Golpismo y terrorismo, dos rasgos de la izquierda:la democracia y la izquierda (II)

Blog I: Carrillo, o una democracia cada vez más fraudulenta.  http://www.gaceta.es/pio-moa/carrillo-simbolo-democracia-vez-fraudulenta-22052014-1320

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Experiencia histórica

Pasaré ahora a examinar brevemente la experiencia histórica. La izquierda en España, tal como la conocemos, va tomando vuelo a partir de la quiebra moral del “Desastre” del 98. En años siguientes cobran impulso el republicanismo exaltado, los separatismos, el anarcosindicalismo y el socialismo, hasta entonces poco importantes. Todos se han proclamado demócratas con mayor o menor insistencia, salvo los anarquistas, opuestos a todo poder. Excepto el que ellos pudieran imponer, lógicamente. Y han influido de modo decisivo en la historia del siglo XX. El socialismo, hasta nuestros  días.

    Al amanecer el siglo XX,  gobernaban España los partidos liberal y conservador de la Restauración, un régimen esencialmente liberal y uno de los primeros de Europa en admitir el sufragio universal (en 1890), rasgo clave de lo que llamamos democracia. Sin embargo se le ha acusado de desvirtuar las elecciones mediante prácticas caciquiles, lo cual es cierto, pero difícil de evitar en una sociedad  agraria, sin apenas cultura política y mayoritariamente analfabeta por entonces. Caciquismos y fraudes electorales se  han dado en muchos países, también en Usa, aún hoy. La Restauración, mil veces denostada por izquierdas y derechas, superó los males del siglo XIX y permitió una prosperidad modesta, pero acumulativa, y estabilidad básica durante casi cincuenta años. Además, ofrecía amplias libertades, permitiendo a sus enemigos republicanos,  socialistas  y separatistas organizarse, llegar a las Cortes  y a los ayuntamientos –utilizando también la corrupción electoral–  y actuar a menudo subversivamente.  Y permitía la propaganda y organización anarquistas. Todos ellos atacaban al sistema, fuera explotando las libertades que este les otorgaba, fuera por medios ilegales. 

     Rasgos importantes de la acción izquierdista fueron el terrorismo y el golpismo. Los anarquistas practicaron el primero como una táctica fundamental (entre otros, asesinaron a tres jefes de gobierno, Cánovas, Canalejas y Dato,  fallando por poco con Maura y con el propio rey); los republicanos exaltados estaban muy cerca del terrorismo; los socialistas lo emplearon de forma esporádica, pues preferían la movilización de masas. El terrorismo  busca socavar a un poder tachado de opresivo y antidemocrático, y se justifica precisamente por ello. Naturalmente, dentro de las concepciones totalitarias de la democracia, a las que tiende la izquierda, todo poder que no sea el suyo será visto como enemigo “del pueblo” y de “la libertad”, conceptos identificados entre sí, y  la violencia contra él queda por ello  legitimada automáticamente. Estos modos de pensar generaban una acción rebelde o revolucionaria,  si bien confusa,  porque cada rebelde tenía de la libertad y la democracia unas ideas particulares y poco elaboradas.  

  Tres hitos de aquella rebeldía casi permanente fueron la Semana Trágica de Barcelona, en 1909, el movimiento insurreccional de 1917 y la huelga de La Canadiense en 1919. La primera fue sofocada por el  gobierno, pero a costa de una crisis interna y sin frenar el auge de sus enemigos. Muestra de ese auge, al año siguiente los anarcosindicalistas  fundaban la CNT y el PSOE colocaba en las Cortes a su líder Pablo Iglesias. El golpe revolucionario de 1917 culminó unos años de agitación combinada con cierta descomposición interna del régimen, manifiesta en subversión militar; y concitó a casi todos los enemigos de la Restauración: republicanos, socialistas, anarquistas y nacionalistas catalanes de derecha e izquierda. Tal unidad resultó muy notable, por cuanto aquellos grupos y corrientes rivalizaban  entre sí, a menudo con verdadero odio. Pero unidos  y contando con los militares díscolos, intentaron destruir al que juzgaban  enemigo común. Fue el precedente de similares golpes posteriores. Con todo, aquella unión, mal coordinada, hizo poca fuerza. Dato desarticuló con facilidad las maniobras subversivas, y los militares se echaron atrás y colaboraron con  el gobierno. La revuelta dejó 80 muertos. Dato fue, junto con Maura, uno de los pocos políticos enérgicos y capaces de la época. Los rebeldes salieron de su fracaso divididos y resentidos entre sí, y dos de ellos, Cambó y Lerroux, líderes respectivamente de los nacionalistas catalanes de derecha y de los republicanos radicales, y que habían saboteado, se volvieron más moderados. El gobierno había demostrado una firmeza inesperada, pero el rey Alfonso XIII la  convirtió en debilidad al ceder a presiones militares para sustituir a Dato por un político sin fuste. A raíz de la Semana Trágica había hecho lo mismo al prescindir de Maura ante la demagogia de los partidos.  En cuanto a la huelga de La Canadiense, iniciada en esta empresa de Barcelona, paralizó la industria en Cataluña, cortó la electricidad a Barcelona y afectó hasta a los enterramientos. Terminó  con victoria de los huelguistas, dirigidos por la CNT, y asustó de tal modo a los separatistas  catalanes de derecha,  la Lliga, que después de haber causado graves daños a la estabilidad política del país, pasaron definitivamente a convertirse en un partido de orden, más efectivamente regionalista que nacionalista. Cambó ya había sido ministro en 1918.

    Dos años más tarde, la Restauración sufrió un nuevo golpe, este exterior, con el desastre de Annual, mucho más humillante y sangriento que el del 98, y explotado por el PSOE con un despliegue de demagogia realmente feroz para desacreditar al rey y al sistema liberal. Estos sucesos se combinaron con un terrorismo ácrata indominable y con el auge de los separatismos vasco y catalán, en menor medida el gallego. En 1923 estos tres nacionalismos –en el caso del catalán el de izquierda,  no la Lliga–,  aprovecharon el desconcierto reinante para solidarizarse con  Abd El Krim y unir fuerzas en una Triple Alianza con vistas a un alzamiento secesionista. La conjunción de todas estas amenazas con la inoperancia de unos políticos flojos, maniobreros de vuelo corraleño, causó el derrumbe de la Restauración.

   Se ha achacado a aquel régimen una esencial debilidad, y sin duda la tuvo, aun si después del 98 resistió todavía un cuarto de siglo al despiadado  acoso de sus contrarios.  Sus rasgos liberales le hacían esencialmente reformable y pudo haberse estabilizado evolutivamente. ¿Por qué no lo logró? No solo ni tanto por la hostilidad implacable de sus enemigos políticos  como por el rechazo de los intelectuales regeneracionistas y otros de prestigio, los cuales lo privaron del necesario soporte moral e intelectual.  Un régimen no puede subsistir largo tiempo sin una fundamentación intelectual que lo justifique, y la falta o insuficiencia de ella dio a la política y a los políticos de la época ese aire poco serio, poco respetable, con que se les recuerda. La situación se volvió ingobernable, y el general Primo de Rivera implantó, sin derramamiento de sangre,  una dictadura bienvenida por la mayoría de la población, harta de la desestabilización permanente de los que se proclamaban demócratas y de la flojera moral  e ineptitud de los gobernantes.

   Primo de Rivera resultó un dictador notablemente liberal. Prohibió la acción de anarquistas, separatistas y comunistas, pero no impidió su propaganda, que siguió circulando abiertamente. En cambio curó cuatro cánceres de la Restauración: el terrorismo, el secesionismo, la guerra del Rif  y la demagogia del PSOE. Más aún, logró la colaboración de los socialistas, en particular de su sindicato UGT. Todo ello resultó sorprendentemente fácil, en contraste con la aguda amenaza anterior. Como resultado, la paz social  aceleró extraordinariamente la modernización y prosperidad del país. La dictadura, planteada al principio como tal, es decir, como un remedio de urgencia a una situación caótica, trató de crear un nuevo régimen ante la imposibilidad de volver al anterior. Se quiso asentar un sistema patriótico y básicamente liberal, en el cual el PSOE desempeñaría  el papel de oposición con posibilidad de gobernar. Fracasó porque los socialistas, pese a gozar de grandes ventajas, rehusaron esa colaboración, y el grueso de los intelectuales, al menos los más publicitados, persistieron en su crítica radical, apoyando una república. Así, Primo no alcanzó a superar el mal de fondo que había fragilizado a la Restauración: la falta de una sólida fundamentación doctrinal.

Es interesante ver cómo cayó Primo de Rivera: su gobierno había sido sin duda el más fructífero y útil al país desde la invasión napoleónica, y su dictadura muy suave, y sin embargo fue despedido  con cajas destempladas  por casi todo el mundo político e intelectual.  El artículo de Ortega, “El error Berenguer”, tan disparatado como influyente, refleja bien  aquellas actitudes. Ocurrió así porque, si bien Primo  y los suyos podían invocar  unos logros impresionantes, le acusaban de dictador y de haber roto un sistema constitucional… que estaba en la ruina y todos detestaban. Le achacaban estar contra la democracia y la libertad  los mismos que aspiraban a una democracia contraria a la libertad y practicaban un golpismo permanente.  Pero le era imposible defenderse de las acusaciones, porque la sugestión del concepto de democracia es muy fuerte.   Por la misma razón se hacía imposible  la vuelta al sistema de la Restauración, y la consigna de todos sus enemigos fue la república.

    Y de nuevo unos y otros sedicentes demócratas se unieron, pese a sus profundas divergencias, e intentaron un golpe militar, en 1930. El golpe fracasó, pero auguró un fracaso mucho mayor de la monarquía. Esta, pocos meses después, regaló literalmente el poder a los republicanos, los cuales no solo habían fracasado en su intentona militar, sino que habían perdido las elecciones municipales con las que quisieron legitimarse. Semejante quiebra moral de la derecha y la monarquía no se explica sin tener en cuenta su vacío intelectual.

   El fácil triunfo de izquierdas y separatistas reabrió enseguida las rivalidades y conflictos entre ellos, que hicieron de la república un caos. Por supuesto, jamás gobernó el pueblo, sino dos oligarquías múltiples,  de izquierda y de derecha.  La izquierdista construyó una legalidad a su gusto, sin consenso, y lanzó una serie de reformas cuyo carácter chapucero describe bien el propio Azaña. Lo esencial es que cuando las derechas ganaron las elecciones en 1933, las izquierdas no lo aceptaron y intentaron golpes de estado, desestabilizaron su propia legalidad y organizaron, nuevamente unidas,  la insurrección de octubre de 1934, intentona de guerra civil según sus propios documentos. Derrotada esta, sus concepciones no cambiaron. En las elecciones de febrero de 1936 usaron la coacción y el fraude para imponerse y, a partir de ahí,  extremaron su radicalismo en un nuevo proceso revolucionario que acabó de destruir la república, sustituyéndola por un régimen distinto que, al no llegar a consolidarse, denominaremos Frente Popular. Siempre en nombre de la libertad, el pueblo y la democracia. El proceso abocó a la reanudación de la guerra civil. Para entonces,  la mayoría de la derecha había llegado a la conclusión de que el liberalismo no servía para impedir la revolución, sino que le allanaba el camino. 

   Importa señalar que la guerra unió  a todos los partidos y grupos  impulsados por el “desastre” del 98: anarquistas, socialistas, comunistas, separatistas y republicanos de izquierda. Se unieron como en la huelga revolucionaria del 17, el golpe de 1930,  la insurrección de 1934 y las elecciones fraudulentas del 36. Y encontramos siempre la misma motivación ideológica basada en una falsa idea de la democracia. Por supuesto, había otros factores, como una hispanofobia que interiorizaba los tópicos de la Leyenda Negra, etc., pero que aquí no viene al caso tratar.

  El franquismo vencedor adoleció de la misma carencia o insuficiencia intelectual-ideológica que las derechas anteriores. En él había dos enfoques: uno consideraba al régimen como  un remedio extraordinario ante una crisis histórica extraordinaria,  una dictadura en sentido romano; y otra aspiraba a un régimen nuevo y estable, que superase al liberalismo y al marxismo.  Ninguna de las dos ideas produjo, nuevamente,  una doctrina sólida, y de ahí que sus enemigos pudieran hacer, como siempre, demagogia con las banderas del “poder del pueblo” y la libertad. Nociones realmente curiosas en un partido stalinista como el PCE  o, posteriormente, en la ETA, pues debe recordarse que en las cárceles no había demócratas, al no  tener el franquismo oposición democrática: su oposición fue comunista y/o terrorista.

    Los logros del franquismo fueron impresionantes, y citaré solo dos que los resumen: España entró en el selecto club de las naciones con mayor renta per capita del mundo, un 80% de la media de los países ricos europeos y con un índice notable de igualdad social, muy superior al actual; y la esperanza de vida al nacer había superado a la de casi todos los países europeos o americanos. Además, no solo creó condiciones para una democracia estable, no convulsa como las experiencias anteriores, sino que la transición democrática procedió directamente de aquel régimen y contra las rupturas queridas por sus enemigos. Y sin embargo, y al igual que lo ocurrido con Primo de Rivera, fue imposible defender  la herencia del franquismo frente a los ataques  de  una renovada conjunción de izquierdas y separatismos, que solo en apariencia y por la fuerza de las circunstancias habían abandonado sus viejas querencias. No es de extrañar que, según una versión muy extendida hoy dentro y fuera de España, la transición la hayan hecho fundamentalmente los antifranquistas y contra el franquismo. En realidad, el aporte del antifranquismo a la democracia ha consistido en oleadas de corrupción, socavamiento de la independencia judicial,  proceso hoy acelerado de disgregación del país y colaboración a distintos niveles con el terrorismo de la ETA. 

     Porque, desde luego, el terrorismo no ha dejado de estar presente, en unos casos de forma activa y en otros de apoyo a él. La ETA, en concreto, reúne en sí los dos rasgos básicos del antifranquismo, que casualmente lo son también del antiliberalismo: es un grupo socialista y separatista. Y por ello  ha recibido el apoyo, la comprensión y la colaboración de los demás partidos bajo la consigna de la “salida política” a los delincuentes. Esta postura ha hecho de la ETA un factor tan fundamental como ignorado o inconfesado en la evolución política española en los últimos decenios, en la corrosión del estado de derecho y la conversión de la política en una farsa. Solo la línea más razonable de Aznar, impulsada por Mayor Oreja, permitió  acorralar y prever el fin de la banda terrorista en poco tiempo. Pero fue entonces cuando el PSOE acudió al rescate de la banda, premiando sus asesinatos con la relegalización y otras muchas concesiones. Como decía un dirigente de Batasuna, “estábamos al borde del abismo y ahora todo es posible”. Esta evidente colaboración entre la ETA y el PSOE desconcierta a muchos, pero tiene una firme base en la coincidencia ideológica de ambos grupos en puntos esenciales: los dos se proclaman socialistas, demócratas en el sentido arriba observado, visceralmente antifranquistas, antiespañola la ETA e indiferente el PSOE (Julián Marías decía que un problema con el PSOE era que tenía una visión negativa de la historia de España. Y, habría que añadir, desmesuradamente positiva de sí mismo); más toda esa panoplia de ideas autonombradas  progresistas.   

A partir de la transición, encontramos no solo la tradicional alianza de hecho entre los vencidos en la guerra civil, sino la renuncia de la derecha a cualquier resistencia en el terreno doctrinal o intelectual y hasta  la asunción de ideas e iniciativas de la izquierda y los separatismos, de sus versiones de la historia, etc. La derecha apenas ha pasado de  invocar cierto  economicismo pragmático de bajo nivel, renunciando a la reivindicación de su historia y a ideas propias en cuestiones clave. Los vencidos de la guerra retienen la etiqueta de la libertad y la democracia, mientras que los procedentes del franquismo deben hacer el papel de una constante  autocrítica y olvido de su pasado para poder ser aceptados en el régimen actual, traído por ellos y no por los antifranquistas. Papel que, por cierto, han cumplido obedientemente, por no emplear otro adverbio.

    Fácilmente observamos, repito,  una constante doble  en la actuación de las izquierdas españolas durante más de un siglo: golpismo y terrorismo. Siempre con el supuesto de representar al pueblo y la libertad contra una oligarquía retratada con negros tintes. De modo que el falso ideal que asimila la democracia al poder del pueblo y este al poder de izquierda y separatismos, está en la base de las convulsiones españolas del siglo XX y ha justificado su continua subversión.  La respuesta política liberal ha fracasado a menudo o claudicado ante la permanente ofensiva contraria, debido a la citada deserción de los intelectuales. Por ello, pero no solo, la derecha ha cultivado ese pragmatismo romo y pedestre. Según Fernández  de la Mora, la derecha política, salvo excepciones, no ha leído un libro desde Jovellanos. Exageraba, claro, pero con un fondo de razón.

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11 Respuestas a Golpismo y terrorismo, dos rasgos de la izquierda:la democracia y la izquierda (II)

  1. manuelp dice:

    Dos años más tarde, la Restauración sufrió un nuevo golpe, este exterior, con el desastre de Annual, mucho más humillante y sangriento que el del 98, y explotado por el PSOE con un despliegue de demagogia realmente feroz para desacreditar al rey y al sistema liberal.

    A ver si ahora va a resultar que el único que estaba contra el sistema era el PSOE. Ni los propios liberales defendieron el sistema cuando Primo de Rivera dio el golpe en 1923. Esto lo decía un liberal convencido- José Félix Huerta – en “El Imparcial” en 1930:

    La Dictadura -ya lo dijimos antes, y está en la conciencia de todos los españoles- la hicieron inevitable nuestros antiguos partidos políticos, la trajo el Ejército y la aplaudió España entera. Esa es la verdad, que sólo la pasión de un grupo de políticos y enemigos del orden -los «valientes de ahora» como ha dicho el mismo Sr. Sánchez-Guerra- puede desconocer.

    po

  2. ramosov dice:

    Era tan profundamente antidemocrática y golpista la izquierda española a finales del 33 -año crucial y punto de inflexión de la república- que tras producirse la limpia y democrática victoria del centro y la derecha en noviembre de ese año y quedar claro el resultado tras la segunda vuelta, a partir de diciembre de ese año y durante el 34 no quedó absolutamente nadie por sublevarse o intentar golpes de Estado civiles.
    Los anarquistas no perdían el tiempo y desataron una insurrección con múltiples asesinatos, incendios, bombas con descarrilamientos de trenes incluidos, etc.., que causó casi un centenar de muertos. El primer ministro de gobernación de Lerroux, Rico Avelló tenía trabajo desde el principio. Naturalmente lo pagó con la vida al reanudarse la guerra civil.
    Los republicanos de izquierda, ya fuera por medio de ministros como Gordón Ordás o como Botella Asensi intentaron que el presidente de la república anulase los resultados y nombrase un gobierno izquierdista. Asímismo actuó Azaña en diciembre del 33 y más tarde, en julio del 34, utilizando a Martínez Barrio ya escindido del partido radical. Cabe decir que la postura de los republicanos de izquierda fue desde diciembre del 33 en lo que hace a su relación con los revolucionarios, la misma que luego en el 36, de pasividad favorable a los mismos, y ya desde la sublevación de julio del 36, colaboración.
    Los socialistas, al ver fracasar estrepitosamente la insurrección anarquista decidieron planificarla más a conciencia, aunque el cuerpo les pidiera acción rápida. Para los socialistas, la victoria de la CEDA -aunque el gobierno fuese republicano radical- fue un palo que les llevó a pensar: “si la república no puede ser izquierdista, no nos sirve de nada, no la queremos”. Estaban ya pensando en la instauración de la dictadura del proletariado y van y vencen las derechas. Era demasiado para ellos y prepararon su insurrección como no podía ser de otro modo con gente tan absolutamente antidemocrática. A ella se unieron los cuatro comunistas y los republicanos que quedaban, los catalanes.
    Hasta ese momento insurreccional, octubre, hubo trabajo para el siguiente ministro de gobernación, el del gobierno Samper, Salazar Alonso, que abortó con decisión la huelga campesina de junio. Al año siguiente escribió un libro, “Bajo el signo de la revolución”, y como pasó con el ministro anterior, pagó con su vida en septiembre del 36. Como asímismo pagaron con su vida otros republicanos que habían participado en aquellos gobiernos -Melquiades Alvarez, el agrario Velasco..-. Ya lo decían en el manifiesto fundacional del frente popular: ir a soltar a los presos víctimas de la represión habida en los gobiernos reaccionarios -el de Lerroux, Samper, etc..- y perseguir a los que vencieron a la revolución en el 34. El carácter revanchista del frente popular así como de continuación de la guerra civil quedaba patente.

  3. lead dice:

    [Estado de Derecho: Limitación  y división del poder]
    .
    (De mi post de 5 Febrero de 2012 recogido en el de las 23:31 de ayer 21, en el hilo anterior a éste):
    .
    {La separación de poderes tiene poco que ver con la democracia [*] que es un sistema de elegir a los que van a ejercer el poder. La separación de poderes es lo que caracteriza al ‘Estado de Derecho’. Se puede tener ‘separación de poderes’ sin democracia (p. ej., la Inglaterra que sale de la ‘Revolución Gloriosa de 1688′; Montesquieu, que vivió tres años en Inglaterra a partir de 1729, donde absorbió la influencia de John Locke, escribió en ‘El espíritu de las leyes’ que en ningún otro sitio como en Inglaterra se podía ver tan claramente la separación de poderes).}
    .
    En la evolución institucional inglesa (iniciada prácticamente a la par de la nuesta en España, 1215 una y 1188 la nuestra, ésta con un notable adelanto sobre la inglesa [**] aunque no tuviera la continuidad en el tiempo que tuvo la inglesa) es constante el intento de limitar el poder, y de dividirlo, finalmente, sentando las bases del moderno Estado de Derecho; la democracia vendría después.
    .
    [**]
    .
    {According to John Keane‘s book “The Life and Death of Democracy”, was the first sample of modern parliamentarism in the history of Western Europe.
    (…)
    When the Founding Fathers of the United States of America elaborated the American constitution, one of the juridical models they studied were the laws that arose from the Cortes of León. John Adams knew the text of the Fuero of León from his journey to Spain}
    .
    [Según el libro de John Keane "Vida y muerte de la democracia" [las Cortes de León] fueron la primera muestra de parlamentarismo en la historia de Europa occidental.
    .
    (…)
    .
    Cuando los Padres Fundadores de los Estados Unidos de América elaboraron la Constitución americana uno de los modelos jurídicos que estudiaron fueron las leyes resultantes de las Cortes de León. John Adams conoció el texto del Fuero de León en su viaje a España]
    .
    http://en.wikipedia.org/wiki/Cortes_of_Le%C3%B3n
     

  4. 4c dice:

    Más grave que el analfabetismo me parece el no haber tenido un designio común. El no haberse visto realmente cuál era tal unidad de destino en lo universal, una vez decaída la buena forma del cristianismo.
    Desde entonces vamos pegando bandazos. Somos un día nacional-católicos, otro día anarquistas destructores, otro liberales anglosajones. Nos mantenemos iguales, pero sin saber a dónde mirar. 

  5. 4c dice:

    Leyendo estos textos de historia larga de Pío, pienso: joder, ahí hay un relato con sentido.

  6. 4c dice:

    De la abstención. Siempre he tenido la sensación de que entraba al teatro cuando los demás salían. Nunca he votado. Lo quiero hacer ahora porque me había gustado la valentía de la gente vox, porque pensaba que merecían este mínimo apoyo que puede ser un voto. Yo estoy con España. La democracia, suponiendo que los resultados sean fiables, permite poner el granito de arena aquí o allá. Especialmente en el caso de estas elecciones, se trata de algo parecido a una gran encuesta demoscópica. Sé que vox no tendrá millones de votos, pero sé que es bueno votarles. Les animo a ustedes a hacerlo. En la abstención, simplemente figurarán como descontentos de las grandes mafias, con VOX, figurarán como unos que no sabiendo que hacer por el país, al menos ponen el grito en el cielo por él.
     

  7. Hegemon dice:

    Gran decepción con VOX.
     
    El otro día escribí un correo a VOX explicándoles por qué no les apoyaba en este circo de Uropa, indicándoles algunas discrepancias y exponiendo algunas críticas pero animándoles a seguir sea cual sea el resultado. Su respuesta fue muy escueta, sin interés, displicente, decepcionante: “Gracias por su apoyo” A Pedromar, que fue mucho más agudo que yo, ni siquiera le contestaron. No creo que esas sean formas de buscar votos que tanta falta les hace. De todas maneras se comprende. VOX es el PP aznarista con algunas modificaciones. Por lo tanto son conservadores de esa manera, más que liberales, europeistas convencidos, un tanto enobs y pijoteros, dicen que patriotas y antiabortistas pero muestran muchas contradicciones que seguro producirán algunos enfrentamientos en el propio Partido. No somos el perfil que buscan. Como digo, son uropeistas (con U) convencidos, yo no. Tienen una idea de España un tanto alejada de la que yo tengo. La quieren diluir en Uropa más que fortalecer dentro de Eruopa (con E) cediendo toneladas de soberanía. Quieren seguir una política un tanto ambigua en algunos sectores. Además, Uropa puede que sea un proyecto al borde del fracaso. Apostar por él es, en mi opinión, irreal y absurdo y más si no se tienen unas ideas claras para su transformación en algo mejor. Lo más importante que encuentro de VOX es la supresión de las Autonomías. En esto de Uropa, no toca.
     
    Yo no animo a nadie a que se abstenga ni a votar a este o al otro. Me parece que el voto es una opción muy seria y no un elemento de mercadeo. Aplaudo a aquellos que con racionalidad y conciencia van a votar. Lo que no entiendo son las furibundas críticas a la abstención. Unas crítricas que encuentran respuestas contundentes en las redes sociales y en los comentarios de opinión. La abstención es un ejercicio de libertad individual, una libertad que vale también para no participar en algo que no crees. Yo no voy a votar por dos razones fundamentales: Porque no creo en este sistema socialburocrático de Uropa muy poco democrático, no me veo representado en él y creo que va en contra de España y de la propia Europa (con E). Segundo: Porque en España casi todos, por no decir todos los partidos son europeistas que creen en este tinglado de Bruselas. En España no hay un partido euroescéptico como si los hay en otros paises de Europa que parece van a aumentar su representación en el Parlamento. Un parlamento del que salen el 70% de leyes inútiles y que encorsetan cada vez más la vida de los europeos y su libertad. Un Parlamento que está formado por grupos definidos que al final siguen alimentando este monstruoso sistema sin llegar a algo constructivo para Europa. Es por ello que considero mi voto muy importante como para desperdiciarlo de esa manera. Yo creo que lo desperdicio, otros no lo ven así. Perfecto. Ánimo. Mi abstención, en contra de las críticas fuera de lugar, es meditada y reflexiva, nada displicente. Al contrario. Busca algo que no ha encontrado en un partido político.
     
    Por lo que observo, la abstención es un problema para la clase política. Rosa Diez se ha atrevido a pedir el voto para “cualquiera” pero no la abstención. Dicen que la abstención no sirve para nada. Lo dudo. Una abstención mayor que la participación es un claro anuncio de desprecio y de desligitimación del sistema y de la casta política. Al principio puede que los grandes partidos se rían y les de igual, pero al final no. Una abrumadora abstención se verá con preocupación tanto en Europa como en España.

  8. Hegemon dice:

    A pesar de mis repasos….. “desligitimación”…no….deslegitimación

  9. Pío Moa dice:

    Nuevo hilo