Jayam (g): Destino humano / Tesis sobre el PSOE / “Invencibe” española y “Vencible inglesa”.

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O. Jayam, g) El destino humano

En su exposición de la realidad humana ante la consciencia de la muerte, Omar Jayam sintetiza una larga tradición de pensamiento que debe haber acompañado al género humano desde su aparición en la tierra. Por citar algo, está bien presente en la Biblia, de modo particular en el Eclesiastés con reflexiones como “Todos tienen la misma suerte: el justo y el injusto, el bueno y el malo, el puro y el impuro (…) Esto es lo malo de todo lo que se hace bajo el sol: que sea una misma la suerte para todos (…) Los vivos saben que han de morir, pero los muertos no saben nada y ya no reciben salario, porque su recuerdo está en el olvido. Sus amores, sus odios, sus envidias, todo ha perecido”. Más aún: “La suerte de los hombres  y la suerte de las bestias es la misma; la muerte del uno es como la del otro; (…) y la superioridad del hombre sobre la bestia es nula, porque todo es vanidad. Ambos van al mismo lugar; ambos vienen del polvo y ambos vuelven al polvo ¿Quién sabe si el aliento del hombre sube arriba  y el de las bestias desciende bajo tierra?”

También comparte el Eclesiastés el escepticismo de Jayam sobre la posibilidad de entender el sentido de la vida: “Me dediqué a conocer la sabiduría y la ciencia, la locura y la necedad, y comprendí que eso también es perseguir al viento. Porque cuanta más sabiduría, más pesadumbre, y cuanta más ciencia, más dolor”. Ese escepticismo, que no excluye una fe un tanto voluntariosa, lo encontramos trocado en mera desesperación en las célebres frases de Macbeth: el hombre se agita ridículamente por breve tiempo como un actor en el escenario de la existencia, para luego perderse en el olvido. La vida es, en fin, “Un cuento contado por un idiota, lleno de ruido y de furia, que no significa nada”. Jayam concuerda, salvo por el ruido y la furia, pues la ambición de poder no le alcanza.

¿Para qué preocuparse por la muerte, sabiéndola inevitable por decisión de fuerzas ajenas a todo lo que podemos concebir? Escribe Unamuno en El sentimiento trágico de la vida: “Decía Spinoza que el hombre libre en nada piensa menos que en la muerte. Pero ese hombre libre es un hombre muerto libre del resorte de la vida (…) Como Pascal, no comprendo al que asegura no dársele un ardite  de este asunto (…) Es para mí, como para Pascal, “un monstruo”. Pues  sin duda la consciencia de la muerte pesa sobre la existencia humana como un misterio radical, se intente calmar su angustia apelando a la libertad, a una justicia ultraterrena, apartándolo del pensamiento  o de otros modos.

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Algunas tesis sobre el PSOE

I.  El PSOE es el partido más antiguo y en conjunto más influyente en los últimos 107 años. También el más desconocido por unos y otros. Hay que partir de esta realidad histórica para abordar su estudio sin prejuicios. En “El PSOE en la historia de España”.

II. la influencia histórica del PSOE parte de su superioridad intelectual sobre la derecha. No es que el PSOE fuera brillante (no tiene un solo pensador de talla),sino que la derecha ha sido incluso inferior. “El PSOE en la historia de España

III. El PSOE destruyó los regímenes de libertades (Restauración, república, ahora democracia) y colaboró activa o pasivamente con Primo de Rivera y Franco. Ha logrado pasar por republicano y demócrata más que por habilidad propia, por inepcia intelectual de la derecha

IV: la superioridad intelectual del PSOE sobre la derecha se manifiesta en su interés, aun si falsario, por la cultura, la historia o la universidad. La derecha le cede de buen grado esos terrenos porque solo le interesa y respeta el dinero.

V. A la superioridad intelectual del PSOE le han ayudado mucho pensadores en principio de derecha como los “regeneracionistas”, en particular Ortega y Gassset, Azaña o Costa, según expongo en El PSOE en la historiade España

VI. En “El PSOE en la historia de España” hago una comparación entre el liberalismo español y el inglés. El inglés presidió la hegemonía de su país; el español la mayor decadencia de España. Sería interesante profundizar ahí. En ese ambiente nació el PSOE

VII. Se preguntan muchos por qué el cine y la novela sobre la guerra civil y el franquismo están hechos (y falsificados) por socialistas y otros izquierdistas. Pues porque en la derecha, o  no hay talento o no  les importa la cultura.

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La “Invencible” española y la “Vencible” inglesa

Casi todo el mundo, y también en España, ha recogido la propaganda inglesa, que  hizo del fracaso de la Armada, que los ingleses llamaron “Invencible” por irrisión, un gran mito internacional  como signo o anuncio de una superioridad naval que en rigor tendría que esperar un par de siglos. Resumiendo, la Armada disponía de unos 150 navíos, veinte de ellos poderosos galeones, con  unos 30.000 hombres, entre soldados y marineros. Inglaterra hizo un enorme esfuerzo reuniendo casi 200 barcos, aunque con menos tonelaje, y unos 20.000 hombres. No llegó a librarse ninguna batalla importante, sino varias escaramuzas en las que la Armada solo perdió dos barcos en combate, más alguna captura de interés para sus enemigos; la parte inglesa aparentemente no perdió ninguno, aunque  es difícil de comprobar, lo mismo que sus bajas, ya que el gobierno de la reina Isabel prohibió hablar de ello. La Gran Armada debía embarcar en las costas de Flandes la principal fuerza de invasión de Inglaterra, pero a las desconexiones entre ambas fuerzas y  las escaramuzas con los ingleses, ayudados en tierra por los holandeses, se sumaron decisivamente los vientos tormentosos, para frustrar el embarque y empujar a la Armada hacia el norte.

Inglaterra quedó a salvo a poco precio, gracias al que el mundo protestante llamó “el viento de Dios” (otro desastre mucho mayor de la marina española en Argel en 1541 y por razones parecidas, fue llamado por los musulmanes “el viento de Carlos”, por el padre de Felipe II) Pero lo que para la Armada española fue un fracaso y no una derrota, se convirtió en catástrofe cuando trató de volver a España rodeando las islas británicas, debido a unas tempestades poco usuales. En ellas España perdió 35 navíos, y cerca de 20.000 hombres, aunque los galeones, su principal fuerza, se salvaron con daños. Los ingleses también sufrieron sus mayores pérdidas después de los pequeños combates: entre 10.000 y 18.000 según estimaciones, por enfermedades  desatendidas, por  heridas y por hambre al verse abandonados por el gobierno de Isabel I, mientras que el de Felipe II procuró cuidar  y curar a los supervivientes (España disponía de una sanidad militar casi inexistente en otros ejércitos). Había dirigido la Armada el duque de Medina Sidonia, hombre muy religioso pero poco apto para empresas bélicas, como habría de probar en otros lances.

   En todo caso, Inglaterra se había salvado de la invasión, éxito histórico  que su propaganda ha magnificado extraordinariamente. Y que por eso choca con la ineptitud propagandística española sobre otra expedición, la Contrarmada inglesa, resuelta en la batalla de Lisboa. El fracaso-desastre de la Armada había tenido lugar en 1588 y al año siguiente, los ingleses hicieron un nuevo esfuerzo reuniendo una flota de entre 150 y 200 navíos y 24.000 hombres con designios ambiciosos: destruir en puertos españoles del Cantábrico los barcos en reparación, y sobre todo separar de España a Portugal, donde intrigaba una influyente “quinta columna” partidaria de Antonio de Crato, enemigo de Felipe II; a continuación,  los ingleses capturarían las islas Azores, punto clave en la navegación con América, y se harían allí con el tesoro de la flota de Indias.

   Sin embargo, la expedición empezó a torcerse cuando, por los vientos u otras razones se alejó del Cantábrico para intentar tomar La Coruña, donde esperaba capturar un cuantioso botín.  Allí sufrió un serio revés ante la resistencia militar y popular, y la flota hubo de abandonar su presa para volverse sobre  su objetivo principal: tomar Lisboa y entronizar allí al rival de Felipe II, que había prometido prácticamente la sumisión de Portugal y su imperio a Londres. Dirigían la empresa por mar el corsario Drake, que se había distinguido el año anterior en la lucha contra la Armada, y por tierra John Norreys, activo participante en luchas en Flandes e Irlanda, donde había perpetrado, junto con Drake,  la matanza de varios miles de hombres, mujeres y niños  católicos.

   Drake desembarcó algo al norte de Lisboa, mientras Drake cerraba la desembocadura del Mar de la Paja, capturando las embarcaciones comerciales que pudo. Norreys avanzó sobre la capital esperando reforzarse con los partidarios de Crato, pero la red de este  había sido desarticulada, y la marcha sobre Lisboa se convirtió en un calvario para los expedicionarios. Lograron acampar ante la ciudad, pero no solo no pudieron entrar en ella, sino que tuvieron que huir perseguidos por las tropas hispanolusas. Drake, en lugar de socorrerle, permanecía lejos, a la salida del Mar de la Paja.

Las tropas de Norreys, diezmadas, embarcaron penosamente en los barcos de Drake para volver a Inglaterra, acosados por galeras españolas que les hundieron varios barcos y mataron o apresaron a numerosos  enemigos. Mientras, la disentería, el tifus y  el hambre se cebaban en las tripulaciones. Los españoles tuvieron, entre La Coruña y Lisboa, unas 900 bajas mortales, en gran parte civiles, mientras que los ingleses perdieron entre 13.000 y 15.000 hombres, la mayoría por enfermedad y un porcentaje considerable por combates. Muchas naves inglesas se perdieron por falta de tripulantes, y otras desertaron, quedando útiles solo 20  con  2.000 hombres. Vueltos a  Inglaterra, se amotinaron al recibir una paga insignificante, varios fueron ahorcados y se les mantuvo desatendidos en cuarentena para que no propagaran enfermedades. Norreys acusó a Drake de cobardía por no haberle socorrido, y la corona prohibió hablar de la catástrofe. Los españoles siguieron su ejemplo y prácticamente olvidaron una batalla crucial en su historia.

  ¿Por qué fue tan decisiva la batalla de Lisboa? Baste pensar en lo que habría supuesto el éxito inglés: España no solo habría perdido Portugal, sino que esta, con su importante flota y su imperio, se habría convertido en un estado hostil y prácticamente vasallo de Inglaterra; y la armada inglesa, ayudada por la holandesa y la portuguesa, se habría enseñoreado del Atlántico, cortando la comunicación entre España y América. El poderío español simplemente se habría hundido, con repercusiones tremendas en Flandes, Francia y el Mediterráneo. Habría significado probablemente el colapso de España como la mayor potencia de Europa por entonces.

   ¿Fue esta batalla comparable a la de Lepanto, ocurrida dieciocho años antes? Lepanto fue, más propiamente que Lisboa, un choque naval con enorme número de bajas y destrucción de naves, y su repercusión histórica fue más amplia. De haber perdido el combate  la flota cristiana, los turcos se habrían apoderado definitivamente del Mediterráneo, donde eran hegemónicos desde hacía tiempo, e Italia y España habrían corrido un peligro inminente. De modo que  Lisboa salvó a España, pero Lepanto salvó también a Italia y más indirectamente al resto de Europa (aunque Francia colaboraba con los turcos,  e Inglaterra y los protestantes los animaban constantemente contra España).

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O. Jayam (f) “Me iré sin desearlo” / La Transición revisitada

Jayam (f)”Me iré sin desearlo”

Si pasamos al tercer verso de los comentados de Jayam, “me iré sin desearlo”, resalta que la muerte, como el nacimiento, carecen de cualquier relación con nuestro  deseo, voluntad, libertad  o razón, pues aniquila, junto con el cuerpo, todas nuestras capacidades psíquicas o anímicas, disuelve en la nada  todo el historial de la vida, sus hechos y recuerdos, placeres y penas, también progresivamente, en los muchos o pocos que guardan recuerdo del fallecido.  Ver Eclesiastés. Volviendo al tema anterior, la muerte resulta la única certeza indudable de la vida, aunque al yo le sea imposible saber el cómo y cuándo de ella. Esa certeza  parece mostrar al yo como algo irrelevante, sin apenas existencia real. Y sin embargo su consciencia es al mismo tiempo lo que exige y permite concebir al yo la vida como un todo necesitado de sentido más allá de la sucesión incoherente de hechos parcialmente sensatos o insensatos  que componen las existencias personales.

   Nuestras capacidades psíquicas no nos permiten entender ese brutal contraste entre la vida y la muerte, entre la existencia y la inexistencia. Este misterio radical siempre ha impresionado especialmente la psique humana, que se resiste a aceptarlo tal y como se presenta. De ahí la idea de un mas allá fuera del alcance de los sentidos y de la razón, inaceptable salvo por la fe; o de un más allá social, en el sentido de que queda la herencia del difunto, no solo material, sino de sus hechos más o menos importantes para la sociedad o para “la humanidad”, lo que es una simple ampliación del problema personal, pues presumiblemente la sociedad y la misma humanidad desaparecerán, morirán algún día, probablemente también sin desearlo, como dice Jayam. 

La muerte no solo es la única certeza indiscutible, sino también el único fenómeno queiguala a todos los seres humanos, independientemente de su posición, su mérito o su calidad moral. 

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La transición revisitada.

Hace unos días cambié con Miguel Platón El PSOE en la historia de España  con el también muy reciente Testigos de la transición, del grupo de periodistas “Crónica”, que vivieron aquel tiempo, y en el que está incluido el propio Platón. El libro es interesante porque está escrito en este mismo año, es decir, con una perspectiva de casi medio siglo. Y sin embargo… Resumiré, para empezar, mis propias tesis, ya expuestas en mi libro La transición de cristal:

¿Qué fue la transición? El tránsito, en lo esencial pacífico, del franquismo  a la democracia planeado y organizado  por personal político franquista  y sobre la legitimidad histórica del franquismo.

¿Por qué fue posible aquella transición, que muchos temían desembocara en un nuevo caos al estilo de la república? Porque la sociedad ya no tenía que ver con la de la república. Era una sociedad próspera y sobre todo reconciliada, libre de los viejos odios republicanos. Ello volvía impotentes a los partidos antifranquistas, rupturistas, que querían enlazar la democracia con el frente popular, y no pudieron impedir un cambio realizado bajo la bandera de los vencedores en la guerra.

¿Quedó algo del franquismo tras el proceso constituyente? Quedó la unidad nacional, que había estado a punto de quebrar en el frente popular; quedaba una sociedad libre de los viejos odios; quedaba una libertad personal y en parte política que se amplió a los partidos rupturistas,  que no podían hacer mucho daño por lo ya señalado; quedaba una paz heredada; quedaba una prosperidad y tasas de crecimiento que no han vuelto a reproducirse; quedaban bastantes leyes, respetadas por su racionalidad; venía una monarquía decidida por el franquismo…

¿Cuándo comenzó la transición? De manera estricta, transcurrió entre la muerte de Franco y la Constitución de 1978, que creó un nuevo régimen. En sentido más amplio, puede datarse el principio en el Concilio Vaticano II que desde mediados de los años 60 volvió la actitud de la Iglesia hostil hacia un régimen que se había declarado católico y que había salvado a la propia Iglesia del exterminio. El Vaticano II  dejó al régimen sin discurso propio, por tanto sin futuro a largo plazo, y determinó una progresiva descomposición del franquismo entre sus cuatro partidos o “familias”.  Aun así, el régimen subsistió una década porque su oposición, débil y nunca democrática, no pudo explotar a fondo las excelente condiciones que le brindaba dicho concilio.

¿Fue la transición una gran hazaña histórica? No muy grande. En cierto modo venía rodada, por las circunstancias antedichas.

¿Qué calidad política puede atribuir a los políticos que hicieron la transición? Salvo a Torcuato Fernández Miranda, que  salvaguardó la legitimidad del franquismo, los demás carecieron de talla de estadistas: simplemente se desenvolvieron en una situación social histórica  extraordinariamente favorable, pese a lo cual su mediocridad les llevó a cometer fallos de fondo, quizá excusables dada la novedad del empeño, pero que  en lugar de corregirse han ido agravándose hasta destruir al propio régimen  democrático.

Pues bien, y salvo apuntes parciales, ninguno de los puntos anteriores entra en los análisis de los “testigos”, excepto parcialmente alguno de ellos, como el propio Platón o Ramón Pi. La base histórica, social y económica del proceso se despacha con referencias a “la dictadura” y al “dictador”, más un “europeísmo” beato y perfectamente estéril como es tradicional. El  crucial referéndum del 76 apenas recibe atención más allá de alguna cita burocrática. La iglesia y el Vaticano II no existen. Lo que realmente quedó del franquismo tampoco recibe atención. El significado histórico del rupturismo apenas se percibe. Ni pasan de lo anecdótico las referencias a aquella especie de autogolpe fallido que fue el 23-f.

   Los asertos generales suelen caer en lo cómico, sobre todo vistos en perspectiva:  “La Transición y el más importante de sus frutos, la Constitución de 1978, ha sido la etapa más floreciente y de mayor progreso de la historia de España” (Julián Barriga) “Soy privilegiada porque he vivido la época más apasiomamte  de la historia de España, con los hombres y mujeres más capaces de la política española” (Pilar Cernuda) “La generación que culminó e período más próspero de nuestra historia” (Daniel Gavela) “Parece un cuento, porque todo fue fantástico (…) Quizá nunca en la historia de España hubo una coincidencia de tantos nombres ilustres, de tanto talento, de tanto proyecto de futuro” (Fernando Ónega)  “España, como gran reto, está a punto de incorporarse a Europa (..) Toda una década prodigiosa (…) El destino de España y de los españoles, después de muchos años, está escrito en el corazón de los que hicieron posible lo imposible, en la Corona, en la soberanía nacional y en la mente limpia de todos los que han sido educados en la libertad, porque no han conocido ni la dictadura ni la opresión” (Pepe Oneto)  “La Transición, con mayúscula, fue el período del paso de la dictadura a la democracia después de una posguerra de 36 años, la más larga de la historia (…) Para los europeos, el franquismo era lo que quedaba por derrotar en el Viejo Continente” (Ramón Pi). “Me convertí a la Transición democrática el 23 de febrero de 1981 (…) El resplandor que me hizo caer del caballo fue, precisamente, la intentona golpista de Tejero” (Nativel Preciado) “El mejor político de la España actual (…)  el mejor y el más eficaz, ha sido Juan Carlos de Borbón” (Justino Sinova). Y así muchos más 

Sobre cuándo empezó la transición hay dudas, con referencias al asesinato de Carrero Blanco (con lo que la ETA habría sido la verdadera causante de la democracia) mientras que Carlos Dávila argumenta que, en realidad, “Para los periodistas lógicos –que no somos todos– la Transición no ha terminado“. En 1924: así, a una posguerra de 36 años, según Ramón Pi, le habría sucedido una transición de casi cincuenta. Sobre la monarquía, el dato de que la Constitución no hizo más que refrendar la decisión de Franco, apenas es tratada, o solo disimuladamente. Llama la atención que la frase, tan curiosa, de Suárez para explicar  su  dimisión apenas dé lugar a comentario, a pesar de que se entiende bien: “Yo no quiero que el sistema democrático de convivencia sea, una vez más, un paréntesis en la historia de España”. Lo que está diciendo es que él mismo es el obstáculo a la democracia, y que dimite para que esta siga. Y tenía cierta razón. Quizá la frase fue un acto fallido.

Todo ello envuelto en ditirambos de los periodistas hacia sí mismos, algo frecuente en el gremio, y con un lenguaje a menudo rimbombante.

Quien quiera entender la Transición no sacará de tales testimonios, con alguna excepción,  mucho más que tópicos manidos sobre un vacío de análisis histórico y político. Es un mal muy generalizado en España, también entre políticos e intelectuales, y que hace recordar el dictamen de Azaña sobre los republicanos de izquierda: “Gente impresionable, ligera, sentimental y de poca chaveta”.

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Jayam (e) ¿Existe el yo? / “Cancelaciones” / “Realidades esenciales”

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Omar Jayam (e) ¿Existe el yo?

Jayam describe la condición humana como una imposible necesidad de encontrar sentido a su propia existencia. Toda su reflexión se dirige al “yo”, esto es, a la persona.  Persona o yo es concepto mejor que el más usado de “individuo”, pues no existen individuos en su sentido etimológico de indivisible; al contrario, el “individuo” es sumamente cambiante, complejo e íntimamente contradictorio en sus deseos y manifestaciones. El concepto de persona resulta más adecuado a esa complejidad.

Merece la pena examinar cada verso de los mencionados. El primero, “Vine al mundo sin mi consentimiento” expresa la  voluntad de libertad del hombre, ya frustrada en origen. No solo el hombre llega a la vida sin que nadie le haya consultado, sino que lo hace en unas condiciones completamente ajenas a su voluntad o a su razón: en una época y lugar, y con un sexo que no ha podido elegir,  como tampoco su posición social ni las convenciones y normas sociales que pesarán sobre él;  ni las características de su familia; menos aún el tiempo  que permanecerá en la existencia. Y tampoco tienen nada que ver con sus deseos o acuerdo  sus condiciones físicas como, su fuerzas, salud o belleza naturales;  ni las condiciones intelectuales y psíquicas con las que nace y que solo puede mejorar con esfuerzo y en pequeña medida, aunque puede, en cambio echarlas a perder o destruirlas con essfuerzo menor o incluso con cierto placer.

Visto así, cabría preguntarse si el yo existe o es solo una ilusión o epifenómeno irrelevante de las más tangibles realidades biológicas, epocales o sociales. Por abordar estas últimas, la persona no puede mantenerse sin la sociedad, que les proporciona la manutención, los conocimientos y las ideas que le proporcionan fe en un sentido de la vida. Esto es indudable, pero no impide que el yo se manifiesta con ímpetu, como un potente instinto de supervivencia y apropiación que empuja a menudo al conflicto con los demás yoes. El yo se manifiesta en contraste con los demás e incluso con el mundo físico. Por otra parte, las heridas al yo, en forma de humillaciones, decepciones, insultos o calumnias etc. suelen guardarse durante largo tiempo y determinar conductas conscientes o subconscientes, como de venganza o desesperación. 

   Por otra parte, muchas personas se adaptan a la presión y convención social de la que dependen, de modo que apenas se distinguen de ella con una personalidad propia. Pero aun entonces persiste en el yo una insatisfacción de fondo, como la expresada en la novela de Tolstói La muerte de Iván Ilich, como la renuncia, por las convenciones, una forma de vida que sería más “auténtica”. Pero en general la adaptación a las presiones y convenciones sociales es solo parcial y cambiante, y en algunos casos llega a la rebeldía, sea como delincuencia o de otras formas más, digamos, elevadas.

Una pequeña digresión historiográfica: la realidad del yo y su tensión con la sociedad de la que sin embargo vive, se revelan con fuerza en dos concepciones de la ideología comunista: la ácrata y la marxista. La primera se apoya en la soberanía del yo, que no admite constricciones que no vengan de su voluntas; la marxista,  en la  soberanía de la sociedad sobre los yoes, cuyas voluntades y libertad resultarían una especie de caprichos  arbitrarios o determinados por la situación social y sobre los que debería imponerse la  necesidad social histórica. No obstante, esa negación en el marxismo no logra eliminar el yo, sino que mientras lo suprime mejor o peor,  lo exacerba en la persona del dirigente,  al que promueve un verdadero culto. Y en la ideología liberal, la tendencia hacia el anarquismo está siempre actuante.

Es evidente que Jayam cree en el yo, y a él se dirige, haciéndole consciente de su evidente incapacidad para entender el sentido de su existencia, sea personal o social. Pues resulta obvio que las circunstancias que afectan al yo afectan también a la sociedad en su conjunto.

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El crimen “cancelatorio”

**Cuando salió “Los mitos de la guerra civil”, en 2003,  la izquierda parecía haber ganado por completo la batalla cultural, pues el PP se le había sumado en 2002. “Los mitos” les demostraron que su victoria no era tan completa, y tuvieron que ponerse en evidencia con políticas de “cancelación” y leyes de tipo soviético.

**Las políticas de “cancelación” son  criminales. Los soviéticos mandaban al GULAG a los disidentes. Los “canceladores” tratan de condenarlos a muerte civil. En los dos casos por ideologias falsarias, que solo pueden imponerse con tiranía.

**¿Por qué han debido recurrir a leyes de memoria a la soviética? Porque de ningún modo podían rebatir mi revisión de la historia, que derribaba su discurso político y, claro, perjudicaba a miles de puestos políticos y universitarios mal ganados.

**Mis investigaciones sobre la guerra civil, franquismo y transición  debían haber fundamentado una nueva política. Esto lo hizo imposible el PP cuando adoptó el discurso de PSOE y separatistas. Años perdidos hasta VOX. Veremos.

**La política de cancelación” me la aplica la Iglesia actual con igual celo que el PSOE y los separatistas. Le impulsa a ello la tremenda enfermedad moral que le llevó a ser cómplice en la profanación de la tumba de quien la salvó, literalmente, del exterminio.

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De Un Tiempo Y De Un Pais - 1

Inglaterra y España tras las guerras napoleónicas: https://www.piomoa.es/?p=5193 

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 Realidades esenciales

**El PSOE es el partido más antiguo e influyente de España en los últimos ciento siete años, salvo en el franquismo. Por eso merece ser conocido en profundidad, y no por anécdotas, datos fragmentarios, meros desahogos  o folclorismos. Por esa razón he escrito “El PSOE en la historia de España”

**Los promotores de las leyes de “memoria” pintan al franquismo como un régimen ferozmente tiránico y sanguinario, pero no lucharon contra él. El GRAPO sí luchó, y sin embargo le llaman terrorista.¿Por qué? Precisamente porque luchó. Paradojas. En “El PSOE en la historia de España”

**El problema de la guerra de Ucrania consiste en el falso cálculo de la OTAN de que podría arruinar y aislar a Rusia, y vencerla militarmente usando de marioneta a Zelenski. Parece que sus cálculos fueron errados. Veremos si ahora Trump rectifica.

**Dos realidades esenciales: a) Europa NO es la UE. La UE es un proyecto woke, lgtbi y climatohistérico cada vez más totalitario contra las naciones histórica europeas y su tradción cultural. b) Rusia es país de cultura predominante europea, y la UE la ha empujado hacia China

 

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El caso Trump / Hacia un nuevo régimen/ Portada trágica

337 – Política y corrupción en el franquismo | Los golfos son gente ética – YouTube

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El caso Trump

*En 2016, Trump ganó a la Clinton, una criminal belicista enloquecida. En 2020 perdió de modo muy sospechoso ante un Biden belicista y senil, de penosa historia familiar. En 2024 ha ganado a la locuela Harris, gemela de nuestras Monteros, Yolandas o Belarras. De buena se ha librado Usa.

*Ante la victoria de Trump, Macron ha reaccionado diciendo que entre él y el canciller alemán construirán una Europa fuerte. Cada vez más enloquecido este belicista. La también aficionada a guerras Von der Leyen había dicho que Trump es el mayor peligro para el mundo. Cree que el mundo son ella y sus amigotes tipo PP y PSOE en España. También Pancho I de la Pampa.

*Dice Aznar que la victoria de Trump es una mala noticia. Sin duda lo es para él, su partido y el PSOE. Y por la misma razón es noticia  excelente para España

*Trump es ante todo un nacionalista useño. Los intereses de Usa coinciden en parte, pero solo en parte, con los de España. Concretamente nos interesa que termine la guerra de Ucrania, así como su oposición a la ideología llamada woke, lgtbi, climatohistérica y de odio, aunque suba los aranceles. Pero están de sobra los entusiasmos pueriles hacia Trump.

*Si Trump logra cumplir las mencionadas promesas será un gran bien para España y Europa, tanto como un mal para las oligarquías PP-PSOE y las de la UE, cuyas ideologías y belicismo en pro de una guerra europea quedarán tocadas del ala, al menos por un tiempo.

* La guerra de Ucrania se habría evitado de cumplirse los acuerdos de Minsk y el preacuerdo de Estambul. La OTAN lo impidió. No creo que haya otra solución ya que la anexión a Rusia de las regiones ucranianas de habla rusa, brutalmente agredidas por Kíef bajo el amparo de la OTAN. No creo que Moscú se conforme con menos. Si no es así, la guerra continuará probablemente, y con ella el peligro de volverse europea.

*Otros peligros son que se descontrole la guerra de Oriente Próximo, o que las fuertes tensiones de Usa con China no degeneren en hostilidades armadas. Trump tendrá que afrontar unos desafíos tremendos. En cualquier caso, a España le conviene radicalmente la  neutralidad.

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Tres claves para un nuevo régimen

Los regímenes caen a veces violentamente, y otras cambian a otro nuevo sin mucho trauma. La I República pasó a la Restauración monárquica sin mayores conflictos, la Restauración desembocó a la II República también con escaso derramamiento inicial de sangre. No ocurrió lo mismo con el paso del Antiguo Régimen al liberalismo, que exigió guerras civiles; o de la II República al Frente Popular, mezcla de insurrección y de fraude electoral; o del frente popular al franquismo, que causó una guerra civil. Como no podía haber sido de otro modo, el régimen de la transición nació del franquismo. Y  la  Constitución consiguiente del 78, mantenía lo fundamental de su legado: unidad nacional, paz interna, libertad personal ampliada en libertades políticas, y monarquía… Todo  bajo los colores de la bandera con que se había vencido al frente popular.

  El paso a una democracia no convulsa, posible en la nueva sociedad creada en y por el franquismo, se decidió por vasta mayoría en referéndum de diciembre de 1976,  partiendo de la legitimidad histórica del régimen anterior. Aquella democracia  funcionó  mal que bien, aun si con defectos serios de origen que, en parte inevitables, podían haberse corregido, pero se fueron agravando. La fecha histórica que cambió el rumbo del régimen, fue el 20 de noviembre de 2002, cuando el Partido Popular condenó el franquismo del que procedía la democracia y el mismo PP, uniéndose al discurso histórico-político del PSOE y los separatistas, los vencidos en la guerra civil. La condena generó una involución política, creciente deterioro y corrupción de las instituciones y leyes totalitarias como las de memoria, de género o de odio, hasta culminar en el golpismo separatista abierto y su amnistía, que de hecho ha dado la puntilla al régimen de la Constitución de 1978, nunca respetada por otra parte.

Es preciso recordar esta evolución política porque su hilo y lógica suelen perderse en la algarabía de las maniobras de partidos y mil detalles de las peleas por el poder.  Liquidado el régimen del 78 por una amnistía que consagra al golpismo, la situación del país se ha vuelto inestable, con deriva bolivariana cada vez más acentuada, lo  que hace necesario cortar la deriva y marchar a nuevo régimen y nueva Constitución. Creo indispensables al respecto tres claves o recuperaciones de fondo: 1) Recuperación de la unidad nacional, hoy socavada hasta el punto de amenazar la disgregación del país, como ocurrió en la fase final de la república. 2. Recuperación de la democracia, ya dañada desde el primer gobierno del PSOE y en plena involución hacia un régimen de tipo comunistoide o bolivariano. 3.  Recuperación de la neutralidad de España lograda en las dos últimas guerras mundiales; punto este  de máxima urgencia cuando el ambiente mundial se enrarece presagiando nuevas contiendas de alcance imprevisible.  Aunque aparte de esta circunstancias, la neutralidad de España debería ser, por muchos motivos, un principio básico de política exterior, como en Suiza.

 El referéndum de 1976 estableció la continuidad histórica entre el franquismo y la democracia. Los tres puntos clave señalados establecerían la continuidad con el citado referéndum,  corrigiendo los defectos de origen en la Constitución de 1978, agravados hasta liquidar al propio régimen.   Hoy, los sucesos de Valencia revelan  un auge espontáneo  de la indignación y la rebeldía popular contra una tiranía que está destruyendo la libertad, amenaza  seriamente la unidad nacional y está dispuesta a embarcar al país en una guerra exterior al servicio de intereses  ajenos. Se repite así, en condiciones distintas, la dinámica del frente popular en 1934-1936.

Se trata de evitar en lo posible un cambio traumático. Pero esa rebeldía aunque necesaria,  llevaría a la pura revuelta fracasada o al caos si no va orientada por un gran proyecto político como el aquí propuesto, cuya esencia es la continuidad histórica de España. Hoy existe una alternativa al caos y la tiranía, VOX, que defiende las dos primeras  claves mencionadas, aunque con vacila, espero que transitoriamente,  en la tercera. Los puntos citados, explicados, desarrollados y aplicados según las circunstancias, marcarían la verdadera alternativa susceptible de convencer a una mayoría  de la población y superar la profunda crisis actual sin llegar a una nueva guerra civil, improbable pero no imprevisible.

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**El Saunas, con típico maquiavelismo de tres al cuarto, quiso hacer que la responsabilidad del desastre de Valencia recayera en el gobierno regional del PP. Y claro que el PP comparte la culpa, pero ha quedado en evidencia que la culpa principal es de la pandilla del Saunas.

**Después de dejar a su suerte a los valencianos, el Saunas fue a hacerse la foto escudándose en el rey. Y vaya si se hizo la foto. Mucho más realista de lo que le habría gustado.

**Los “fascistas” han ido a ayudar en Valencia. Los “progresistas” se dedican a sabotear la ayuda.

**Aznar es probablemente el peor presidente hasta hoy, aun contando su acierto con la ETA. Condenó el franquismo, abriendo la puerta a todo lo que hicieron después Zapo y el Saunas. Supeditó completamente a España a la anglosfera. Inició la inmigración salvaje, favoreció como nunca antes a los separatismos… Ahora ataca a Trump

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Portada trágica

En la portada de De un tiempo y de un país   figuran seis fotos. Las tres de arriba son de tres miembros del PCE(r)-GRAPO muertos en plena juventud por la policía. De los tres de abajo, los dos primeros han sufrido o siguen sufriendo largas penas de cárcel. El tercero, yo mismo, se libró de uno u otro destino por haber sido expulsado, en 1977, no porque yo pensara entonces de modo diferente a ellos,  sino por otros motivos que detallo en el libro.

Nosotros luchábamos con armas contra un régimen pintado con los más negros colores por una amplia, aun si débil, oposición, desde el  PCE hasta el PSOE y los zascandiles  que prosperaban en el propio régimen, parasitándolo. Por esa razón, para todos ellos los miembros del GRAPO deberían ser héroes, ya que se atrevían a luchar contra un supuesto monstruo al que ellos atacaban solo de palabra o con intriguillas.  Pero, paradójicamente, aquellos feroces antifranquistas que, salvo los del PCE, nunca habían arriesgado nada contra la “insoportable tiranía”,  más o menos “fascista”, denigraban a los grapos con la misma furia que el propio “fascismo”. En la historia del PSOE que he publicado recientemente, creo haber mostrado hasta qué punto la política y la farsa vienen mezcladas en la historia del siglo XX y lo que va del XXI. El propio Largo Caballero llegó a retratar las sempiternas intrigas  republicanas como “dignas de un espectáculo de revista” o vodevil. Y de no ser por sus cruentos efectos podrían sugerir guiones  para comedias realmente hilarantes.

Pero ahora la contemplación de esa portada me causa una sensación dolorosa: por el tiempo transcurrido, por las víctimas, por el destino de aquellos camaradas con quienes tanto me esforcé y aventuré en un empeño destructivo; y más aún por la causa anhelada, simbolizada en la célebre estatua moscovita del obrero y la koljosiana, algo difuminada  en el fondo de la portada.  Mucho tiempo me llevó entender  que si aquellos ideales redentores derivaban una y otra vez en sociedades carcelarias no era por errores justificables por la novedad histórica de un magno proyecto, sino por la lógica misma implícita en él. Cierto que todos los regímenes políticos tienen sus víctimas, pero en el comunismo la víctima es necesariamente la sociedad entera.

Si nuestros violentos métodos eran malos,  mucho peor el bello espejismo que los justificaba y que ha atraído a tantos millones de personas en el mundo y a una multitud de intelectuales supuestamente lúcidos. La portada me trae a la conciencia la  trágica incapacidad humana, tan vívidamente expuesta por Omar Jayam, para entender el sentido de la vida.

De Un Tiempo Y De Un Pais - 1

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Claves para nuevo régimen / Portada trágica

337 – Política y corrupción en el franquismo | Los golfos son gente ética – YouTube

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Tres claves para un nuevo régimen

Los regímenes caen a veces violentamente, y otras cambian a otro nuevo sin mucho trauma. La I República pasó a la Restauración monárquica sin mayores conflictos, la Restauración desembocó a la II República también con escaso derramamiento inicial de sangre. No ocurrió lo mismo con el paso del Antiguo Régimen al liberalismo, que exigió guerras civiles; o de la II República al Frente Popular, mezcla de insurrección y de fraude electoral; o del frente popular al franquismo, que causó una guerra civil. Como no podía haber sido de otro modo, el régimen de la transición nació del franquismo. Y  la  Constitución consiguiente del 78, mantenía lo fundamental de su legado: unidad nacional, paz interna, libertad personal ampliada en libertades políticas, y monarquía… Todo  bajo los colores de la bandera con que se había vencido al frente popular. 

  El paso a una democracia no convulsa, posible en la nueva sociedad creada en y por el franquismo, se decidió por vasta mayoría en referéndum de diciembre de 1976,  partiendo de la legitimidad histórica del régimen anterior. Aquella democracia  funcionó  mal que bien, aun si con defectos serios de origen que, en parte inevitables, podían haberse corregido, pero se fueron agravando. La fecha histórica que cambió el rumbo del régimen, fue el 20 de noviembre de 2002, cuando el Partido Popular condenó el franquismo del que procedía la democracia y el mismo PP, uniéndose al discurso histórico-político del PSOE y los separatistas, los vencidos en la guerra civil. La condena generó una involución política, creciente deterioro y corrupción de las instituciones y leyes totalitarias como las de memoria, de género o de odio, hasta culminar en el golpismo separatista abierto y su amnistía, que de hecho ha dado la puntilla al régimen de la Constitución de 1978, nunca respetada por otra parte.

Es preciso recordar esta evolución política porque su hilo y lógica suelen perderse en la algarabía de las maniobras de partidos y mil detalles de las peleas por el poder.  Liquidado el régimen del 78 por una amnistía que consagra al golpismo, la situación del país se ha vuelto inestable, con deriva bolivariana cada vez más acentuada, lo  que hace necesario cortar la deriva y marchar a nuevo régimen y nueva Constitución. Creo indispensables al respecto tres claves o recuperaciones de fondo: 1) Recuperación de la unidad nacional, hoy socavada hasta el punto de amenazar la disgregación del país, como ocurrió en la fase final de la república. 2. Recuperación de la democracia, ya dañada desde el primer gobierno del PSOE y en plena involución hacia un régimen de tipo comunistoide o bolivariano. 3.  Recuperación de la neutralidad de España lograda en las dos últimas guerras mundiales; punto este  de máxima urgencia cuando el ambiente mundial se enrarece presagiando nuevas contiendas de alcance imprevisible.  Aunque aparte de esta circunstancias, la neutralidad de España debería ser, por muchos motivos, un principio básico de política exterior, como en Suiza.

 El referéndum de 1976 estableció la continuidad histórica entre el franquismo y la democracia. Los tres puntos clave señalados establecerían la continuidad con el citado referéndum,  corrigiendo los defectos de origen en la Constitución de 1978, agravados hasta liquidar al propio régimen.   Hoy, los sucesos de Valencia revelan  un auge espontáneo  de la indignación y la rebeldía popular contra una tiranía que está destruyendo la libertad, amenaza  seriamente la unidad nacional y está dispuesta a embarcar al país en una guerra exterior al servicio de intereses  ajenos. Se repite así, en condiciones distintas, la dinámica del frente popular en 1934-1936.

Se trata de evitar en lo posible un cambio traumático. Pero esa rebeldía aunque necesaria,  llevaría a la pura revuelta fracasada o al caos si no va orientada por un gran proyecto político como el aquí propuesto, cuya esencia es la continuidad histórica de España. Hoy existe una alternativa al caos y la tiranía, VOX, que defiende las dos primeras  claves mencionadas, aunque con vacila, espero que transitoriamente,  en la tercera. Los puntos citados, explicados, desarrollados y aplicados según las circunstancias, marcarían la verdadera alternativa susceptible de convencer a una mayoría  de la población y superar la profunda crisis actual sin llegar a una nueva guerra civil, improbable pero no imprevisible.

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Portada trágica

En la portada de De un tiempo y de un país   figuran seis fotos. Las tres de arriba son de tres miembros del PCE(r)-GRAPO muertos en plena juventud por la policía. De los tres de abajo, los dos primeros han sufrido o siguen sufriendo largas penas de cárcel. El tercero, yo mismo, se libró de uno u otro destino por haber sido expulsado, en 1977, no porque yo pensara entonces de modo diferente a ellos,  sino por otros motivos que detallo en el libro.

Nosotros luchábamos con armas contra un régimen pintado con los más negros colores por una amplia, aun si débil, oposición, desde el  PCE hasta el PSOE y los zascandiles  que prosperaban en el propio régimen, parasitándolo. Por esa razón, para todos ellos los miembros del GRAPO deberían ser héroes, ya que se atrevían a luchar contra un supuesto monstruo al que ellos atacaban solo de palabra o con intriguillas.  Pero, paradójicamente, aquellos feroces antifranquistas que, salvo los del PCE, nunca habían arriesgado nada contra la “insoportable tiranía”,  más o menos “fascista”, denigraban a los grapos con la misma furia que el propio “fascismo”. En la historia del PSOE que he publicado recientemente, creo haber mostrado hasta qué punto la política y la farsa vienen mezcladas en la historia del siglo XX y lo que va del XXI. El propio Largo Caballero llegó a retratar las sempiternas intrigas  republicanas como “dignas de un espectáculo de revista” o vodevil. Y de no ser por sus cruentos efectos podrían sugerir guiones  para comedias realmente hilarantes.

Pero ahora la contemplación de esa portada me causa una sensación dolorosa: por el tiempo transcurrido, por las víctimas, por el destino de aquellos camaradas con quienes tanto me esforcé y aventuré en un empeño destructivo; y más aún por la causa anhelada, simbolizada en la célebre estatua moscovita del obrero y la koljosiana, algo difuminada  en el fondo de la portada.  Mucho tiempo me llevó entender  que si aquellos ideales redentores derivaban una y otra vez en sociedades carcelarias no era por errores justificables por la novedad histórica de un magno proyecto, sino por la lógica misma implícita en él. Cierto que todos los regímenes políticos tienen sus víctimas, pero en el comunismo la víctima es necesariamente la sociedad entera.

Si nuestros violentos métodos eran malos,  mucho peor el bello espejismo que los justificaba y que ha atraído a tantos millones de personas en el mundo y a una multitud de intelectuales supuestamente lúcidos. La portada me trae a la conciencia la  trágica incapacidad humana, tan vívidamente expuesta por Omar Jayam, para entender el sentido de la vida.

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