade Gibraltar (no hablemos ya de Irak, Afganistán, etc. ). No le gusta la corrupción. Por eso arma y apoya al incorruptible Zelenski
**Si Rusia no tuviera armas nucleares, ya habría corrido la suerte de Libia o Siria.
**Por muchas razones, España no puede ser aliada de Rusia, y tampoco de las potencias que planean una guerra europea, ocupan un punto estratégico de nuestro territorio y amparan a la “democracia” marroquí que quiere ocupar más. España debe ser neutral. Es cuestión de supervivencia
**La guerra de Ucrania no es en absoluto asunto nuestro. Pero la oligarquía PPSOE –por desgracia también VOX, de momento–, cultivan un grotesco “patriotismo” ucraniano, olvidando que España también está invadida y amenazada de más invasiones por los “amigos y aliados” de la oligarquía PPSOE
**El alma de lacayo ha arraigado tanto en España que muchos son incapaces de imaginar otra cosa que ser lacayos. De Usa, de Rusia o de Bruselas, pero siempre lacayos.
**John Mearsheimer analiza que Israel no puede sostener mucho tiempo la actual guerra de desgaste, y que para asegurar su propio futuro debería llegar a acuerdos con los palestinos, con los árabes en general y con Irán. Está bien, pero creo que olvida que los islámicos en general no buscan acuerdos firmes, sino el exterminio del estado israelí y de sus habitantes judíos.
**Mearcheimer analiza la política internacional como relaciones esencialmente de poder, en las que la ideología vendría a ser mera retórica justificativa. En La II Guerra Mundial y el fin de la Era Europea adopto el enfoque contrario: no fue solo un conflicto de poderes, sino, y más principalmente, de ideologías surgidas históricamente de la Ilustración.