Imágenes 7 / Baroja y Cela / Un país enfermo

 Imágenes 7

El chico ha tardado mucho en llegar, a pie, al albergue juvenil de York, ya con poca luz. El albergue sigue abierto, aunque el verano ha pasado y solo recibe  algunos visitantes de vez en cuando. Quizá lo cierren pronto hasta la próxima primavera. Al llegar, el encargado de la recepción indica al chico el dormitorio colectivo, en la primera planta. No hay ningún otro viajero, y una  densa  impresión de soledad se suma al cansancio. El caserón, con ángulos mal iluminados  tiene mucha madera oscura, que cruje y hace ruidos extraños, y el recién llegado piensa en relatos inquietantes o de crímenes, tan de estilo inglés. Él no cree en fantasmas, desde luego, pero no deja de sentir un desasosiego  insistente. Decide meterse en el saco de dormir y echarse en la parte baja de una de las literas, a ver si el sueño le calma la intranquilidad. Al poco oye unos pasos que se aproximan haciendo crujir la madera del suelo, y de abajo suena un estruendo como si se cayera un mueble pesado. “¡Qué bochinche, Dios mío!”, dice el recién llegado. Es otro viajero, argentino,  comienzan a charlar y al chico se le pasa aquella sorda desazón.

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 Baroja y Cela, autorretratos

Baroja y Cela son probablemente los novelistas españoles  más destacados del siglo XX. Como todo el mundo, pasaron por la vida sin saber “el por qué de su llegada, su estancia y su partida”, pero hicieron un esfuerzo por entenderlo de algún modo, tanto en sus novelas como en sus memorias, con resultados no solo dispares sino opuestos. Sus memorias incluyen autorretratos precisos o implícitos.

Empezando por el de Baroja: “Yo he vivido una vida modesta, oscura, sin un momento de suerte ni de ilusión. No creo que me haya faltado capacidad de trabajo. No he tenido el éxito. Si he conseguido algún pequeño éxito en literatura, ha sido a destiempo y casi más bien fuera de España. Con escasos medios, sin protección y sin conocimiento de personas influyentes, he llegado a la vejez (…) Exigir a un hombre como yo que tenga una amplia benevolencia para el medio ambiente es pedir gollerías”. “Así como la parte estética de la vida no me ha preocupado mucho, la parte moral, sí” “Yo soy un hombre que ha salido de su casa por el camino, sin objeto, con la chaqueta al hombro, al amanecer, cuando los gallos lanzan al aire su cacareo estridente (…) He seguido mi ruta al azar, unas veces asustado ante peligros quiméricos,, otras sereno ante realidades peligrosas (…) Para entretener mi soledad, he ido cantando, silbando, tarareando canciones alegres o tristes, según el humor y el reflejo del ambiente en mi espíritu (…) Queriendo ser escuchado (…) Alguna ventana se abrirá  –pensaba–y aparecerá un rostro simpático y jovial.  No se abría ninguna ventana (…) y al insistir  iban brotando aquí y allá  caras torvas, miradas hostiles, gente en guardia que apretaba el garrote entre las manos huesudas. Quizá les he ofendido –discurría yo-- Esa gente no quiere nada conmigo. Y seguía mi marcha al azar (…). Durante  mucho tiempo  esta soledad, el graznido de las lechuzas, el aullido de los lobos, me llenaban de angustia e inquietud”.

   La parte final del autorretrato recuerda vagamente a un relato de Tolstói de una experiencia suya en Suiza con un pobre artista callejero. Pero sin entrar en la mayor o menor sinceridad apreciable en Baroja, no puede haber más diferencia con la opinión de sí mismo en Cela, que examinaremos luego.

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Un país enfermo

1. Muchos creen que, de todas formas, el franquismo es cosa del pasado. Muy al contrario, como bien ha entendido el PSOE. El franquismo superó los traumas que arrastraba España desde el “desastre” del 98. Y esos traumas han vuelto de la mano de PSOE y separatistas.

2. Franco no se rebeló contra la república, sino que la defendió. Se rebeló contra el frente popular, que fue el que destruyó la república con la insurrección de 1934 y el fraude electoral del 36. Mientras esta evidencia histórica no cale en historiadores y políticos, el país estará enfermo.

 3. Franco se sublevó inicialmente POR la república y contra su degeneración en el frente popular. Pero pronto entendió que un país con miseria, violencias y partidos hispanófobos, viviría en convulsión permanente. Y trató de superar la pobreza y los odios heredados. Con pleno éxito.

4. Franco no era demócrata, dicen. Mucho menos demócrata era su oposición. ¿Por qué fue posible entonces una democratización poco traumática como la que él prefería en 1930? Por la reconstrucción nacional llevada a cabo por su régimen, que superó la miseria y odios republicanos

5. Franco quiso implantar un régimen que superase los sistemas comunista y liberal, basándose sobre todo en la tradición católica. En eso fracasó, pues la propia Iglesia lo excluyó en el Vaticano II, pasando a hostigar peligrosamente al régimen que la había salvado del exterminio. Sarcasmos de la historia

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