Blog Gaceta: Feminismo y aborto / Una vieja foto: http://www.intereconomia.com/blog/presente-y-pasado/feminismo-y-aborto-una-vieja-foto-20120802
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Eduardo Goligorsky ha escrito en LD un artículo, “Con las lenguas a la greña”, en que, siguiendo a J. R. Lodares afirma que los idiomas no son patrimonio natural o esencial, ni definían a ningún pueblo o cultura –conceptos ya de por sí imposibles de definir—ni eran, ni son una riqueza en sí mismas. Pensar otra cosa, insiste, es caer en “el tópico de las esencias o identidades”. Las lenguas estaban más bien sujetas a los avatares de la sociedad y a los intereses de la gente. Por supuesto, lo mismo cabe decir de cualquier patrimonio humano, las posesiones de las personas, su familia, su dinero, etc., aunque quizá Lodares y Goligorsky pusieran el grito en el cielo si alguien quisiera despojarles de esas nimiedades no naturales ni esenciales. Es más, el mismo ser humano es imposible de definir, ni queda claro cual pueda ser su patrimonio natural o esencial, ni se le puede considerar una riqueza en sí mismo. Por consiguiente, su destrucción o desaparición tampoco tiene la menor importancia (algo así decía B. Russell), aunque, de nuevo, sospecho que si a Lodares o Goligorsky quisieran eliminarlos en función de esa teoría ofrecerían alguna resistencia.
En cuanto a los intereses de la gente, nos informan ambos, lo que cuenta en las lenguas son los intereses materiales — en definitiva el dinero–, y no aquellos lazos gaseosos trazados en el vacío por el espíritu, la naturaleza o la ley divina. ¿Queda claro?
Pero ocurre que en la vida real muchas personas se empeñan en pensar de otro modo, y casualmente tienen un fuerte sentimiento afectivo por la lengua en la que han aprendido a hablar y a relacionarse con la familia, con los amigos, con la sociedad, en que han recibido la cultura y que sienten como parte de sí mismos. Lo mismo ocurre con el sentimiento de patria y con muchos otros. Pero Goligorsky y Lodares opinan que se trata de sentimientos equivocados y que de algún modo debieran extirparse, pues no valen ni deben valer nada al lado de otro sentimiento mucho más material y para ellos inspirador: el que les provoca el dinero. Sentimiento que debería, a su juicio, ser el de “la gente”. Goligorsky quiere dictarnos incluso cuáles deben ser nuestros sentimientos, en un estilo que él cree liberal pero que suena a totalitario, como cuando en la URSS no solo había que soportar el sistema sino manifestar cálidos sentimientos de entusiasmo por el mismo.
Y pone Goligorsky el ejemplo de Usa, donde el aumento de hispanos no supone, afortunadamente según él, una amenaza para el inglés (en lo que estoy de acuerdo). El inglés es el idioma que reúne todas las condiciones necesarias para aglutinar a los ciudadanos en torno a intereses comunes, intereses que no son “factores identitarios” sino, de nuevo “eminentemente materiales”. Y cita a una reverenda episcopaliana dedicada a aculturar a los hispanos: “Los padres no quieren que cuando sus hijos sean mayores trabajen en talleres donde los exploten ni que sean empleados de la limpieza en los edificios de oficinas del centro de la ciudad. Quieren que vayan a Harvard y a Stanford, y eso no pasará a menos que dominen realmente bien el inglés”. O sea, que dominando el inglés uno podrá ir a Stanford o a Harvard, y que nadie que hable bien el inglés será explotado en ningún oficio duro. ¿Cabe mayor estupidez?
Pero hay una realidad: en Usa el idioma nacional y prioritario es el inglés, el español queda como lengua subcultural, y no por imposición metafísica, sino por incapacidad cultural de sus hablantes, como también va pasando en España, inmersa en un verdadero páramo intelectual. Goligorsky es contrario a la educación bilingüe en español e inglés en Usa… pero no en España, claro. Y señala, en contra de la superficial euforia patriotera tan frecuente por aquí ante el número de hispanohablantes en Usa, que la segunda generación de hispanohablantes deja el español para hablarlo en casa, y el 70% de los mejicanos de tercera generación habla solo inglés. Por no mencionar el bastardeamiento del español en spanglish.
En apariencia, Goligorsky va contra el catalán o el vascuence, por los abusos totalitarios con que están siendo impuestos. Pero en realidad va contra el español. Porque el fondo de todo el asunto consiste en la globalización. En un mundo globalizado, ¿qué idioma despertaría más sentimientos materialistas no gaseosos que el inglés? Pues, como nos quieren imponer en la misma España, es el idioma de la ciencia, de la música, de la moda, de tantísimas cosas más, el idioma de la cultura, ante el cual no cesa de retroceder el español aunque haya tantos millones que lo tienen por lengua materna. Y es cierto que, gracias en buena medida a los goligorskis, el mundo hispano apenas produce hoy, culturalmente, más que esperpentos o malas imitaciones de los productos anglosajones. Pero también es cierto que todos los países, todas las culturas y todas las personas pasan por altibajos, por épocas mejores y peores, y una mala temporada, aunque dure, no debe servir de pretexto para su eliminación, esa sí muy material.
A mas de cuatro les gustaría que en Cataluña se hiciera lo mismo que hicieron los americanos en Filipinas, erradicar el español manu militari.
La cultura y el idioma español en España estan en baja porque España en si esta en baja.
40 años de destrucción de la idea nacional dan sus frutos
Las decadencias tienen estas cosas.
http://lapoliticadegeppetto.blogspot.com.es/
¿Y en qué idioma ha escrito, este Goligorski, el artículo? ¿En inglés?
Goligorski es contrario a la educación bilingüe en español e inglés en Usa… pero no en España, claro.
La excusa del Gobierno americano cuando erradicó la enseñanza bilingüe en español e inglés, es que con esa clase de edcuación se condenaba a los hijos de los emigrantes a ocupar los puestos de trabajo marginales y a no integrarse definitivamente en la sociedad ameriacana. Serían siempre camareros, peones, mozos pero nunca podrían ser abogados, ingenieros, médicos porque no podrían estudiar en las grandes universidades. Como es lógico, ese razonamiento es una falacia. En España se defiende todo lo contrario, curiosamente. Con el bilingüismo en inglés, sin tener emigración de ese idioma no como en USA, según nuestras élites, podremos acceder a la mejor educación y a subir nuestro nivel de vida. Lo que hay detrás de esa decisión, que parece compartir Goligorski, es que hubo fuertes presiones de grupos y organizaciones americanas, cercanas a otras que defienden la supremacia blanca en USA, para que el español fuera marginal, que el inglés fuera predominante y no se contaminara más la cultura anglosajona de USA con la cada vez mayor emigración hispana. Si no me equivoco, incluso algunos senadores de origen hispano defendían esta postura contraria a su cultura de procedencia.
Lo que provoca, en España, la marginación y el acceso a los mejores puestos laborales y a subir de nivel, es el empeño en educar e instruir a nuestros hijos en un idioma que no es el nuestro. La transmisión de conocimientos y datos, la instrucción en si se hace muy precaria lo que provoca que la preparación de los españoles, antaño muy apreciada en otros paises, inlcuidos los anglosajones, se deprecie y se dude de nuestra capacidad por mucho inglés que sepamos.
Algo interesante:
http://www.jornada.unam.mx/2012/08/01/opinion/031a1eco
Otra cosa interesante:
http://malpharus.blogspot.com.es/2012/07/matar-civiles-inocentes-en-el-marco-de.html
La doctrina militar estadounidense atribuye un papel fundamental a los «sucesos que producen muertes masivas» en los que son asesinados civiles inocentes. Los asesinatos se llevan a cabo de forma deliberada en el marco de una operación encubierta. Y se culpa al enemigo de las atrocidades resultantes. El objetivo es justificar un programa militar aduciendo fundamentos humanitarios. La doctrina se remonta a 1962: la Operación Northwoods.
http://malpharus.blogspot.com.es/2012/07/matar-civiles-inocentes-en-el-marco-de.html
…Pero Goligorsky y Lodares opinan que se trata de sentimientos equivocados y que de algún modo debieran extirparse, pues no valen ni deben valer nada al lado de otro sentimiento mucho más material y para ellos inspirador: el que les provoca el dinero.
Sí, eso es precisamente lo que ocurre hoy en día en España, por eso estamos como estamos. Como analista el tal Goligorsky, “no tiene precio”… O sea, según él tenemos que seguir profundizando en lo que nos está llevando a las más absoluta ruina en todos los sentidos. ¡Bien por él! ¡Que tío más tonto!
Vídeo filtrado de la B´nai´brith, la logia masónica más poderosa del mundo (Washington D.C.).
http://www.youtube.com/watch?v=xkhqOHa9Hvc&feature=related
…“Los padres no quieren que cuando sus hijos sean mayores trabajen en talleres donde los exploten ni que sean empleados de la limpieza en los edificios de oficinas del centro de la ciudad. Quieren que vayan a Harvard y a Stanford, y eso no pasará a menos que dominen realmente bien el inglés”. O sea, que dominando el inglés uno podrá ir a Stanford o a Harvard, y que nadie que domine el inglés será explotado en ningún oficio duro. ¿Cabe mayor estupidez?
Pues eso está ocurriendo en Cataluña. Padres que entre ellos hablan español, a los hijos les hablan catalán por el mismo motivo. Eso no es más que ignorancia, cobardía y falta de contenido moral, de principios y de todo…
Este Goligorsky no es más que una “mente” al servicio del Nuevo Orden Mundial. Como él hay muchos, sobre todo en sitios demasiado altos para sus méritos…
Calixto en este vídeo se ve claramente de donde procede toda esta basura… Babilonia pura y dura. De Nimrod y toda la camarilla de rebeldes…
Que pensarías si, para comprar una cafetera, te ofrecieran las siguientes condiciones:
- Pagar 10 veces su valor
- Que solo amortices principal una vez que ya hayas pagado 6 cafeteras.
- Que si dejas de pagar, incluso cuando llevas ocho cafeteras se queden con todo lo que has pagado, te reclamen 6 CAFETERAS mas, se queden con la CAFETERA y después la vuelvan a vender por diez veces su valor.
ENHORABUENA, HABÉIS COMPRADO UN PISO EN ESPAÑA!
No sé, Pedro… tendré que leerlo varias veces para entender lo que pones. Yo estoy de acuerdo en que estamos en 1984, incluso peor, porque 1984 era una cárcel con rejas y esto es otra cosa. Una mezcla entre 1984 y “Un Mundo Feliz”… Está claro que Al-Qaeda -que nació en Manhattan- no es más que una página de “Access”, o sea, una base de datos. Al-Qaeda es al Nuevo Orden Mundial… -o a Occidente-, como ETA es a España… va con el Sistema. Aunque el paralelismo no sea exacto, el sentido, creo que se entiende. Al-Qaeda aparece cuando interesa y de pronto carece de importancia. Pero bueno, para entendernos… No creemos una palabra de lo que nos dicen. Todo lo que se publica en Occidente, sobre todo respecto al tema es un cuento… Al-Qaeda desaparecerá cuando desaparezca el Imperio, y ETA desaparecerá cuando desaparezca el “juancarlismo” que algunos llaman “democracia española”…
Bueno, lo voy entendiendo un poco más Pedro. Lo que dices está al orden del día. Cuando Moa se caiga de la higuera, probablemente no se acuerde de nosotros. Pero eso no debería preocuparte. Nosotros opinamos lo que opinamos sin ánimo de ser reconocidos. Sólo por el placer de decir lo que pensamos. De todas formas hay gente que le cuesta expresar sus sentimientos. Pero a lo mejor cuando le eche la culpa a Europa de lo que ocurre en Siria, y le que ocurrió en el resto de naciones se esté acordando de nosotros, o de ti simplemente. Eres demasiado duro Pedro… me recuerdas a mi hermano Jose que está peleado con el mundo porque la vida le ha dado palos.
A mi lo que escrito me suena un poco cursi la verdad, pero en fin. Yo creo que Moa valora -te guste o no- tus aportaciones en lo que valen. Aunque muchas veces le resulten incomodas. Todo lo que acabas de decir en tu último mensaje es muy incomodo… no para mí, que prefiero siempre la verdad… pero sí para mucha gente. Si tratases de comprender eso, que por otro lado, tampoco es tan difícil. Piensa que tu ofreces un mundo -real- pero que rompe los esquemas que mucha gente tiene hechos. Y eso es muy complicado porque ataca al ego directamente. Pienso que hay que tener paciencia. Y la gente que aquí escribe, por muy mal que te parezcan… al menos tiene una inquietud que no tienen la mayoría. Y eso deberías valorarlo. Que se retuercen antes de aceptar una realidad sombría y extraña como tu dices, es cierto, pero se retuercen porque dentro de sí mismos buscan. Hay muchos que están “pajaritos” pegando bandazos por las calles. Y que encima el día que podían quedarse en casa, van y legitiman a unos sinvergüenzas, sin saber ni lo que votan.
El problema que tiene Moa contigo, amen de tus opiniones cuando ya le rompes los esquemas, pero por completo, es la violencia, la agresividad con la que escribes. Eso es lo que muchos utilizan como excusa para no tomarte en serio, porque tomarte en serio es enfrentarse a una cosmovisión que ellos tienen hecha, y que no es real, y eso es muy desagradable para cualquiera. Pero ese es tu estilo, y es cosa tuya cuestionarlo o no.
A mí me dices que vamos hacia un socialismo extraño, y entiendo lo que estás diciendo perfectamente. Lo de Alemania acuérdate que lo hemos “estudiado juntos”. Pero a ver como rompes los clichés del “milagro alemán” de los trabajadores que son alemanes, etc, etc…
Por cierto el que retrata muy bien, ese socialismo extraño y todas esas cosas, es Estulin en su libro “El Club Bilderberg”. Si encuentro un trozo sobre el tema, te lo pongo…
Aquí tienes lo que te decía Pedro. Juzga tu mismo…
Objetivos del Club Bilderberg
«El Club Bilderberg anda en busca de una era del posnacionalismo:
ese momento en que ya no haya países, sólo regiones y
valores universales, es decir, sólo una economía universal, un
Gobierno Universal (designado, no elegido) y una religión universal.
Para asegurarse esos objetivos, los miembros del Club Bilderberg
abogan por un enfoque más técnico y menos conocimiento por parte
del público. Esto reduce las probabilidades de que la población se
entere del plan global de los amos mundiales y organice una
resistencia organizada.» Su objetivo final es el control de
absolutamente todo en el mundo, en todos los sentidos de la palabra.
Actúan como si fueran Dios en la Tierra. Entre sus planes figura
establecer:
• Un solo gobierno planetario con un único mercado globalizado,
con un solo ejército y una única moneda regulada por un Banco
Mundial.
• Una Iglesia universal que canalizará a la gente hacia los deseos
del Nuevo Orden Mundial. El resto de religiones serán destruidas.
• Unos servicios internacionales que completarán la destrucción de
cualquier identidad nacional a través de su subversión desde el
interior. Sólo se pemiitirá que florezcan los valores universales.
• El control de toda la humanidad a través de medios de
manipulación mental. Este plan está descrito en el libro Technotronic
Era (Era tecnotrónica) de Zbigniew Brzezinski, miembro del Club.
En el Nuevo Orden Mundial no habrá clase media, sólo sirvientes y
gobernantes.
• Una sociedad posindustrial de crecimiento cero», que acabará
con la industrialización y la producción de energía eléctrica nuclear
(excepto para las industrias de los ordenadores y servicios). Las
industrias canadienses y estadounidenses que queden serán
exportadas a países pobres como Bolivia, Perú, Ecuador, Nicaragua,
etc., en los que existe mano de abra barata. Se hará realidad,
entonces, uno de los principales objetivos del TLCAN (Tratado de
Libre Comercio de América del Norte).
• El crecimiento cero es necesario para destruir los vestigios de
prosperidad y dividir a la sociedad en propietarios y esclavos. Cuando
hay prosperidad, hay progreso, lo cual hace mucho más difícil la
represión.
• Cabe incluir en ello la despoblación de las grandes ciudades,
según el experimento llevado a cabo en Camboya por Pol Pot. Los
planes genocidas de Pot fueron diseñados en Estados Unidos por una
de las instituciones hermanas de Bilderberg, el Club de Roma.
• La muerte de cuatro mil millones de personas, a las que Henry
Kissinger y David Rockefeller llaman bromeando «estómagos
inservibles» por medio de las guerras, el hambre y las enfermedades.
Esto sucederá hacia el año 2050. «De los dos mil millones de
personas restantes, 500 millones pertenecerán a las razas china y
japonesa, que se salvarán gracias a su característica capacidad para
obedecer a la autoridad» es lo que afirma John Coleman en su libro
Conspirators’ Hierarchy: The Story of the Committee of 300. El
doctor Coleman es un funcionario de inteligencia retirado que
descubrió un informe encargado por el Comité de los 300 a Cyrus
Vanee «sobre cómo llevar a cabo el genocidio». Según la investigación
de Coleman, el informe fue titulado «Global 2000 Report»,
«aprobado por el presidente Cárter, en nombre gobierno de Estados
Unidos y refrendado por Edwin Muskie, secretario de Estado». Según
este informe, «la población de Estados Unidos se verá reducida a 100
millones hacia el año 2050».
• Crisis artificiales para mantener a la gente en un perpetuo estado
de desequilibrio físico, mental y emocional. Confundirán y
desmoralizarán a la población para evitar que decidan S11 propio
destino, hasta el extremo de que la gente «tendrá demasiadas
posibilidades de elección, lo que dará lugar a una gran apatía a escala
masiva».
• Un férreo control sobre la educación con el propósito de
destruirla. Una de las razones de la existencia de la UE (y la futura
Unión Americana y Asiática) es el control de la educación para
«aborregar» a la gente. Aunque nos resulte increíble, estos esfuerzos
ya están dando «buenos frutos». La juventud de hoy ignora por
completo la historia, las libertades individuales y el significado del
mismo concepto de libertad. Para los glo-balizadores es mucho más
fácil luchar contra unos oponentes sin principios.
• El control de la política externa e interna de Estados Unidos
(cosa ya conseguida a través del Gobierno de Bush), Canadá
(controlada por Inglaterra) y Europa (a través de la Unión Europea).
• Una ONU más poderosa que se convierta finalmente en un
Gobierno Mundial. Una de las medidas que conducirán a ello es la
creación del impuesto directo sobre el «ciudadano mundial».
• La expansión del TLCAN (Tratado de Libre Comercio de
América del N arte) por todo el hemisferio occidental como preludio
de la creación de una Unión Americana similar a la Unión Europea.
• Una Corte Internacional de Justicia con un solo sistema legal.
•Un estado del bienestar socialista donde se recompensará a los
esclavos obedientes y se exterminará a los inconformistas.
Pedro, si ahora Moa me borra esto, lo comprenderé. No hay ningún problema…
Por cierto, aquí Estulin habla de tendencias. No hay que tomar el tema al pie de la letra. Y además son objetivos. Los objetivos tienen que cumplirse. No se trata de una “predicción”, como si este tío hubiese echado las cartas. Lo que dice está basado en su propia investigación, y el saca sus propias conclusiones. De lo que se trata, al menos, yo lo tomo así. Es de ver si esto que dice tiene algún sentido. Si tu observas que las actitudes y actuaciones de los gobernantes cuadran con ese panorama. Me ha venido a la mente y te lo he querido poner por eso que has dicho… de socialismo extraño. Desde luego cualquier socialismo que hayas podido ver es extraño. Porque no se corresponde con lo que uno supone que debería ser el socialismo. Pero está claro a lo que tu te estás refiriendo…
Nuestro idioma, el español, junto con otras muchas cosas, es algo que dejamos impreso en América hace ya siglos y que aún está ahí. Cuando se lo imprimimos, le dimos a América una identidad: la hispana. Es la suya, no tienen otra. Durante siglos los anglosajones han intentado borrarles su ADN, pero eso no se puede borrar. Lo que hace falta son ¡COJONES!. Hace falta un proyecto hispánico. Hace falta que desde el cabo de Hornos hasta el Río Grande se escuche una sola voz. No tenemos nada, pero potencialmente lo tenemos todo. En este mundo que camina hacia las grandes comarcas mundiales :anglosajona, asiática, china, india, árabe, tiene que haber un lugar para la hispana. Y sí, la colonia hispana en USA tiene que ser esa quinta columna con la que pongamos todo patas arriba en una par de generaciones. ¡¡Viva España y viva América!! ¡¡Viva Portugal!! Iberia, capital, Lisboa.
Estoy con patasarriba, defiendo el proyecto que anuncia…
Lo que pasa es que la gente hispana que cree que España les invadió, no merece sino un sinfín de desgracias. No sé qué tiene que pasar para que cambie. Pero quizás pase.
Algo que me llama la atención es la proliferación de las cucarachas gigantes desde que comenzó la crisis.
¿Una casualidad?; ¿el espíritu de los tiempos?; ¿nacidas del inconsciente?, o, ¿será parte del plan?
Sí, eso de las cucarachas de Gavá es curioso. Suelo pasar por ese pueblo/ciudad con frecuencia… y no he visto nada parecido. Pero en todo caso, como le decía ayer a una española de pro. En Cataluña merecemos las siete plagas de Egipto por muchas razones…
7de7-WHAT IN THE WORLD ARE THEY SPRAYING? Subt. es-ES (Michael J. Murphy)
(¿Qué es lo que ellos están rociando por el mundo?)
Esto es un documental en siete partes sobre “Chemtrails” (estelas químicas) de Michael J. Murphy.
Los políticos no están “ahí” para solucionar nuestros problemas Michael… (Politicians are not “there” to solve our problems Michael…) / ¡La solución esta dentro de ti!
Por cierto, quiero aprovechar para decir aquí que he sido “invitado” por YouTube para eliminar cierto documental “The Beatles Unleaded” por problemas de copyright y demás, lo de siempre. Yo comprendo perfectamente ese tema. Y parece que The Beatles es una “gallina de los huevos de oro” del que todo el mundo quiere sacar tajada. Pero también es cierto que YouTube es una plataforma, o debería ser, una plataforma libre… donde cualquiera pueda exponer en su canal lo que desee. No creo que sea ninguna competencia para con nadie, el hecho de que aquí se exponga un documental que se emitió gratuitamente por televisión, que bien es cierto, luego ha sido comercializado. Pero, el que realmente quiere tener los vídeos originales, los compra y punto. No puede competir una exposición en YouTube que normalmente hay que partir en unos cuantos trozos con algo tan diferente como un vídeo comercial. Aquí en este mundo hemos convertido al dinero en un nuevo dios, pero eso es una barbaridad. Las cosas no se pueden hacer pensando en el dinero, y mucho menos en lo que compra el dinero. Mientras no entendamos esto, viviremos esclavos. Y lo que es peor, no podremos ser felices. He retirado ese vídeo, pero no creo que eso contribuya a nadie en nada. Espero que estos vídeos, (WHAT IN THE WORLD ARE THEY SPRAYING?) que por otro lado son mucho más importantes no sean cuestionados, porque el mismo creador nos pide que lo difundamos. En fin, es una pena, que nos empeñemos en rebajarnos de personas que somos a un no se qué, tan absurdo…
http://www.youtube.com/watch?v=welfoOCniZs
Que pensarías si, para comprar una cafetera, te ofrecieran las siguientes condiciones:
- Pagar 10 veces su valor
- Que solo amortices principal una vez que ya hayas pagado 6 cafeteras.
- Que si dejas de pagar, incluso cuando llevas ocho cafeteras se queden con todo lo que has pagado, te reclamen 6 CAFETERAS mas, se queden con la CAFETERA y después la vuelvan a vender por diez veces su valor.
ENHORABUENA, HABÉIS COMPRADO UN PISO EN ESPAÑA!
Y además, la vivienda es un derecho, (no hablo de un apartamento en la playa, ni de que hoy en día no sea considerado más que una necesidad), y la cafetera un artículo de consumo, muy útil, eso sí. ¿Cómo es posible contemplar un sistema político/económico/social que consienta esto? ¿Qué más da si ese sistema permite a sus ciudadanos votar listas cerradas de partidos político? Si llaman eso democracia, la están desvirtuando. ¿Qué valor puede tener la democracia sino garantiza uno de los principales derechos del hombre?
“No menos titánica es, empero, la acometida del dinero a la fuerza espiritual. La industria está adherida a la tierra como la vida aldeana; tiene su sitio señalado, y las fuentes de materia prima surgen del suelo en determinados puntos. Sólo la alta finanza es libre por completo, inaprehensible. Los bancos, y con ellos las bolsas, desde 1789 han ido respondiendo a las necesidades de crédito que siente en proporción creciente la industria; con lo cual se han constituido en fuerzas substantivas y pretenden ser, como siempre el dinero en toda civilización, la única fuerza. La vieja lucha entre la economía productora y la economía conquistadora se eleva hasta convertirse ahora en una silenciosa y gigantesca lucha de los espíritus en el suelo de las urbes cosmopolitas. Es la lucha desesperada entre el pensamiento técnico, que quiere ser libre, y el pensamiento financiero [377].
La dictadura del dinero progresa y se acerca a un punto máximo natural, en la civilización fáustica como en cualquier otra. Y ahora sucede algo que sólo puede comprender quien haya penetrado en la esencia del dinero. Si éste fuese algo tangible, su existencia seria eterna. Pero como es una forma del pensamiento, ha de extinguirse tan pronto como haya sido pensado hasta sus últimos confines el mundo económico, y ha de extinguirse por faltarle materia. Invadió la vida del campo y movilizó el suelo; ha transformado en negocio toda especie de oficio; invade hoy, victorioso, la industria para convertir en su presa y botín el trabajo productivo de empresarios, ingenieros y obreros. La máquina, con su séquito humano, la soberana del siglo, está en peligro de sucumbir a un poder más fuerte. Pero, llegado a este punto, el dinero se halla al término de sus éxitos, y comienza la última lucha, en que la civilización recibe su forma definitiva: la lucha entre el dinero y la sangre.”
“Los poderes privados de la economía quieren vía franca para su conquista de grandes fortunas: que no haya legislación que les estorbe la marcha. Quieren hacer las leyes en su propio interés, y para ello utilizan la herramienta por ellos creada: la democracia, el partido pagado. El derecho, para contener esta agresión, necesita de una tradición distinguida, necesita la ambición de fuertes estirpes, ambición que no halla su recompensa en el amontonamiento de riquezas, sino en las tareas del auténtico gobierno, allende todo provecho de dinero.”
1918, OSWALD SPENGLER
“En Francia, durante la Restauración y el Gobierno de Julio [6] encabezaron la finanza y la industria. Estuvieron entre los fundadores de las grandes compañías de seguros, de ferrocarriles y de canales. En Alemania, su papel fue enorme. Provocaron la promulgación de todas las leyes favorables al comercio del oro, al ejercicio de la usura y a la especulación. Fueron ellos los que se aprovecharon de la abolición (en 1867) de las antiguas leyes restrictivas de la tasa del interés. Suscitaron la ley de junio de 1870, que liberó las sociedades por acciones del control del Estado. Después de la guerra franco-prusiana, fueron los especuladores más audaces y, en la fiebre de asociacionismo que prendió en los capitalistas alemanes, actuaron como habían actuado los judíos franceses de 1830 y 1848, [7] hasta después de la bancarrota financiera de 1872, época ésta en que, entre los hidalgos y pequeños burgueses despojados durante esta Gründer Periode, [8] en la cual dominó el judío, nació el antisemitismo más violento: el que generan los intereses perjudicados.”
“La sociedad burguesa entera está fundada en la competencia individualista. En el campo de las luchas diarias por la vida, nos ofrece el espectáculo de individuos que combaten ásperamente unos contra otros, vale decir de unidades aisladas que pelean ardorosamente por la victoria, con procedimientos puramente individuales. En esta sociedad, el estrecho struggle for life darwiniano domina. Es su espíritu el que gobierna a cada hombre. Se admite tácitamente que el triunfo debe pertenecer al más fuerte, al que mejor organizado está, al que física y mentalmente está mejor adaptado a las condiciones sociales de existencia. Todo el esfuerzo de solidaridad, de unión y de acuerdo se hace fuera de esta clase, cuyos historiadores, filósofos y economistas sólo admiten el esfuerzo individual, y la burguesía capitalista sólo reencuentra el instinto de solidaridad contra los enemigos comunes de todos sus miembros: contra el proletariado y contra los que atacan al capital.
Suponed, en estas organizaciones egoístas, colectividades fuertemente estructuradas de ciudadanos dotados, desde hace siglos, de espíritu de asociación, en los cuales el tiempo ha desarrollado el sentimiento de unión y que conocen, atávica y; prácticamente, las ventajas que pueden sacar de dicha unión: es indudable que tales federaciones estarán, si ejercen su actividad en el mismo sentido que los individuos aislados y desunidos que las rodean, en mejores condiciones y podrán conseguir una victoria más fácil. Ahora bien: ésta es exactamente la situación de los burgueses judíos en los estados modernos. Quieren conquistar los mismos bienes que los burgueses cristianos. Evolucionan en el mismo campo de acción. Son tan ásperos, tan ávidos, tan deseosos de gozar y tan ajenos a la justicia que no sea la justicia de casta y la justicia de defensa contra las clases dominadas. Son, por fin, tan profundamente inmorales, en el sentido de que sólo consideran las ventajas que pueden procurarse y que su única regla de vida es la conquista de los bienes materiales, al máximo de los cuales cada uno aspira. Pero, en esta batalla de cada día, el judío que, individualmente, ya está mejor dotado, como hemos visto, une sus virtudes a las de sus semejantes, acrecienta sus fuerzas juntándolas en haces y, fatalmente, debe alcanzar antes que sus rivales la meta buscada. En medio de la burguesía desunida, cuyos miembros están en lucha perpetua, los judíos son seres solidarios. Tal es el secreto de su triunfo. Esta solidaridad es, entre ellos, tanto más fuerte cuanto más antigua es. A menudo se la ha negado y, sin embargo, es indudable. Sus eslabones se han soldado a lo largo del tiempo, desde hace siglos, y su práctica se ha vuelto inconsciente. Es importante ver cómo se ha formado y cómo se ha perpetuado.
La solidaridad judía data de la dispersión. Los inmigrantes y colonos judíos que llegaban a países extranjeros se agrupaban en barrios especiales y, dondequiera arribaban, constituían una sociedad. Sus comunidades rodeaban las casas de plegaria que habían construido en cada ciudad donde habían formado un núcleo. Tenían numerosos e importantes privilegios. [13] Los judíos dispersados habían sido los auxiliares utilísimos de los griegos en su obra de colonización del Oriente y, cosa extraña, estos judíos que se helenizaron contribuyeron a helenizar el Oriente. En contrapartida, obtuvieron en todas partes, en Alejandría, en Antioquía, en el Asia Menor y en las ciudades griegas de Jonia, el derecho de conservar su autonomía nacional y de administrarse. Formaron en casi todas las ciudades asociaciones corporativas encabezadas por un etnarca o un patriarca que desempeñaba entre ellos, con ayuda de un colegio de ancianos y de un tribunal particular, la autoridad civil y los poderes de justicia.
Las sinagogas fueron “auténticas pequeñas repúblicas”. [14] Fueron, además, centros de vida religiosa y pública. Los judíos se reunían en sus oratorios, no sólo para escuchar la lectura de la ley, sino también para conversar sobre sus negocios e intercambiar ideas prácticas. Todas las sinagogas estaban vinculadas entre sí en una amplia asociación federativa que extendió su red sobre el mundo antiguo, a partir de la expansión macedonia y helénica. Se mandaban recíprocamente mensajeros, se mantenían mutuamente al tanto de los acontecimientos cuyo conocimiento les era útil, se aconsejaban y se ayudaban. Al mismo tiempo, las unía un profundo lazo religioso. Conservaban su independencia, pero se sentían hermanas. Dirigían cada una de sus miradas hacia Jerusalén y el templo al que enviaban su tributo anual, y el amor que experimentaban por la ciudad santa y el apego que tenían por su culto les recordaba su común origen y fortalecían su alianza.
Estas pequeñas sinagogas de las ciudades griegas y estas poderosas colectividades de Antioquía o Alejandría crearon la solidaridad local y cosmopolita de Israel. En cada ciudad, el judío era ayudado por la colectividad. Se lo acogía fraternalmente cuando llegaba como inmigrante y colono. Se lo socorría y ayudaba. Se le permitía establecerse y él se beneficiaba con el trabajo de la asociación que ponía a su disposición todos sus recursos. No llegaba como un extranjero que iba a emprender una difícil conquista, sino como un hombre bien armado, con protectores, amigos y hermanos. Por toda el Asia Menor, por las islas, por la Cirenaica y por el Egipto, el judío podía viajar con seguridad. En cualquier lugar se lo trataba como huésped e iba derecho a la casa de plegaria donde encontraba benevolente acogida, Los judíos esenios no procedían diferentemente en su propaganda. Habían creado, también ellos, pequeños centros solidarios, en el seno mismo de las comunidades, e iban así de ciudad en ciudad, como vagabundos seguros del día siguiente.
En Roma donde su número fue considerable, [15] los judíos también estuvieron unidos, tanto como en las ciudades del Oriente. “Están vinculados entre sí por un apego invencible y una conmiseración activísima”, dice Tácito. [16] Gracias a esta unión, habían adquirido poderío, como en Alejandría, a tal punto que los partidos se apoyaban en ellos y los temían. “Sabes – dice Cicerón [17] – cuál es la multitud de esos judíos, y cuál es su unión, su solidaridad, su savoir faire y su imperio sobre la muchedumbre de las asambleas.”
Cuando cayó el imperio romano y los bárbaros invadieron el viejo mundo y cuando el catolicismo triunfante se difundió, las colectividades judías no cambiaron. Eran organismos muy vivaces y tenían una vida colectiva extremadamente activa que les permitió resistir. Además, en medio del desorden general, conservaron esta unidad religiosa y esta unidad social inseparables la una de la otra, a las que debieron su prosperidad. Todos los miembros de las sinagogas judías se juntaron más estrechamente aún. Gracias a este apoyo mutuo, pudieron aguantar los cambios exteriores y, cuando los reinos godos y germanos estuvieron asentados, las colectividades judías conservaron por algún tiempo cierta autonomía, gozaron de una jurisdicción especial y, en esas organizaciones nuevas, constituyeron agrupamientos comerciales, en los que siguió perpetuándose la secular solidaridad. “
“Las comunidades se ayudaban mutuamente, se sostenían y se auxiliaban. Los ejemplos de tal acuerdo abundan. Por ejemplo el tan característico de los judíos levantinos que, después del martirio de los judíos de Ancona, se pusieron de acuerdo para romper toda relación con esa ciudad y para dirigir el movimiento comercial hacia Pesara donde Guido Ubaldo había acogido a los fugitivos de Ancona. Los doctores y los rabinos fomentaban esta solidaridad, que el exclusivismo talmúdico aumentó. Recomendaron a los fieles respetar sus intereses respectivos, y los obligaron a hacerlo. En el siglo XI, el sínodo rabínico de Worms prohibió a un propietario israelita alquilar “a un no judío o a un judío una casa ocupada por un correligionario, sin el consentimiento de este último”, [19] y un sínodo del siglo XII prohibió a un judío, so pena de anatema, llevar a un correligionario ante un tribunal cristiano. La comunidad judía – el Kahal – estaba armada contra los que faltaban al deber de solidaridad: les echaba el anatema y pronunciaban contra ellos el Cheram-Hakahal. [20] Esta excomunión alcanzaba a todos aquellos que evadían sus obligaciones para con la colectividad: los que se negaban a declarar sus bienes para escapar de la contribución que debía pagar la sinagoga, los que, al firmar un acta con un correligionario, no hacían firmar esta acta por el notario de la comunidad, los que no aceptaban someterse a la decisión que el Kahal había tomado en el interés común [21] y, por fin, los que atacaban en sus escritos la Biblia y el Talmud y trabajaban en la destrucción de Israel. Mardoqueo Kolkos, Uriel Acosta y Spinoza estuvieron entre estos últimos.
Los siglos, la acción de las leyes hostiles, la influencia de las prescripciones religiosas y la necesidad de la, defensa individual acrecentaron, pues, en los judíos, el sentimiento de solidaridad. Aún en nuestros días, en los países donde los judíos viven en un régimen de excepción, la poderosa organización del Kahal subsiste. En cuanto a los judíos emancipados, han roto los marcos estrechos de las antiguas sinagogas y han abandonado la legislación de las comunidades de antes, pero no han olvidado la solidaridad. [22] Después de haber adquirido su sentido y después de haberlo conservado por el hábito, no han podido perderlo ni perdiendo la fe, pues la solidaridad se ha convertido en ellos en un instinto social y los instintos sociales, lentamente formados, no desaparecen sino lentamente.
Hay que notar también que, si bien habían entrado en las naciones con derechos iguales a los de los nacionales, eran sin embargo una minoría. Ahora bien: el desarrollo del asociacionismo en las minorías es una ley: una ley que puede reducirse a la de la conservación. Todo grupo, en presencia de una masa, entiende que, si quiere subsistir como grupo, debe unir todas sus fuerzas. Para resistir la presión exterior que amenaza disgregarlo, tiene que formar un todo compacto y, en una palabra, convertirse en una minoría organizada. La minoría judía es una minoría organizada. No tiene jefes, príncipes teocráticos, gobierno ni leyes. Pero es una asociación de pequeños grupos fuertemente ensamblados, que se sostienen mutuamente. Cualquier judío encontrará, cuando lo pida, la asistencia de sus correligionarios, con tal que se lo sienta dedicado a la colectividad judía. Pues, si parece hostil, no recogerá sino hostilidad. El judío, aun cuando ha dejado la sinagoga, sigue formando parte de la masonería judía, [23] de la camarilla judía, si se prefiere.”
….sigue
Vaya, parece que debemos a los judíos las libertades, el progreso técnico, la investigación científica y muchísimas cosas más. Quién lo diría.
Un problema moral.
Hace tiempo tratamos por encima en el blog la colaboración de las autoridades judías en la Shoá, un complejo problema moral señalado por Hannah Arendt. Leo ahora enEl pianista del gueto de Varsovia, de Wladyslaw Szpilman:
“Se proclamaba que los judíos teníamos que trabajar dos años en campos de concentración, donde recibiríamos “la formación social adecuada” que nos redimiera de ser “parásitos en el organismo sano de los pueblos arios”. Tenían que ir los hombres entre los doce y los sesenta años, y las mujeres entre los catorce y los cuarenta y cinco. En el segundo decreto se establecía el método para inscribirnos y trasladarnos. Para ahorrarse molestias, los alemanes encargaron la tarea al Consejo Judío, que se ocupaba de la administración de la comunidad. Debíamos asistir a nuestra propia ejecución, preparar nuestra caída con nuestras propias manos, cometer una especie de suicidio legalizado. Los transportes tenían que salir en primavera.
El Consejo decidió actuar de modo que se salvaran la mayoría de los intelectuales. Pagando mil zlotis por cabeza, el Consejo enviaba a un miembro de las clases trabajadoras judías como sustituto de la persona supuestamente registrada. Claro que no todo el dinero iba al bolsillo de los pobres sustitutos: los funcionarios del Consejo tenían que vivir , y vivir bien, con vodka y alguna que otra exquisitez”.
Otra descripción del gueto de Varsovia:
En Nowoczesna podía ver todos los días esos productos de contrabando. Era un café frecuentado por ricos, que acudían allí cargados de joyas de oro y diamantes. Entre taponazos de champaña, busconas de llamativo maquillaje ofrecían sus servicios a los especuladores, sentados ante mesas repletas. Perdí dos ilusiones en ese café: mi fe en nuestra solidaridadjudía y en su musicalidad. En el exterior de Nowoczesna no se permitían los mendigos. Los ahuyentaban gruesos porteros armados con porras. A menudo llegaban rickshaws cargados de hombres y mujeres ataviados con costosas lanas en invierno, y con suntuosos sombreros de paja y sedas francesas en verano. Antes de llegar a la zona protegida por las porras de los porteros, los propios clientes apartaban a la muchedumbre a bastonazos con expresión colérica. No daban limosna; en su opinión, la caridad solo servía para desmoralizar a la gente. Quien trabajara tanto como ellos ganaría lo mismo que ellos: cualquiera podía hacerlo y si alguien no sabía cómo ganarse la vida era culpa suya.
Cuando por fin se sentaban a los veladores del amplio café, que solo visitaban por negocios, comenzaban a quejarse de la dureza de los tiempos y la falta de solidaridad que mostraban los judíos estadounidenses. ¿Qué se creían? Aquí estaba muriendo gente por no tener nada que llevarse a la boca. Sucedían las cosas más espantosas y la prensa estadounidense no decía ni palabra, y los banqueros del otro lado del charco no hacían nada por conseguir que Estados Unidos declarara la guerra a Alemania, aunque estaban en condiciones de presionar en ese sentido si así lo querían.
Nadie prestaba atención a mi música en Nowoczesna. Cuanto más alto tocaba, más alto hablaban los asistentes mientras comían y bebían, y cada día mi público y yo competíamos por ver quién se imponía…”.
Dejo a los lectores las consideraciones que les sugieran estos párrafos sobre la condición humana –que no la judía–. Y mi aplauso a Israel.
“El pequeño burgués, el pequeño comerciante que el agiotismo devora, tiene una conciencia más nítida de los motivos de su antisemitismo. Sabe que la especulación desenfrenada y los Krachs sucesivos lo han arruinado y, también para él, los más temibles acaparadores del capital financiero y agiotista son los judíos, lo que por lo demás es totalmente exacto. Aun aquellos cuya ruina no provino de especulaciones en las cuales hubieran sido vencidos, atribuyen igual su decadencia al agiotismo que ha eliminado gran parte del capital comercial y del capital industrial. Sólo que, como siempre, hacen al judío responsable de un estado de cosas del que está lejos de ser la única causa.
En cuanto a la otra forma del antisemitismo económico, es más sencilla: la provoca la competencia directa entre los manejadores del dinero, los comerciantes y los industriales judíos y cristianos. Los capitalistas cristianos, generalmente aislados, se encuentran frente a capitalistas judíos unidos, cuando no asociados, en una situación de manifiesta inferioridad y, en el combate diario, muy frecuentemente son vencidos por ellos. Padecen, pues, indirectamente las consecuencias del desarrollo de la industria y del gran comercio judíos. De ahí, entre ellos; una animosidad extrema y el deseo de reducir el poderío de sus felices rivales. Es ésta la manifestación más violenta, más áspera y más ruda del antisemitismo, por ser expresión de la defensa de los intereses inmediatos y egoístas.”
“Hay otra causa, pues. Sí, y esta causa es capital. Los judíos son, efectivamente, una minoría, como los protestantes franceses y los católicos alemanes. Pero los protestantes en Francia y los católicos en Alemania son una minoría nacional; mientras que se consideran los judíos una minoría extranjera. Por lo tanto, no nos encontramos únicamente en presencia de una lucha entre las formas del capital – de una competencia entre capitalistas – sino que también asistimos a una lucha entre el capital nacional y un capital considerado extranjero. Se trata de la permanencia de la lucha secular. Empezó en la Antigüedad, cuando las ciudades jonias “quisieron obligar a los judíos establecidos en su seno a renegar de su fe o soportar el peso de las cargas públicas”. [25] Se perpetuó a lo largo de toda la Edad Media, cuando los judíos aparecieron en las ciudades nacientes como un pueblo que había crucificado a Dios y cuando la gente se dio cuenta que esta tribu extranjera había captado el capital. Cuando nació el comercio cristiano, quiso, también él, apartar a un competidor que le parecía tanto más peligroso cuanto que no era “autóctono”. Lo consiguió en parte por la constitución de las corporaciones y guildas, vale decir por la organización cristiana del capital.
Hoy en día subsiste aún esta prevención contra los judíos; secreta, no siempre confesada, instintiva más bien que razonada, atávica y no recientemente adquirida. Se sigue experimentando contra los deicidas esta acrimonia que hacía considerar su riqueza con antipatía, pues no se admitía que esta tribu de incrédulos, homicidas y condenados pudiera legítimamente poseer. Se creía que no podía adquirir sin robar el bien de los que eran los hijos del suelo – todo detentador del suelo se considera su hijo – y si el antisemitismo económico debe mirarse como una expresión de las luchas intestinas del capital, no hay que perder de vista que es también una manifestación de la oposición del capital nacional y el capital extranjero.”
1894, BERNARD LAZARE
Si, yo también sumo mi aplauso a Israel, como ya he hecho en otras ocasiones, es más sigo pensando que Israel es demasiado pequeña, la idea de apliarla añadiendo Madagascar o la mitad de ella me sigue pareciendo muy interesante. Todo sea para que por fin consigan una nación verdaderamente propia a donde puedan instalarse todos sin necesidad de vivir de quinta columnistas en otras.
Yo creo que enfocar el problema de la avaricia y el egoísmo de los cambistas en el pueblo judío es un error. El pasaje de Spengler me parece muy lúcido y de rabiosa actualidad… pero megalómanos, elitistas, verdugos… los hay en todas partes y en todas las culturas. En el pueblo judío evidentemente que también hay una selecta muestra de desaprensivos y criminales, pero también hay una mayoría de personas que sufren las consecuencias del predominio de los primeros igual que los demás. En la cultura judía hay cosas que son dignas de elogio, a mi me lo parece por lo menos, e incluso dignas de imitar si me permiten decirlo y otras no tanto.
Pero volviendo al principio enfocar el origen de todos nuestros males en una etnia determinada lo único que puede conseguir es precisamente desenfocarnos de la raíz del problema. La crisis que sufrimos es muy compleja y tiene diferentes matices y puntos de estudio infinitos, por eso mismo, es mejor no perder la perspectiva…
Yo no aplaudo a Israel como entidad política, otra cosa son los israelitas (y las israelitas). Israel como pueblo me merece todo el respeto del mundo. Sus gobiernos son otra historia. No creo que hayan sido ni peor ni mejor que los gobiernos de otros países, pero por eso mismo, no son dignos de elogio en mi opinión. Pero claro, nada es verdad ni es mentira, todo es según el color del cristal con que se mira…
Egarense ¿ha leído usted quien es el autor de los párrafos que he puesto? ¿lo conoce? Si no es así conózcalo para eso vale internete, y no para decir tonterías gratuitas solamente.
Si empezamos con la falta de respeto, se puede ir usted a hacer puñetas. Ya está usted como siempre coño… Yo tengo derecho a decir lo que me plazca y si a usted le parecen tonterías tenga la cortesía de callarse como yo hago cuando pienso que usted también dice tonterías…
Vamos a ver imbécil ¿entonces por qué acusas o insinúas cosas sobre Bernad Lazare que no tienen sentido ni pies ni cabeza? No ves cretino que tus críticas son hacia él ya que yo no he puesto nada de mi cosecha.
Pero so animal, cuando he criticado yo a nadie…
Ni siquiera he desmentido nada de lo que dice este hombre. Además lo he leído y me parece muy correcto lo que dice. Simplemente he dado una opinión sobre el tema. Pero como usted es un energúmeno ya ha empezado a insultar, o sea, en su línea…
Vamos a ver tonto del haba de donde deduces lo que dices en tu mensaje de las 16:02.
Ha intervenido usted cuatro veces y dos han sido para apalear a otra persona. Pero la culpa ha sido mía, por hacer caso de lo que escribe. La próxima vez ni leeré lo que suba…
Mejor así no me haces perder el tiempo.
Simplemente he dicho que enfocar el problema de la avaricia y el egoísmo en el pueblo judío es un error. No que en el pueblo judío no haya avaros y egoístas. Usted es el tontoelhaba que no sabe distinguir una cosa de otra. Lo que dice este hombre me parece válido en el contexto de la obra que esta escribiendo. Pero aprovechando lo que he leído he creído oportuno hacer ese comentario. No porque esté en contra del tal Bernardo sino porque me ha servido de excusa para hacer el comentario…
O.K. Ni yo pierdo el mío…
Yo no lo digo, lo dice Vilches, auqneu lo comparto. Ya sabemos de que pata cojea nuestro amigo:
La campaña que los enemigos del liberalismo hicieron contra la burguesía fue tremenda: no sólo era deplorable su sistema político y económico, el parlamentarismo y el capitalismo, sino que su cosmogonía, sus costumbres, sus modales y su cultura eran elementos que había que eliminar si la Humanidad quería avanzar. Los hábitos burgueses eran ridiculizados en la prensa, las novelas y el teatro, y los estereotipos cómicos del hombre y la mujer aburguesados formaban parte del discurso político. Lo moderno era pertenecer al pueblo, al proletariado, a la nación o a la masa, no a la burguesía, que, según esa opinión, había fracasado y era la causa de todos los males del momento… en Occidente y en las colonias.
La acusación partía de grupos políticos que pretendían establecer regímenes totalitarios o autoritarios, vertebrados por un poder omnímodo de supuesto origen popular que cumpliría el destino histórico de la clase/la raza elegida. Eran grupos que buscaban el favor de los descontentos, los agraviados, los desfavorecidos, los rencorosos y los ambiciosos. Y es que la moda, a principios del siglo XX, era ser totalitario, defender fórmulas de ingeniera política y social que construyeran sociedades nuevas sobre lo que Oswald Spengler llamaba “decadente”, lo burgués.
(…) Pues bien: la herencia política, cultural, social y económica de la burguesía del XIX es más valiosa que la que han legado sus enemigos.
La burguesía derribó el Antiguo Régimen. Como señalaba François Furet –siguiendo a Tocqueville–, el Tercer Estado se encargó de difundir las ideas que permitieron dar voz a la razón y asentar la libertad –sobre el reconocimiento de los derechos individuales–.
Pero ¿qué era un burgués? El historiador alemán Jürgen Kocka ha escrito que, en el XIX, burgués era aquel que dominaba las nuevas formas económicas del capitalismo y contaba con una formación profesional e intelectual más o menos elevada; también concedía esa etiqueta a los funcionarios, los mandos militares altos y medios y los pequeños comerciantes. En total, especula, constituían el 13% de la población europea. El burgués no era noble ni proletario; de ahí que la suya fuera la clase media.
http://historia.libertaddigital.com/la-malvada-burguesia-1276238278.html
A veces Vilches está acertado. De todas maneras todos los patos van al charco que les gusta.
“Esta revolución no comienza con el socialismo materialista del siglo XIX, y mucho menos con el bolchevismo de 1917. Es «permanente» – para usar una de sus expresiones habituales – desde mediados del siglo XVIII. Por entonces, la crítica racionalista, que orgullosamente se autodenominó filosofía de la ilustración, comenzó a dirigir su actividad destructora hacia los hechos de la realidad, hacia el Estado, la sociedad y, por último, hacia las formas orgánicas de la economía; y esto después de haberse dedicado a destruir los sistemas teológicos del cristianismo y la cosmovisión tradicional de las personas cultas que no era sino teología sin la pretensión de construir un sistema. Comenzó a vaciar de contenido histórico los conceptos de pueblo, derecho y gobierno y, de un modo totalmente materialista, convirtió la diferencia entre el pobre y el rico en una antítesis moral esgrimida más como medio de agitación que algo creído en forma sincera. A este ámbito pertenece la Economía política, fundada como ciencia materialista alrededor de 1770 por A. Smith en el círculo de Hartley, Priestley, Mandeville y Bentham, y que se permitió considerar a los hombres como accesorios de la situación económica y «explicar» la historia a partir de los conceptos de precio, mercado y mercancía. De él procede la interpretación del trabajo, no como profesión y contenido de vida, sino como mercadería con la cual comercia el trabajador. En esta concepción está ausente todo lo que le da forma a la historia: todas las pasiones y todos los rasgos creadores de las personalidades y las razas vigorosas; la voluntad orientada hacia el mando, el gobierno, el poder y el botín; el afán de inventar; el odio, la venganza, el orgullo por la fuerza propia y por sus éxitos. Del otro lado, también se olvida la envidia, la pereza y los sentimientos venenosos de los inferiores. Quedan sólo las «leyes» del dinero y del precio, expresadas en estadísticas y curvas gráficas.
Junto a esto se inicia la autoflagelación de la sociedad declinante y exageradamente ingeniosa, que aplaude su propio escarnio: Las Bodas de Fígaro del señor «de» Beaumarchais, representadas contra la prohibición del rey en el palacio de Gennevilliers ante la nobleza cortesana sonriente; las novelas del señor «de» Voltaire, [16] devoradas en los círculos más aristocráticos, desde Londres a Petersburgo; los dibujos de Hogarth; los Viajes de Gulliver, Los Bandidos y Kabale y Amor de Shiller, las únicas obras geniales de la poesía revolucionaria que existen, lo demuestran así a través de su público, que de ninguna manera pertenecía a las clases bajas. [17] Lo que se escribía dentro de esos mismos círculos «saturados de ingenio» de la alta sociedad – las cartas de lord Chesterfield, las Máximas del duque de Larochefoucauld, el Système de la Nature del barón de Holbach – resultaba ininteligible fuera de su ámbito de origen; aunque más no fuese por su ingeniosa redacción y dejando completamente de lado el hecho que el leer y el escribir no estaba generalizado ni siquiera en las clases medias.
En cambio, los demagogos profesionales del submundo urbano, que sólo sabían lanzar discursos y escribir libelos, comprendieron muy bien que de aquellos escritos podían extraerse excelentes frases para agitar a las masas. En Inglaterra los trastornos comenzaron en 1762 con el caso Wilkes, [18] condenado una y otra vez por ofensas al Gobierno en la Prensa, y una y otra vez elegido miembro de la Cámara Baja. En los mítines y en los motines organizados (riots) el grito con el que se exigía la libertad de Prensa, el sufragio general e incluso la República era «Wilkes y libertad». Fue por esa época que Marat escribió, en Inglaterra y para los ingleses, su primer libelo: The Chains of Slavery (1774). La sublevación de las colonias americanas (1776), con su Declaración de los Derechos del Hombre y su constitución en república, con sus árboles de la libertad y su puritanismo, partieron, en última instancia, de los movimientos ingleses de aquellos años.[19] A partir de 1779 nacen los clubes y las asociaciones secretas, que invadieron todo el país. Aspiraban a una revolución y enviaron, desde 1790, con los ministros Fox y Sheridan a la cabeza, felicitaciones, cartas y consejos a la Convención y a los jacobinos. Si la plutocracia inglesa dominante no hubiera sido mucho más enérgica que la cobarde corte de Versalles, la revolución hubiera estallado en Londres aún antes que en París. [20] Los clubes parisinos, sobre todo los feuillants y los jacobinos, incluyendo sus programas, su ramificación por toda Francia y su táctica de agitación, no son sino copias de los ingleses. Éstos, a su vez, tradujeron el término francés citoyen – el título que sus miembros se daban entre sí – por citizen; crearon el neologismo citizeness y adoptaron el lema «Libertad, Igualdad, Fraternidad», así como la costumbre de calificar a los reyes de tiranos. Desde entonces, ésta ha sido y todavía hoy sigue siendo la forma de preparar las revoluciones. Por aquellos días nació, como medio para ese fin, la demanda «general» de la libertad de prensa y de reunión, esa exigencia central del liberalismo político y la voluntad de liberarse de los vínculos éticos de una antigua cultura, una demanda que no tenía nada de general y sólo era calificada de tal por los charlatanes y los escribas que vivían de ello y querían alcanzar sus objetivos privados con semejante libertad. Pero la vieja sociedad, poseída por el esprit; la gente «ilustrada», los burgueses del siglo XIX – es decir: las víctimas de esa libertad – hicieron de ella un ideal que quedó sustraído a toda crítica dirigida contra su trasfondo. Hoy que tenemos a la vista no sólo las esperanzas del siglo XVIII, sino también las consecuencias del XX, podemos ya por fin hablar sobre ello. Libertad ¿de qué? ¿Para qué? ¿Quién pagó la prensa y la agitación? ¿Quién se benefició con ello? Estas libertades se han revelado en todas partes como lo que son: medios del nihilismo para el achatamiento de la sociedad; medios del submundo para inyectar en la masa de las grandes ciudades aquella opinión – porque opinión propia la masa no tiene – que es la que más éxito promete para lograr este achatamiento. Por eso estas libertades – entre ellas también el sufragio universal – resultan otras vez combatidas, suprimidas y trocadas en su antítesis en el momento mismo en que han cumplido con su función y han puesto el poder en las manos de sus beneficiarios. Fue lo que sucedió tanto en la Francia jacobina de 1793 como en la Rusia bolchevique y en la Alemania de 1918. ¿Cuándo hubo en Alemania más prohibiciones de periódicos: en 1820 o en 1920? [21] La libertad ha sido siempre la de quienes quieren conquistar el poder, no la de quienes quieren suprimirlo.
Este liberalismo activo pasa consecuentemente del jacobinismo al bolchevismo. Y esto no es una contraposición entre el pensamiento y la voluntad. Es la forma temprana y la tardía, el principio y el fin del mismo movimiento. El mismo comienza precisamente alrededor de 1770 con tendencias sentimentales de «política social»: la estructura de la sociedad según estamentos y jerarquías tiene que ser destruida; hay que volver a la «naturaleza», a la horda uniforme; las clases deben ser sustituidas por lo que no es de clase, el dinero y el ingenio, el escritorio y la cátedra, los contables y los escritores; en lugar de la vida plena de forma hay que poner una vida sin formas, sin modales, sin deberes, sin distancia. Sólo alrededor de 1840 se convierte esta tendencia político-social en una tendencia «económica». En lugar de ir contra la gente distinguida ahora se dirige contra la que posee, desde el agricultor al empresario. A los adeptos del movimiento no se les promete ya la igualdad de derechos, sino el privilegio de los que nada poseen; ya no la libertad para todos, sino la dictadura del proletariado de las grandes ciudades, de la «masa obrera». Pero esto no supuso una diferencia en la cosmovisión ya que ésta fue y siguió siendo materialista y utilitaria. Se cambió pura y exclusivamente de método revolucionario. La demagogia profesional movilizó para la lucha de clases otra parte de los pueblos. Al principio, en 1770, se había dirigido en forma insegura a los campesinos y a los trabajadores, tanto en Inglaterra como en Francia. En 1789, los cahiers de los diputados del campo y de las pequeñas ciudades que habían de representar el «clamor de la nación», fueron redactados por profesionales del clamor, y ni siquiera fueron comprendidos por la mayoría de los electores. Estos estratos contaban con demasiada tradición arraigada para poder ser incondicionalmente utilizables como medio y como arma. Sin el populacho de los arrabales del Este, el Terror no habría sido posible en París. Se necesitaban los puños siempre presentes de la gran ciudad. No es verdad que se tratara entonces de necesidades «económicas». Los impuestos y las contribuciones eran derechos de soberanía. El sufragio universal debía ser un golpe contra el orden social. De allí el fracaso de la Convención: los campesinos y los artesanos no resultaron un séquito confiable para los demagogos profesionales. Estos estratos poseían un sentimiento innato de la distancia. Tenían demasiado instinto y demasiado poca inteligencia urbana. Eran laboriosos y habían aprendido algo; y además, querían dejar su granja o su taller a sus hijos. En este ámbito los programas y los lemas no lograron una eficacia duradera.
Sólo alrededor de 1840 encontró la demagogia de Europa occidental, progresista, oradora y escritora en su totalidad [22], un instrumento mejor adaptado a sus fines: la masa desarraigada concentrada en las zonas carboníferas de la Europa septentrional, el tipo del obrero al servicio de la industria. Ya es hora de aclarar algo que ha permanecido totalmente oculto en la niebla de las luchas partidistas: lo que provocó el surgimiento del socialismo no fue la «miseria económica» en la que el «capitalismo» habría sumido al «proletariado». Fue la agitación profesional la que ha creó esta visión «objetivada» de las cosas. Del mismo modo, antes de 1789 había pintado un cuadro absolutamente falso de la miseria de la clase campesina [23], y ello exclusivamente porque esperaba reclutar entre ella su séquito incondicional. Y la burguesía culta y semiculta lo creyó y lo cree aún hoy en día. Desde 1848 la palabra «trabajador» recibió una aureola de santidad, y nadie se detuvo a pensar sobre su sentido y sobre los límites de su empleo. Así, la «clase trabajadora», que no existe en la estructura económica de ningún pueblo – pues ¿qué tienen que ver entre sí el minero, el marinero, el aprendiz de sastre, el metalúrgico, el camarero, el empleado bancario, el peón de campo y el barrendero? – se convirtió en una realidad política, en un partido agresivo que ha dividido a todos los pueblos blancos en dos frentes, uno de los cuales tiene que mantener a un ejército de empleados partidarios, oradores de mitin, periodistas y «representantes del pueblo» y hasta derramar su sangre por los objetivos privados de estas personas. Porque ése es el objeto de su existencia. La oposición de capitalismo y socialismo – palabras que, desde entonces, una enorme literatura se ha esforzado por definir; en vano porque un eslogan no se define – no se deriva de una realidad cualquiera, sino que es tan sólo una construcción provocadora. Marx la introdujo en el contexto de la industria inglesa, no la extrajo de ella, y para lograrlo tuvo que hacer abstracción de la existencia de todos los hombres que se ocupaban de agricultura, comercio, transporte y administración. Este cuadro de la época fue tan ajeno a la realidad y a sus hombres que incluso teóricamente el Sur se separó del Norte: la frontera sigue aproximadamente la línea Lyón-Milán. En el Mediodía románico – dónde no se necesita gran cosa para vivir y se trabaja poco, donde no hay carbón y, por consiguiente, tampoco una gran industria, donde racialmente se piensa y se siente de un modo distinto – se desarrollaron las tendencias anarquistas y sindicalistas, cuya imagen ideal es la disolución de los grandes organismos nacionales en pequeños grupos autárquicos sin Estado, en enjambres de beduinos de la inactividad. En cambio, en el Norte, donde el riguroso invierno exige un trabajo más riguroso y lo hace tanto posible como necesario, donde además de la lucha contra el hambre desde épocas prehistóricas se libra la lucha contra el frío, de la voluntad de poder germánica orientada hacia las grandes organizaciones surgieron los sistemas del comunismo autoritario con su meta final de una dictadura del proletariado impuesta al mundo entero. En el curso del siglo XIX, en las zonas carboníferas de estos países septentrionales se produjo una concentración de hombres y de riqueza nacional de una magnitud desconocida hasta entonces, y sólo gracias a esto la demagogia logró obtener en ellos y más allá de sus fronteras una fuerza de choque muy diferente. Los altos jornales de los obreros de las fábricas inglesas, alemanas y americanas vencieron a los más bajos de los trabajadores agrícolas meridionales precisamente porque no eran en absoluto «jornales de hambre», y recién a consecuencia de esta superioridad «capitalista» de los recursos a disposición de los partidos fue que el marxismo se impuso a las teorías de Fourier y Proudhon. Hoy la clase trabajadora campesina ha perdido todo interés para estos partidos. Tiene escaso valor como arma para la lucha de clases, aunque más no sea porque no se halla constantemente a disposición en las calles y porque sus tradiciones de propiedad y de trabajo contradicen las intenciones de la teoría, con lo cual termina siendo ignorada por las consignas del programa comunista. Burguesía y proletariado; esto sí penetra fácilmente, y cuanto más simple es el sujeto menos advierte cuántas cosas quedan fuera de este esquema.”
1933, OSWALD SPENGLER
“Toda demagogia estructura su programa conforme a aquella parte de la nación que espera movilizar para sus fines. En Roma, desde Flaminio a C. Graco, fue la clase campesina itálica que quería tierras para labrarlas. De aquí el reparto de la región gala al sur del Po por el primero y la demanda de reparto del ager publicus por parte del segundo. Pero Graco sucumbió porque los campesinos, que habían acudido en masa a Roma para la votación, tuvieron que volver a sus casas para recoger la cosecha. Desde entonces, la demagogia al estilo de los Cinna y los Catilina especuló con los esclavos y, sobre todo, en lugar de apoyarse en los laboriosos jornaleros, se dirigió – como había sucedido antes en las ciudades griegas desde Cleón – al populacho sin oficio y de cualquier procedencia que vagaba por las calles de Roma y quería ser alimentado y divertido: ¡panem el circenses! Precisamente debido a que a través de todo un siglo se desarrolló una competencia reñida y cada vez más costosa por la conquista de tales masas, éstas crecieron en una proporción tal que todavía después de César constituyeron un constante peligro para el gobierno del imperio mundial. Cuanto más inferior es esta clase de seguidores, tanto más útil resulta. Por eso, desde la Commune parisina de 1871 el bolchevismo no ha intentado actuar tanto sobre el trabajador especializado, laborioso y sobrio que piensa en su oficio y en su familia, como sobre la gentuza haragana de las grandes ciudades dispuesta en cualquier momento al asesinato y al saqueo. Por eso es que, en Alemania, desde 1918 hasta los años del gran paro obrero, los partidos obreros gobernantes se han cuidado muy bien de no establecer una diferencia legal entre los desocupados y los vagos. Por aquél entonces, junto con el subsidio a la supuesta desocupación coexistió una escasez de trabajadores, sobre todo en el campo, y nadie trató seriamente de impedirlo. Fueron miles los que abusaron de los subsidios por enfermedad para eludir el trabajo. Al principio, el paro obrero fue literalmente cultivado por el marxismo. Es que el concepto de proletario excluye la alegría producida por el trabajo. Un obrero que sabe hacer algo y que está orgulloso de su producción no se siente proletario. Para el movimiento revolucionario es un estorbo. Tiene que ser proletarizado y desmoralizado para que ese movimiento pueda aprovecharlo. Éste es el verdadero bolchevismo, en el que esta revolución alcanza su punto culminante; aunque no, y por lejos, su última fase.
El hecho de considerar este bolchevismo como una creación rusa que amenazaría conquistar la Europa occidental caracteriza la superficialidad del pensamiento de todo el mundo «blanco». En realidad, nació en Europa occidental y, por necesidad lógica como última fase de la democracia liberal de 1770 y como último triunfo del racionalismo político, es decir: de la pretensión de dominar la historia con sistemas e ideales literarios. Su primera explosión de gran envergadura fue, después de los combates de junio de 1848, la Commune parisina de 1871 que estuvo a punto de conquistar toda Francia [24]. Lo impidió tan sólo el ejército, y también la política alemana que lo apoyó moralmente. Fue entonces – y no en la Rusia de 1917 – que nacieron, de los hechos concretos de una capital sitiada, los consejos de obreros y soldados que Marx, un advenedizo en cuestiones prácticas, recomendó desde entonces como la forma posible de un gobierno comunista. Por entonces fue que se llevaron a cabo por primera vez las matanzas en masa de adversarios; matanzas que le costaron a Francia más vidas que toda la guerra contra Alemania. Durante aquellos acontecimientos no gobernó en realidad la clase obrera sino la gentuza reacia al trabajo: desertores, delincuentes y proxenetas, literatos y periodistas, y entre ellos, como siempre, muchos extranjeros, polacos, judíos, italianos e incluso alemanes. Pero fue una forma específicamente francesa de revolución. De Marx no se habló en absoluto, y sí de Proudhon, de Fourier y de los jacobinos de 1792. Una tenue alianza de las grandes ciudades – esto es: de sus clases más bajas – debía someter y regir al campo y a las ciudades menores; una idea típica del anarquismo románico. Algo similar había intentado ya en 1411 el carnicero Caboche con el populacho de Paris, militarmente organizado. Y fue copiado en San Petersburgo en 1917 con un populacho «occidental» de la misma especie y con los mismos lemas. Pero el costado «asiático» de esta revolución rusa, que por entonces apenas apareció y que todavía hoy no ha conseguido superar las formas comunistas occidentales del régimen soviético, tiene su expresión más temprana en el alzamiento de Pugachev (1772-75), que se apoderó de toda la región superior del Volga y amenazó temporalmente a Moscú y con ello al zarismo. Los campesinos impulsados por un entusiasmo religioso, [25] y junto a ellos tribus enteras de cosacos, degollaron a cuantos representantes de la Rusia «europea» de Pedro el Grande cayeron en sus manos: a los oficiales, a los funcionarios y, sobre todo, a los nuevos nobles. Lo mismo habrían hecho con los representantes de la burocracia soviética, y los descendientes de aquellos campesinos lo harían hoy con mucho gusto y quizás hasta lo harán realmente mañana. El odio contra esta dirigencia que piensa en términos de sistemas extranjeros, un odio contra el cual el Moscú actual consigue defenderse cada vez menos, es muy antiguo y se remonta hasta las rebeliones de los streltsi contra Pedro el Grande. [26] Los demócratas y los socialistas de Occidente no pueden concebirlo ni sentirlo en absoluto. Aquí es dónde aparece la oposición entre el verdadero bolchevismo – latente en el fondo de todos los pueblos «blancos» y del que forman parte la propia democracia el propio socialismo – y el odio que se acumula en todas las poblaciones «de color» del mundo contra la civilización blanca en su totalidad, incluyendo a sus corrientes revolucionarias.
Pero ¿cuál es desde 1770 y sobre todo desde 1848 la actitud de la «sociedad» de la civilización europea occidental – que en la Inglaterra actual se autodenomina preferentemente clase media, y burguesía en el continente pues también ha olvidado a los campesinos [27] – ante el hecho de esta revolución progresiva desde abajo que desprecia y se burla desde hace ya mucho tiempo de su estadio previo liberal y de las libertades exigidas por el iluminismo político – la libertad de Prensa, de asociación y de reunión y la del sufragio universal – después de haber aprovechado sus posibilidades de desintegración al máximo? Es un capítulo vergonzoso el que aquí le queda por relatar al futuro historiador. Construida sobre los hechos ancestralmente humanos del señorío, el estamento y la propiedad, ha tolerado, «comprendido», festejado y apoyado el ataque nihilista contra ellos. La gran moda del siglo pasado fue este suicidio intelectual.”
1933, OSWALD SPENGLER
“Hay que afirmarlo una y otra vez: esta sociedad, en la que precisamente ahora se cumple el tránsito desde la cultura a la civilización, está enferma; enferma en sus instintos y por eso también en su espíritu. No se defiende. Halla gusto en su escarnio y en su descomposición. Se descompone cada vez más desde mediados del siglo XVIII en círculos liberales y luego, contradictoriamente y en desesperado rechazo, en círculos conservadores. Por un lado, hay un escaso número de hombres que, merced a un seguro instinto de la realidad política, ve lo que sucede y la dirección que se ha tomado. Estos hombres intentan impedir, mitigar y desviar. Son personalidades similares a los del círculo de los Escipiones en Roma cuyas opiniones le sirvieron de base a Polibio para su obra histórica: Burke, Pitt, Wellington y Disraeli en Inglaterra; Metternich y Hegel y después Bismarck en Alemania; Tocqueville en Francia. Intentaron defender los poderes conservadores de la antigua cultura: el Estado; la monarquía, el ejército, la conciencia de pertenencia a un estamento, la propiedad y a la clase campesina, incluso en lo que tenían de objetables. Por eso son difamados hoy como «reaccionarios»; una palabra que fue inventada por los liberales y hoy les es aplicada a ellos por sus discípulos marxistas desde que intentan impedir las últimas consecuencias de sus actos. En esto consiste el tan ensalzado progreso. Del el otro lado se encuentra casi todo aquello que posee inteligencia urbana o, por lo menos, la admira como signo de superioridad actual y como poder futuro, un futuro que hoy ya es pasado.
En este círculo, el periodismo es elevado a la categoría de expresión dominante de la época. Es el esprit crítico del siglo XVIII, aguado y rebajado para uso de los intelectualmente mediocres; y no debe olvidarse que el krinein griego significa separar, dividir y descomponer. El drama, la lírica, la filosofía y hasta las ciencias naturales y la historia [28] se convierten en artículos de fondo y folletones exageradamente tendenciosos contra todo lo que es conservador y alguna vez inspiró respeto. El partido político se convierte en el sustituto liberal del estamento y del Estado; la revolución, bajo la forma de luchas electorales periódicas con todos los medios del dinero, del «ingenio» e incluso la violencia física según el modelo de los Gracos, es elevada a la categoría de proceso constitucional; y el gobierno, como sentido y misión de la existencia del Estado, resulta, o bien combatido y agraviado, o bien rebajado a la categoría de un negocio partidario. Pero la ceguera y la cobardía del liberalismo va aun más allá. Se le brinda tolerancia a los poderes de la escoria de las grandes ciudades; pero no se exige la misma tolerancia de parte de ellos. En medio de un sentimentalismo repugnante, los nihilistas rusos y los anarquistas españoles son admirados por la «buena» sociedad de Europa occidental; se los festeja y se los pasea de un salón elegante en otro. En París y en Londres y sobre todo en Suiza se protege cuidadosamente no sólo su existencia, sino su actividad subterránea. En la Prensa liberal retumban las maldiciones contra las cárceles en las que se consumen los mártires de la libertad y no se oye ni una sola palabra en favor de los innumerables defensores del orden del Estado, incluso simples soldados y policías, que fueron destrozados por las explosiones de los atentados, o asesinados, o dejados inválidos, en el cumplimiento de su deber,. [29]
El concepto de proletariado, creado por teóricos socialistas con bien meditada intención, ha sido aceptado por la burguesía. En realidad, no tiene nada que ver con los mil tipos de arduo y especializado trabajo que existen; desde la pesca hasta la imprenta y desde el leñador hasta el maquinista de una locomotora. El término es despreciado por los obreros laboriosos y capacitados que lo consideran un insulto. Fue creado tan sólo para incorporar los trabajadores al populacho de las grandes ciudades con el fin de subvertir el orden social. Recién el liberalismo, al utilizarlo como un concepto establecido, lo convirtió en el foco central del pensamiento político. Bajo la denominación de «naturalismo» nacieron una literatura y una pintura deplorables que elevaron la bazofia a la categoría de atractivo estético mientras el pensamiento y el sentimiento vulgar de hombres vulgares ascendía a la categoría de cosmovisión. Por «pueblo» no se entendió ya la nación toda, sino aquella parte de la masa urbana que se rebelaba contra esa comunidad. El proletario apareció como héroe sobre el escenario de una burguesía cada vez más estúpida y, con él, la prostituta, el vago, el agitador y el delincuente. Desde entonces se considera moderno y superior el mirar al mundo desde abajo, desde la perspectiva de los tugurios y los callejones de dudosa fama. Fue en aquél entonces y en los círculos liberales de Europa occidental y no en la Rusia de 1918 que nació el «culto al proletario». Una fantasía de graves consecuencias, mitad mentira y mitad estupidez, comenzó a apoderarse del cerebro de la gente culta y semiculta. «El trabajador» ha pasado a ser el hombre propiamente dicho, el verdadero pueblo, el sentido y el objetivo de la historia, la política y la preocupación pública. Se olvida que todos los hombres trabajan y, sobre todo, que hay quienes producen un trabajo mayor y más importante: el inventor, el ingeniero, el organizador. Nadie se atreve ya a acentuar la jerarquía, la calidad de una producción, como criterio de su valor. Sólo el trabajo medido por horas se considera ya como tal. Y «el trabajador» es, simultáneamente, el pobre y el desgraciado, el desheredado, el hambriento y el explotado. Sólo a él se le aplican las palabras «trabajo» y «miseria». Nadie piensa ya en los campesinos de las regiones poco fértiles, en sus malas cosechas, en los peligros del granizo y las heladas, en la preocupación por la venta de sus productos, ni en la vida miserable de los artesanos pobres de las grandes zonas industriales, ni en las tragedias de los pequeños comerciantes, los pescadores, los inventores y los médicos, en todos los que tienen que luchar entre peligros y angustias por cada bocado del pan cotidiano y sucumben de a millares sin que nadie lo advierta. Sólo «el trabajador» halla compasión. Sólo él es auxiliado, protegido y asegurado. Más aún: se lo eleva a la categoría de santo, de ídolo de la época. El mundo gira en torno de él. Es el centro de la economía y el hijo predilecto de la política. Todos existen para él; la mayoría de la nación tiene que servirlo. Está permitido burlarse del campesino bruto y estúpido; del empleado haragán y del tendero tramposo – para no hablar del juez, del oficial y del empresario, los destinatarios preferidos de los chistes de mal gusto – pero nadie se atrevería a volcar el mismo sarcasmo «el trabajador». Todos los demás son haraganes; sólo él no lo es. Todos son egoístas, menos él. La burguesía entera balancea el incensario ante este fantasma; todos, por mucho que rindan en su actividad personal, tienen que permanecer de rodillas ante él. Su existencia está por encima de toda crítica. Fue la burguesía la que impuso plenamente esta manera de ver las cosas y los «representantes del pueblo», como hábiles mercaderes que son, viven de esta leyenda. Se la han contado tantas veces a los trabajadores asalariados que éstos han terminado por creérsela y por sentirse realmente maltratados y miserables, con lo que perdieron todo criterio para valorar su producción y su importancia. Frente a las tendencias de la demagogia, el liberalismo constituye la forma en que la sociedad enferma se suicida. Con estas perspectivas, se rinde y se abandona a sí misma. Después de haber ayudado intelectualmente a forjar las armas de su adversario, la lucha de clases que se libra contra ella, en forma encarnizada y sin cuartel, la encuentra dispuesta a la capitulación política. En el futuro, sólo el elemento conservador, por débil que haya sido en el siglo XIX, puede impedir y habrá de impedir el final.”
1933, OSWALD SPENGLER
Baste lo expuesto para demostrar, no solo que Vilches es un cretino, sino además un mentiroso.
Baste lo dicho para demostrar que DeElea cojea de un pie que no gusta a nadie además de ser un pobre hombre perdido en el tiempo. Si por él fuera, todavía usaríamos velas en vez de la electricidad.
En el futuro, sólo el elemento conservador, por débil que haya sido en el siglo XIX, puede impedir y habrá de impedir el final.”
Vaya tufillo que se gasta el Spengler este. Así se alimentaron los totalitarismos del siglos XX. Por los que tanta atracción tiene DeEela.
El tufillo al que me referia antes:
Apenas un año después de publicado el primer tomo de La Decadencia, saldría de la imprenta una nueva obra de Spengler titulada Prusianismo y Socialismo. En esta obra, sin abandonar el marco conceptual de La Decadencia de Occidente, Spengler entraría de lleno y sin ambigüedades en la arena política, buscando sentar las bases teóricas para un socialismo desligado del marxismo y fundamentado en un sentimiento nacionalista, vale decir, un socialismo nacional. La aparición de Prusianismo y Socialismo en 1919, consolidó a Spengler como autor de renombre entre los conservadores alemanes y amplió su radio de influencia, incluyendo ahora no sólo la derecha tradicional, sino también muchos nuevos grupos que estaban surgiendo entonces como el de los nacionalsocialistas. La influencia que las ideas de Spengler ejercieron sobre algunos importantes dirigentes de este grupo generaría la creencia de que el autor era una especie de precursor o impulsor del movimiento nazi, creencia que sería reforzada por los testimonios y aseveraciones de algunos contemporáneos del autor, y señalada por varios estudios posteriores acerca del fascismo y el nacionalsocialismo.
Spengler se identificaba plenamente con los círculos conservadores monárquicos, que con gran agrado habían acogido sus ideas. Sin embargo, esto no lo exime de un posible aporte a la consolidación del movimiento nazi, pues según algunos testigos y estudiosos de ese período: “Los conservadores, en cuanto críticos de la democracia liberal, hicieron el juego al movimiento antidemocrático y prepararon la primera etapa de la ideología nacional-socialista”.2
Algunos estudiosos del fenómeno nacionalsocialista también han señalado que La Decadencia de Occidente fue “el preludio real y directo de la filosofía del fascismo.”
No se enfade con Vilches. Sólo consata la verdad. Cretino no sé, pero mentiroso no lo es. Debe salir del armario ya, DeElea. Será mejor para usted y un descanso para su familia.
Verás, con el tiempo he aprendido que no sirve de nada y es una perdida de tiempo discutir con Mastines….
Tú ya tienes tu hueso, dedícate a hacer con el lo que acostumbras.
Entonces no entiendo que buscabas mencionando a Spengler y poniendo esos mamotretos que nos has puesto del kamaraden alemán. Si mencionas a Spengler debes tener en cuenta que muchos le consideran, con razón, como una de las bases ideológicas del nazismo. Yo el primero. Además, DeElea, hace tiempo que coqueteas con los totalitarismos porque se te nota que algo te fascinan y no te disgustan. Debes salir del armario. Siempre estas mareando la perdiz y no quieres descubrirte aunque los demás ya sabemos cuales son tus gustos. Te inclinas, creo yo, por una sociedad tutelada por un poder elitista y totalitario, con un jeje fundamental, el catolicismo, donde se combinen ideas marxistas y nazistoides pero sobre todo donde se destierre el liberalismo, el verdadero cáncer que provoca todos los males, según tú. Es un popurrí totatlitario de dificil encuadre en una sociedad moderna. Es un socialismo nacional católico.
En fín. Por muy mastín que sea, no creo que te debas cabrear, y si lo haces no entiendo como nos pones a Spengler cuando echa un tufillo que tira para atrás.
Lo que piensa Spengler, y lo digo en presente pues sus obras ahí están, puede gustar o no pero eso no quita que cualquiera con un poco de decencia intelectual y de mínima objetividad se dé cuenta que esta ante un pensador de primera línea universal. Cosa distinta son la María Antonia Iglesias pero ¿a quien le importa lo que piensan la María Antonia Iglesias o a quien llaman nazi o fascista?
Evidentemente si por otro lado alguien comenta o expone algunos párrafos de Donoso o de alguna encíclica papal los María Antonia Iglesias comenzaran a lanzar grititos acusatorios de nacional católico o de fascista. Si por el contrario se le ocurre poner algunos párrafos de Gessel le llamaran marxista bolchevique o totalitario, lo que no significa que Gessel lo fuese, pero eso da igual el Mariaantonietismo es así. Las mismas estupideces he visto y oído/leído sobre Platón o Carl Schmitt o etc., etc.
Y es que la incapacidad intelectual del liberalprogresismo no tiene más argumentos en el fondo que estos. Es así de simple y de sencillo.
Por otro lado los María Antonia Iglesias a pesar de su incapacidad intelectual pueden llegar a ser de un pedantismo exquisito si es necesario, he aquí un ejemplo de ese intelectual liberaloide conocido como María Antonia Iglesias Vilches:
“La réplica que ha hecho el Sr. Moa a mi artículo es una muestra de por qué sus interpretaciones históricas están en la marginalidad. La razón es bien sencilla: no es que vaya contra la “mentira academicista”, es que después de muchos intentos ya es cansino debatir con quien utiliza el insulto y la ridiculización, cuando no la tergiversación, como argumento y artimaña para cubrir carencias. La seriedad y el cuidado de las formas –tanto modales como profesionales– habrían hecho mucho por la consideración de sus obras. Un debate político con fondo historiográfico, especialmente aquel que se pretenda de cierta altura, precisa tanto de la corrección conceptual como de la formal. Esto no es pedantería, es rigor científico y un requisito profesional. No es problema mío si el Sr. Moa las desconoce, o las utiliza alegremente para que cuadre su relato. [..] Es hora de que el Sr. Moa sepa que manejar los conceptos de la Ciencia Política y de la Sociología en el análisis del pasado es imprescindible para una correcta interpretación. No hay historiador serio, español o foráneo, que hoy no lo haga. Las carencias del Sr. Moa en estos campos son clamorosas, y convierten su relato histórico en una mera sucesión de datos y documentos que se conocían sobradamente mucho antes de que publicara alguno de sus libros.”
¿no les parece conmovedor?
Nada tiene que ver Maria Antonia con Spengler. Pero Spengler es lo que es y su pensamiento será de primera línea para sus seguidores. Para otros que tienen un minimo de decencia intectual, sólo es un antiliberal y un tradicionalista conservador cuyo pensamiento caló en entre los nazis. Es un hecho. Spengler se codeó con el partido nazi e incluso le invitaron a entrar en el Partido. Es un hecho.
Como tú, De Elea con el liberalismo, yo no tengo porque reconcoer a Spengler nada, porque me parece patético en muchas de sus tésis y posturas ideológicas.
Maria Antonia apelando al rigor científico y dando lecciones de no se qué. Ella que carece de todo de lo que presume.
“Qué le deberán a ETA para que tanto PP como PSOE estén de rodillas”
Para saberlo es recomendable leer a Angeles Escrivá. Se trata de regalar a ETA la victoria final cuando la banda estaba totalmente vencida. Vencida de forma policial y judicialmente. Han sido los políticos que a un vencido le han dado la gracia de salir airoso de una aniquilización total.
Un descubrimiento musical:
http://elblogdekufisto.blogspot.com.es/2012/08/no-la-busqueis-en-la-wiki.html
Buen hallazgo musical, sí señor.
“Maria Antonia apelando al rigor científico y dando lecciones de no se qué. Ella que carece de todo de lo que presume.”
Perdon pero quien presume de rigor científico y da lecciones de no se sabe qué, no es Maria Antonia, sino Maria Antonia Vilches. Reléalo de nuevo y lo mismo lo verá. No obstante si no lo ve tampoco pasa nada pues será culpa de los fascistas, y es que ustedes las Maria Antonias son sencillamente ansín.
No hace falta releerlo. Sabía a quién me refería. Vale para la Vilches. En cuanto a la culpa, eso es cosa suya. Son sus guerras, no las mías. Yo sólo me limito a dar mi oponión no a hacer proselitismo ni a dar sermones.
y es que ustedes las Maria Antonias son sencillamente ansín.
jejeje…y asín es usted y Spengler…..y todos sus santos.
No te preocupes DeElea, la culpa siempre es de los liberales, otra de las dianas de Spengler. Por eso te gusta tanto.
Don Pío, yo comprendo perfectamente que usted elimine mensajes por muchas razones, para eso este es su blog. Nunca antes (ha pesar de que muchos le acusaron de ello) había censurado no a nadie en concreto sino a las ideas y argumentos en particular. Usted anda últimamente borrando los mensajes de calvotelo y él como los demás siempre dará motivos para que se le eliminen sus mensajes pues todos tenemos nuestro carácter y nuestras formas, pero cuando no existe ofensa ni gratuidad y se exponen exclusivamente argumentos para el debate no se esta censurando al autor sino a sus ideas. Usted esta censurando ideas simplemente porque las expone alguien que por lo visto no le cae simpático (no es precisamente la simpatía una de las virtudes de calvotelo, ¿pero eso a quien le importa?) y esto sí es censura de ideas, más cuando no van acompañadas de insultos, impertinencias o demagogias baratas. Si va Don Pío a continuar borrando sistemáticamente todos los comentarios de Priede yo le aconsejo que lo bannee definitivamente así al menos se notara menos que no solo banea al personaje sino a sus ideas eludiendo el debate por el medio de la censura. A usted se lo han hecho y quienes mas perdieron al final fueron sus censuradores que evidenciaron que carecían de argumentos para rebatirle, siquiera para comenzar a intentarlo. Por otro lado si de lo que se trata es de que existen temas tabu que no deben ser tratados diganos de cuales se tratan para no tocarlos y evitarle a usted el tener que censurar a nadie.
Priede dice demasiadas tonterías aunque ocasionalmente acierte. Pero además lo hace con una insolencia insultona que envuelve sus tonterías en otra tontería más general, y que rápidamente envenena las discusiones.
Durante un tiempo dejé que cada cual escribiera lo que le diera la gana, pensando que de todas maneras la confrontación produciría algo de interés. Pero no es así. Lo que ocurre es que las discusiones se convierten en chillidos infantiles. Quizá sea inútil luchar contra eso, como contra las paranoias. En todo caso Priede ha colmado todas las paciencias.
Por otro lado si de lo que se trata es de que existen temas tabu que no deben ser tratados diganos de cuales se tratan para no tocarlos y evitarle a usted el tener que censurar a nadie.
Recuerdo que no hace mucho, el autor de estas palabras pidió a Moa que se borraran a todos aquellos que defendíamos el liberalismo. Para él tema tabú. Bueno. Nos llamó otra cosa más ofensiva.
Resulta chocante esta defensa con la que viene ahora, pero no es más que esconder algo más que hacerse pasar por tolerante. Nunca es tarde para enmendarse. DeElea debe hacerlo ya que nos ha insultado de lo lindo en este blog.
Hombre Don Pío, sobre lo de envenenar las discusiones cabrían muchas cosas que decir, de hecho por aquí tiene a mas de un individuo que ni sabe ni puede dedicarse a otra cosa. Muchos de esos encabronamientos viene provocados por ellos que luego pasan a lamentarse cual victimas y damiselas ofendidas, en este sentido no es usted muy objetivo. Todavía recuerdo, y no hace mucho, a un señor que termino aburrido de estos personajes y decidió marcharse especialmente después de que le pusiese usted al mismo nivel (a lo salomón) de los que en justicia habían sido los responsables.es en definitiva importante tener en cuenta quienes acostumbra a comenzar estas situaciones. Así que no es solo a Priede a quien cabe acusar de esto y sin embargo….
“Recuerdo que no hace mucho, el autor de estas palabras pidió a Moa que se borraran a todos aquellos que defendíamos el liberalismo. Para él tema tabú. Bueno. Nos llamó otra cosa más ofensiva.”
Bien como el autor de esas palabras soy yo, simplemente diré que sería necesario traer la prueba de lo dicho, a no ser que se quiera quedar como un simple y vulgar mentiroso.
Bien como el autor de esas palabras soy yo, simplemente diré que sería necesario traer la prueba de lo dicho, a no ser que se quiera quedar como un simple y vulgar mentiroso.
Como quedas tú es como un cínico. Pero no tengo que irme muy lejos. Simplemente dejo a los lectores el comentario que acabas de poner acusando y poniendo en la misma balanza a Priede y a los que aguantamos los insultos del que no soporta que le repliquen. Ese es también tu caso. No soportas que te repliquemos. Hay que ser justo. Yo jamás pediré, no como tú, que baneen o borren a DeElea, por muchos insultos que nos dedique. ¿Tengo también que recordarlos para no quedar como un “mentiroso”? ¿Debo recordar episodios tan sucios protagonizados por tí, querido DeElea? ¿Acaso no te refieres a Manuelp y a mi directamente con esa falsa ecuanimidad? ¿Tengo que recordar aquí la forma en que replicas cuando queremos debatir y refutar tus comentarios? No hagas el ridiculo. Será mejor.
Lo que te gusta de Priede es que se mete con el “Mastín”, que soy yo. Así te alías con alguien (el mismo que también te ha insultado) para hacer un poco de frente contra “los liberales” a los que, en un momento de debilidad (por ser generosos), pediste, no hace mucho, que nos tenían que echar del blog. ¿Tengo que buscarlo querido DeElea?
….luego, por omisión, demuestras que eres un simple y vulgar mentiroso
Para ir abriendo boca. Este es el ahora “ecuánime”, “juicioso” y “educado” DeElea. Antes….
De Elea dice:
16 junio, 2012 a las 23:40
“Hombre sacristón, se te esperaba.
Por cierto,el catedrático que me censuró tenía buena opinión de Freud, aunque era un sacerdote irlandés de un catolicismo fundamentalista muy similar al tuyo.”
Vamos a ver panda de retrasados mentales podéis traerme a colación ejemplos de mi fundamentalismo. Panda de estúpidos prejuiciosos.
¡que tontines que sois con el asunto!
Ya pero eso no significa nada y menos fuera del contexto, léase quien quiera la discusión completa y no dejaras de quedar como un simple y vulgar mentiroso.
Mientras el, hasta el momento, simple y vulgar mentiroso sigue buscando en que sustentar su simples y vulgares mentiras analizaré las que hasta la fecha ha traído como pruebas. Como cuando dije:
“Vamos a ver panda de retrasados mentales podéis traerme a colación ejemplos de mi fundamentalismo. Panda de estúpidos prejuiciosos.”
En este caso fue su Ilustrísima incapacidad quien como es habitual comenzó:
“Hombre sacristón, se te esperaba.
Por cierto, el catedrático que me censuró tenía buena opinión de Freud, aunque era un sacerdote irlandés de un catolicismo fundamentalista muy similar al tuyo.”
Pero tanto Calvotelo, como Hegemon (a este le gusta añadir lo de nazis y fascistas entre otras simplezas) como algunos otros, acostumbran a llamar fundamentalistas religiosos a cualquiera que mente la moral o la religión Católica (especialmente) así como insultar (o eso creen ellos) a los demás llamándolos sacristanes, curas etc., etc. (que por lo visto debe de ser un insulto muy ofensivo en sus mundos intelectuales)
Pero sucede que cuando alguien insulta u acusa sistemáticamente a otro de algo debe tomarse la molestia de, al menos, explicarlo o desarrollarlo, sino no deja de ser un insulto ridículo y gratuito de ahí que yo diga:
“Vamos a ver panda de retrasados mentales podéis traerme a colación ejemplos de mi fundamentalismo. Panda de estúpidos prejuiciosos.”
…. Hasta la fecha no han traído ningún ejemplo, lo que no les impide seguir con la misma cantinela, las María Antonias Iglesias por lo visto son asín.
De ahí que termine diciendo:
“¡que tontines que sois con el asunto!”
Y…. qué quieren que les diga, si es la triste realidad.
Más de nuestro DeElea:
De Elea dice:
29 mayo, 2012 a las 21:01
Oiga Hegenergumeno haga el favor de comprarse venticinco pesetas de pipas y marche al parque a meditar y comerseles, buen hombre y no moleste a las personas mayores.
DeElea y el por qué de su derensa de Priede:
De Elea dice:
1 junio, 2012 a las 12:46
“El mismo grado de contradicción entre los presupuestos teóricos y los resultados prácticos de su aplicación se da en el Libre Mercado, que en el Socialismo, que en el Cristianismo y que en muchos más “ismos” de tipo político, económico o religioso.”
Si es que algunos están empeñados en llevar cualquier discusión o debate a lo más profundo de la estupidez, de verdad no me extraña que el amigo Pedromar perdiera la paciencia y los insultase, si es que no sirven para otra cosa.
Vamos a ver si centramos un poquito el asunto, lo primero decir que esta afirmación es propia de un bobo alelado pues para poder afirmarla en ese sentido el amigo Manolito debería haber antes estado en el cielo con Dios, pues para verificar el grado de contradicción entre los presupuestos teóricos y los resultados prácticos del “Cristianismo” (cuando hablo de Cristianismo me refiero en realidad a Catolicismo en el mismo sentido que Belloc) es necesario ir al cielo para verificarlo.(…)
Pero hombre DeElea. ¿Haciendo trabajo extra para justificar lo que tú mismo dices que está fuera de contexto? Cuando discutismos sobre la Armada podrida de tu amado Rey Felón y sobre los liberales que falsamente acusas de probritánicos haciendo alarde de tu supina ignorancia sobre la época de la Guerra de Independencia, nos invitastes, más bien exigiste a Moa, que era mejor echarnos del blog para que discutiéramos nuestras ideas liberales en otro blog, que según tú, fuera acorde con el liberalismo. Todo vino cuando perdiste los nervios por la Armada podrida comprada a Rusia. Yo me acuerdo perfectamente. Seguramente lo dijiste fuera de conexto. Sigue justificándote. No era necesario. Tú verás por qué lo haces. Pero si sigo poniendo recuerdos de tus aportaciones, con insultos y todo, estas hasta mañana justificando “fueras de conexto”.
“Oiga Hegenergumeno haga el favor de comprarse venticinco pesetas de pipas y marche al parque a meditar y comerseles, buen hombre y no moleste a las personas mayores.”
De hecho no veo ningún problema en volverle a repetir tan crueles insultos:
“Oiga Hegenergumeno haga el favor de comprarse venticinco pesetas de pipas y marche al parque a meditar y comerseles, buen hombre y no moleste a las personas mayores.”
Yo por el contrario ni me molestare en buscar los suyos, que por cierto siempre precedieron a los mios. Algunos bastante más soeces y vulgares todo sea dicho. Tampoco podía esperarse otra cosa de un Hegergumeno la verdad.
…en fin no voy a perder más el tiempo con sus cosillas buen hombre. De hecho si nos atenos al principio de está conversación, queda bastante clare que no es usted más que un simple y vulgar mentiroso
Yo por el contrario ni me molestare en buscar los suyos, que por cierto siempre precedieron a los mios. Algunos bastante más soeces y vulgares todo sea dicho. Tampoco podía esperarse otra cosa de un Hegergumeno la verdad.
Demuéstrelo o el que quedará como un vulgar mentiroso serás tú.
Lo que ha quedado demsotrado es que tú eres el mentiroso y falso. Quieres ir de algo que no eres y cuando se te demuestra que tu imagen es falsa, la justificas y dices que no te importa repetirla a pesar de tus esfuerzos por demostrar lo contrario. Pues vale. Tú mismo.
…en fin no voy a perder más el tiempo con sus cosillas buen hombre. De hecho si nos atenos al principio de está conversación, queda bastante clare que no es usted más que un simple y vulgar mentiroso
Muy fácil lo tienes tú en demostrarlo. Lo que ocurre es que en el vano esfuerzo de hacerlo, quedaste como el mentiroso y el falso. Pobre y fatal intento.
Que pase buena tarde.
“(…/…) nos invitastes, más bien exigiste a Moa, que era mejor echarnos del blog para que discutiéramos nuestras ideas liberales en otro blog, que según tú, fuera acorde con el liberalismo.”
De hecho esto mismo es por lo que ha comenzado esta conversación joven y sinpatico Hegergumeno:
““Recuerdo que no hace mucho, el autor de estas palabras pidió a Moa que se borraran a todos aquellos que defendíamos el liberalismo. Para él tema tabú. Bueno. Nos llamó otra cosa más ofensiva.”
Bien como el autor de esas palabras soy yo, simplemente diré que sería necesario traer la prueba de lo dicho, a no ser que se quiera quedar como un simple y vulgar mentiroso.”
Y si nos fijamos en los resultados veremos sin mucho esfuerzo que no solo NO has provado lo primero sino que insiste en ello sin siquiera demostrarlo ¿no te da algo, aunque sea poco, de vergüenza buen hombre?
Vergüenza tengo, pero ajena. Ahora se entiende por qué justificas a Priede y sus insultos. De alguna manera te estás justificando tú mismo y así tener via libre para el insulto y el exabrupto, buen hombre.
En fin… ¿ve Don Pío lo que le decía? Lo demás es ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio.
¿Qué le decías a Don Pío ,DeEela? Estas muy maltratado, ¿verdad? Te ataco sin piedad y es imposible debatir a gusto ¿no es así? A ver si Don Pío ve lo mismo que tú y erradica esto ¿es lo que quieres, no? Como tu amigo y compañero de desdichas, Priede. Es mejro, como comentaste en su día, que nos marchem,os a un blog de nuestras ideas. La vida da mil vueltas para juntar a compañeros de viaje tan curiosos y dispares.
¿Qué le decías a Don Pío ,DeEla? Estas muy maltratado, ¿verdad? Te ataco sin piedad y es imposible debatir a gusto ¿no es así? A ver si Don Pío ve lo mismo que tú y Priede y erradica esto ¿es lo que quieres, no? Como tu amigo y compañero de desdichas, Priede, para quedaros sólos y así predicar sin molestias. Es mejor, como comentaste en su día, que nos marchemos a un blog de nuestras ideas. La vida da mil vueltas para juntar a compañeros de viaje tan curiosos y dispares.
“Es mejor, como comentaste en su día, que nos marchemos a un blog de nuestras ideas. La vida da mil vueltas para juntar a compañeros de viaje tan curiosos y dispares.”
“(…/…) nos invitastes, más bien exigiste a Moa, que era mejor echarnos del blog para que discutiéramos nuestras ideas liberales en otro blog, que según tú, fuera acorde con el liberalismo.”
De hecho esto mismo es por lo que ha comenzado esta conversación joven y sinpatico Hegergumeno:
““Recuerdo que no hace mucho, el autor de estas palabras pidió a Moa que se borraran a todos aquellos que defendíamos el liberalismo. Para él tema tabú. Bueno. Nos llamó otra cosa más ofensiva.”
Bien como el autor de esas palabras soy yo, simplemente diré que sería necesario traer la prueba de lo dicho, a no ser que se quiera quedar como un simple y vulgar mentiroso.”
Y si nos fijamos en los resultados veremos sin mucho esfuerzo que no solo NO has provado lo primero sino que insiste en ello sin siquiera demostrarlo ¿no te da algo, aunque sea poco, de vergüenza buen hombre?
Entiendo entonces que estas encantado de tenernos en el blog. Si niegas que pidieras a Moa echarnos a otro blog por liberales, y yo quedo por mentiroso, es que estas encantado de tenernos aquí, debatiendo contigo y refutando tus tonterias. jajajajajajaa……Pues nada, un gran abrazo y muchas gracias.
Así me gusta más, con una sonrisa y buenas maneras no con simples y vulgares mentiras. O lo que viene a ser el método Roberts:
http://revista.libertaddigital.com/como-conseguir-conversiones-el-metodo-roberts-1276240269.html
Y no haciendo el Hegergumeno que queda muy feo.
(…/…)Si niegas que pidieras a Moa echarnos a otro blog por liberales, y yo quedo por mentiroso (…/…)
Es lo que les pasa a los mentirosos, no siempre pero si por lo común. Les pasa no por manias de nadie sino por mentirosos. Como ha sido el caso que nos ha traido hoy de ejmplo con tus mentiras..
Algo sobre el pueblo y el Valle:
http://elblogdekufisto.blogspot.com.es/2012/08/a-dinamitar-pitufines.html
Te tomo la palabra DeElea. Espero de tu parte una defensa fuerte cuando Priede pida nuestra expulsión del blog, nos insulte y nos ataque de forma bochornosa. Si no es así, el que quedará como un falso serás tú.
¿pero de qué palabra me habla, pero qué dice? Usted lo que tiene que hacer es dejarme tranquilo, y por lo demás si acusa de algo a alguien al menos demostrarlo con verdades y no en base a mentiras y manipulaciones. Eso es lo que me puede exigir a mi si hago lo mismo .
El área de referencia de lo político cambia constantemente, de acuerdo a las fuerzas y a las potencias que se combinan o se separan a fin de imponerse. Aristóteles obtuvo de la antigua polis especificaciones de lo político diferentes a las del escolástico medieval que hizo suyas las formulaciones aristotélicas de un modo textual y que, sin embargo, tenía ante sus ojos algo completamente distinto — específicamente, la oposición entre espiritual-eclesiástico y mundanal-político — es decir: una relación de tensiones entre dos Órdenes concretos. Cuando la unidad eclesiástica europea se quebró en el Siglo XVI y la unidad política resultó destruida por guerras civiles cristiano-confesionales, en Francia se llamó politiques justamente a aquellos juristas que, en la guerra fratricida de los partidos religiosos, propugnaron al Estado como una unidad superior y neutral. Jean Bodin, el padre del derecho público e internacional europeo, fue uno de esos típicos políticos de aquellos tiempos.
La parte europea de la humanidad ha vivido hasta hace poco en una época cuyos conceptos jurídicos habían sido formados completamente desde el Estado y que había tomado al Estado como modelo de unidad política. La época de lo estatal está ahora llegando a su fin. Sobre esto huelgan las palabras. Con ello, termina toda esa superestructura de conceptos relacionados con el Estado que una ciencia jurídica pública e internacional eurocéntrica construyera a lo largo de cuatrocientos años de trabajo intelectual. Se destrona al Estado como modelo de unidad política; al Estado como portador del más sorprendente de todos los monopolios, puntualmente: el monopólio de la decisión política; esta obra maestra de las formas europeas y del racionalismo occidental. Pero sus conceptos se mantienen, incluso y hasta como conceptos clásicos. Naturalmente, la palabra clásico suena hoy mayormente ambivalente y ambigua, por no decir: irónica.
Realmente, existió un tiempo en el cual tuvo sentido equiparar los conceptos de estatal y político. El Estado clásico europeo logró algo completamente inverosímil: crear la paz en su interior y excluir a la enemistad como concepto jurídico. Logró poner a un lado el desafío o reto que era una institución del derecho medieval; logró poner fin a las guerras civiles confesionales de los Siglos XVI y XVII, conducidas por ambas partes como guerras especialmente justas; y logró instaurar en el interior de su área a la paz, a la seguridad y al órden. Es sabido que la fórmula “paz, seguridad y órden” sirvió como definición de la policía. En el interior de un Estado así, realmente ya sólo hubo policía y no política; a menos que se quiera denominar política a las intrigas cortesanas, a la rivalidades, a las frondas, a los intentos de rebelión de los malcontentos y, en suma, a las “interferencias”. Un empleo semejante de la palabra política, naturalmente, también es posible y sería una disputa semántica el discutir sobre si ello es correcto o incorrecto. [2] Sólo hay que tener presente que ambas palabras, tanto política como policía, provienen de la misma palabra griega polis. Política en un sentido elevado, la alta política, en aquellos tiempos era solamente la política exterior que un Estado soberano como tal — y frente a otros Estados soberanos, a los cuales reconocía como tales — practicaba sobre la base de este reconocimiento decidiendo sobre amistades, enemistades o neutralidades bilaterales.
¿Qué es lo clásico en el modelo de una unidad política como ésta, cerrada y pacificada en lo interno, y que aparece cerrada y soberana frente a otros soberanos? Lo clásico es la posibilidad de establecer diferenciaciones claras y unívocas. Dentro y fuera, guerra y paz. Durante la guerra: militar y civil, neutralidad o no-neutralidad. Todo esto se halla visiblemente separado y no deliberadamente confuso. También en la guerra, en ambos bandos, todos tienen un status claro. En la guerra, bajo el derecho internacional inter-estatal, también el enemigo es reconocido en un plano de igualdad como Estado soberano. En este derecho internacional inter-estatal incluso el reconocimiento como Estado ya contiene, mientras todavía posee un contenido, el reconocimiento del derecho a la guerra y, por consiguiente, el reconocimiento del enemigo justo. También el enemigo tiene su status; no es un criminal. La guerra puede ser delimitada y rodeada de las limitaciones del derecho internacional. Consecuentemente también podía terminar en una paz que, normalmente, contenía una claúsula de amnistía. Sólo así es posible establecer una clara diferenciación entre la guerra y la paz; y sólo así una limpia, unívoca, neutralidad.
La contención y clara delimitación de la guerra contiene una relativización de la enemistad. Toda relativización de esta índole es un gran avance en el sentido del humanitarismo. Por supuesto que no es sencilla de lograr ya que al hombre le resulta difícil no considerar a su enemigo como un criminal. En todo caso, el derecho internacional europeo de la guerra terrestre entre Estados, logró dar ese raro paso. De qué manera lograrán darlo otros pueblos que en su historia sólo han conocido guerras coloniales y civiles, es algo que queda por verse. De ningún modo es un progreso en el sentido del humanitarismo el repudiar la guerra controlada del derecho internacional europeo designándola de reaccionaria y criminal, y desatar en nombre de la guerra justa enemistades de clase o de raza que ya no saben, ni tampoco quieren, distinguir entre el enemigo y el criminal.
El Estado y la soberanía son el fundamento de las restricciones a la guerra y a la enemistad hasta ahora logradas por el Derecho Internacional. En realidad, una guerra librada correctamente según las reglas del Derecho Internacional europeo contiene más sentido de Derecho y reciprocidad, pero también más procedimiento conforme a Derecho, más “acto recto” como antes se decía, que un proceso escenificado por los modernos detentadores del poder y orientado al aniquilamiento moral y físico del enemigo político. Quien destruya las diferenciaciones clásicas de la guerra entre Estados y las limitaciones que se basan en ellas, tiene que saber lo que hace. Revolucionarios profesionales como Lenin y Mao Tse-tung lo sabían. Algunos juristas profesionales no lo saben. Ni siquiera se dan cuenta de cómo los conceptos clásicos de la guerra controlada resultan utilizados como armas por la guerra revolucionaria, armas a las cuales se las emplea de un modo puramente instrumental, sin compromisos y sin la obligación de reciprocidad.
1932, Carl Schmitt.
A través del liberalismo del siglo pasado, todas las concepciones políticas han cambiado y se han desnaturalizado de una forma peculiar y sistemática. Como realidad histórica, el liberalismo no ha escapado de lo político, tan poco como cualquier otro movimiento humano relevante, y hasta sus neutralizaciones y despolitizaciones (de la educación, de la economía, etc.) tienen un sentido político. Los liberales de todos los países han practicado política al igual que todas las demás personas y se han coaligado de las más diversas maneras con elementos e ideas no-liberales haciéndose nacional-liberales, social-liberales, conservadores libres, católicos liberales, etcétera. [51] En especial, se han unido a las fuerzas de la democracia, que son completalemente a-liberales porque esencialmente son políticas al punto que conducen incluso al Estado total. [52] La pregunta, sin embargo, es la de si a partir del puro y consecuente concepto del liberalismo individual se puede extraer una idea específicamente política. La respuesta es negativa. Porque la negación de lo político, que está contenida en todo individualismo consecuente, si bien conduce a una praxis política de desconfianza frente a todos los poderes políticos y formas de Estado imaginables, jamás arriba a una propia y positiva teoría del Estado y la política. Consecuentemente, existe una política liberal como contraposición polémica a las limitaciones de la libertad individual — sean éstas estatales, eclesiásticas u otras — bajo la forma de política comercial, política eclesiástica y educacional o política cultural. Lo que no existe es una política liberal en si misma sino siempre y tan sólo una crítica liberal de la política. La teoría sistemática del liberalismo se refiere casi exclusivamente a la lucha política interna contra el poder estatal y ofrece toda una serie de métodos para controlar y trabar a este poder estatal en defensa de la libertad individual y de la propiedad privada; para hacer del Estado un “compromiso” y de las instituciones del Estado una “válvula de escape” y, por lo demás, para “balancear” a la monarquía contra la democracia y a ésta contra la monarquía, lo cual en épocas críticas — especialmente en 1848 — condujo a una postura tan contradictoria que todos los buenos observadores como Lorenz von Stein, Karl Marx, Fr. Julius Stahl y Donoso Cortés abandonaron, desesperados, todo intento de encontrar en ella un principio político o una línea de pensamiento consecuente.
De un modo por demás sistemático, el pensamiento liberal ignora o elude al Estado y a la política. En lugar de dedicarse a ella, se mueve en una polaridad típica, constantemente reiterada, de dos esferas heterogéneas: ética y economía, espiritualidad y negocios, educación y propiedad. El recelo crítico frente al Estado y la política se explica fácilmente por los principios de un sistema para el cual el individuo aislado tiene que permanecer siendo terminus a quo y terminus ad quem. La unidad política, dado el caso, debe exigir el sacrificio de la vida. Para el individualismo del pensamiento liberal esta demanda no se puede alcanzar ni fundamentar de modo alguno. Un individualismo que le diera a alguien diferente del individuo mismo la disposición sobre la vida física de ese individuo sería una frase tan vacía como una libertad liberal cuyo contenido y medida fuese decidida por alguien distinto de aquél que es libre. Para el sujeto individual, como tal, no existe el enemigo con el cual deba luchar a vida o muerte si personalmente no quiere hacerlo. Forzarlo a la lucha contra su voluntad, en todo caso y considerado desde la óptica del individuo privado, es falta de libertad y coerción. Todo el pathos liberal se orienta contra la coerción y la limitación de la libertad. Cada restricción, cada amenaza a la — en principio ilimitada — libertad individual, a la propiedad privada y a la libre competencia, es llamada “opresión” y se convierte eo ipso en algo malo. Todo lo que este liberalismo mantiene todavía del Estado y la política se limita a asegurar las condiciones de la libertad y a eliminar lo que podría interferir con ella.
Así, termina arribando a todo un sistema de conceptos desmilitarizados y despolitizados, de los cuales contabilizaremos algunos aquí para mostrar la sorprendente consecuencia y sistemática del pensamiento liberal, no suplantado hoy en Europa por otro sistema aún a pesar de todos los reveses que ha sufrido. En esto, siempre hay que tener presente que estos conceptos liberales se mueven de un modo típico entre ética (espiritualidad) y economía (negocios) buscando, desde estos flancos bipolares, aniquilar lo político considerado como esfera del “poder conquistador”, para lo cual el concepto del Estado de “Derecho” — es decir: de Derecho Privado — sirve como palanca y el concepto de propiedad privada constituye el centro del globo cuyos polos — ética y economía — constituyen solamente las radiaciones opuestas de este punto central. Apología ética y objetividad económica materialista se amalgaman en toda manifestación típicamente liberal dándole a cada concepto político un rostro cambiado. Así, en el pensamiento liberal, el concepto político de lucha se convierte en competencia por el lado económico y en discusión por el lado “espiritual”. En lugar de una diferenciación clara entre los dos distintos status de “guerra” y “paz” aparece la dinámica de la eterna competencia y la eterna discusión. El Estado se convierte en sociedad. Por el lado ético-espiritual, esta sociedad es una concepción ideológico-humanitaria de la “humanidad” y por el otro lado económico-técnico es la unidad económico-técnica de un sistema de producción y comunicaciones consolidado. De la voluntad de repeler al enemigo — completamente obvia y emergente en lo dado por la situación de la lucha — se construye racionalmente un ideal o programa social, una tendencia o un cálculo económico. El pueblo políticamente unificado se convierte, por un lado, en el público con intereses culturales y, por el otro, parcialmente en obreros y empleados de empresas y parcialmente en una masa de consumidores. En el polo espiritual, el gobierno y el poder se hacen propaganda y persuasión masiva mientras que en el polo económico se convierten en control.
Todas estas disoluciones apuntan con gran seguridad a robarle su sentido específico tanto al Estado como a la política, sojuzgándolos en parte bajo una moral individualista — y por lo tanto de Derecho Privado — y en parte bajo categorías económicas. Llama mucho la atención la naturalidad con la que el liberalismo, por fuera de lo político, no sólo reconoce la “autonomía” de los diferentes ámbitos de la vida humana sino que la exagera hasta la especialización, e incluso hasta el completo aislamiento. Al liberalismo le parece evidente que las artes son hijas de la libertad, que el juicio de valor estético es incondicionalmente autónomo y que el genio estético es soberano. Más aún: en algunos países surgió un pathos liberal en absoluto recién cuando esta autónoma libertad del arte se vió amenazada por “apóstoles del decoro” moralistas. La moral, a su vez, se independizó de la metafísica y de la religión; la ciencia de la religión, el arte y la moral, etc. Pero, el caso por lejos más importante de autonomía sectorial fue la imposición, con seguridad inequívoca, de la autonomía de las normas y leyes económicas. Que la producción y el consumo, la formación de precios y el mercado tienen su esfera propia y que no pueden ser dirigidos ni por la ética, ni por la estética, ni por la religión y menos aún por la política, ha constituido uno de los pocos dogmas realmente indiscutibles e incuestionables de esta época liberal. Tanto más interesante es constatar cómo ciertos puntos de vista políticos han sido despojados de toda validez para ser arrojados bajo las normatividades y el “ordenamiento” de la moral, el Derecho y la economía. Dado que, como ya fue señalado, en la concreta realidad de la existencia política no rigen las normativas y ordenamientos abstractos siendo que siempre y tan sólo personas o grupos concretos gobiernan a otras personas o grupos concretos, naturalmente también en esto, desde un punto de vista político, sucede que el “imperio” de la moral, el Derecho, la economía y la “norma” siempre tiene sólo un sentido político concreto.
1932, Carl Schmitt.
Desde sus mismos comienzos, el pensamiento liberal le hizo al Estado y a la política el reproche de la “violencia”. El reproche no hubiera pasado de ser uno de los tantos epítetos huecos de la disputa política si no se le hubiera dado un horizonte más amplio y una mayor fuerza persuasiva al relacionarlo con una gran construcción metafísica y una interpretación de la historia. El ilustrado Siglo XVIII veía ante si la clara y simple línea de un creciente progreso de la humanidad. Ese progreso debía estar formado, sobre todo, por un perfeccionamiento intelectual y moral de la humanidad. La línea se movía entre dos puntos; iba del fanatismo a la libertad y la mayoría de edad espiritual; del dogma a la crítica; de la superstición al esclarecimiento; de la oscuridad a la luz. En la primera mitad del Siglo XIX aparecen, en todo caso, construcciones triples, en especial la secuencia escalonada de Hegel (p. ej. comunidad natural — sociedad burguesa — Estado) y la famosa ley de los tres estadios de Comte (de la teología, pasando por la metafísica hasta la ciencia positiva). Sin embargo, a la trinidad le falta la potencia polémica de la antítesis binaria. Por eso, cuando la lucha comenzó de nuevo, luego de un tiempo de tranquilidad, cansancio e intentos de restauración, la simple contraposición binaria triunfó inmediatamente otra vez. Incluso en Alemania, en dónde de ningún modo tuvieron intención bélica, dualidades como señorío y corporación (en O. Gierke) o comunidad y sociedad (en F. Tönnies) desplazaron al esquema tripartito de Hegel. [53]
El ejemplo más notorio e históricamente eficaz lo constituye la antítesis formulada por Karl Marx entre burgueses y proletarios que busca concentrar todas las luchas de la Historia Universal en un único, final, combate contra el último enemigo de la humanidad, reuniendo a los muchos burgueses de la tierra, al igual que a los muchos proletarios, en dos unidades opuestas con lo que obtiene un tremendo agrupamiento del tipo amigo-enemigo. Pero, para el Siglo XIX, la fuerza persuasiva de este agrupamiento residía por sobre todo en que había conseguido perseguir al oponente liberal-burgués hasta el terreno económico obligándolo, por decirlo así, a combatir en su propio terreno y contra sus propias armas. Esto fue necesario porque, con el triunfo de la “Sociedad Industrial” el giro hacia lo económico ya había quedado decidido. Como fecha de este triunfo puede considerarse a 1814, el año en que Inglaterra triunfó sobre el imperialismo militar de Napoleón. Su teoría más simple y transparente sería la interpretación histórica de H. Spencer que ve a la historia de la humanidad como un desarrollo que parte de la sociedad militar-feudal para llegar a la sociedad industrial-comercial. Su primera pero al mismo tiempo completa manifestación documentada sería el tratado sobre “el espíritu del poder conquistador”, el esprit de conquête que Benjamin Constant, el inaugurador toda la intelectualidad liberal del Siglo XIX, publicó en el año 1814.
Lo decisivo aquí es la conexión existente entre la fe en el progreso — que en el Siglo XVIII todavía era principalmente humanitario-moral e intelectual, vale decir: “espiritual” — con el desarrollo económico-industrial-tecnológico del Siglo XIX. “La economía” se sintió portadora de estas magnitudes, de dimensiones muy complejas en realidad. Economía, comercio, industria, perfeccionamiento técnico, libertad y racionalización se consideraban como aliados y esencialmente pacíficos comparados con la violencia bélica, aún a pesar de sus arremetidas ofensivas en contra del feudalismo, la reacción y el Estado policial.
1932, Carl Schmitt.
En la citada obra de Benjamin Constant del año 1814 ya podemos encontrar el inventario completo de estas antítesis y sus posibles combinaciones. Allí se dice que: estamos en la época que necesariamente debe suplantar a las guerras con la misma necesidad que la época de las guerras debió preceder a la presente. Sigue luego la caracterización de ambas épocas: la una busca obtener los bienes necesarios para la vida mediante entendimientos pacíficos (obtenir de gré à grè), la otra mediante la guerra y la violencia. La segunda es “l’impulsion sauvage” mientras que la primera, por el contrario, es “le calcul civilisé”. Puesto que la guerra no puede conseguir las comodidades y el confort que nos brindan el comercio y la industria, las guerras ya no son beneficiosas y la guerra victoriosa es un mal negocio incluso para el vencedor. Aparte de ello, el enorme desarrollo de la tecnología bélica moderna (Constant menciona aquí especialmente a la artillería sobre la cual descansaba la superioridad tecnológica del ejército napoleónico) ha hecho que carezca de sentido el coraje personal, la exaltación bélica y todo lo que la guerra tenía de heroico y glorioso en épocas pasadas. Por lo tanto la guerra, al menos esta es la conclusión final de Constant, ha perdido tanto toda su utilidad como todo su encanto: “l’homme n’est plus entrainé à s’y livrer, ni par intérêt, ni par passion.” Antes los pueblos guerreros sojuzgaban a los pueblos comerciantes; hoy es a la inversa.
Desde entonces la extraordinariamente compleja coalición de economía, libertad, tecnología, ética y parlamentarismo ya hace rato que ha liquidado a sus oponentes constituidos por los restos de un Estado absolutista y una aristocracia feudal. Con ello ha perdido todo sentido actual. Ahora aparecen otros agrupamientos y coaliciones en su lugar. La economía ya no es eo ipso libertad; la tecnología no sirve solamente al confort sino igualmente a la producción de peligrosas armas y artefactos; su progreso no produce eo ipso aquél perfeccionamiento humanitario-moral que el Siglo XVIII se imaginaba como progreso y una racionalización tecnológica puede ser lo contrario de una racionalización económica. A pesar de ello, la atmósfera intelectual de Europa aún hasta el día de hoy permanece llena de esta interpretación histórica del Siglo XIX y, al menos hasta hace poco, sus fórmulas y conceptos mantenían una energía que parecía haber sobrevivido a la muerte del antiguo contrincante.
1932, Carl Schmitt.
Para esto, el mejor ejemplo de las últimas décadas lo constituyen las tesis de Franz Oppenheimer. Como objetivo, Oppenheimer proclama el “exterminio del Estado”. Su liberalismo es tan radical que no le otorga validez al Estado ni siquiera en calidad de burócrata armado. Al “exterminio” lo pone en acción inmediatamente a través de una definición cargada de valores y emotividades. A saber: el concepto del Estado debe estar determinado por el “medio político” y el concepto de la (esencialmente apolítica) sociedad por el “medio económico”. Sin embargo, los predicados con los cuales luego se define tanto el medio económico como el medio político, no son más que circunlocuciones de aquél pathos que oscilaba entre la ética y la economía para dirigirse contra la política y el Estado; además de antítesis polémicas desembozadas en las cuales se refleja la relación polémica que el Siglo XIX alemán tenía entre Estado y sociedad o política y economía. El medio económico es el intercambio; es reciprocidad de prestación y contraprestación, por lo tanto bilateralidad, igualdad, justicia y paz; por último es nada menos que el “espíritu corporativo de la concordia, la fraternidad y la justicia misma”. El medio político, por el contrario, es “la violencia conquistadora extra-económica”, robo, conquista y crimen de todo tipo. Subsiste un orden de valores referido a la relación entre el Estado y la sociedad pero, mientras la concepción estatal del Siglo XIX alemán sistematizada por Hegel construía un Estado como un imperio de la moralidad y de la razón objetiva muy por sobre el “imperio animal” de la sociedad “egoísta”, en Oppenheimer el orden de valores se halla invertido y la sociedad aparece como una esfera de la pacífica justicia colocada infinitamente por sobre el Estado al cual se lo degrada convirtiéndolo en una región de violenta inmoralidad. Los papeles se hallan intercambiados, la apoteosis se ha mantenido. Sin embargo, en realidad no deja de ser improcedente y no es correcto, ni moral, ni psicológica ni mucho menos científicamente, establecer definiciones por simples descalificaciones morales y proceder a contraponer al bueno, justo, pacífico, en una palabra: simpático intercambio con la salvaje, ladrona y criminal política. Con métodos como ésos uno podría definir, a la inversa y con la misma facilidad, a la política como la esfera de la lucha honesta y a la economía como un mundo de estafas. Al fin y al cabo la relación de la política con el robo y la violencia no es más específica que la de la economía con la astucia y el engaño. Trocar y trucar frecuentemente están muy cerca. [54].
1932, Carl Schmitt.
Un poder sobre seres humanos basado sobre fundamentos económicos, justamente si se mantiene apolítico sustrayéndose a toda responsabilidad y visibilidad políticas, tiene que aparecer como una tremenda estafa. El concepto del intercambio de ningún modo excluye conceptualmente que alguno de los partícipes sufra un perjuicio o que un sistema de contratos bilaterales se convierta en un sistema de la peor explotación y opresión. Cuando los explotados y oprimidos en una situación semejante se dispongan a defenderse, obviamente no podrán hacerlo con medios económicos. Y es igualmente obvio que, luego, los dueños del poder económico tratarán de impedirlo y catalogarán como violencia y crimen a todo intento de producir un cambio “extra-económico” en su posición de poder. Sólo que con ello se cae esa construcción ideal de una sociedad eo ipso pacífica y justa por estar basada sobre el intercambio y los contratos bilaterales. Desgraciadamente también los usureros y los extorsionadores invocan la intangibilidad de los contratos y el principio de pacta sunt servanda. La esfera del intercambio tiene sus propios estrechos límites y su ámbito específico, y no todas las cosas tienen un valor de intercambio. Por ejemplo, no existe un equivalente justo para la libertad política ni para la independiencia política, sea cual fuere el monto del soborno.
Con el auxilio de definiciones y construcciones similares, que al fin y al cabo solamente giran alrededor de la polaridad existente entre ética y economía, no se puede exterminar al Estado y a la política, ni tampoco se puede despolitizar al mundo. Que las contraposiciones económicas se hayan vuelto políticas y que el concepto de “posición de poderío económico” haya podido surgir, sólo demuestra que el punto de lo político puede ser alcanzado desde lo económico, al igual que desde cualquier área objetiva. Bajo esta impresión es que surgió la tantas veces citada frase de Walther Rathenau en el sentido de que hoy en día el destino no es la política sino la economía.
Más correcto sería decir que hoy, como siempre, la política sigue siendo el destino y sólo sucede que la economía se ha convertido en algo político con lo cual ha devenido en “destino”. Por ello también sería falso creer (como sostuvo Josef Schlumpeter en su Soziologie des Imperialismus [Sociología del Imperialismo] en 1919) que una posición conquistada con la ayuda de una supremacía económica es “esencialmente no-bélica”. No bélica de un modo esencial, y específicamente por la esencia misma de la ideología liberal, es solamente la terminología. Un imperialismo de base económica buscará naturalmente establecer sobre el planeta un estado de cosas en el cual podrá aplicar sin restricciones y con éxito sus medios de poder económico tales como bloqueo de créditos, bloqueo de materias primas, destrucción de divisas extranjeras etc. Considerará como “violencia extra-económica” a todo intento, realizado por parte de un pueblo o de alguna otra agrupación humana, de sustraerse a las consecuencias de estos métodos “pacíficos”. Utilizará incluso medios coercitivos aún más duros — pero siempre todavía “económicos” y, por lo tanto (según esta terminología) apolíticos y pacíficos — como, por ejemplo, los que enumeran las “directivas” para la implementación del Art.16 de la Sociedad de las Naciones (Número 14 de la resolución de la Asamblea de la Sociedad de las Naciones de 1921): suspensión de la provisión de alimentos a la población civil y bloqueo por hambre. Por último, dispone todavía de medios tecnológicos de muerte violenta, de armas modernas técnicamente perfeccionadas que, gracias a una inversión de capital e inteligencia, se ha hecho tan increíblemente utilizables precisamente para que puedan ser realmente utilizadas. Para el empleo de estos medios se ha formado en todo caso un nuevo vocabulario, esencialmente pacífico, que ya no conoce la guerra sino solamente ejecuciones, sanciones, expediciones punitivas, pacificaciones, defensa de tratados, policía internacional y medidas para garantizar la paz. Al oponente ya no se lo llama enemigo pero, en contrapartida, se lo coloca hors-la-loi y hors l’humanité en calidad de violador de la paz o amenaza contra la paz, y una guerra llevada a cabo para el mantenimiento o la expansión de posiciones de poder económicas tiene que ser convertida, con gran inversión de propaganda, en “cruzada” y en “la última guerra de la humanidad”. Así lo exige la polaridad entre ética y economía. En todo caso, queda al descubierto en ella una sorprendente sistematicidad y coherencia, pero también este sistema supuestamente apolítico y aparentemente hasta antipolítico sirve a agrupamientos del tipo amigo-enemigo, ya sea a existentes o a nuevos, y no puede escapar de la consecuencialidad de lo político.
1932, Carl Schmitt.
Quien quiera seguir disfrutando del pensamiento de Carl Schmitt que no dude en leer sus obras, este párrafos anteriores son de : “El Concepto de lo Político” ; en concreto de parte del capitulo VIII.
Para los incautos que quieran “disfrutar” del amigo de DeElea:
Carl Schmitt (Plettenberg, Prusia, Imperio Alemán; 11 de julio de 1888 – ibídem, 7 de abril de 1985) fue un juspublicista y filósofo jurídico alemán fascista. Adscrito a la escuela del llamado Realismo político, lo mismo que a la teoría del orden jurídico.
Pensamiento
Schmitt fue uno de los principales ideólogos del Movimiento Revolucionario Conservador de Alemania. Su teorización se basa sobre la necesidad de instaurar un poder de «decisión» adecuado que termine con la guerra interna, cosa que no es posible en un Estado liberal, en el cual no se puede justificar la exigencia del sacrificio de la vida en favor de la unidad política.
Schmitt concibe la «acción política» como «decisión» que debe tener la talla de producir un «mito» que comprometa a los individuos: tal «producción» solo puede resultar de la guerra. El Estado ya no es el portador del monopolio político, pues se ha visto reducido en importancia a tan solo una «asociación» más y que no se encuentra por encima de la sociedad.
Schmitt propone una pluralidad, con el Estado como comunidad suprema y más intensa. Concibe la idea de «comunidad» con «personas esencialmente ligadas» y no una sociedad de «personas esencialmente separadas».
Esa «comunidad» es la que puede llevar a superar la degradación que al Estado ha producido el liberalismo que, con su negación de la política, le ha convertido en un «sirviente burocrático armado». Su rechazo a las democracias parlamentarias pluralistas, en cuanto incapaces de controlar los nuevos potenciales surgidos de la socialización creciente del siglo XX, le hacen optar por la dictadura como forma de gobierno.
Y cómo no, ahí esta DeElea:
Estado total
Para Schmitt la democracia es entendida a partir del concepto de «Estado total». El Estado total es aquel que ha superado el momento liberal. Es un Estado fuerte, que se inmiscuye en todas las esferas de la vida en sociedad. En la democracia, para Schmitt, todo es político.
En este marco, se entienden sus críticas al liberalismo, al parlamento como institución y al parlamentarismo como forma de gobierno. La democracia para él no requiere del voto secreto (pues la política se hace en el espacio público). Por el contrario es la acclamatio, la elección a viva voz y en masa, la que le resulta compatible con su idea de democracia. La democracia es directa: no hay representantes, ni elecciones. La representación necesariamente mediatiza la inmediatez de la voluntad popular, haciéndola, en definitiva, desaparecer.
Tampoco admite la idea de pluralismo, ya que sostiene que a la democracia le es propia la homogeneidad, por lo que la unanimidad es el carácter propio de esta democracia. Las diferencias serán entonces excluidas o eliminadas al interior de la unidad política.
http://es.wikipedia.org/wiki/Carl_Schmitt
DeElea en Estado puro, y nunca mejor dicho. Un Estado que nos gobierne a todos, militarista y totaliatrio de los mejores, de la élite ¿Qué élite? Pues los mejores, los más patriotas, los más católicos, los más de lo más.
Esto es realmente muy fuerte, lo que en el fondo estos tipejos, que son los que dominan el mundo (especialmente el económico, que hoy lo es todo), están proponiendo es la disolución de las naciones y los pueblos de Europa en una suerte de multiculturalismo progre y femiprogre que no es otra cosa que su destrucción, o la destrucción de su naturaleza y esencia. Como no despertemos en poco tiempo dormiremos para siempre:
http://www.bbc.co.uk/news/uk-politics-18519395
No se preocupen. Todo se arregla con un SuperEstado fuerte y supremo (a ser posible ultracatólico y tradicionalista) que nos gobierne a todos con mano firme y nos dicte lo que debemos hacer y lo que no. Por eso yo no veo diferencia entre los mamotretos que nos pone DeElea de sus lecturas de cabecera y los superestatales multiculturales del enlace de la BBC. ¿Pero por qué le parecerá mal lo que dicen si es lo mismo que propone él con diferentes colores?
Yo sólo conozco una palabra para aquellos que sufriendo, aún disfrutan del dolor: MASOQUISMO. Si tan mal lo pasan aquí, nadie les hace caso y esto es un rebaño que no merece la pena…¿Qué coj. hacen aquí defecando? También puede tener explicación si nos vamos a la teoría de la ESTUPIDEZ. Todo puede ser. Más bien sería una simbiosis de las dos.
A Calvotelo:
Quedamos yo y muchos otros…
en silencio
en la escucha
en la espera.
La educación. La educación es lo primero, lo más importante. Educar en libertad y en amor a España. Como decía Federico Bordejé en sus cartas a unos muchachos españoles, hay que amar a España, a su historia, como un bloque. Pero para amarla hay que conocerla, sin tabúes, sin avergonzarnos de nada. Nada, por otra parte, que no ocurra con el amor a cualquier persona. ¿Quién no conoce los defectos de sus padres, de su cónyuge o de sus hijos? ¿Los deja por ello de querer? ¿No tenemos acaso todos defectos? ¿Hay alguna nación que pueda lucir lustrosa una historia inmaculada? Fijaos qué curioso. El otro día decía un articulista en un periódico que si España organizara una ceremonia inaugural similar a la de Londres, al sacar a relucir el descubrimiento y conquista de América, ¿cómo podría hacerlo sin sentir vergüenza por aquel genocidio? Y sin embargo los ingleses sacan pecho por una revolución industrial que supuso para centenares de miles o millones de ingleses una corta y horrible vida en condiciones similares a los de los esclavos romanos en Las Médulas. Aquí las aulas están vacías y, mientras, en hispanoamérica centenares de niños con mucho talento que darían lo que fuera por una oportunidad para estudiar se pierden por el sumidero de su propia pobreza. Hay que empezar a tender lazos ¡Ya! ¡¡VIVA AMERCIA Y VIVA ESPAÑA!!…
Excelente reflexión, señor Moa. Leí hace un tiempo “El paraíso políglota” de Lodares, y si bien contiene reflexiones interesantes y desmitificadoras de los nacionalismos periféricos, promueve una idea de fondo totalmente abyecta: que la lengua es irrelevante en todo lo que no sea comunicarse con el mayor número de personas.
El tal Goligorsky es uno de esos “liberales” que uno siempre se encuentra por LD, lacayos de lo anglosajón y idealizadores de esa cultura. Como Rallo y los “austriacos” que sacralizan el mercado por encima de todas las cosas. ¿Que a la gente no le interesa aprender español? Pues adelante hombre, aplaudimos su extinción con las orejas en aras de la sacrosanta libertad individual. Patético.
Como usted ya bien dijo, una lengua es mucho más que un instrumento de comunicación. Una cosa es que el planteamiento herdiano una lengua=una nación en el que se basan vasquistas y catalanistas sea discutible, o al menos una de las múltiples opciones de configuración nacional (la historia compartida, la religión, etc serían otras, como lo atestigua Suiza), y otra, que el idioma carezca de una connotación identitaria muy notable que no se puede soslayar.
A mí la inmersión lingüística en Cataluña no me parece mal per se, porque el catalán es una de nuestras lenguas. El problema es que el castellano queda con muy pocas horas y, sobre todo, que lo que se pretende no es únicamente la conservación de la lengua catalana, sino la construcción de una nación distinta y separada de la española. Pero en ningún caso se pueden cersurar los intentos de conservar el vasco o el catalán, (o el asturiano y las fablas aragonesas, en situación mucho más precaria) a no ser que tampoco importe que a largo plazo el español también desaparezca o quede en una situación marginal. Creo que los catalanistas sí tienen razón cuando se quejan de que en el resto de España se desprecia su lengua, no sé si por prepotencia o simple mala leche, y lo encuentro lamentable. Es la misma actitud del señorito yanqui que farfulla español con el servicio, como aquel infame “amigouu” de Bush a Zapatero.
La inmersión lingüística es un proceso en virtud del cual el español queda reducido a la mínima expresión. Sólo se puede hablar a nivel coloquial o en casa con la familia. Por sí sólo esto ya sería motivo para la intervención del Estado… siempre que el Estado fuese español, y no estuviese infestado de traidores…
En el resto del Estado no se desprecia el catalán. Lo que ocurre es que los catalanes nos pensamos que todo el mundo no tiene otra cosa mejor que hacer que pensar en nosotros. Nos damos demasiada importancia. Si los catalanes (los que han usurpado los órganos de gobierno en nombre de los oligarcas de la tierra) respetasen a España como deben, o sea, se respetasen a sí mismos, nadie pondría ningún pero ni al catalán ni a Cristo bendito. El problema es el provincianismo que se apoderado de Cataluña, porque la Oligarquía catalana cree que le beneficia. Ni más más ni más menos…
En cuanto al País Vasco, es una Comunidad Autónoma cuyo ideología política es “nazi” (nada menos). Naturalmente porque el Estado lo consiente. Algo de “nazi” tendrá el Estado (Central) cuando lo permite, amén de que como dije antes, se caracteriza por estar infestado de traidores…
En virtud de ese régimen político “nazi” han impuesto una lengua de pastores, que no hablaba ni el 1% de la población, como impone las cosas un régimen de ese estilo, mediante los asesinatos, el miedo… en definitiva el terror. Todo consentido por el Estado Central…
Y algunos todavía dicen que España es una democracia imperfecta. Y acusan a los demás de decir tonterías…
Tanto en Cataluña como sobre todo en el País Vasco, no sólo se han asesinado a muchísimas personas sino que además han propiciado el auto-exilio en masa sin que el Estado haya hecho nada por esas personas cuyas vidas han sido destrozadas. Aunque espero que se hayan rehecho en sus nuevo lugares de residencia. Se han ido, los que han podido, muchos no se han podido marchar y tienen que vivir como se vive en un régimen nazi, con miedo. Con miedo y marginados. Porque lo importante en regímenes nacionalistas es que tan nacionalista eres. No importa si matas, robas, violas o eres un déspota con tus empleados. Mientras seas nacionalistas, “cap problema”. Pero si eres un hombre digno que ama a su Patria, eres un marginado de esas sociedades, y eso mientras calles y no te soliviantes demasiado, sino atente a las consecuencias. Esto ocurre en España en el siglo XXI…
Por cierto, nosotros con nuestro voto, estamos legitimado el régimen que consiente todo esto…
A mí no me parece que el problema sea tan complicado. Sencillamente, España no sabe para qué está en el mundo. Y así las cosas, es lógico que algunos se quieran levantar por la mañana pensando que forman parte de un proyecto ilusionante. Y eso es lo que piensan de su proyecto los nacionalistas. A fin de cuentas, covertido un estado en un simple marco de convivencia sin más deseos por parte de los que en él habitan que llenar la panza y vivir la vida, en realidad, qué más da que ese estado siga subsistiendo o desaparazca al dividirse en tres o cuatro. Qué más da un marco de convivencia que unos cuantos. Algunos prefieren, antes que formar parte de un cuerpo insulso y mortecino, que ese cuerpo muera y así formar parte de los vigorosos gusanos que salen después. Pero ¿qué harían los vascos si España vuelve, renovada y con un proyecto propio, fundado en nuestras raices, a hacer las Américas? ¿Rehusarían pilotar las naves? ¿Seguirían mirándose al ombligo? ¿Qué haría cataluña? ¿Optaría por codearse con Bélgica, Austria o Irlanda en enjundia internacional o, por el contrario se sumaría a un proyecto superior? ¿A qué tiende el alma de lesos hombres, a enterrar su talento en el suelo o invertilo?
¡Hombre! Llamar ilusionante a un proyecto que ha causado tantas víctimas en todos los sentidos, me parece que es un precio demasiado alto, y que demuestra la catadura moral de quienes lo llevan a cabo, o lo apoyan de alguna manera. Hace falta tener muy poca humanidad, ser muy egoísta, y un desalmado en definitiva. No tiene ni justificación, ni perdón de Dios (es sólo una expresión) quien esté detrás de ello. Que además en el caso de Cataluña es la oligarquía catalana (la madre del cordero), algo malo por separado, cada oligarca, pero en conjunto, algo verdaderamente despreciable…
Por otro lado si España está en crisis será porque el Estado está lleno de traidores, lo dije antes. Como van a saber para que está España en el mundo si no la quieren. Hasta se avergüenzan de ella. Pero en el fondo, todos somos responsables porque lo estamos consintiendo, legitimando y haciendo como que no pasa nada. Pero no duden que esto lo pagaremos muy caro. Nada sale gratis en la vida…
Todo esto empezó siendo yo muy joven. Y sobre todo muy ignorante, bastante más que ahora. Sobre principios de los 80′. Trabajaba en una farmacia y de repente la dueña dijo que debía de aprender catalán. Era un ultimátum, lanzado con suavidad, eso sí, pero ultimátum al fin. O sea, yo español, estando en España, debía expresarme en otro idioma si quería trabajar. Esto no tiene parangón. Quizá en relatos bíblicos, cuando el pueblo judío fue esclavizado en Babilonia, o algo parecido. Es que es muy fuerte, como se dice hoy en día. Y es un crimen atroz. La gente no se puede hacer una idea del daño que puede producir algo como eso…
Hasta entonces no había habido ningún problema. Cada quien hablaba en su lengua materna, y cuando debíamos alternar en sociedad hablábamos en español. Como también se hablaba y se escribía en español en los lugares públicos e incluso privados. Normal, siendo que estábamos en España. En realidad los catalano parlantes eran minoría, bastante minoría, pero sin llegar a los niveles del País Vasco, que por cierto, hasta el nombre del idioma es ofensivo. Hace tiempo conté la anécdota de mi madre que se comunicaba con algunas “amigas” hablando ella español, y ellas catalán, pero sin ánimo de imponerse la una a la otra, no se daban cuenta, y lo habían tomado por costumbre…
Fue a partir de lo que cuento arriba cuando vinieron los problemas. Desdeluego jamás debía haber cedido al chantaje. Pero era un crío y muy ignorante como digo. Con lo que sé hoy, le tiro la bata blanca a la cara a la farmacéutica. Pero en fin, ya ha pasado, pero no está olvidado. Nunca olvidaré personalmente lo que acabo de contar…
Eso sí, si volviera atrás en el tiempo, le tiraría la bata blanca a la cara a la farmacéutica, y me hubiese negado a aprender catalán… pero no lo duden, hubiese tenido que salir de Cataluña… quizá no entonces, porque hubiese podido otro trabajo a donde no hubiese llegado la inmersión de los cojones, pero tarde o temprano exiliado en mi propio país…
Muy bien dicho, patas arriba.
Le comunico, malpharus, que el gobierno de Baleares está tomando algunas buenas medidas de signo contrario. Mahón vuelve a llamarase oficialmente Mahón y vuelve la opción de idioma en la escuela obligada este año. Pero la sociedad en sí está apática, les da igual todo, por lo que dice patasarriba, porque España, ¿para qué?
http://elblogdekufisto.blogspot.com.es/2012/08/enciende-una-cerilla.html
Saludos, amigos.
El Liberalismo es uno de los más importantes subproductos del Racionalismo y sus orígenes e ideología deben ser claramente expuestos.
El período de “Ilustración” de la historia Occidental que se inició después de la Contra-Reforma, según iba desarrollándose, puso cada vez más énfasis en el intelecto, la razón y la lógica. A mediados del siglo XVIII esta tendencia produjo el Racionalismo. El Racionalismo consideraba todos los valores espirituales como sujetos suyos y procedió a evaluarlos desde el punto de vista de la razón. La lógica inorgánica es la facultad que los hombres han utilizado siempre para resolver problemas de matemáticas, ingeniería, transporte, física y en otras situaciones no evaluables. Su insistencia en la identidad y el rechazo de la contradicción son útiles en actividades materiales. También producen satisfacción material en asuntos de pensamiento puramente abstracto, como las matemáticas y la lógica, pero si se llevan demasiado lejos se convierten en meras técnicas, simples presunciones cuya única justificación es empírica. El fin del Racionalismo es el Pragmatismo, el suicidio de la Razón.
Esta adaptación de la razón a los problemas materiales es la causa de que todos los problemas se conviertan en mecánicos cuando son analizados a “la luz de la razón”, sin ningún aditamento místico de pensamiento o tendencia de ninguna clase. Descartes estudió a los animales como si fueran autómatas, y aproximadamente una generación más tarde, el mismo hombre era racionalizado como un autómata, o, igualmente como un animal. Los organismos se convirtieron en problemas de química y física, y los organismos suprapersonales simplemente dejaron de existir, pues no pueden ser sometidos a la razón al no ser visibles ni mensurables. Newton proporcionó al universo de las estrellas una fuerza no espiritual auto-regulada; el siguiente siglo arrebató el espíritu al hombre, a su historia, y a sus asuntos.
La razón detesta lo inexplicable, lo misterioso, la media luz. En un problema práctico de maquinaria o de construcción de buques, uno debe sentir que todos los factores se encuentran bajo su conocimiento y control. Nada debe quedar fuera de previsión y control. El Racionalismo, que es el sentimiento de que todo está sujeto a la razón y es explicable por ésta, rechaza todo lo que no es visible ni calculable. Si una cosa no puede ser verdaderamente calculada, la Razón meramente dice que los factores son tan numerosos y complicados que el cálculo es imposible desde un punto de vista práctico, pero no lo hace imposible desde un punto de vista teórico. Así, la Razón tiene también su Voluntad de Poder; lo que no se somete a ella es declarado recalcitrante, o su existencia es simplemente negada.
Cuando volvió su mirada hacia la Historia, el Racionalismo creyó ver en ella una tendencia hacia la Razón. El Hombre “emergía” durante varios milenios, luego “progresaba” desde la barbarie y el fanatismo hasta la Ilustración, desde la “superstición” hasta la “ciencia”, desde la violencia hasta la “razón”, desde el dogma hasta la crítica, desde la oscuridad hasta la luz. Ya no más cosas invisibles, no más espíritu, no más alma, no más Dios, no más Iglesia y Estado. Los dos polos del pensamiento son “el individuo” y “la humanidad”. Todo lo que los separe es “irracional”.
1948, FRANCIS PARKER YOCKEY
Esa costumbre de llamar irracionales a las cosas es, de hecho, correcta. El Racionalismo debe mecanizarlo todo, y lo que no puede ser mecanizado es, por necesidad, irracional. Así, toda la Historia se convierte en irracional: sus crónicas, sus procesos, su fuerza secreta, el Destino. El mismo Racionalismo, como subproducto de una cierta etapa en el desarrollo de una Gran Cultura, es también irracional. Por qué el Racionalismo sigue una fase espiritual, por qué ejercita su breve predominio, por qué se desvanece una vez más dentro de la religión… esas preguntas son históricas, luego irracionales.
El Liberalismo es Racionalismo en política. Rechaza al Estado como organismo y solamente puede concebirlo como resultado de un contrato entre individuos. El objeto de la Vida no tiene nada que ver con los Estados, ya que estos no tienen una existencia independiente. Así la “felicidad” del individuo llega a ser el objeto de la Vida. Bentham formuló esta idea colectivizándola de la manera más vasta posible, con la frase “la mayor felicidad para el mayor número”. Si un rebaño de ovejas pudiera hablar, utilizaría este eslogan contra los lobos. Para la mayoría de humanos, que no son más que material para la Historia y no actores en el escenario de la misma, “felicidad” significa bienestar económico. La Razón es cuantitativa, no cualitativa, y así convierte al hombre medio en “el Hombre”. El “Hombre” es algo que necesita alimentos, vestidos, hogar, vida social y familiar, y ratos libres. La Política, a veces, exige el sacrificio de la vida por cosas invisibles. Esto va “contra la felicidad” y no debe existir. La Economía, en cambio, no va “contra la felicidad” sino que casi coincide con ella. La Religión y la Iglesia desean interpretar la totalidad de la vida basándose en cosas invisibles, militando, de esta manera, contra la “felicidad”. La ética social, por otra parte, asegura el orden económico, promocionando, así, la “felicidad”.
Aquí, el Liberalismo encuentra sus dos polos de pensamiento: la economía y la ética. Corresponden al individuo y a la humanidad. La ética, naturalmente, es puramente social, materialista. Si la vieja ética se conserva, sus antiguos fundamentos metafísicos se abandonan y se promulga como un imperativo social, no religioso. La ética es necesaria para mantener el orden necesario como marco para la actividad económica. Dentro de ese marco, no obstante, el “individuo” debe ser “libre”. Este es el gran grito del Liberalismo: “¡Libertad!”. El hombre no es más que sí mismo, y no está ligado a nada, excepto por propia elección. Así “la sociedad” es la “libre” asociación de hombres y grupos. Por consiguiente el Estado es contrario a la Libertad, es obligación, es violencia. La Iglesia es esclavitud espiritual.
Todas las cosas en el terreno espiritual fueron transmutadas por el Liberalismo. La guerra fue transformada, ya en una competición vista desde el polo económico, ya en una diferencia ideológica, vista desde el polo ético. En vez de la mística alternativa rítmica de la guerra y la paz, sólo ve la concurrencia perpetua de la competencia o el contraste ideológico, que en ningún caso puede devenir en hostil o sangriento. Desde un punto de vista ético, el Estado se convierte en sociedad o humanidad; desde el económico, en un sistema de producción y comercio. La voluntad de cumplir una finalidad Política se transforma en la realización de un programa de “ideales sociales” en el plano ético, y de cálculo en el plano económico. Eticamente hablando, el Poder se convierte en Propaganda, y en reglamento, hablando económicamente.
La más pura expresión de la doctrina del Liberalismo fue probablemente la de Benjamín Constant. En 1814 publicó sus ideas sobre el “progreso” del “hombre”. Consideró a la Ilustración del siglo XVIII con sus tendencias intelectuales e humanitarias como los simples preliminares de la verdadera liberación, la del siglo XIX. La Economía, la industria y la Técnica representaban los “medios” de la libertad. El Racionalismo era el aliado natural de esa tendencia. Feudalismo, Reacción, Guerra, Violencia, Estado, Política, Autoridad… todo fue superado por la nueva idea, suplantado por la Razón, la Economía, la Libertad, el Progreso y el Parlamentarismo. La Guerra, al ser violenta y brutal era irracional, y fue reemplazada por el Comercio, que es inteligente y civilizado. La Guerra es condenada desde todos los puntos de vista: económicamente hablando es una derrota, incluso para el vencedor. Las nuevas técnicas bélicas — la artillería — convierten al heroísmo personal en algo sin sentido, y así el encanto y la gloria de la guerra se van del brazo de su utilidad económica. En tiempos pretéritos, los pueblos belicosos subyugaban a los pueblos mercantiles, pero esto ya no sucedía así. Ahora los pueblos mercantiles emergían como los dueños de la Tierra.
Un momento de reflexión demuestra que el Liberalismo es enteramente negativo. No es una fuerza formativa sino siempre, y exclusivamente, una fuerza desintegradora. Desea destronar a las autoridades gemelas de la Iglesia y el Estado, substituyéndolas por la libertad económica y la ética social. Sucede que las realidades orgánicas no permiten más que dos alternativas: o bien el organismo es fiel a sí mismo, o bien cae enfermo, es distorsionado y se convierte en presa para otros organismos. Así, la polaridad natural de dirigentes y dirigidos no puede ser abolida sin aniquilar el organismo. El Liberalismo nunca tuvo un éxito total en su lucha contra el Estado, a pesar del hecho de que se comprometió en actividades políticas a lo largo de todo el siglo XIX en alianzas con toda clase de fuerzas desintregradoras del Estado. Así, hubo Nacional-Liberales, Social-Liberales, Libres Conservadores, Liberal-Católicos. Incluso se aliaron con la democracia, que no es Liberal, sino irresistiblemente autoritaria cuando está en el poder. Simpatizaron con los anarquistas cuando las fuerzas de la Autoridad intentaron defenderse contra ellos.
En el siglo XX el Liberalismo se alió con el Bolchevismo en España, y los Liberales europeos y americanos simpatizaron con los bolcheviques rusos.
El Liberalismo sólo puede ser definido negativamente. Es una mera crítica, no una idea viva. Su gran palabra “libertad” es una negación: de hecho, significa libertad contra la autoridad, es decir, desintegración del organismo. En sus últimas consecuencias produce atomismo social, en el cual no solamente es combatida la autoridad del Estado, sino incluso la autoridad de la sociedad y la familia. El divorcio tiene el mismo rango que el matrimonio, los hijos que los padres. Este constante pensamiento negativo engendró activistas políticos como Marx, Lorenz von Stein y Ferdinand Lasalle que, para desesperación de los Liberales, utilizaron el Liberalismo como vehículo político. Sus actitudes fueron siempre contradictorias, siempre en busca de un compromiso. Siempre buscó lanzar a la democracia contra la monarquía, a los empresarios contra los obreros manuales, al Estado contra la Sociedad al poder legislativo contra el judicial. En una crisis, el Liberalismo como tal nunca apareció. Los Liberales se pusieron siempre a uno u otro lado de una contienda revolucionaria, según la consistencia de su Liberalismo y su grado de hostilidad hacia la autoridad.
De manera que el Liberalismo en acción fue exactamente tan político como cualquier Estado. Obedeció a la necesidad orgánica por sus alianzas políticas con grupos e ideas no-liberales. A pesar de su teoría del individualismo — que lógicamente excluiría la posibilidad de que un hombre o un grupo pidiera a otro hombre o grupo el sacrifico o el riesgo de su vida — apoyó ideas “anti-liberales” como la Democracia, el Socialismo, el Bolchevismo, el Anarquismo, todas las cuales exigen el sacrificio de la vida.
1948, FRANCIS PARKER
Partiendo de su antropología de la verdad básica de la naturaleza humana en general, el Racionalismo engendró el Enciclopedismo del siglo XVIII, la Francmasoneria, la Democracia y el Anarquismo, así como el Liberalismo, cada uno con sus diversas variantes. Cada uno desempeñó su papel en la historia del siglo XIX y, a causa de la distorsión crítica de toda la Civilización Occidental motivada por las dos primeras Guerras Mundiales, incluso en el siglo XX, donde el Racionalismo se encuentra grotescamente fuera de lugar, lentamente se transformó en Irracionalismo. El cadáver del Liberalismo no había sido aún enterrado a mediados del siglo XX. Por consiguiente, todavía es preciso diagnosticar la seria enfermedad de la Civilización Occidental como Liberalismo complicado con envenenamiento extranjero.
Desde el momento en que el Liberalismo considera a la mayoría de los hombres como razonables o buenos, se deduce que deberían ser libres para hacer lo que quisieran. Como no existe ninguna unidad superior a la cual se sientan ligados y cuya vida supra-personal domine las vidas de los individuos, todo campo de la actividad humana sólo se sirve a sí mismo — siempre y cuando no desee convertirse en autoritario — y permanece dentro del marco de la “sociedad”. Así, el Arte deviene “el Arte por el Arte; l´Art pour l´Art. Todas las zonas del pensamiento y la acción devienen igualmente autónomas. La Religión se convierte en mera disciplina social, ya que trascender ese concepto significa asumir autoridad. La Ciencia, la Filosofía, la Educación, sólo existen para sí mismas, no están sujetas a nada más elevado. La Literatura y la Técnica poseen idéntica autonomía. La función del Estado consiste simplemente en protegerlas mediante patentes y derechos de autor. Pero, por encima de todo, la Economía y el Derecho son independientes de la autoridad orgánica, es decir, de la política.
Los lectores del siglo XXI encontrarán difícil de creer que una vez prevaleció la idea de que cada uno debiera ser libre para hacer lo que quisiera en asuntos económicos, aunque su actividad personal causara el hambre de centenares de miles de personas, la devastación de campos y zonas mineras y el debilitamiento del poder del organismo; que fue posible que un individuo se levantara por encima de la débil autoridad pública y dominara, por medios privados, los pensamientos más recónditos de poblaciones enteras, por su control de la prensa, la radio y el drama mecanizado.
Todavía les resultará más difícil que tal persona pudiera recabar y obtener el apoyo de la Ley para materializar su voluntad destructiva. Así, un usurero puede, a mediados del siglo XX, invocar con éxito la ayuda de la Ley para desposeer de su propiedad a campesinos y granjeros. Es difícil de imaginar qué daño mayor podría infringir un individuo a un organismo político que convertir la tierra en polvo según la frase del gran Freiherr von Stein.
Pero todo esto se deducía inevitablemente de la idea de la independencia de la Economía y el Derecho respecto de la autoridad política. No hay nada más elevado, no hay Estado; sólo hay individuos, unos contra otros. Es perfectamente natural que los individuos económicamente más astutos acumulen en sus manos la mayor parte de la riqueza. Pero, si son auténticos Liberales, no querrán que la autoridad acompañe a esa riqueza, pues la autoridad presenta dos aspectos: poder y responsabilidad. El individualismo, psicológicamente hablando, es egoísmo. “Felicidad” es Egoísmo. Rousseau, el abuelo del Liberalismo fue un verdadero individualista, y mandó a sus cinco hijos al asilo de niños expósitos.
El Derecho, como campo del pensamiento y la conducta humanas, tiene tanta independencia, y también tanta dependencia como cualquier otro campo. Dentro de su marco orgánico es libre para pensar, idear y organizar su material. Pero, igual que otras formas de pensamiento, puede ser enrolado al servicio de ideas externas. Así, el Derecho, que fue originariamente el sistema de codificar y mantener la paz interna del organismo mediante la conservación del orden y la prevención de disputas privadas, fue transmutado por el pensamiento Liberal en un sistema para mantener el desorden interno y permitir a individuos económicamente fuertes liquidar a los más débiles. A esto se le llamó “el gobierno de la Ley”, el “Estado Legal” la “independencia del poder judicial”. La idea de utilizar la Ley [32] para convertir en sacrosanto un determinado estado de cosas no fue una invención del Liberalismo. Ya en tiempos de Hobbes otros grupos lo intentaron, pero la incorruptible mente de Hobbes patentizó con la máxima claridad que el gobierno de la Ley significaba el gobierno de los que determinan y administran la Ley, que el gobierno de un “orden más elevado” es una frase vacía, y sólo recibe contenido a través del gobierno concreto de determinados hombres y grupos sobre un orden más bajo.
Esto era pensamiento político, cuya finalidad es la distribución y el movimiento del poder. También es política denunciar la hipocresía, la inmoralidad y el cinismo del usurero que imprudentemente exige el gobierno de una Ley que significa riqueza para él y pobreza para millones de personas; y todo ello en el nombre de algo más elevado, con validez sobrehumana. Cuando la Autoridad resurge contra las fuerzas del Racionalismo y la Economía procede a demostrar que el complejo de ideales trascendentales con que el Liberalismo se equipó a sí mismo es tan válido como el Legitimismo de la era de la Monarquía Absoluta, y nada más. Los monarcas eran los más fuertes protagonistas del Legitimismo, así como los financistas lo fueron del Liberalismo. Pero el monarca estaba ligado al organismo enteramente y durante toda su vida; era orgánicamente responsable incluso donde no lo era de hecho. Tal fue el caso de Luis XVI y Carlos I. Incontables monarcas y gobernantes absolutos han debido enfrentarse con su responsabilidad simbólica. En cambio, el financista sólo tiene poder pero no responsabilidad, ni siquiera simbólica, porque, por lo general, hasta su nombre es desconocido. La Historia, el Destino la continuidad orgánica, la Fama, ejercen su poderosa influencia sobre un gobernante político absoluto, y, además su posición le coloca enteramente aparte de la esfera de la baja corruptibilidad. El financista, en cambio, es privado, anónimo, puramente económico, irresponsable. No puede ser altruista en nada; toda su existencia es la apoteosis del egoísmo. No piensa en la Historia, en la Fama, en la continuidad de la vida del organismo, en el Destino, y, además, es eminentemente corruptible por medios viles, ya que su deseo principal es el dinero; dinero y más dinero.
En su contienda contra la Autoridad, el financista Liberal desplegó una teoría según la cual el poder corrompe a los hombres. Sin embargo, lo que los corrompe es la vasta riqueza anónima, toda vez que en la misma no hay limitaciones supranacionales, tales como poner al verdadero estadista completamente al servicio del organismo político, y colocarle por encima de la corrupción.
Fue precisamente en el terreno de la Economía y el Derecho donde la doctrina Liberal produjo los más destructivos efectos sobre la salud de la Civilización Occidental. No importó mucho que la Estética se independizara, ya que la única forma artística en Occidente que todavía tenía un futuro, la Música Occidental, no se ocupó de las teorías y continuó su gran curso creador hasta su final en Wagner y sus epígonos. Baudelaire es el gran símbolo de l´art pour l´art: la enfermedad como belleza. Baudelaire es, pues, Liberalismo en literatura, enfermedad como principio de Vida, crisis como salud, morbosidad como vida espiritual, desintegración como propósito. El hombre como individualista, un átomo sin relaciones, el ideal Liberal de la personalidad. Fue en el terreno de la acción más que en el del pensamiento donde el daño fue más grave.
Al permitirse que la iniciativa en asuntos económicos y técnicos quedara en manos de individuos sujetos a escaso control político, se creó un grupo cuyos deseos personales eran más importantes que el destino colectivo del organismo y sus millones de habitantes. La ley que refrendaba este estado de cosas estaba completamente divorciada de la moralidad y el honor. Para desintegrar al organismo, toda moral reconocida estaba divorciada de la metafísica y la religión, y sólo se ocupaba de la “sociedad”. El Derecho Penal reflejó la idiosincrasia del Liberalismo al castigar los crímenes de violencia, y los pasionales, pero olvidándose incluso de mencionar casos tales como la destrucción de los recursos nacionales, dejando a millones de personas en la miseria, o la usura a escala nacional.
La independencia de la esfera económica fue un dogma de fe para el Liberalismo. Esto no estaba sujeto a discusión. Incluso se ideó una abstracción denominada “hombre económico” cuyas acciones podían ser predichas como si la Economía fuera el vacío. La ganancia económica era su única motivación, sólo la codicia le excitaba. La técnica del éxito consistía en concentrarse en las propias ganancias e ignorar todo lo demás. Pero este “hombre económico” era el hombre en general para los Liberales. Él era la unidad de su concepción del mundo. La “Humanidad” era la suma de esos granos de arena económicos.
1948, FRANCIS PARKER YOCKEY
El tipo de mente que cree en la “bondad” esencial de la naturaleza humana produjo el Liberalismo. Pero hay otra antropología política, que reconoce que el hombre es inarmónico, problemático, dual, peligroso. Ésta representa la general sabiduría del género humano, y es reflejada por el número de guardias, vallados, cajas fuertes, cerraduras, cárceles y policías. Toda catástrofe, incendio, terremoto, erupción volcánica, inundación, evoca el saqueo. Incluso una huelga de policías en una ciudad americana fue la señal para el saqueo de las tiendas por los respetables y bondadosos seres humanos.
Así, este tipo de pensamiento parte de los hechos. Esto es pensamiento político en general, opuesto al mero pensar sobre política, o racionalizar. Ni siquiera la gran ola del Racionalismo pudo sumergir esta clase de pensamiento. Los pensadores políticos difieren enormemente en creatividad y en profundidad pero están de acuerdo en que los hechos son normativos.
La palabra “teoría” ha sido llevada al descrédito por intelectuales y Liberales que la han usado para describir su punto de vista favorito sobre cómo les gustaría que fueran las cosas. En un principio, teoría significó explicación de los hechos. Para un intelectual ignorante en política, una teoría es un fin, para un verdadero político, su teoría es un límite.
Una teoría política busca para encontrar en la historia los límites de lo políticamente posible. Esos límites no pueden ser hallados en el terreno de la Razón. La Epoca de la Razón nació en un baño de sangre, y pasará de moda a través de más baños de sangre. Con su doctrina contra la guerra, la Política y la Violencia, presidió las mayores guerras y revoluciones habidas en cinco mil años y desembocó en la Epoca de la Política Absoluta. Con su evangelio de la Hermandad Humana, instauró el hambre provocado en gran escala, la humillación, la tortura y el exterminio contra poblaciones de la Civilización Occidental después de las dos primeras Guerras Mundiales. Al poner fuera de la ley el pensamiento político y convertir la guerra en una contienda moral en vez de una lucha por el poder arrojó en el polvo a la caballerosidad y el honor de un milenio. La conclusión de todo ello es que la Razón también se convirtió en política cuando entró en el terreno político, aún cuando empleara su propio vocabulario. Cuando la Razón arrebataba un territorio a un enemigo vencido después de una guerra, lo llamaba “desanexión”. El documento que consolidaba la nueva posición era llamado “Tratado” aun cuando hubiera sido dictado en medio de un bloqueo por hambre. El derrotado enemigo político debía admitir en el “Tratado” que él era el único “culpable” de la guerra, que no estaba moralmente preparado para poseer colonias, que sus soldados fueron los únicos en cometer “crímenes de guerra”. Pero por complicado que fuera el disfraz moral, por consistente que fuera el vocabulario ideológico, no era más que política, y la Epoca de la Política Absoluta vuelve de nuevo a la clase de pensamiento político que parte de los hechos, reconoce el poder y la voluntad de poder de los hombres y los organismos más elevados como hechos, y considera que cualquier tentativa de describir a la política en términos morales es como querer describir a la química en términos teológicos.
Existe toda una tradición del pensamiento político en la Cultura Occidental, algunos de cuyos principales representantes son Montaigne, Maquiavelo, Hobbes, Leibnitz, Bossuet, Fichte, de Maistre, Donoso Cortés, Hippolyte Taine, Hegel, Carlyle. Mientras Herbert Spencer describía la historia como el “progreso” desde la organización militar-feudal, hasta la comercial-industrial, Carlyle enseñaba a Inglaterra el espíritu prusiano del Socialismo Etico, cuya superioridad interna debería ejercer sobre toda la Civilización Occidental en la venidera Edad Política una transformación igualmente fundamental que la que ejerció el capitalismo en la Edad Económica. Esto era pensamiento político creador, pero desgraciadamente no fue comprendido, y la ignorancia resultante permitió que influencias distorsionadoras arrojasen a Inglaterra a dos Guerras Mundiales sin sentido, de las que emergió arruinada y con casi todo perdido.
Hegel propuso un desarrollo en tres etapas de la humanidad desde la comunidad natural, a través de la burguesía hasta el Estado. Su teoría del Estado es profundamente orgánica, y su definición del burgués es completamente apropiada para el siglo XX. Para él el burgués es el hombre que no desea abandonar la esfera de la seguridad política interna, que se sitúa a sí mismo, con su sagrada propiedad privada, como un individuo contra la totalidad, que encuentra un sustituto para su nulidad política en los frutos de la paz, en sus posesiones y en la perfecta seguridad de su gozo, y que, por consiguiente, desea dispensarse del coraje y permanecer seguro contra la posibilidad de una muerte violenta. Con estas palabras, Hegel describe al verdadero Liberal.
Los pensadores políticos mencionados no gozan de la popularidad de las grandes masas de seres humanos. Mientras las cosas marchan bien, la mayoría de la gente no desea hablar de luchas por el poder, de violencias, de guerras, o de teorías relativas a ello. Así, por ejemplo, en los siglos XVIII y XIX se puso en boga la actitud de que los pensadores políticos — y Maquiavelo fue la primera víctima — eran hombres malvados, atávicos, sedientos de sangre. La simple aseveración de que siempre habrían guerras bastaba para describir al que lo decía como una persona que quería que las guerras continuaran. Llamar la atención sobre el vasto e impersonal ritmo de la guerra y la paz era prueba de poseer una mente enferma, con deficiencias morales y corrupción emocional. Describir los hechos fue considerado como desearlos e incluso crearlos. En el mismo siglo XX todo el que denunciara la nulidad política de las “ligas de naciones” era un profeta de la desesperación. El Racionalismo es anti-histórico; el pensamiento político es historia aplicada. En la paz es impopular mencionar la guerra; en la guerra es impopular mencionar la paz. La teoría que más rápidamente llega a ser popular es la que enaltece las cosas existentes y la tendencia — que se supone como la mejor ilustrada por esas cosas existentes — predeterminada por toda la historia previa. Así, Hegel fue anatema para los intelectuales a causa de su orientación estatal, que hizo de él un “reaccionario”, y también porque rehusó unirse a la muchedumbre revolucionaria.
Como la mayoría de la gente desea oír solamente soporíferas charlas sobre política que no exijan llamadas a la acción, y como bajo condiciones democráticas a la técnica política le interesa lo que a la mayoría de la gente le gusta oír, los políticos democráticos desplegaron en el siglo XIX una dialéctica completa de política partidista. La idea consistía en examinar el terreno de la acción desde un punto de vista “desinteresado”, moral, científico o económico, y descubrir que el oponente era inmoral, anticientífico, antieconómico… de hecho, que era político. Esto era algo diabólico que debía ser combatido. El punto de vista propio era enteramente “no político”. La palabra Política era un término de reproche en la Edad Económica. No obstante, curiosamente, en ciertas situaciones generalmente relacionadas con asuntos exteriores, la palabra “impolítico” podía ser también un término despreciativo, significando que el hombre así descrito carecía de habilidad negociadora. El político partidista debía también fingir desgana en aceptar el cargo. Finalmente, una demostración cuidadosamente preparada de la “voluntad popular” vencía su resistencia, y consentía en aceptarlo como un acto de “servicio”. A esto se le llamó maquiavelismo, pero evidentemente Maquiavelo fue un pensador político, y no un experto en “camouflages”. Un político partidista no escribiría un libro como “El Príncipe” sino que elogiaría a toda la especie humana, exceptuando a ciertas gentes perversas: los oponentes del autor.
De hecho, el libro de Maquiavelo es defensivo en su tono, justificando políticamente la conducta de ciertos estadistas citando ejemplos extraídos de las invasiones extranjeras de Italia. En el siglo en que vivió Maquiavelo, Italia fue invadida en diferentes ocasiones por franceses, alemanes, españoles y turcos. Cuando las tropas revolucionarios francesas ocuparon Prusia y unieron los sentimientos humanitarios de los Derechos del Hombre con brutalidades y robos en gran escala, Hegel y Fichte tributaron de nuevo a Maquiavelo el respeto debido como pensador. Él representaba un medio de defensa contra la chusma armada imbuida de ideología humanitaria. Maquiavelo mostró el verdadero papel desempeñado por los sentimientos verbales en Política.
Uno puede decir que existen tres actitudes posibles con respecto a la conducta humana, al evaluar sus motivaciones: la sentimental, la realista y la cínica. La sentimental atribuye un motivo bueno a todo el mundo; la cínica un motivo malo, y la realista simplemente se ocupa de los hechos. Cuando un sentimental, es decir: un Liberal, se ocupa de política se convierte forzosamente en un hipócrita. La última consecuencia de esa hipocresía crea el cinismo. Una parte de la enfermedad espiritual que siguió a la Primera Guerra Mundial fue una oleada de cinismo que surgió de la transparente, asquerosa e increíble hipocresía de los hombrecillos que se hallaban en los puestos de mando en esa época. Maquiavelo, en cambio, poseía un intelecto incorruptible y no escribió su libro en un espíritu cínico. Sólo deseó plasmar la anatomía de la Política con sus peculiares tensiones y problemas, internos y externos. Para la fantástica enfermedad mental del Racionalismo, los hechos duros son cosas lamentables, y hablar de ellos es crearlos. Un politiquero del tipo Liberal incluso intentó prohibir hablar de la Tercera Guerra Mundial, tras la Segunda. El Liberalismo es, en una palabra, debilidad. Quiere que cada día sea un cumpleaños, y la Vida una larga fiesta. El movimiento inexorable del Tiempo, el Destino, la Historia, la crueldad de la realización, la energía, el heroísmo, el sacrificio, las ideas suprapersonales: he aquí el enemigo. El Liberalismo es una evasión de la dureza hacia la blandura, de la masculinidad hacia la feminidad, de la Historia hacia el pastoreo de los rebaños, de la realidad hacia los sueños herbívoros, del Destino hacia la Felicidad. Nietzsche, en su última y principal obra, designó al siglo XVIII como el siglo del feminismo y denunció a Rousseau como líder de la evasión masiva de la Realidad. El mismo Feminismo, ¿qué es, sino un medio para feminizar al hombre? Si hace a las mujeres iguales a los hombres, sólo lo consigue al transformar primeramente al hombre en una criatura que únicamente se preocupa por su economía personal y por su relación con la “sociedad” es decir, una mujer. La “Sociedad” es el elemento de la mujer, es estática y formal, sus contiendas son puramente personales, y se ven libres de la posibilidad del heroísmo y la violencia. Conversación, no acción; formalismo, no hechos. ¡Cuán diferente es la idea de rango si se usa en un asunto social o si se aplica en un campo de batalla! Ahí depende del hado, mientras que en el salón es vano y pomposo. Una guerra se lleva a cabo por afán de control, mientras que las contiendas sociales están inspiradas por la vanidad femenina y por los celos y tienden a demostrar que uno es “mejor” que otro.
Y, sin embargo, ¿que hace, finalmente el Liberalismo con la mujer?: la viste con uniforme y la llama “soldado”. Esta ridícula hazaña no sirve más que para ilustrar el eterno hecho de que la Historia es masculina, de que sus austeras exigencias no pueden ser escamoteadas, que las realidades fundamentales son irrenunciables y no pueden dejarse de lado ni siquiera con la ayuda del más elaborado artificio. El manoseo de los liberales con la polaridad sexual sólo sirve para desatar la cólera en las almas de los individuos, confundiéndolos y distorsionándolos, pero el hombre-mujer y la mujer-hombre que crea están, ambos, sujetos al más alto Destino de la Historia.
1948, FRANCIS PARKER YOCKEY
Sólo para servir a ese propósito de acción existen las proposiciones absurdas sobre el trabajo y la plusvalía. Marx comprendía el periodismo, y así no tenía escrúpulo alguno en decir que el trabajador manual es la única persona que trabaja, que genera valores económicos. Para esta teoría, el inventor, el descubridor, el empresario son parásitos económicos. El hecho es, naturalmente, que el tipo de trabajo manual es meramente una función de la creación de valor, que sigue a las del organizador, el administrador, el inventor. Se dio una gran importancia teórica al hecho de que una huelga podía paralizar una empresa. No obstante, como dijo el filósofo incluso una oveja podría hacer lo mismo sí se cayera dentro de la maquinaria. El Marxismo, en su afán simplificador, negó incluso un valor subsidiario al trabajo de los creadores. No tenía valor alguno; sólo el trabajo manual tenía valor. Marx comprendió la utilidad de la propaganda mucho antes de que se oyera hablar de Lord Northcliffe [11]. La propaganda masiva, para ser efectiva, debe ser simple, y en la aplicación de esa regla Marx se mereció un premio: toda la historia es guerra de clases; toda la Vida es guerra de clases; ellos tienen la riqueza; tomémosla. El Marxismo atribuyó instintos capitalistas a las clases altas, e instintos socialistas a las clases bajas. Esto era completamente gratuito, toda vez que el Marxismo precisamente apeló a los instintos capitalistas que había acaparado toda la riqueza, y a las clases bajas se las invitaba a quitársela. Esto es capitalismo. Los sindicatos son puramente capitalistas, que se distinguen de los patronos en que venden otra clase de género. En vez de un artículo, venden trabajo humano. El sindicalismo es simplemente una realización de la economía capitalista, pero no tiene nada que ver con el Socialismo, pues sólo se ocupa de su interés. Exalta el interés económico de los trabajadores manuales contra el interés económico del patrono y el dirigente de empresa. Es simplemente Malthus con una nueva compañía. Es aún la vieja “lucha por la existencia”, hombre contra hombre, grupo contra grupo, clase contra clase, todos contra el Estado.
1948, FRANCIS PARKER YOCKEY
El Marxismo delató su procedencia capitalista con su idea de las “clases”, su concepto del trabajo, y su obsesión por lo económico. Marx era judío y, como tal, se había impregnado en su juventud con la idea del Viejo Testamento de que el trabajo es una maldición lanzada contra el hombre como consecuencia del pecado. El librecambismo, o Capitalismo puro, atribuyó ese mismo valor al trabajo, considerándolo como algo de lo que debíamos liberarnos como requisito previo al disfrute de la vida. En Inglaterra la tierra clásica del Capitalismo, las ideas de trabajo y riqueza eran los polos centrales de la evaluación social. El rico no tenía que trabajar. La “clases medias” debían trabajar pero no eran pobres. Los pobres debían trabajar para poder subsistir de una semana a la siguiente. Thorstein Veblen, en su “Teoría de la Clase Ociosa” describió la actitud hacia el trabajo en la vida de las naciones del siglo XIX y sus implicaciones.
La atmósfera de la Utopía marxista se concreta en que la necesidad de que los proletarios trabajen se desvanecerá con su “victoria”. Después de la “Expropiación”, el proletariado ya podrá jubilarse y tener como criados a sus antiguos patronos.
La actitud hacia el trabajo no es humanamente universal, sino que es algo ligado a la existencia del Capitalismo Inglés. Nunca antes existió en la Cultura Occidental el sentimiento predominante de que el trabajo debiera ser despreciado. De hecho, tras la Reforma, los principales teólogos adoptaron una actitud positiva hacia el trabajo, describiéndole como uno de los más elevados valores, sino el más elevado. De ese periodo procede la idea de que trabajar es rezar. Este espíritu es de nuevo el predominante, y el instinto socialista considera al trabajo de un hombre, no como una maldición lanzada contra él, no como algo odioso de lo que el dinero puede librarle, sino como el contenido de su Vida, el aspecto terrenal de su misión en el mundo. La evaluación marxista del trabajo se opone completamente a la socialista.
1948, FRANCIS PARKER YOCKEY
El Marxismo está igualmente obsesionado con la economía, como su ambiente contemporáneo inglés. Empieza y termina con lo económico, concentrando su atención en la minúscula península europea, ignorando el pasado y el presente del resto del mundo. Simplemente quiso frustrar el curso de la Historia Occidental, y escogió la guerra de clases como herramienta para llevarlo a cabo.
Ya habían habido guerras de clases ante del Marxismo, pero esta “filosofía” inventó la teoría de que no había nada más en el mundo. La envidia ya había existido en las capas bajas antes del Marxismo, pero ahora esa envidia recibía una base ética que la convertía a ella sola en algo bueno, y a todo lo demás en malo. La riqueza fue etiquetada de inmoral y criminal; sus posesores, de archi-criminales. La guerra de clases era una competencia; y algo más que eso: fue una batalla del Bien contra el Mal, y a causa de ello más brutal e ilimitada que cualquier otra guerra. Ciertos pensadores occidentales, como Sorel, no pudieron aceptar la idea de que la guerra de clases debiera exceder todas las limitaciones del honor y la conciencia; la concepción de Sorel sobre la lucha de clases era similar a la de la guerra entre naciones, con protección para los no combatientes, reglas de guerra, trato honorable a los prisioneros. El Marxismo consideraba al adversario como un criminal de guerra de clase; como no podía ser asimilado en el nuevo sistema, debía ser exterminado, esclavizado, perseguido, aplastado.
El concepto marxista de la guerra de clases sobrepasó, pues, largamente, a la política. Política es, simplemente, actividad de poder, no actividad de revancha, de envidia, de odio o de “justicia”. Otra vez comprobamos que el marxismo no tiene conexión alguna con el Socialismo, que es profundamente político, y considera a un adversario vencido como un miembro del nuevo y más amplio organismo, con los mismos derechos y oportunidades que los que ya formaban parte de él.
Otra conexión del Marxismo con el Capitalismo estriba en la tendencia a moralizar en política, convirtiendo al oponente en una persona malvada.
1948, FRANCIS PARKER YOCKEY
Una puntualización, antes de leer a Parker se debe tener en cuenta ciertos términos y concepciones. Incluso, e etrevería a decir que Parker puede que sea más liberal en el concpeto real que se entiende en Europa (y en España) que otra cosa:
La expresión neoliberalismo se generaliza en los noventa, pero su origen, aunque no está del todo claro, sí es claramente anterior, y se habló de neoliberalismo en los años treinta, si no antes. No entraremos aquí en esta historia, donde se mezclan consideraciones puramente analíticas con consideraciones de oportunidad política o de otro tipo, aunque sí cabe constatar tristemente la habitual maestría retórica del antiliberalismo, que hace que en el idioma inglés la palabra liberal signifique socialista, o que para nuestros socialistas el liberalismo de los liberales sea falaz conservadurismo y que el liberalismo genuino sea en realidad socialista. Estas trampas las efectuaron desde antiguo algunos liberales contra sí mismos. Por ejemplo, en los años cuarenta un grupo de destacados liberales alemanes emprendió uno de los tantos intentos que ha habido de armonizar libertad y coerción, y pretendió defender la economía de mercado pero también la intervención del Estado para proteger la libertad y propiciar la justicia social, probablemente la ficción política contemporánea más extendida y también más peligrosa, porque arrebatar a los ciudadanos lo que es suyo nunca puede ser justo. Estos destacados liberales alemanes procuraron separarse del liberalismo decimonónico, al que acusaron, típicamente, de ser demasiado radical y haber dado lugar a empresas amenazantes, porque su poder rivalizaba con el de los estados, cuya misión, por tanto, no podía ser mantenerse al margen, sino que debían intervenir para garantizar la competencia. Fue la llamada «economía social de mercado», que siendo antisocialista también fue anticapitalista y plasmó nuevamente, como se había hecho antes y se haría después hasta nuestros días, la cálida fantasía de que el objetivo es un delicado equilibrio entre Estado y mercado, entre comunidad y persona, entre razón y voluntad, entre justicia social y liberalismo, es decir, el equilibrio engañoso entre coacción y libertad, que elude la consideración de que el Estado, y sólo él, es el monopolista de la violencia legítima, con lo que no puede ser tratado como si fuera una simple parte de una transacción. Ese liberalismo de raíces germánicas, que algunos llamaron neoliberalismo, ignoró esta dificultad, como ha sucedido sistemáticamente, y desapareció por la sencilla razón de que se convirtió en el credo universal: todos los políticos de todos los partidos de todos los países pasaron a compartirlo y de hecho lo comparten hoy.
(…)Esto explica la extraordinaria respuesta que tuvo la crisis del comunismo: en lugar de desatar una ola de alegría y felicidad, desató una ola contraria. El planeta, se nos aseguró a través de los medios de comunicación y en las voces de los principales pensadores, no había recibido una buena nueva, sino una malísima: se iba a imponer la asfixiante hegemonía de Estados Unidos y las empresas multinacionales, aumentarían la pobreza y la desigualdad, la degradación de la naturaleza y del medio ambiente, y hasta la diversidad mental sería arrasada por la uniformidad intelectual del llamado “pensamiento único”. Todos estos desastres se iban a producir como consecuencia de la globalización y el neoliberalismo.
Fueron pocos los que protestaron ante tan fabulosa distorsión. En efecto, la hegemonía opresiva, la pobreza, la desigualdad, la destrucción ecológica y la imposición de un solo pensamiento no eran amenazas futuras, sino precisamente los ingredientes fundamentales del resquebrajado comunismo, cuyos partidarios optaron por ocultarlos y rápidamente se los endilgaron al mundo no comunista, donde no habían existido, ni existían, ni iban a existir en un grado comparable.
Esta operación de propaganda, jaleada como siempre por el grueso del denominado “mundo de la cultura”, era una mentira tan flagrante que sus partidarios no pudieron persistir en ella sin costes de todo tipo, incluidos los políticos. De ahí el júbilo que la crisis actual ha provocado en tantos intelectuales: por fin pueden dar rienda suelta al resentimiento que abrigaban tras el fracaso del comunismo, al que se habían unido también los costes del intervencionismo en muchos países democráticos en términos de impuestos y de paro. La crisis económica de 2007 en adelante parecía dar la razón por fin a quienes habían augurado desde 1989 infinitas desgracias que aún no se habían producido. El neoliberalismo era efectivamente el peligro que tantas Casandras venían anunciando. Los datos estaban ahí, ratificadores como el hormiguero para los nativos del cuento de Borges.
http://findesemana.libertaddigital.com/la-culpa-es-del-liberalismo-1276236614.html
Es con esto con lo que debemos lidiar….
De todas maneras la obra “IMPERIUM” de Parker, está escrita con una gran carga emocional después de que el americano viniera de Alemania donde fue uno de los abogados en los juicios a la cúpula nazi de segunda fila y con los que se escandalizó por la utilizacion de los juicios, por parte de las potencias vencedoras (capitalistas y comunistas) para alimentar la propaganda marxista. Denunció que una de las intenciones de los vencedores era matar de hambre a 30 millones de alemanes. Interesante personaje.
Dejo el enlace del libro de Parker “IMPERIUM” para que las partes sesgadas no distorsionen el todo:
http://www.laeditorialvirtual.com.ar/Pages/Imperium/Imperium_Parte1A.htm#c12
Parker es un poco neurótico y pesimista, pero no está mal leerlo.
“En 1936, la revolución bolchevique y el espíritu autoritario Occidental del siglo XX, se enfrentaron en el campo de batalla de España. Los dirigentes del régimen instalado en América expresaron privadamente su simpatía por la España Roja. La inequívoca oposición de la Iglesia Católica a la ayuda americana a la España Roja impidió la intervención. La Iglesia Católica en América tiene veinte millones de adeptos, y el régimen Falseador de la Cultura todavía no había consolidado suficientemente su poder para permitirse un conflicto doméstico como el que habría resultado de tal intervención. Estaba a punto de presentarse a sus segundas elecciones, y todavía había grupos fuertemente organizado contra el régimen. Un error en política exterior podía haber resultado fatal en aquellos momentos. “
1948, FRANCIS PARKER YOCKEY
No. si ya sabemos lo que dice Parker. Ya puse el enlace de su libro. Lo que interesa saber es si se va a pasar del copia y pega nada más, o va a dar una interpretación sobre lo que dice. Así sólo podemso especular dos cosas, o que le parece muy bien lo que dice Parjker o que considera que es uan aberración. ¿O no se atreve a decir nada y sólo se limita a hacer de amanuense?
De todas formas, tomar como fidedignas opiniones foráneas sobre la Guerra de España, es muy arriesgado. Ahora, a DeElea, la opinión de un americano le parece bien. Otras no.
“La conducta americana en el curso de la guerra, en su más alto nivel, se separó enteramente de los principios de honor que gobernaron siempre las relaciones entre las naciones y los dirigentes Occidentales. El primer ataque contra Europa fue llevado a cabo por aviones de bombardeo que utilizaron como base la Isla que, desde 1942, había sido ocupada por tropas americanas. Los bombardeos aéreos fueron dirigidos casi exclusivamente contra la población civil de Europa, a pesar de que se sabía que la guerra no podía ganarse con esos medios. La prensa americana habló sangrientamente de “demoledoras de manzanas”, apelativo que describía una bomba que podía arrasar una manzana de edificios civiles y matar a varios centenares de personas. Mientras tanto, se desarrollaba una propaganda según la cual, quienquiera que se opusiese a los ejércitos o a la ideología de América, era un criminal, y debía ser “Juzgado” por sus “crímenes”.
Europa ya sabía lo que era la propaganda de atrocidades inventadas en América. Debido al primitivo nivel intelectual que el Falseamiento Cultural y el Retraso Cultural han generalizado en América, esa propaganda fue creída al pié de la letra, mientras que las mentes responsables de Europa la tomaron como lo que en realidad era, es decir: una propaganda masiva perpetrada para el consumo de cerebros marginales. Así, durante la Primera Guerra Mundial, la prensa americana publicó historias de atrocidades cometidas — ¡naturalmente! — por los adversarios de los ejércitos americanos. Bélgica fue seleccionada como el escenario de esas historias, y se dijo que civiles belgas habían sido crucificados por las tropas de ocupación. Se escribieron otras muchas cosas horribles. Niños con las manos cortadas, y otros detalles por el estilo. Esto fue tomado completamente en serio en América; tan en serio, que después de la Primera Guerra Mundial una delegación de periodistas americanos viajaron en grupo a Bélgica para investigar las historias y a su regreso informaron al público americano de que todas ellas habían resultado ser falsas.
Así pues, la tesis de que quien se opusiera a América era ipso facto un criminal no fue tomada en serio en Europa, pero sirvió como preparación de la mente americana para los horrores post-bélicos que iban a ser “cometidos” en Europa.
Un liderazgo que había estado hablando de “crímenes de guerra” durante años, mientras llevaba a cabo su propia guerra contra hogares y familias, se armó, finalmente, en 1945, con un proyectil que podía ser usado solamente contra poblaciones civiles: la bomba “atómica”. Bajo las condiciones tácticas de ese momento, esta bomba no podía ser utilizada contra fuerzas militares, sino solamente contra ciudades que, en tiempos de guerra, no albergan a hombres de edad militar. Esta bomba fue usada sin aviso y causó la muerte de cientos de miles de civiles en unos pocos segundos. “
1948, FRANCIS PARKER YOCKEY
“En el período que siguió a la Segunda Guerra Mundial, la política exterior americana mantuvo su continuidad. La Europa ocupada fue tratada como un área que debía ser devastada. Fábricas enteras fueron desmanteladas y su maquinaria entregada a Rusia. Otras instalaciones fueron deliberadamente dinamitadas dentro del plan previsto para destruir el potencias industrial de Europa. La población fue tratada de manera infrahumana, y se inició una política de inanición en gran escala, que continuó hasta 1948. A pesar de que América exportaba alimentos a todos los lugares del mundo, sin ninguna obligación derivada del honor o la moralidad para hacerlo, rehusó enviar suficientes víveres para mantener la vida humana en la Europa ocupada. Las raciones humanas fueron fijadas muy por debajo de los mínimos cualitativos y cuantitativos exigidos por la salud, y, al cabo de poco tiempo, la desnutrición, las enfermedades de la piel, las infecciones y los achaques degenerativos empezaron a producir la muerte de millones de personas. En la primera exaltación salvaje de su “victoria”, el ejército americano prohibió a su personal incluso hablar con la población. Esta prohibición continuó vigente hasta que los consejos de guerra se hicieron demasiado numerosos y tuvo que ser abolida por impracticable siendo substituída por una propaganda de odio. La población de Europa fue tratada como total y esencialmente inferior a los conquistadores americanos. Fue oficialmente definida como “población indígena”. En los edificios públicos se establecieron servicios sanitarios especiales para ella, mientras los superiores soldados americanos y negros usaban los suyos propios. “
1948, FRANCIS PARKER YOCKEY
Todos sabemos que Europa Occidental fue, desde 1945, sistemáticamente masacrada y empobrecida, perdiéndose la mitad o más de la población por las hambres inducidas por Usa . No tenemos más que mirar en torno para darnos cuenta. La Europa oriental se la dejaron a los soviéticos, que, como todos sabemos nunca fueron más que unos títeres de los que realmente gobiernan el mundo desde Washington y Nueva York