Trasfondo y dilema moral / Quién es Feijóo / Europa (I) / Antifranquistas en el franquismo / Años de hierro (I)

  Con su neutralidad, España tuvo un papel muy importante en el curso de la SGM. Y después, en la guerra fría, lo tendría  también, mayor que el que suele concedérsele. 317 – La guerra fría y la España de Franco | Declaración de guerra (youtube.com) 

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Transfondo histórico y dilema moral

Lo que hace que Sonaron gritos y golpes a la puerta haya sido catalogada como novela histórica es la importancia de su trasfondo histórico. Un trasfondo que plantea a unos y otros el dilema, moral antes que político, de tomar posición. En el protagonista, Alberto, no se da de principio tal problema, pues el exterminio de su familia le deja traumatizado, en la indigencia y dominado por un pánico al borde de la demencia. Es su amigo de colegio, Paco, quien le rescata. Este, con dieciocho años, vive con una prostituta o ex prostituta, aunque no la explota (me inspiré en un amigo de adolescencia que, con dieciséis años se había hecho chulo de una prostituta también joven, no estoy seguro de si lo menciono en Adiós a un tiempo). Aparentemente no tiene problemas morales más que como teoría, pues le gusta discutir temas filosóficos; fuera de ello es esencialmente hombre de acción, con pocos escrúpulos (uno parecido a él podría ser Javi, en Perros verdes) y poco o nada religioso. En un primer momento, Paco se suma a la revolución en marcha y va como miliciano al frente, junto con su amante (este episodio está inspirado en la experiencia de Orwell en el frente de Aragón). Lo que le lleva a trabajar  con la “quinta columna” no es un dilema político y solo secundariamente lo es moral: más bien se trata de repugnancia instintiva a la mezcla de arbitrariedad, crueldad gratuita e ineficacia que presencia en los anarquistas, más un desprecio por los separatistas, a quienes conoce bien. Podría entenderse también como oportunismo: tomar partido por el bando que presiente ganador, solo que el riesgo que corre, sin dolerse de ello, es demasiado grande para proceder de oportunismo,  tiene más que ver con su carácter.

Así las cosas, disipa algunos escrúpulos y temores de Alberto y lo arrastra al intento de asesinar a Companys (episodio inspirado en la conspiración –histórica– de los seguidores separatistas de Miquel Badía para vengar a su jefe, asesinado a su vez por orden de Companys, con toda probabilidad). A partir de ahí se vuelve difícil discernir, como suele ocurrir en la vida real, las decisiones propias y libres, es decir, morales, del empuje de las circunstancias, y lo deliberado de lo instintivo. Sin embargo el dilema moral  estará siempre presente de modo implícito en los actos,  hasta adquirir una presión extrema, acabando con su amistad,  seis años después, en Rusia.

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Claro que hay gilipollas de muchas clases. Podría elaborarse al respecto algo semejante a los Caracteres de Teofrasto

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La TripleM puede ser derrotada / Quién es Feijóo/ Inglaterra/ Israel

**Actualmente los grandes medios de (manipulación) de masas, o TripleM,  se han convertido en medios de ataque a la democracia y a la unidad de España. Pero de ellos depende en forma decisiva la formación de la opinión pública. ¿Decisiva? Solo si los miles y miles de personas disconformes se mantienen pasivos, que al final viene a ser cómplices. Si los mensajes correctos se difunden masivamente en las redes o por otros medios, la TripleM puede ser derrotada.  

**Lo esencial de Feijóo: “Galicia es nación sin estado”. “El español común no es lengua propia de Galicia”(no lo ha dicho en palabras, sí en actos). “Galicia, Euskadi y Cataluña se pueden entender mejor que con el resto”. “Hay que profundizar en el inglés”. Este es el contenido real de la política de Feijóo: el resto es farfolla.

**La política del doctor siempre ha tenido un toque porno.

**Cuando se acusó a Sánchez de fraude “doctoral”, amenazó con acciones penales a los acusadores. Estos no se echaron atrás ante el matonismo del doctor, y fue él quien tuvo que recular. Sin embargo, políticamente le costó muy poco: el PP estaba de acuerdo: “todos somos humanos”.

**El doctor ha declarado la guerra  a España y a la democracia. Aun sin estar muy seguro del resultado, dudo que la gane. Como en el caso del doctorado, hay que hacerle frente y derrotarlo, esta vez no solo moralmente, sino políticamente.

**¿Qué pasaría si el doctor fuera a la cárcel, o al menos tuviera que irse del poder? O se impone la línea de VOX o la del PP. Si es la segunda, el proceso doctoral seguiría su marcha, solo de forma algo más solapada. Si triunfa la línea de VOX, todos moverían sus masas contra ella. Pero es como siempre: si se resiste con firmeza, saldrán derrotados.

**Inglaterra quiere dar un paso más en la guerra de Ucrania, animando a Kíef a atacar en profundidad a Rusia. Londres, con el respaldo de Usa, es el mayor causante de una guerra que pudo haberse evitado (acuerdos de Minsk), y después detenido mediante negociaciones en Turquía. Boris Johnson convenció al pobre miserable Zelenski de rechazar la solución, porque él  pasaría a la historia como el vencedor de Rusia gracias a las armas de la OTAN combinadas con las sanciones económicas. Habiendo fracasado, a un coste gigantesco para Ucrania, quiere seguir utilizando a Zelenski y su banda para ampliar la  guerra. Londres, al lado de Washington, fue el principal incitador a las aventuras de Irak, Afganistán, Libia o Siria. 

**Defender a Israel me parece necesario, incluso para nuestros propios intereses. Pero no puede ser una defensa incondicional. El modo como Netanyahu está actuando en Gaza está despertando protestas justificadas en muchos países. Sin embargo, las protestas universitarias en Usa y Europa se están realizando con banderas palestinas y en apoyo a Hamás. Conviene recordar que el designio explícito de gran parte de los líderes palestinos consiste en acabar con el estado de Israel y con los propios judíos que viven en él.  Incluso más allá de él.  Esto  vuelve irresoluble el conflicto.

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Qué es Europa (I). La raíz cristiana

La guerra de Ucrania está poniendo en el tablero la continuidad de la UE, como dice Macron, e incluso de la propia idea de Europa, de modo que no sobrarán algunas consideraciones generales al respecto (no digo que un debate, porque en la presente inanidad intelectual de España, es pedir peras al olmo).

   Ante todo es preciso definir el concepto de Europa. Las raíces cristianas de Europa parecen obvias, aunque no faltan políticos e intelectuales que las nieguen, aduciendo que  el verdadero significado de  la cultura europea se encuentra en la Ilustración, o hasta en la propia idea de Unión Europea, tan distinta de su historia.Y hoy, por cierto, dicha raíz cristiana parece medio seca.

Sin embargo no puede borrarse el dato de que,  por lo que se refiere a Europa Occidental, la parte más dinámica del continente, fue Roma (la Iglesia católica) la que salvó, junto con su propia doctrina, la herencia cultural clásica, una combinación difícil que se intentaba armonizar, y que permitió resistir a las invasiones, especialmente al ataque del islam, que persistió hasta finales del siglo XVII. Sin estos precedentes no habría existido la Ilustración ni todo lo que ha venido después

   La raíz cristiana, que diferencia a la civilización europea de cualquier otra y le da un dinamismo espiritual más intenso, tiene, pues dos ramas: la propiamente cristiana, procedente de la fe judía, aunque con diferencias profundas con esta,  y la clásica pagana, cuya fe quedó descartada, pero manteniendo su extraordinario impulso racional, también  racionalista. Unir ambas ramas en un solo tronco nunca ha sido plenamente posible, y sin embargo ha sido la lucha, la intensa tensión entre las dos ramas la que ha producido la historia y la civilización europeas.  

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Antifranquismo en las familias del franquismo

Me manda un amigo este enlace: “¿Por qué la Falange quiso asesinar a Franco tras la guerra civil? Un camino de odios y traiciones”.  El  simple título es una estupidez que califica a su autor, un tal Villatoro, al parecer estrella de la historiografía del ABC, de nivel incluso inferior al de El País, al que trata de imitar.  Es de sobra sabido que en las cuatro  “familias” o partidos del franquismo hubo algún sector secundario contrario a Franco. Hubo falangistas desafectos que querían que España entrase en la SGM al lado de Alemania, lo que impidió Franco. Hubo carlistas que, engañados o no por Hoare, quisieron montar una base de guerrillas para ayudar a una posible invasión aliada a España. Pero el peligro más grave  en aquellos difíciles años fue el del sector monárquico juanista,  empeñado en desplazar a Franco para repetir el suicidio monárquico (entre otras cosas pensaban nombrar jefe de gobierno ¡¡a Prieto!!), y que urdieron intrigas que entran en lo que se entiende por alta traición. Ninguno de ellos llegó a imponerse a Franco ni a los sectores más franquistas dentro de cada familia. Torear a unos y otros en los años más difíciles del régimen demostró la firmeza y pericia política de Franco, sin igual en ningún político español en varios siglos.

  Pero una familia, la católica-política más ligada al episcopado y la más influyente en el régimen, fue la que,  en rigor, más contribuyó a destruir el franquismo, privándole de futuro después del Vaticano II. Seguramente no fue una gran idea de Franco caracterizar a su régimen como “católico”, aunque ello, en las difíciles condiciones del aislamiento internacional, tuviera enorme valor  para la supervivencia del régimen.  Ni los enemigos internacionales del franquismo, ni los internos ajenos a él –fundamentalmente los comunistas–, ni  los pertenecientes a las propias familias o partidos, fueron capaces de derrotarlo o socavarlo de modo efectivo…, salvo la Iglesia, a un régimen autodeclarado católico. ¿Cabe mayor paradoja? La historia, no obstante, está llena de ellas.

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AÑOS DE HIERRO

  Años de hierro (I) Posguerra española y guerra europea

   En 2007 publiqué Años de hierro, sobre la posguerra española entre 1939 y 1976. El libro sigue  conservando su valor, salvo por correcciones o ampliaciones posibles de algunos detalles menores. Sobre la posguerra existe una bibliografía tanto historiográfica como novelesca, bastante amplia y casi siempre de muy bajo  nivel, ¡qué se le va a hacer!, parece imposible salir de los tópicos más bastos. Por lo tanto, un enfoque tan diferente como el de Años de hierro debería haber dado pie a debates algo serios: no ocurrió así, ni serios ni en broma. Para entonces, el distinguido gremio de historiadores y los medios de masas habían llegado a la conclusión de que resultaba más fructífero alzar un muro de silencio sobre los discrepantes.  Por cierto, 2007 fue el año en que se promulgó la brillante ley de memoria histórica.

Un punto esencial en el método del libro es la constante relación entre los meandros de la guerra mundial y los de la política interna de España. Casi ningún estudio sobre la época analiza claramente esa relación, “explicando” lo que ocurría en España casi como si sucediera en un mundo cerrado. Y sin embargo exponer la evolución de la guerra exterior es indispensable para entender la  cambiante situación interior,  y por dos motivos: porque, efectivamente, no puede desvincularse una cosa de la otra; y porque la neutralidad de España en circunstancias tan cambiantes y peligrosas fue un éxito de Franco no menor, o solo poco menor, que su victoria en la guerra civil.

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Síndrome Losantos / Una reseña / Biología y gramática; liberalismo y marxismo

   Con su neutralidad, España tuvo un papel muy importante en el curso de la SGM. Y después, en la guerra fría, lo tendría  también, mayor que el que suele concedérsele. 317 – La guerra fría y la España de Franco | Declaración de guerra (youtube.com)

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El síndrome Losantos

Sospecho que, pese a haber desechado las pretensiones de tutela de  Jiménez Losantos, este sigue influyendo en VOX con su pretensión de que “hay que ir unidos con el PP para echar a Sánchez”. Lo que, inconscientemente, significa que solo es posible hacer algo si se moviliza el PP, el “voto útil”, en definitiva.  Cuando Abascal critica al PSOE, lo hace muy bien, pero su mensaje pierde brío cuando llama o ruega al PP que se una contra el doctor. O se hace entender claramente a la gente cuál es el mensaje de VOX, y que el del PP significa la colaboración con el nuevo frente popular, o lo que se haga tendrá poco recorrido.

Todo el aliento del gran proyecto en marcha hacia la destrucción de la unidad de España y de la democracia surge de un supuesto: que el franquismo fue el gran mal, que arrasó la libertad y el progreso representados por el frente popular. Esto lo mantiene explícitamente el PSOE e implícitamente el PP.  Pero ese frente fue precisamente el destructor de la democracia, golpeando de paso  la unidad nacional, como vuelve a ocrurrir hoy. Mientras esta clave histórica no llegue con claridad a la masa de los españoles, la política seguirá chapoteando en el lodo y destrozando la convivencia en paz y libertad. Vengo explicándolo desde hace veinte años, a un nivel que no logra pasar de personal y testimonial. Por lo tanto debe asumirlo VOX a un nivel político superior. Si realmente quiere sacar al país del lodazal.

La “batalla cultural” de la que tanto se viene hablando, ha de darse, de modo no exclusivo pero sí prioritario, en el terreno de la historia, donde la han planteado el PSOE y sus aliados, y con gran éxito, por incomparecencia de los “contrarios” reconvertidos en auxiliares suyos. Creo que VOX todavía no lo ha entendido bien.  Mis estudios al respecto,  sin disminuir la importancia de otros, creo que son los más conclusivos: no en vano fueron los que más alarmaron a izquierda y separatistas.

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Una reseña

De Pío Moa puede decirse que es el historiador español más influyente hoy, pues a él se debe principalmente la ley de memoria histórica. Es decir: la imposibilidad de rebatirle en debate intelectual libre ha forzado al poder a imponer esa ley, concebida para perseguir totalitariamente a quienes discrepen de una insostenible historia que pretenden oficializar los partidos. Menos conocida, en cambio, es su faceta de novelista, en la que lleva publicadas tres obras: El erótico crimen del Ateneo (disponible solo en libro electrónico) Sonaron gritos y golpes a la puerta, y esta recién salida Cuatro perros verdes.

Tal como lo ha explicado el autor, esta última sería la segunda de una trilogía que debería reflejar la evolución de España desde la guerra civil. Así, Sonaron gritos se desarrolla entre 1936 y 1946, y es forzosamente una novela de guerra; la actual sería una novela de paz, pues transcurre en una sola jornada de 1967; y la tercera, si llega a publicarse, tendría por escenario la España actual, que el autor identifica con una corrupción no solo ni principalmente económica.

Lo primero que hay que decir de Moa como novelista es que no tiene nada de típico ni de tópico. Lo cual en principio no quiere decir gran cosa sobre su calidad, pues, como sabemos, hay obras originales solo por lo estrafalarias. Desde luego no entra en la corriente novelística actual en España ni sigue ninguna moda. Y tampoco puede decirse que sean novelas políticas o históricas, a pesar de que el entorno de los argumentos lo sea, inevitablemente. Sus personajes tienen vida propia al margen de sus opiniones políticas, que tampoco están acentuadas en casi ninguno.

El título viene del dicho «más raro que un perro verde», con que obsequia el tabernero a cuatro estudiantes por desayunar discutiendo y bromeando o disparatando sobre el sentido de la vida, en vez de hablar «de chicas o de fútbol», como todos los jóvenes. Después del desayuno se dispersan hacia sus estudios, pero aquella discusión mañanera va a provocar en los cuatro, cada uno por su parte, una jornada extraña, en la que interviene el eco de un atentado terrorista, una primera experiencia amorosa, un recuerdo traumático de un viejo amor y un sórdido asesinato de autor no descubierto, en ambiente gay, y que uno de los cuatro atribuye a un viejo amigo suyo.

Toda la acción, y ciertas lucubraciones obsesivas, pues la discusión continúa en la mente de dos de los personajes, dándose argumentos a sí mismos, se desenvuelven en un doble ámbito: el de la inquietud política en la universidad de aquel tiempo, con el Sindicato Democrático de Estudiantes; y entre la salida y la puesta del sol, el cual adquiere un extraño protagonismo, casi como un personaje más. El problema del sentido de la vida campea entre tanto como el enigma de la esfinge a lo largo de todo el relato.

Aparentemente, como segunda parte de una trilogía, Cuatro perros verdes parece estar muy alejada, en todos los sentidos, de la primera, tanto en la duración del relato como en la concepción literaria, pero no es del todo así: de pronto entran en escena el hijo del protagonista de Sonaron gritos…, convertido en líder comunista estudiantil, ejemplo de la discontinuidad y oposición de dos generaciones; y otro extraño personaje, al que bautizan como «el fantasma» o «el ruso» porque dice haber sufrido dos fusilamientos en tiempos de la División Azul. De esta manera se establece una ilación entre las dos novelas, cuyas diferencias, por lo demás, sorprenden necesariamente al lector de la primera.

Arantxa E. L.

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De la biología a la gramática / Liberalismo y marxismo

** Probablemente en ningún terreno ha llegado la perversión del lenguaje al grado de sustituir la biología por la gramática: ya no hay,  aseguran los feministas, sexos, sino géneros. El poder de la palabra. El poder histerizante de la palabrería.

**Ejemplos de desigualdad patriarcal: las mujeres viven más, hablan más, sonríen más, se suicidan muchos menos, delinquen muchísimo menos, evitan los trabajos más pesados…  La brecha de género. Dicen que hay que acabar con la desigualdad patriarcal.

**Para entender el feminismo no es necesaria la crítica: basta con reproducir sus consignas. Igual que, para entender el ecologismo basta con recordar sus predicciones catastróficas desde hace medio siglo: todas fallidas, pero ellos siguen “inasequibles al desaliento”. ¿A qué se deberá?  ¿Quizá a las subvenciones?

**¿Hay cambio climático? El clima está en constante cambio. ¿Estamos en un ciclo de temperaturas crecientes a largo plazo? No hay manera de saberlo. ¿O vamos a una nueva edad glacial? Tampoco lo sabemos. ¿Existe un calentamiento global debido a la actividad humana? Es indemostrable. Sin embargo los ecologistas pretenden saber todas esas cosas. Asunto, no de ciencia sino de intereses: políticos y económicos.

**En Cuatro perros verdes, un personaje explica la economía: “Nunca hay suficiente para todos. Y aunque lo hubiera, tampoco funcionaría, porque cada uno cree tener derecho a más de lo que recibe”.

**El concepto clave del marxismo es el de la explotación de la gran mayoría por pequeñas minorías. Con ese concepto económico se explica la historia y el próximo fin de la historia en una sociedad idílica. La cosa ha fallado con respecto al proletariado. ¿Fracaso de la ideología? No: el concepto de explotación de ha extendido a la mitad femenina de la especie humana, explotada por la otra mitad. Más todavía, se ha extendido al planeta, vilmente explotado por el ser humano, verdadero cáncer de la Tierra, de su armoniosa ecología natural.

**Hay cierto terreno común entre el liberalismo y el marxismo: la concepción de la economía como la sustancia de la condición humana. De ella sacan conclusiones opuestas: el liberalismo se basa en el comercio, el marxismo en la producción. El marxismo tiende a la expansión absoluta del estado (aunque “algún día” lo haría desaparecer); el liberalismo quiere un estado pequeño que se limite a asegurar la libertad de los comerciantes. El liberalismo defiende las libertades políticas, que hace surgir de la economía; el marxismo estima esas libertades como un resultado engañoso del poder de los explotadores. El marxismo cree que la sociedad justa debe basarse en una producción científica y masiva,  distribuida igualitariamente; el liberalismo considera que la igualdad debe limitarse a los derechos… Etc.

** Hay grandes diferencias entre marxismo y liberalismo. Sin embargo hay también algo común, dicho antes: la economía como el sentido de la historia y la vida humanas. También se dice que las ideologías feministas, ecologistas, etc., proceden del marxismo. En parte es verdad, pero curiosamente proceden también del liberalismo, una coincidencia llamativa.

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¿Morirá Europa? / La nostalgia / Banco de España contra España

*Ayer en el blog cité a Sandro Pertini en lugar de Bettino Craxi. Gracietas que gasta a veces la (mala) memoria apresurada. Un amigo me corrigió.

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¿Morirá Europa?

1. Dice Macron que Europa puede desmoronarse más rápido de lo pensable. Confunde a la UE con Europa, la cual incluye a Suiza, Noruega o Inglaterra, y propiamente a Rusia. Y es verdad que la UE se ha colocado en serio riesgo por  el fracaso de su ataque a Rusia mediante el gobierno títere de Kíef. La UE se ha metido, por sus culpas, en un embrollo peligrosísimo del que no sabe cómo salir, y que puede dar lugar a que el fin de la Era Europea en el SGM se transforme en el fin de la misma Europa.

2. El fracaso afecta también a Usa, la cual parece estar desviando su atención a otros escenarios, y dejando que el problema de Ucrania caiga más sobre la UE. Y ante el fracaso, el dilema para esta es: negociaciones aceptando que la parte rusa de Ucrania quede integrada en Rusia, o ampliación de la guerra e involucración directa de la UE en ella. Macron está por lo segundo: aceptar la victoria rusa sería un golpe moral y político tremendo para la UE;  no aceptarla supone una ampliación de la guerra, que fácilmente se volvería incontrolable

3. Macron piensa, por una parte, en revalidar el papel de Francia como dirigente político europeo, y por otra disimular con su belicismo la crisis económica y social  que sufre su país. Y plantea la intervención en Ucrania de forma no muy viable: las tropas de la UE quedarían al oeste del Dniéper, lo que dejaría el Donbás en Rusia, como de hecho ya está en su mayor parte. Solo que Putin nunca ha hablado de ocupar la Ucrania propiamente ucraniana, que podría quedar al final como estado impotente  y  sin salida al mar, porque Odesa es también ciudad rusa.

4. La CEE, antecesora de la UE e igual que esta, fue un proyecto para convertir a la Europa occidental en una superpotencia, más pacífica que Usa o la URSS,  entre las cuales podría arbitrar. Luego, quizá entre Usa y China. Cuando cayó la URSS, la UE se creyó el centro atractor de una nueva humanidad pacífica y económica, al modo del “fin de la historia”, en cooperación con Usa. Pero como CEE o como UE,  siempre fue un protectorado militar y en parte económico de Usa, lo sigue siendo y es muy difícil que deje de serlo. Y su supuesto pacifismo  se ha manifestado en una cadena de guerras perdidas.

5. Internamente, el proyecto europeísta, originariamente democristiano, ha ido evolucionando en sentido socialdemócrata y finalmente a una ideología LGTBI, ultraecologista, ultrafeminista y  de carácter cada vez más totalitario. Al mismo tiempo, su constitución cultural  y étnica  propiamente europea se viene alterando de modo creciente con una inmigración masiva de personas de otras culturas difíciles o imposibles de asimilar, como es la musulmana, que con respecto a España sigue pensando en Al Ándalus, como los españoles de la aljofifa

6. En la Europa occidental, España tiene dos características propias: es casi el único país que no debe a Usa ninguna liberación del nazismo ni del comunismo, y, al igual que Inglaterra, ha creado un gran ámbito cultural propio fuera de Europa. Al mismo tiempo está invadida por los supuestos amigos y aliados de la OTAN, de la que se sienten amigos-lacayos los actuales gobernantes PP-PSOE.

7. En cuanto al ámbito cultural exterior, el anglo sigue siendo  hoy día el de más peso económico, cultural y militar  del mundo, mientras que el hispánico parece odiarse a sí mismo y  queda como un gran cuerpo fofo,  irrelevante política, económica, militar y culturalmente, en especial en ciencia y  técnica. Esta realidad debería servir  de acicate para superarla, mientras que en política exterior debería imponerse la política de neutralidad, acorde con nuestros intereses, que salvó a España en las anteriores guerras mundiales y benefició indirectamente a la propia Europa.

    La Segunda Guerra Mundial: Y el fin de la Era Europea (HISTORIA)

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La nostalgia

Hablando con Luis del Pino en su anterior programa, negué que Adiós a un tiempo tuviera carácter nostálgico, y creo que en general así es, pero no del todo. Una vez encontré en Vigo a un portugués con quien había estado trabajando en una fábrica en el norte de Inglaterra. “Era unha merda, mais da saudade. Canta mais merda, mais saudade”, o algo así. No dejaba de expresar una realidad psíquica: por malo que fuera –no era malo, en mi opinión– era parte de nuestra vida, ¿íbamos a denostar algo de nuestra vida? ¿A condenarnos nosotros mismos? Decía Albiac que el tiempo de su vida del que sentía nostalgia era su etapa de comunista, a pesar de sentirse hoy cómplice, según dice, de la ideología más mortífera de la historia humana.

    Y veo ahora, en el índice del libro, dos episodios de ese tipo: “Paseo nostálgico” y “Melancolía”. Este último se refiere a las calles de Cuatro Caminos y Estrecho, entonces una barriada obrera y hoy  llena de inmigrantes, a la que llegué cuando vine a estudiar periodismo y que he reflejado más o menos en Cuatro perros verdes.  Al volver por ella, de una comida con amigos,  se me echaron encima los recuerdos, mi compra de un resumen de El Capital en una pequeña librería,  la primera  manifestación en que participé,  la agitación política, un ex camarada muerto por la policía cerca de las calles por donde bajaba de mañana a la Escuela de Periodismo, cerca de la Castellana…

    El recuerdo, en el libro, termina así:  “Un día, al despertar de una siesta, sentí de pronto, agudísimamente, el impulso y la ilusión de aquella juventud cuando vine a Madrid a estudiar, y al sentirlos tan dolorosamente como algo irrecuperable e irreversible, y al mismo tiempo pasado, muerto sin remedio como si nunca hubiera existido, me invadió una desesperación que impedía incluso aflorar lágrimas consoladoras. Impresión intolerable, como de despertar a un horror. Ahora, cuando bajaba por aquellas callejas, no ha sido lo mismo, más bien una vaga melancolía, y he procurado no darle demasiadas vueltas”.

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Adiós a un tiempo

Banco de España contra España

**La ONU ha rechazado las leyes de concordia del PP y VOX porque “invisibilizan las graves violaciones de los derechos humanos cometidas durante el régimen dictatorial franquista, que omiten nombrar o condenar”. Las leyes de concordia, ya lo he argumentado en varias ocasiones, son tan absurdas como las de memoria histórica. Pero la izquierda,  con la complicidad pasiva el PP, ha creado internacionalmente la falsedad de las “graves violaciones” del franquismo. La cuestión de Franco debe acometerse con claridad y buena argumentación, porque si no, no saldremos del estercolero. Y hasta ahora VOX no se ha atrevido.

**Ha estado muy bien el comentario de Abascal retratando al delincuente de la Moncloa. Sin embargo su fuerza ha decaído al final, al pedir al PP que rompa con el doctor. Es como cuando en las elecciones gallegas pedía un diputado, por favor. VOX debe quedar en toda España como la alternativa, como el verdadero enemigo del doctor. El PP no va a romper con el fulano, y  creo que VOX haría mucho mejor denunciándolo ante la opinión pública dejándose de rogarle, aunque parezca que con esos ruegos lo debilita y pone en evidencia.

**El Banco de España ha hecho un cálculo: se necesitan 25 millones de inmigrantes, o algo así,  de aquí al fin de la década para pagar las pensiones. La idea es de perfectos botarates,  que en España proliferan en todas las instituciones. Nada mejores que los de la república. Responden a la idea liberal (no de todos los liberales) de que “la economía lo es todo”, como dijo el registrador-pensador del PP. Lo que ellos entienden por economía, obviamente. El Banco de España, contra España. Como el gobierno del doctor.

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La visión que tenemos de la posguerra en España viene marcada por la propaganda de los vencidos y por una literatura y cine acordes. Pero una historiografía bien documentada cuenta una historia diferente:      316 – Literatura y realidad en la posguerra | El doctor y Al Capone (youtube.com)

 

 

 

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Declaración de guerra/ Comunismo y teología / La gran estrategia de Francia

Una declaración de guerra

El discursete con que el doctor se queda de presidente es una auténtica declaración de guerra a la democracia y a la unidad nacional. En resumen: “La democracia somos yo y mi banda, y a quienes no quieran entenderlo, en los medios o entre los jueces, los vamos a borrar del mapa político”. Estamos en un golpe de estado progresivo desde que Aznar condenó –probablemente sin darse cuenta, porque esa gente es así– el referéndum de 1976, la transición, la democracia y  la monarquía. Después, Zp y el doctor no han hecho otra cosa que profundizar o desarrollar el golpismo implícito. Hasta llegar al golpe abierto de 2017, que intenta culminar ahora el doctor. La reacción de este es, como diría un tonto, “humanamente comprensible”: ante la que se le viene encima, o huye como Bettino Craxi va “a por todas”. Y ha decidido ir a por todas porque siente un nada infundado desprecio por el PP, por los jueces y por los periodistas. Además tiene el modelo bolivariano: si allí ha triunfado, al menos por ahora, ¿por qué no aquí también?

¿Qué hacer? Ir a por todas, como él. Llevo tiempo diciéndolo: o el fulano va a la cárcel o iremos a la cárcel los demócratas y patriotas.

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Ciertamente son una panda de gilipollas (y de otras cosas). Pero son los que mandan y pretenden dirigir nuestras vidas, y hasta nuestros sentimientos. La pregunta es doble: ¿cómo hemos podido llegar a esto? ¿Y cómo podemos salir de esto?

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Este blog tiene un alcance meramente testimonial, debido a que la mayoría de sus lectores interesados hacen muy poco esfuerzos por difundirlo. Dado el muro de silencio y las grandes manipulaciones de los grandes medios, y en la situación crítica que vive el país, la indiferencia o la pasividad se convierten en colaboración con el mal. Todos tenemos una responsabilidad.

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Comunismo y teología

El episodio de Adiós a un tiempo que más ha interesado a Stanley Payne es “De comunista a teóloga”, que incluye un breve repaso del activismo  político de aquellos tiempos,  años 60 (el relato de Cuatro perros verdes transcurre también en esa época) y de varias personas que luego han tenido alguna relevancia social. Creo que el interés le viene como historiador: la exposición de las argucias y razonamientos con que tratábamos de mover al medio estudiantil. Lo peor, sin embargo, creo que no éramos los comunistas, sino los progres, de acuerdo con el dicho alemán sobre el verdugo y su ayudante. Muchos años después, en un programa de Sánchez Dragó, un periodista, Fernando Jáuregui, sostenía contra mí que él se había afiliado al PCE  por ser el único cauce, en el franquismo, para luchar por las libertades. Es una justificación típica, pero ¿cómo es que los demócratas tenían que luchar por las libertades en un partido comunista? Solo un tonto sin remedio podía ignorar lo que era un partido comunista y cuáles eran sus fines. Pero la evidente  patraña ha funcionado bastante. Hay muchos de los que se llaman “tontos apañaditos”.

Evolucionar de comunista a teóloga no es tan extraño como podría parecernos. La teología es el intento de comprender la naturaleza o la esencia de algo llamado Dios, una fuerza por así decir causante de lo existente, dado que en lo existente no podemos encontrar su propio fundamento: el hombre no se ha creado a sí mismo, no existe por su propia decisión, ni, análogamente, lo habrá hecho el mundo. El comunismo, en cambio,  es propiamente una antropología antiteológica, que excluye la idea de Dios, no solo al modo displicente de Laplace, sino considerándola enemiga del hombre y aliada de los explotadores: no habría por qué pensar en algo fuera del propio ser humano, salvo las leyes de la materia. Unas leyes que la materia se dictaría a sí misma,  y al hombre como parte de ella.  Idea contra la que pueden desplegarse argumentos semejantes a los habituales contra la “existencia” de Dios.

Después de todo, la creencia en las leyes de la materia, ciegas o faltas de cualquier sentido discernible y sobre las que tampoco sabemos demasiado,  resulta mucho menos reconfortante que la creencia en las leyes de Dios. Aunque el sentido de estas también se nos escapa, diríamos que si buscamos y en parte hallamos sentido en nuestras vidas, debe haber también un sentido en el cosmos, a menos que el hombre sea una excepción dentro de él, cosa improbable. Así que la antigua comunista optó por el problema menos devastador psicológicamente.

Adiós a un tiempo

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La gran estrategia de Francia.

   Hablando de la gran estrategia de España en su siglo y medio de hegemonía europea, encontramos que, por lo que se refiere a Europa, su enemigo más enconado y peligroso era Francia. En la gran estrategia o gran designio de esta,  la defensa de la cristiandad parece tener mucho menor peso, y más, probablemente, la defensa particular del estado. Ello es así porque Francia vio frustrado del papel central que aspiraba desempeñar como centro dirigente de la cristiandad, y para el que parecía prdestinada: era la primera nación católica, la creadora del Imperio de Carlomagno y de los estados papales,  Francisco I aspiraba al Sacro Imperio Romano Germánico, heredero en cierto modo del carolingio,  aspiraba también a la defensa contra los otomanos, para lo que era imprescindible el dominio o tutela de una Italia dividida e incapaz de defenderse a sí misma. Y era, además, la nación material y demográficamente más fuerte del occidente europeo.

Pero impensablemente España, nación menos céntrica, menos potente económica y demográficamente,  le arrebató el dominio de Italia y el Sacro Imperio, y se erigió en la gran defensora de la Europa católica. Sobre cómo pudo lograrlo un país más bien excéntrico, menos potente económica y demográficamente, es una de las cuestiones que he intentado abordar en Hegemonía española y comienzo de la Era Europea. A partir de ahí, un objetivo de la gran estrategia de la monarquía francesa consistió en abatir el doble obstáculo de España y el Sacro Imperio, tarea en la que la defensa de la cristiandad se debilitó, sin desaparecer, al extremo de aliarse con los otomanos y con los protestantes sin renunciar al catolicismo. Esa contradicción entre los intereses de estado y los religiosos se haría más aguda que en España, y la religión iría siendo desplazadas ya en el siglo XVIII, hasta desembocar en la Revolución francesa.

   No obstante, la lucha empeñada contra España y el Sacro Imperio se mantendría: en el siglo XVIII, España quedó parcialmente satelizada a Francia política y más aún culturalmente,  y Napoleón acabaría de demoler al Sacro Imperio, dejando a España en potencia de muy segundo orden, e internamente dividida. Mirando la evolución en su conjunto, la gran estrategia de Francia, después de un siglo y medio de reveses a cuenta de España, pasó a imponerse tenazmente y  con éxito extraordinario,  dándole un siglo largo de hegemonía hasta que Napoleón, que podría haber culminado el proceso, fue derrotado, y la hegemonía pasó a Inglaterra.

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La visión que tenemos de la posguerra en España viene marcada por la propaganda de los vencidos y por una literatura y cine acordes. Pero una historiografía bien documentada cuenta una historia diferente:      316 – Literatura y realidad en la posguerra | El doctor y Al Capone (youtube.com)

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Democracia doctoral / Novela y memorias / Gran estrategia/ Multiforme marxismo

 Democracia doctoral

Veo esto: ¿gilipollas esta pléyade de próceres y  lumbreras? Cómo puede consentirse semejante bulo? ¿Dónde va a parar el país? Es precisa una nueva democracia. Una democracia doctoral.

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Novela y memorias

Una novela puede definirse como un intento de encontrar sentido a la vida recurriendo, no al análisis o la razón, sino al sentimiento. Viene a ser un relato de sucesos vitales de unos personajes; sucesos y personajes ficticios, pero que poseen una realidad propia: su capacidad de influir en los sentimientos de los lectores, incluso de las sociedades.

¿Y qué relación hay entre novelas y autobiografías o memorias? En cierto modo vienen a ser lo mismo: el autor trata de encontrar sentido o justificación a su propia vida, y su aspiración a componer un relato veraz nunca se cumple del todo,  pues aparte de las trampas de la memoria, casi siempre hay algo de ficción, si bien esto resulta una ganga o una tara en la obra, mientras que no tiene por qué serlo en la novela, cuya lógica interna es distinta.

Supongo que todo el mundo cree que su vida tiene un sentido y merece ser conocida de otros, la escriba o la cuente verbalmente, en conjunto o en retazos. Incluso los que dicen no creer tal cosa  demuestran lo contrario. Woody Allen titula sus memorias A propósito de nada..., no obstante lo cual dedica a esa “nada” unos cientos de páginas y el esfuerzo correspondiente. Dado que el autor de una memorias se siente íntimamente concernido por lo que narra, es obvia la posibilidad de aplicar a ellas la ficción, convertirla en una seudonovela y en unas seudomemorias. Esto  lo he percibido en las memorias de varios de los políticos de la república, por lo que solo el contraste entre unas y otras nos permite atisbar  mejor la realidad.

En Adiós a un tiempo he hecho un esfuerzo por situarme fuera de mí, contando  sucesos como si hubieran pasado a otro, sin afanes justificativos ni  embellecedores. Algunos  me lo han reprochado, no sé por qué. Son sucesos variopintos referentes a la niñez,  como “Terrores de infancia” o “Precoces aventuras estrafalarias”;  de adolescencia como “De cobardía y amor”, o  “El café Derby de Vigo”;  de viajes como “El mesón del Lobo”,  “El tesoro de los Templarios” o “La sirenita de Copenhague”;  de las primeras armas de la OMLE, como en  “Calle de los irlandeses”; de amigos muertos, como “Flan con nata” o  “Adiós a un amigo”. Algunos son perfectamente triviales como “¡No pum, pum,pum!”, o “Ya meten ruido, eh”… Probablemente cada lector sacará sus propias conclusiones, pero repasando los sucesos no sé cómo valorarlos. No se qué sentido puedan tener aparte de la constatación de que así fueron, dentro de lo que la memoria me permite.

Adiós a un tiempo

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Este blog tiene un alcance meramente testimonial, debido a que la mayoría de sus lectores interesados hacen muy poco esfuerzos por difundirlo. Dado el muro de silencio y las grandes manipulaciones de los grandes medios, y en la situación crítica que vive el país, la indiferencia o la pasividad se convierten en colaboración con el mal. Todos tenemos una responsabilidad.

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Gran estrategia  e ideología

Como he expuesto en el libro sobre la II Guerra Mundial, en el análisis de los movimientos históricos, especialmente de las guerras, es preciso tener en cuenta la gran estrategia o diseño general,  la estrategia y las tácticas. La gran estrategia está definida por la ideología, en función de la cual se aplica la estrategia político militar, menos rígida,  mientras que las tácticas deben variar según las circunstancias.  A estas grandes estrategias de unos y  otros contendientes, a menudo desatendidas o confundidas, dediqué una parte especial de la obra, que permite entender mejor, a mi juicio,  las muchas revueltas del conflicto.

Es frecuente que la ideología (en otros tiempos la religión), reciban poca atención en las obras de historia. Pues parece que en la práctica sean los intereses más tangibles de estado o de partido, políticos  y económicos,  plasmados en la estrategia sin más,  los que realmente gobiernen las acciones en conflicto (debe entenderse, asimismo, que más que  intereses objetivos, lo que se juega es lo que los protagonistas “creen” ser sus intereses, en lo que suelen errar). Sin embargo la ideología es el factor principal, aunque poco tangible: se parece a la estrella polar, inalcanzable pero que permite orientar, es decir, dar sentido, a los movimientos sobre la tierra o el mar; los cuales casi nunca pueden realizarse de forma rectilínea, como no se puede alcanzar en línea recta  la cumbre de un monte escarpado, sino que es preciso dar rodeos que pueden implicar retrocesos o cambios de dirección; o como, en el mar las tormentas u otros accidentes podían desviar de la ruta planeada. 

¿Cuál sería la gran estrategia de España en su época de hegemonía? Creo que venía determinado por la defensa de la Europa cristiana, y dentro de ella de la católica, y por la expansión de esta por el mundo. La estrategia concreta se cifró en cómo contrarrestar el empuje otomano y la colaboración de otras potencias cristianas con él, y cómo frenar o vencer el empuje de las potencias protestantes. Suele entenderse que las otras potencias europeas eran más “modernas” por prescindir en mayor medida del impulso religioso y centrarse en los intereses de estado. Pero estos intereses estaban igualmente presentes en la estrategia de España, y la religión lo estaba también en sus enemigos, fueran los del islam turco o  de los países protestantes. Que esta orientación fuera olvidada ante las urgencias meramente estratégicas o tácticas, es un fenómeno común, que oscurece  como un cielo nuboso a la, digamos, estrella polar.

  La gran estrategia española se percibe bien en relación con Francia, su mayor enemiga estratégica dentro de Europa.  Una vez en marcha la revolución protestante, el objetivo fundamental para Madrid era impedir que su poderoso vecino cayera en el protestantismo, pues ello multiplicaría su hostilidad contra España y podría acabar con el catolicismo en el resto de Europa. El objetivo se logró, aunque no por ello desapareciera aquella hostilidad, que llevó a la decadencia de España en el siglo XVIII, profundizada decisivamente desde comienzos del XIX, con la invasión napoleónica.

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La Segunda Guerra Mundial: Y el fin de la Era Europea (HISTORIA)

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La visión que tenemos de la posguerra en España viene marcada por la propaganda de los vencidos y por una literatura y cine acordes. Pero una historiografía bien documentada cuenta una historia diferente:      316 – Literatura y realidad en la posguerra | El doctor y Al Capone (youtube.com)

Multiforme marxismo

Durante un siglo desde su fundación en 1879, el marxismo fue la ideología del PSOE. En rigor lo fue durante 58 años hasta 1939, pues durante el franquismo dejó de tener efectos prácticos hasta ser recuperado como política rupturista en la transición, entre 1976 y 1979. Pero ¿qué ha pasado en los 45 años posteriores, cuando al parecer renunció tanto al marxismo como a la ruptura? Como hemos visto, el ideal de ruptura no desapareció, sino que, con altibajos, ha sido una línea o inspiración que ha ido haciéndose más aguda y amenazante en las últimas dos décadas. La ruptura significa adjudicar la legitimidad de la democracia al frente popular, por lo tanto, en lo que se refiere al PSOE, a su historial marxista, del que sus dirigentes se ufanan sin rebozo. Muy recientemente hemos podido ver a la dirección del partido cantando La Internacional, himno marxista por excelencia, con el puño en alto, recordando al frente popular y gritando las consignas de la guerra civil. En otras palabras, el marxismo ha seguido ejerciendo su papel de guía más o menos próximo o lejano, si bien con algunos rasgos distintos de la época anterior. Y eso requiere una explicación.

El marxismo ha sido la ideología más influyente del siglo XX, en rivalidad con la demoliberal, con una expansión explosiva en los treinta años siguientes a la Revolución rusa, en los que llegó a imponerse sobre un tercio de la humanidad. Solo le es comparable, sin llegar a tanto, la expansión islámica en los siglos VII-VIII. Su energía expansiva se revela también en su influencia intelectual y universitaria y a menudo política en las mismas potencias demoliberales. Por ello debemos aceptar que algo de verdadero debe haber en esa doctrina (aparte de la verdad histórica de su fuerza expansiva), pues de ser completamente absurda no habría podido movilizar a grandes masas y convencer a mentes de ningún modo simples o estúpidas. Y difícilmente habría conservado su acción durante siete décadas, y continuado hasta hoy parcialmente o con otros ropajes.

Por otra parte, el resultado de la implantación de regímenes marxistas, es decir, comunistas, ha sido, sin excepción la desarticulación económica con hambrunas que han causado muchos millones de muertos, desde la URSS a China o Etiopía, o la huida de otros milones, como en Cuba. Este fenómeno podría juzgarse, un tanto cínicamente, como el coste inevitable, pero a la larga fructífero, del cambio de una economía de explotación del hombre por el hombre, a otra igualitaria, científica y por lo tanto mucho más beneficiosa para la mayoría. Esto tampoco ha ocurrido en ningún caso: aunque pasados los años peores mejorasen algo la producción y la distribución, las preferencias, gustos y las mismas necesidades básicas de la inmensa mayoría de las gentes siempre estuvieron cubiertas con mucha menos eficiencia que en los sistemas llamados capitalistas. Lo cual fue una de las causas del colapso de la URSS; o de que China debiese adoptar una economía capitalista, bien que bajo el poder de un partido comunista: una de tantas paradojas de la historia.

Por lo que re refiere a España, hemos visto también cómo las medidas del PSOE, del PCE y no digamos de la CNT, empeoraron la subsistencia de las masas a las que decían defender, en la república y a extremos desastrosos tras las elecciones de 1936. Y en plena guerra civil provocaron la mayor hambre de todo el siglo, sufrida en España en la zona roja, que no derivaba de la guerra misma, sino de las medidas revolucionarias adoptadas. Pues en la zona nacional, con muchos menos medios financieros, no sucedió nada semejante.

De mayor transcendencia que la mera economía ha sido la inversión de la tendencia, secular en las sociedades occidentales, a combatir la tiranía limitando el poder del gobierno sobre las personas. En los regímenes comunistas, ese poder no encuentra límite, haciendo del estado un coto cerrado de una oligarquía autotitulada “partido o vanguardia del proletariado”; y expandiendo el estado sobre la sociedad hasta sofocar toda libertad e iniciativa privadas. Aquella oligarquía no solo se adueñaba de los recursos económicos del país proletarizando a la población entera, sino que aspiraba a dominar el pensamiento de las personas, imponiéndoles una doctrina presuntamente científica y por tanto forzosa e inescapable, y castigando toda resistencia con asesinatos en masa y deportaciones. A eso llamamos totalitarismo, mucho más completo que en los fascismos, en los cuales el estado se expandía con ciertos límites, manteniendo la propiedad privada y algún pluralismo, aun con un partido único (que no existió en la España de Franco). El GULAG, las gigantescas y mortíferas persecuciones en China o en Camboya, o el muro de Berlín, que con otras formas cortaba a Europa en dos, o los millones de cubano huidos del poder marxista, o las chekas en España, testimonian esta realidad mucho mejor que cualquier razonamiento o sofisma.

Así pues, la gran promesa de emancipar a la sociedad y las personas de la explotación y de la falsedad anticientífica, promesa que ha movido y atraído a millones de personas, y que ha justificado guerras civiles, hambrunas y matanzas masivas, ha desembocado en la práctica en regímenes en los que la libertad, la autonomía y la propia conciencia personal quedaban asfixiadas, y ni siquiera lograban desarrollar la riqueza de sus súbditos. Aunque también fue común en esos regímenes un desarrollo militar extraordinario, pese a proclamarse pacíficos por excelencia.

La capacidad de atracción del marxismo y su elemento de verdad descansaba en su concepto orientador clave: “la explotación económica del hombre por el hombre”, de las grandes mayorías por pequeñas minorías. Sin duda la explotación existe en las relaciones sociales e incluso en las interhumanas más primarias, derivada de la naturaleza moral del ser humano, de la esfera del bien y el mal en que se mueve, según describe el mito del Génesis. La genialidad, si así quiere llamársela, de Marx y Engels, fue hacer de dicho concepto la llave que abriría la comprensión de la condición humana, de la evolución histórica, y de su necesaria superación en una sociedad igualitaria, a partir del nivel o estadio productivo capitalista y previa “dictadura proletaria” que barrería los residuos de un pasado declarado infame, la religión, el arte, el pensamiento y las costumbres de los explotadores y a los explotadores mismos.

Y esa promesa no nacería el puro deseo o indignación moral subjetivos, como en las utopías, sino de una concepción científica de la condición humana, que en lo sucesivo marcaría su conducta, harto irracional en el pasado. La misma moral quedaría abolida por una ciencia de la conducta humana, a la que nadie podría escapar, precisamente por ser científica: sería la vuelta al paraíso, perdido por haber comido del árbol del bien y el mal. En otras palabras, la verdad parcial de la explotación económica, susceptible de movilizar fuerzas sociales contra ella, se convertía en una falsedad esencial al convertirla en clave explicativa de la naturaleza y destino humanos. Con lo que las fuerzas contra la explotación se volvían fuerzas contra la propia condición humana, imposible de reducir a lazos económicos. Como quieren también algunas manifestaciones del liberalismo.

Visto de otro modo, para el marxismo la historia humana quedaba así conceptuada, con notable arrogancia, como una una terrible pesadilla que por fin estaba próxima a terminar si el proletariado y los comunistas cumplían su misión histórica, por otra parte impuesta por la propia evolución económica. Alcanzaría así la humanidad una vida más plena, una sociedad feliz por lo igualitaria y pletórica de riquezas y posibilidades. Sería el fin de la historia, también propiciada, con no menor arrogancia, por el demoliberalismo al caer la URSS, según razonaba de modo interesante y bien articulado Fukuyama, para quien el fin de la desgraciada historia humana habría llegado, no por el proletariado, como pensaba Marx, sino por el lado del capitalismo más desarrollado.

Otra fuerza movilizadora del marxismo consistía en su propuesta épica de derrocar a un enemigo sin rostro humano. La nueva sociedad exigiría el combate contra los explotadores, combate en que el espíritu humano se manifestaría de modo más estimulante, menos mecánico de lo que sugerían sus pretensiones científicas.

En la historia del marxismo todo son paradojas y contradicciones. Ya dentro de él estallaron desde muy pronto feroces querellas y polémicas interpretativas, impropias de una ciencia. Luego, las revoluciones marxistas se han venido imponiendo en países poco industrializados, de capitalismo escaso, y no en los que exigía la doctrina. A principios de los años 60 se produjo una profunda escisión en el movimiento comunista internacional, hasta entonces de apariencia monolítica, entre y la URSS a propósito de los crímenes de Stalin. Posteriormente, China abandonó el maoísmo para adoptar una economía capitalista, bien que bajo el partido único comunista (en lo cual se parecía, paradójicamente, al nazismo). En 1989 cayó el muro de Berlín y dos años después la URSS. En cuanto a España, el marxismo fue abandonado a medias por el PSOE en 1979, sin el menor análisis de lo que había significado para el partido y para el país. ¿Significó esta suma de experiencias la quiebra universal de esa doctrina?

En realidad no del todo, pues la teoría demostró una rara versatilidad para explicar lo que su lógica haría inexplicable, sin abandonar el núcleo de sus creencias. La primera revolución en Rusia y no en Alemania, se explicaba por ser Rusia “el eslabón más débil de la cadena imperialista”; el hecho de que los obreros buscaran soluciones sindicales y no revolucionarias se explicaba porque necesitaban la guía de una “vanguardia” ilustrada en marxismo. La mejoría salarial en los países burgueses se explicaba por una sobreexplotación de las colonias, y más tarde del “tercer mundo”. La ruptura del movimiento comunista internacional se explicaba porque la URSS había caído en el “revisionismo”, como antaño la socialdemocracia alemana; o porque China se empeñaba en un infantil dogmatismo izquierdista, como había enseñado Lenin. La expansió omnímoda del estado en lugar de su progresiva desaparición se explicaba por la resistencia de los restos burgueses. Etc. Cuando, en los años 60, el escaso espíritu subversivo de los obreros contrastaba con el más radical de gran parte del estudiantado, se empezó a ver en los estudiantes un nuevo “sujeto revolucionario”, y a buscar una combinación de marxismo y freudismo.

Sobre la misma base de la explotación era posible justificar una nueva versión de guerra social: ahora los explotados y oprimidos no eran ante todo los trabajadores manuales o los asalariados (proletarios) en conjunto, sino los países pobres por los países ricos, y mucho más allá, la mitad femenina de la humanidad oprimida por la mitad masculina. Al culpable capitalismo se le añade el patriarcado, culpable no solo de la opresión de la mujer, sino de la misma diversidad entre varones y mujeres, con sus consecuencias desigualadoras y reroductivas, y que debe ser sustituida por una mezcla de igualdad y diversidad sexual con un número indeterminado de “géneros”. Y dado que el capitalismo se ha desarrollado sobre todo en países de raza blanca, supuestamente explotando a los de otras razas, la culpabilidad se extendería a los varones blancos en general. La doctrina de la explotación ha ido incluso más allá: el explotado sería el propio planeta al que la especie humana enfermaba como un verdadero cáncer al multiplicarse explosivamente, y al que degradaba con su técnica cambiando catastróficamente al clima. Por lo que se refiere al objeto de este libro, el PSOE ha adoptado todos los ultrafeminismos y ultraecologismos, que refuerzan sus impulsos totalitarios tradicionales, sin renunciar a los cánticos de La Internacional, puños arriba.

Evidentemente hay muchos problemas reales en todo ello, pero lo que le da el toque marxista es la idea de la lucha o guerra civil, una vez se diseña el enemigo-culpable, burguesía-patriarcado-varón blanco-especie humana. Solo que ahora el enemigo a batir es tan vasto y difuso que el ideal de la prometida sociedad paradisíaca pierde nitidez, si alguna vez la tuvo, y da lugar a nuevas utopías, siempre totalitarias; la penúltima por ahora la llamada “agenda 2030”. Y la épica para conquistarlas se trueca en histeria, en rabia impotente y autodestructiva..

Esta evolución se da especialmente en el ámbito cultural llamado Occidente, y sin duda es una manifestación profunda de decadencia, después de que la II Guerra Mundial cerrase un gran ciclo histórico de hegemonía europea, sin que sea posible captar todavía con claridad nuevos derroteros.

Valgan estas breves notas como aproximación a un tema ciertamente complicado.

 

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