“Gato al Agua” / Arpía pendenciera / Mujeres y hombres/ Aznar derrota aFranco

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“Gato al agua” / Arpía pendenciera/ Mujeres y hombres

**En “El gato al agua” he expuesto argumentos en pro de la neutralidad. El vídeo ha tenido bastantes más visitas de lo habitual, y  gran número de comentarios, casi todas a favor.  De lo cual deduzco que el miedo de VOX a quedarse aislado si defiende esa postura es imaginario. La neutralidad es la única postura conveniente y necesaria para España, máxime cuando se prepara una nueva gran guerra. Todo el problema se reduce a explicarlo con claridad y argumentos convincentes a la opinión pública: Pío Moa: “No tenemos conflicto con Rusia pero sí con la OTAN” – El Toro TV

**Lo único importante que ha ocurrido en las elecciones portuguesas es que Chega duplique muy ampliamente sus votantes, saltando del 7,2% al 18%. La manipulación desinformativa lo presenta siempre como “extrema derecha”. Las palabras condensan significados amplios. Hay que buscar una que en España defina al consorcio PP-PSOE-sepas.

**¿Qué sabemos del 11-m? Una cosa, y la más importante históricamente: que el PSOE aprovechó la matanza con sospechosa agilidad para relacionarla con la decisión de Aznar de meter a España en Irak so pretexto de las “armas de destrucción masiva”, a las órdenes, incondicionalmente, de Usa y de Inglaterra. De Gibraltar, vamos.Y que los grandes beneficiarios del crimen fueron los socialistas, la ETA y los separatistas, claves de la política de Zapatero.

**¿Quiénes fueron los autores del 11-m? Esto no se sabe. Una hipótesis: Marruecos. Mohamed VI dice haberse sentido “abofeteado y humillado” por el incidente de Perejil.  Mohamed odiaba a Aznar, pero era muy amigo de Zapatero, a quien otorgó las máximas condecoraciones de su reino. No  hay en ello una certeza, pero sí una lógica que no sé si alguien ha investigado.

**Día de “la mujer”. Se ve que los demás días son “del varón”. Creo que en la diferenciación sexual existe una básica economía de esfuerzos. El varón se encarga (no exclusivamente) de la alimentación y la mujer de la continuidad de la especie (tampoco exclusivamente). La vida se alimenta de la vida, lo que implica lucha y una crueldad elemental; la continuidad de la especie implica ante todo una actitud amorosa. Obsérvese que el cine y la literatura de acción o de guerra interesan mucho más a los hombres, y los temas de amor a las mujeres. Esto no es casual. El tema podría desarrollarse. 

La Segunda Guerra Mundial: Y el fin de la Era Europea (HISTORIA)

** Leo a un analista: “Que ganara Trump sería una gran alegría para Putin”. No: sería una gran alegría para la paz en Europa. Esto es, si Trump cumple luego sus sugerencias. En su mandato anterior, Usa no se dedicó a promover guerras  exteriores.

**El cese o dimisión de la  pendenciera arpía Victoria Nuland, la que más ha contribuido a encender la guerra de Ucrania,  podría significar que Usa  abandona a Zelenski dejándole el embrollo a la UE.  Pero  lo dudo mucho. Por supuesto que la la UE está por la labor y prepara la guerra con el pretexto de que es Rusia quien la prepara. Pero Usa y la UE afirman que no pueden permitir que Rusia gane en Ucrania. ¿Porque temen que a continuación invada a Polonia, por ejemplo? No, porque la necesidad de la propia OTAN quedaría en entredicho, mucho más que cuando su derrota en Afganistán.

**Me preguntan sobre la enfurecida fobia de Jiménez Losantos a VOX. Respondo: ¿se han fijado ustedes en que Losantos se parece físicamente  cada vez más a Ansón?

 **Cuando decimos Occidente no nos referimos a un todo homogéneo. De hecho hay tres occidentes con diferencias considerables: el anglosajón, el más poderoso con diferencia aunque ahora afronte crisis derivadas de sus últimas guerras; el centroeuropeo en torno al eje francoalemán, que parece estar preparando una guerra en Europa sugestionado por el anglosajón; y el hispánico, casi insignificante pero con una potencialidad evidente.

**¿Cuál es el problema de la democracia en España? La ausencia de oposición hasta la llegada de VOX. En democracia, la oposición se precisa para contener la tendencia del gobierno a expandir su poder y asfixiar las libertades. Sin embargo, no es garantía: un partido de oposición puede conchabarse con el de gobierno para repartirse cargos y dineros amistosa, “dialogantemente” como ha pasado en España. Y también puede lanzarse a una carrera de demagogias que socaven por otro lado el sistema. La democracia tiene sus peligros, como cualquier otro régimen. No es una palabra mágica.

**El blog de  Ramón Ferrandis ha comenzado una explicación a fondo de la agenda 2030. Será ilustrativa, seguramente: José Ramón Ferrandis | Un blog reaccionario (joseramonferrandis.es)

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 Nada más revelador sobre la verdad histórica de la república y del frente popular que los dicterios de sus padres espirituales después de conocer la experiencia:       310 – Los padres de la República maldicen a la República | Neutralidad (youtube.com)

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Aznar derrota a Franco

En toda la actitud de Aznar hay un elemento al que la historiografía ha dado escasa importancia, y que sin embargo la tiene de fundamental transcendencia histórica: su condena al franquismo.

El jefe del PP había utilizado el concepto de “pasar página” para evitar al PSOE las peores consecuencias judiciales de sus siempre honradas hazañas, y como pórtico a una nueva era histórica en que se acabarían las peores rencillas dentro de un acuerdo en lo esencial con los socialistas y los separatistas. El concepto de democracia en el PP era precisamente ese, una coincidencia de los partidos en cuestiones básicas, que evitara volver a la situación de preguerra cuando “nada nos era común a los españoles”. Ciertamente la idea tenía algo de ingenua y algo de corrupta, ya que podría dar lugar a “diálogos” para repartirse los poderes y fondos públicos entre aquellos partidos a costa de los intereses profundos del país.

Sin embargo, aquel “pasar página” tenía una limitación: el franquismo. A poco de llegar al poder, Aznar decidió que con el franquismo nada de pasar página: había sido una dictadura intolerable para un demócrata como él, y “La tarea del general Franco ha sido profundamente negativa para la vida española (…) El franquismo sociológico ya encontró cobijo en 13 años de socialismo. Conmigo vivirá mucho más a la intemperie”. Juzgaba al PSOE algo blando hacia el régimen anterior, por lo que persistía un difuso franquismo social con el que acabaría el PP: quería superar al PSOE en antifranquismo, como Suárez había pretendido superarlo en izquierdismo. Por lo mismo, en un gran mitin rindió tributo nada menos que a Azaña, a quien de aquella ponían por las nubes nubes tirios y troyanos sin mayor respeto a la realidad histórica. Un Azaña embellecido sin tasa ennegrecía a Franco y disimulaba el carácter del Frente Popular: ¡la derecha había evolucionado o se había modernizado, como se prefiera! Para no perder la costumbre, Aznar procedía de la Falange y, como Cebrián, de familia con altos cargos en el franquismo.

Y para demostrar la sinceridad de su repulsa al finado caudillo, el PP condenó en las Cortes, en 2002, el alzamiento del 18 de julio contra el Frente Popular, aprovechando la fecha simbólica del 20 de noviembre: Franco quedaba así derrotado definitivamente por los demócratas. Ya no se trataba simplemente de disimular o falsear el pasado de los líderes de la derecha (y de tantos de la izquierda), sino de borrar la propia historia del país, asunto harto más peliagudo. El PP, gran benefactor político de los semiseparatistas o separatistas y del PSOE, con quienes se repartía “democráticamente” el poder judicial y otras cosas, se unía a ellos también en su honrada versión de la historia. Salto mortal cuyas implicaciones, por lo demás evidentes, escapaban a las entendederas de Aznar y su partido. Pues la pirueta entregaba la legitimidad política e histórica al Frente Popular y a sus herederos, y la hurtaba a la transición, la monarquía y la propia democracia brotadas, por así decir, del franquismo. Una vuelta al rupturismo, que iba a tener consecuencias.

Naturalmente, Aznar no obraba así por antojo, sin duda esperaba obtener algunos beneficios políticos. Su condena venía a ofrecer a la oposición un “pase de página” que superase “los sectarismos, rencillas y políticas negativas del pasado”. Ahora, el PP, el PSOE, los separatistas y los comunistas iban a compartir un hondo entendimiento de la libertad, hermanados por el antifranquismo como base de la legitimidad del nuevo régimen. Haciendo, lógicamente, tabla rasa del significado del Frente Popular y de la guerra, de los avances sociales del franquismo sin parangón en dos siglos, del referéndum de 1976, de la corrupción y de la corrosión de la unidad nacional y la democracia. Con la entrega de la legitimidad política y cultural debía empezar una nueva era de concordia que estabilizaría los repartos de poder y dinero entre aquellos partidos.

O eso pretendía Aznar. Mas, por desgracia, los autodeclarados herederos del Frente Popular, bien conscientes del carácter histriónico de la oferta, recrudecieron las burlas y dicterios contra un PP que en vano quería disimular su siniestro franquismo. Lejos de olvidar las “rencillas”, intensificaron su oposición hasta hacerla casi desestabilizadora. Así sus manejos clandestinos con el terrorismo etarra, la huelga general del 20 de junio de 2002 con manifestaciones multitudinarias en varias ciudades contra el “decretazo” del gobierno, que en la línea liberalizadora de la economía, disminuía las prestaciones por desempleo o las subvenciones agrarias, entre otras normas para flexibilizar el mercado laboral en perjuicio de los trabajadores, en opinión de los sindicatos. La huelga obligó a retirar el decreto, que el TC declaró inconstitucionel al haberse tramitado de modo innecesario como “de urgencia”. No menos profusas fueron las protestas estudiantiles contra la LOCE (Ley Orgánica de Calidad de la Educación) que con mayor o menor acierto pretendía enmendar la degradación educativa promovida por el PSOE (una de sus manifestaciones era la expansión de las drogas en los centros de enseñanza o la nueva costumbre de embriagarse en en masa los fines de semana (“practicar botellón”).

Aún más estridente fue la movilización por la marea negra causada por el petrolero Prestige, en noviembre de 2002. No era el primer accidente similar que sufrían las costas gallegas u otras, pero el PSOE, el BNG y las oenegés afines aprovecharon para organizar una agitación convulsa culpando al gobierno y profetizando daños apocalípticos para el medio ambiente, la pesca y el turismo durante muchos decenios, y otras calamidades. La consigna, realmente infantil, “Nunca mais”, recogía, trivializándola, la de la persecución nazi a los judíos, como si el accidente respondiera a un deliberado plan de exterminio del PP. Los daños en la costa remitieron mucho antes de lo que aseguraban los ecosocialistasd, y el gobierno actuó con típico oportunismo, regando de subvenciones a los pescadores de la zona, que inventaron en burla el lema “¡Outra mais!”.

Todavía mayor importancia real tuvo la actitud de Zapatero hacia Marruecos. Aznar cambió acertadamente la política de concesiones y abrazos al monarca alauí cada vez que este mostraba hostilidad o perjudicaba intereses españoles. Lo cual, naturalmente, hizo crecer las tensiones, culminadas con la invasión del islote de Perejil, a mediados de 2002. En aquel ambiente, Zapatero fue a entrevistarse con Mohamed VI a espaldas del gobierno español y fotografiándose bajo un mapa de Marruecos que incluía Ceuta y Melilla y las Canarias, acto de traición más que se simple deslealtad, similar a sus tratos clandestinos con la ETA mientras suscribía el Pacto Antiterrorista.

Al igual que González, Zapatero, mostraría predilección por la democracia marroquí, régimen “respetuoso y con ideas abiertas” a su juicio, de “cultura árabe muy importante para nosotros”, aunque no parece que ello le haya inducido a aprender el idioma. Se ha declarado reiteradamente “amigo” del país que ocupó el Sahara español y amenaza, de momento, a Ceuta y Melilla; y en justa correspondencia, Mohamed VI le concedió en 2016 la más alta condecoración de su régimen. Debe recordarse que una política de Marruecos en España consiste en regar generosamente un “lobby” o círculo de presión política, en el que entran sobre todo, pero no solo, socialistas como González, Zapatero, Fernández de la Vega, Bono, María Antonia Trujillo (ministra con Zapatero, que declaró que Ceuta y Melilla consitituían “una afrenta a Marruecos”), etc. También en el PP se observan actitudes semejantes, y es fácil percibir en tellas algo más que corrupción. Con típica inversión del sentido, Zapatero llamó a sus políticas “oposición tranquila” y “constructiva”.

 

El trasfondo de la cuestión marroquí completa las tiradas regeneracionistas y similares contra la España imperial y posterior, pues atañe a la Reconquista, es decir, al proceso de reconstitución de España, al grado de que muchos profesores prohíben en sus centros usar dicho término Reconquista. Según ellos no es un término “científico”, por más que ellos no hablen árabe, ni practiquen la poligamia, al menos oficialmente, ni hagan ascos al vino o al jamón y tantas otras cosas; aunque parece no disgustarles la eventualidad de que borrar la Reconquista revierta con el tiempo en un régimen de tipo magrebí, “respetuoso y de ideas abiertas”. Cebrián el de El País, que ofició de orientador ideológico del PSOE, declaró en 2007: “Sin las Cruzadas y la Inquisición, sin la insidiosa Reconquista ibérica, podríamos –¿quién sabe?– haber asistido al florecimiento de una civilización mediterránea, ecuménica y no sincretista, en la que convivieran diversos legados de la cultura grecolatina, lo mismo que conviven hoy las dos Europas, la de la cerveza y el vino, la de la mantequilla y el aceite de oliva, en una sola idea de democracia”. Esto es la sustitución del pensamiento por el antojo gastronómico recurriendo a la democracia como palabra mágica. ¿Y quién sabe, en efecto? Podría haber ocurrido cualquier cosa, aunque sin la “insidiosa”, lo más probable es que la península ibérica fuera hoy una prolongación cultural y política de Marruecos. Cosa que, hay que suponerlo, no displacería a los Cebrián y los del lobby.

Aquella desatada islamofilia hispanofóbica procede, aparte romanticismos del siglo XIX, del filólogo Américo Castro, exiliado en Usa en 1938, aunque volviera a España aún en el franquismo). En 1948, Castro publicó España en su historia, enriqueciendo las agudezas orteguianas sobre España: hasta los Reyes Católicos habrían convivido en España tres culturas, cristiana, judía y musulmana, siendo la primera la más fanática y oscurantista. La cual, al reconquistar la península, habría destruido toda concordia y cultura progresista, excepto la salvada por judíos conversos. De aquella catástrofe imaginaria provendría, entre otros males, la índole guerracivilista o cainita que multitud de charlatanes intelectuales adjudican a los hispanos, por doble ignorancia de la historia de los países vecinos y de los tres siglos de la paz interna más estable de Europa alumbrados por la reunificación de los Reyes Católicos. Pero los tópicos muy repetidos parecen verdades a muchos.

No por casualidad Castro encontró su discípulo más aguerrido en el escritor Juan Goytisolo, enemigo acérrimo de la Reconquista y admirador del islam (eligió ser enterrado en Marraquech), cuyas ideas clave al respeto quedaron sintetizadas en su novela-ensayo Reivindicación del conde Don Julián, el personaje semimítico a cuya traición se atribuye la invasión musulmana que transformó a Hispania en Al Ándalus. En la novela, el autor se imagina un andalusí exiliado que quiere vengarse de España por haber expulsado la cultura islámica, planea propagar la sífilis por todo el país, se complace en la violación de vírgenes españolas por los moros, en escenas de masturbación, sodomía, defecaciones, se burla de manera brutal de las consideradas glorias hispanas, desde Séneca, imagina, en un parque de atracciones, meterse en una gigantesca imitación de la vagina de Isabel la Católica (algo parecido sin referencia personal ni histórica, existía en algún parque de atracciones sueco), y excita a “un ejército de alfanges, (…) beduinos de pura sangre, guerreros que afrontáis diariamente la muerte con una con una desdeñosa sonrisa, jinetes de labios ásperos, rostro bárbaramente esculpido, contemplad el tentador Estrecho con vuestros perspicaces ojos cetreros, la sucesión de olas blancas que impetuosamente galopan hacia la costa enemiga: crestadas de espuma, como sementales que relinchan con furia al zambullirse: playas ansiosas de Tarifa, roca impaciente de Gibraltar!”… Y una buena serie de atrocidades quizá más grotescas que terribles.

Goytisolo también admiraba a Blanco White, anglómano emigrado a Londres después de la guerra de independencia, donde se hizo anglicano y odiador de España al punto de negar que en español pudiera escribirse nada de verdadero valor.

El periodista y escritor de izquierda César Alonso de los Ríos resumiría tal ideario:“La negación del suelo patrio, de las tradiciones, de la moral convencional, incluida la heterosexualidad… Quizá esta última nota fue la menos celebrada: se tomó como un dato puramente personal aun cuando la consigna de Goytisolo era bien clara: la revolución total, la traición total, el entreguismo total pasaba por la reconversión sexual”.

Si la difamación sistemática de la historia hispana especialmente la imperial, a partir del Desastre del 98, había condicionado de forma impalpable pero indiscutible, la evolución política del país, no cabe duda de que la nueva aportación de Américo Castro le daba un nuevo carácter. Antes la España-enfermedad debía curarse recurriendo a unaEuropa tan mirífica como imaginaria. Ahora una corriente de opinión y conducta política, secundaria pero nada insignificante, soñaba con el islam, sea como redentor de la supuestamente desdichada España o como elemento que debía volver al país. Uno de los fenómenos ya en marcha con Aznar ha sido el fomento de una inmigración islámica cada vez más nutrida, que a la larga cambiaría “por abajo” la sociedad y la cultura españolas, socavada o desplazada “por arriba” mediante la colonización por el inglés.

 

Ganador por mayoría relativa, Zapatero fue investido presidente con apoyo de los comunistas de IU (Izquierda Unida, sucesora del PCE) y de los separatistas impacientes BNG y Esquerra, con abstención de los más gradualesCiU y PNV. La vieja alianza, a veces formal, a veces de facto u ocasión. fundamentada ahora en la común adhesión al Frente Popular. A partir de ahí se abrían muchas tareas y posibilidades.

Una de ellas, y del mayor alcance, derivaba de la derrota de Franco por Aznar, que entregaba al régimen una nueva legitimidad claramente contraria a la decidida en el referéndum de 1976. Dato clave en que el que los análisis historiográficos han preferido no entrar pese a su evidente transcendencia histórica. Con la condena aznarista a Franco, la versión socialista-separatista del pasado quedaba asegurada en principio, pero se pensó que convenía formalizar y solemnizar la victoria de los neodemócratas imponiéndola a la sociedad por una ley que impidiera cualquier “revisionismo” del pasado. Y Zapatero y los suyos se aplicaron enseguida e la tarea, tanto más urgente cuanto que en 2003, cuando el triunfo de la versióm parecía garantizado socialmente, se publicó Los mitos de la Guerra Civil, resumen de investigaciones previas demostrativas de que quienes habían arrasado la legalidad republicana habían sido los socialistas y separatistas catalanes en el doble golpe de octubre del 34 y del fraude electoral del 36, verdadera causa inmediata de la guerra civil; y que el Frente Popular, tras destruir la República, amenazaba gravemente la superivencia de España como nación y como cultura. Los mitos había tenido una vasta e inesperada acogida popular, muy alarmante para los herederos del FP y para el propio PP, pues ponía en peligro su versión legitimadora. Se desató entonces un vendaval de repulsas al “revisionismo” y exigencias de imponer la censura a investigaciones tan inoportunas.

Después de dos años de discusiones entre el gobierno y los partidos que le apoyaban, el Congreso y el Senado aprobaron entre octubre y diciembre de 2007 una llamada Ley de memoria histórica. Pese a su envoltura en verborrea seudojurídica y seudohumanitaria, hasta el historiador prosocialista Santos Juliá denunció el engendro como propio de regímenes totalitarios, y Preston, historiador inglés antifranquista y apologista del PSOE confesó sentirse “muy incómodo” con leyes semejantes. Un manifiesto de numerosos historiadores encabezados por Stanley Payne denunció el intento de imponer a la sociedad una visión partidista y propagandística del pasado, propia de países como la Cuba castrista o Corea del Norte, con amenaza para la libertad de expresión, investigación y cátedra. El PP se opuso feblemente arguyendo que la norma le parecía “incomprensible” y que “abría viejas heridas”, obviando el problema de fondo, es decir la legitimidad histórica en juego, que él mismo compartía con los de la ley, y el carácter totalitario de esta. Rajoy, nuevo jefe del partido, prometió derogar la tiránica ley si llegaba al poder, probablemente sin creer en ello: después de todo se trataba de una consecuencia lógica de la condena del franquismo por su partido. Las protestas resultaon inútiles ante la despótica voluntad totalitaria, disfrazada de simulado afán de justicia retroactiva.

A partir de la ley y de la agitación pública que la precedió y continuó, se abrieron negocios subvencionados para explotar “las fosas y las cunetas del franquismo” en gran parte imaginarias. Los negociantes se identificaban con los peores torturadores y asesinos de la guerra civil, y olvidaban de paso las muchas víctimas causadas por las luchas intestinas del Frente Popular.

Aquella ley constituía el mejor testimonio del carácter radicalmente antidemocrático de sus autores, como no podía ser menos al identificarse con el bando sovietizante y disgregador de la guerra civil. Testimoniaba asimismo el miedo profundo al debate racional y democrático, que nunca fue intentado por ellos. Obviamente, no podían condenar a prisión a los disidentes, sino que aplicaron, en general, la llamada “cultura de la cancelación”, por la que se intentaba condenar a muerte civil a quienes no compartieran aquella sarta de infundios.

 

 

 

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El delito de Ayuso

El delito de Ayuso

Me ha mandado mi amigo Paco Linares un  amigo un vídeo de Fernando Paz alertando contra la progresiva destrucción del Valle de los Caídos, la deliberada y delictiva negligencia de Patrimonio Nacional, a cuyos responsables habrá que pedir cuentas algún día, y la fraudulenta negativa de la comunidad de Madrid, del PP,  presidida por Ayuso, a salvar el monumento declarándolo bien de interés cultural.(AYUSO DEJA MORIR EL VALLE DE LOS CAIDOS (youtube.com). El problema no es ni mucho menos de preferencias políticas, pues afecta al patrimonio artístico de España y a su propia historia, que quieren borrar al modo staliniano los herederos del Frente Popular. El ataque al Valle es un crimen de dimensión histórica.

El Valle de los Caídos es sin duda el monumento más grandioso y armónico erigido en Europa o quizá en el mundo en el siglo XX. Verlo por primera vez corta la respiración, y el mismo Preston, con todo su sectarismo, admite que “es una maravilla”, aunque luego mienta sobre su supuesta construcción por “presos republicanos”.

Aparte de su inestimable valor artístico, el Valle  tiene un doble valor histórico, primero como símbolo de la victoria sobre un Frente Popular que había destruido lo que tenía la república de democracia y aspiraba a destruir la nación española, sovietizándola o disgregándola; y luego como símbolo de reconciliación nacional, evidente ya en los años 40, cuando la lealtad de la gran mayoría de los españoles al régimen impidió que el maquis arraigara en la población, causa esencial de su fracaso, y permitió al franquismo afrontar los graves peligros de la guerra mundial y después desafiar y vencer el aislamiento impuesto por soviéticos, anglosajones y otros.

    Desde principios de este siglo asistimos a una campaña persistente y mafiosa por parte de los talibanescos herederos del Frente Popular para destruir o “resignificar” el monumento, atentando delictivamente contra el patrimonio histórico artístico de España. Nada nuevo, pues ya aprovechando la guerra civil que ellos provocaron destruyeron o saquearon inmensos tesoros pertenecientes al pueblo español. Y siguen en las mismas

El problema es que no han tenido la menor oposición de la derecha, salvo la de algunos francotiradores como yo mismo, habiéndose permitido profanar la tumba de quien libró al país de la pesadilla talibanesca,  con la complicidad de la Iglesia salvada por él del exterminio, de la monarquía que él reinstauró y sobre todo de un PP simplemente vil e indecente.

Una medida puramente administrativa para salvar el Valle consistiría en que la comunidad de Madrid lo declarase bien de interés cultural. Pero Ayuso, demostrando lo que realmente es y vale bajo sus peleas particulares con el doctor,  se niega sistemáticamente a hacerlo. ¡Está en el PP, en definitiva, el partido auxiliar del PSOE y los separatistas! Actúa así, una vez más, como cómplice de los talibanes. Ha hecho esta señor una frase que la define: “El único valle que me interesa es Silicon Valley”. ¿Se puede ser más necia? Y es que en el fondo de toda esta indecible miseria moral y  política funciona una abismal necedad.

Es precisa una resistencia que debe ser al mismo tiempo explicativa contra los embustes y sofismas con que envuelven el crimen los talibanes. Sugiero a VOX que sea valiente y lo haga sin complejos. Es su responsabilidad.

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Galería de charlatanes.
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En febrero de 2010 redacté esta propuesta de manifiesto para los historiadores. Obviamente apenas tuvo resultados, cosa explicable porque hoy predomina en la universidad la charlatanería pura y simple sobre nuestra historia (Ver mi libro reciente Galería de charlatanes). Pero es de esperar que eso vaya cambiando.

“Propongo a los historiadores este manifiesto (la redacción puede tener cambios) frente al continuo hostigamiento que sufre el Valle de los Caídos por parte del gobierno y los partidos que colaboran en esa campaña u otorgan con su silencio:

Queremos señalar ante la opinión pública:

1.Es completa y documentadamente falsa la leyenda promovida por diversas asociaciones ligadas al gobierno y a la llamada “memoria histórica”, de que el monumento fue construido por 20.000 presos políticos en condiciones de esclavitud o trabajos forzados y pésimas condiciones de trabajo. A lo largo de seis años y en tandas, nunca más de 500 a un tiempo, trabajaron en el Valle de los Caídos de 2.000 a 2.500 reclusos, entre comunes y procedentes del Frente Popular, con predominio de los primeros desde 1946. La gran mayoría de los obreros que allí trabajaron eran libres, y está documentado que los presos eran pagados y voluntarios, ya que los frentepopulistas redimían hasta seis días de condena por cada uno trabajado.

La evidente falsedad de los datos ofrecidos muy ampliamente a la opinión pública solo puede considerarse un pretexto para desvirtuar el carácter del monumento o incluso destruirlo o procurar su ruina. Diversos personajes han expresado incluso su deseo de dinamitarlo, y algunos han colocado bombas en él.

2. El monumento recuerda una guerra civil y es un símbolo de reconciliación nacional y advertencia contra quienes Zugazagotia llamó “jugadores de la política”, que suelen impulsar odios en la sociedad por medio de lo que Julián Besteiro llamó “Himalayas de mentiras”, distorsiones de la verdad como la citada más arriba, destinadas a crear falsas indignaciones y justificar cualquier tropelía.

3.El Valle de los Caídos, justamente famoso en el mundo y uno de los lugares españoles más visitados, constituye uno de los monumentos más grandiosos, armónicos e integrados en el medio ambiente que se hayan construido en el siglo XX en cualquier país del mundo.

4.El monumento, como tantos otros testimonios de nuestra historia, como el cercano monasterio de El Escorial, es patrimonio de todos los españoles. Con motivo de la guerra civil, el patrimonio artístico-histórico nacional, así como los bienes de numerosos ciudadanos particulares, sufrieron tremendos daños y saqueos. El hostigamiento que hoy sufre el Valle de los Caídos, unido a campañas de desvirtuaciones de su realidad, solo puede entenderse en una desdichada tradición de ataques del estilo de los perpetrados durante la Guerra Civil.

5.Por todo ello, los historiadores abajo firmantes elevamos nuestra protesta y condena radical a la actitud del gobierno y organismos o partidos afines hacia el Valle de los Caídos, y alertamos a la sociedad ante lo que podría ser un nuevo y gravísimo atentado a la historia y al patrimonio común.

Propongo que este manifiesto circule en los medios académicos y extraacadémicos de historiadores, y, reunidas suficientes firmas, se publique en los principales medios de prensa.”

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Otros artículos sobre el Valle de los Caídos (no son los únicos que he escrito):

Valle de los Caídos – Pío Moa – Libertad Digital

El Valle de los Caídos, síntesis y símbolo de nuestra historia reciente | Más España y más democracia (piomoa.es)

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 Los regeneracionistas abordaron el “problema” de España, aunque probablemente el problema eran ellos:     309 – Ortega y el ser de España | Ucrania cambia el mundo (youtube.com)


 

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Chulería, mangoneo y chovinismo /”Horror y tristeza” / Pesadilla del fin de la historia

 Los regeneracionistas abordaron el “problema” de España, aunque probaablemente el problema eran ellos:     309 – Ortega y el ser de España | Ucrania cambia el mundo (youtube.com)

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Chulería, mangoneo y chovinismo

**Prácticamente todos los políticos y analistas de la situación en  Europa a partir de Ucrania “olvidan” la posición y los  intereses de España. Dan por hecho que somos un país satélite que solo puede actuar a las órdenes de Washington y  Londres. Vamos, de Gibraltar. Es imprescindible desengañarlos.

 **Los  gerifaltes de la UE están preparando una tercera gran matanza en Europa. ¡No permitamos que nos lleven al matadero! ¡¡¡NEUTRALIDAD!!!

**No puede decirse que en España no haya patriotas: hay millones patriotas de Inglaterra, también de Usa, bastantes de Francia, muchísimos de Ucrania, algunos de Rusia, una burrada de Marruecos que prohíben hablar de la Reconquista. También hay unos pocos patriotas de España.

**¿Cómo es que tenemos una  oligarquía política tan infame? Mi hipótesis es que tenemos también una universidad infame. De ella salen esos políticos

**Dice Félix de Azúa, después de haberlo pensado a conciencia, que lo que distingue a los españoles es  la chulería, el mangoneo y el chovinismo local. Sospecho que se refiere al Doctor y los suyos, pero dado que Azúa es español,  habrá que considerarlo  chulo, mangante y chovinista. Pues está bien, hombre, pero tampoco hay por qué exhibirlo tanto. Tiene, no obstante, algo a su favor: dijo que (Inmacul)Ada Colau, la de  la alcaldía, “debería estar sirviendo pescado”, y se recogieron las firmas de más de cien mil gilipollas exigiendo que lo echasen de la RAE. Vaya lo uno por lo otro.

**¡Qué poca memoria política tiene la gente! Así como en la república la seña de identidad más distintiva del PSOE fue la violencia guerracivilista, desde el franquismo ha sido la corrupción. Y muchos ven como novedad lo que está saliendo estos días.

**Aznar condenó el franquismo. Al hacerlo, condenaba la transición, la democracia y la monarquía. Pero el necio no se percataba. Luego Zapatero siguió.

**Me pregunta una amiga cuál es mi charlatán “favorito” en la galería de ellos que he publicado. Posiblemente Viñas, ya diré por qué. El más desagradable, por hipócrita, Corral.

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“Horror y tristeza”.

Repasando Adiós a un tiempo, cosa que casi nunca hago con mis escritos,  constato la cantidad de personas que, por así decir, han pasado por mi vida o yo he pasado por la de ellas, dejando a veces huella, a veces solo el soplo de un sentimiento vago. Y que, al quedar sus nombres escritos, adquieren una especie de inmortalidad de la que difícilmente tendrán noticia.  Así el hombre que quizá vio al diablo, la mujer que de comunista pasó a teóloga, el cocinero de la prisión de Caranza, del que solo conocí sus platos,  el compañero de mi primer viaje a dedo por el norte de Portugal, aventura algo complicada, los dos buscadores de tesoros templarios,  el revolucionario romántico muerto por la policía, el revolucionario burócrata,  el peruano increíblemente desenvuelto, el compañero con quien estudiaba trozos de La Ilíada en un viejo café de Vigo, el golfo en Benidorm que se dedicaba a ligar con las y los turistas, un antiguo comunista salido de la URSS, quizá El Campesino…  Todos ellos serán ya viejos como yo o más,  o habrán muerto.  No he vuelto a saber nada de ellos, y de su vida solo es posible conocer, salvo otros posibles documentos,  ese contacto pasajero y posiblemente falseado por mi memoria.

  Baroja escribe en sus recuerdos: “Al pensar en muchos de aquellos tipos que pasaron al lado de uno con sus sueños, con sus preocupaciones, con sus extravagancias, la mayoría tontos y alocados, pero algunos, pocos, inteligentes y nobles, siente uno en el fondo del alma un sentimiento confuso de horror y de tristeza“.  Horror y tristeza, supongo, por la vulgaridad del destino de unos y el posible mérito de otros, todos terminados igualmente, como dice el Eclesiastés. Comprendo muy bien el sentimiento de Baroja,  que no es, sin embargo, el  que he tratado de expresar  en el libro. Más bien es un sentimiento de desconcierto ante la existencia, ante la imposibilidad de abarcarla con la débil razón humana.  Uno puede desesperarse o declararse entusiasta y amante de la vida, actitudes ambas igualmente gratuitas. He procurado describir los sucesos con la mayor objetividad que he podido y sin nostalgia, aun si no he podido evitar cierta melancolía.

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Adiós a un tiempo

Pesadilla del fin de la historia

Por aquellos años, entre 1989 y 1991, se produjo un hecho de la mayor transcendencia histórica: el rápido derrumbe de la Unión Soviética, de su “socialismo real” y su doctrina marxista-leninista. Su caída no se debió, más que indirectamente, a la agresión de las potencias burguesas, sino que provino de una creciente evidencia del estancamiento del sistema soviético y de sus contradicciones entre los ideales propuestos y la realidad. Sin duda es indicativo que una doctrina que interpretaba por la economía la historia, en definitiva el destino humano, se viniera abajo precisamente por su fracaso económico. Y desde luego nunca había construido una sociedad igualitaria, por lo demás incompatible con la propia naturaleza humana, sino una polarización extrema entre una población más o menos igualada en una vida difícil, y una nomenklatura poseedora de todo, hasta, en su intención, de la mente de las personas mediante una propaganda abrumadora y sin contraste. No se había disuelto al poder, se había concentrado al máximo. En la guerra civil, España no había estado muy lejos de llegar a una situación pareja, que habría repercutido sobre el resto del continente.

El inesperado y casi increíble fenómeno abría una nueva época en la historia, que había de repercutir lógicamente sobre España. Durante 72 años, la evolución del mundo había sido condicionada de un lado por la URSS y las revoluciones comunistas, y del contrario por las potencias burguesas o capitalistas o liberales. Después de la II Guerra Mundial, a la pasajera alianza de ambos bandos contra el nazismo le sucedió una “guerra fría” de alcance planetario, entre la URSS y Usa, capitaneando cada una a un bloque aunque otros países prefirieran desalinearse de ambas y el bloque comunista sufriera graves grietas. Ahora quedaba solo una superpotencia con un gigantesco poderío económico, técnico y militar, sin posible comparación con cualquier otro, mientras Rusia iba a hundirse durante una década en una situación interna desastrosa mientras grandes parte de su imperio se independizaban de Moscú, alentadas por la OTAN.

Un politólogo useño Francis Fukuyama, analizó el nuevo panorama mundial en El fin de la historia y el último hombre. Disuelta la URSS, la democracia liberal representada por Usa quedaría como la única opción viable para el resto de la humanidad. La historia, vista como una tumultuosa lucha entre potencias e ideologías, tocaría a su fin en breve. La economía y la ciencia tomarían el lugar de las ideologías, un poco al modo como lo había previsto Fernández de la Mora, dejando un paisaje humano poco alentador: “Los hombres satisfarán sus necesidades a través de la actividad económica sin tener que arriesgar sus vidas en ese tipo de batallas. El fin de la historia será un tiempo muy triste. La lucha por el reconocimiento, la voluntad de arriesgar la vida de uno por un fin puramente abstracto, la lucha ideológica mundial que pone de manifiesto bravura, coraje, imaginación e idealismo serán reemplazados por cálculos económicos, la eterna solución de problemas técnicos, las preocupaciones acerca del medio ambiente y la satisfacción de demandas refinadas de los consumidores. En el período post-histórico no habrá arte ni filosofía, simplemente la perpetua vigilancia del museo de la historia humana”.

En realidad, este era el gran objetivo de todas las ideologías: un mundo pacífico y sin clases, al menos clases rígidas, conseguido infantilizando y limitando las aspiraciones o preocupaciones humanas al campo del consumo y el entretenimiento; un mundo sin moral, ya que habría desaparecido el mal, al menos en sus manifestaciones más crudas o dañinas. Las propias libertades perderían en gran parte su sentido, pues nadie en su sano juicio optaría por peder las ventajas ofrecidas por el sistema u optaría por desafiarlo. Las libertades, expresiones de la moral, se irían diluyendo conforme la ciencia biológica fuera desvelando la verdadera naturaleza humana, permitiendo por ello cambiarla técnicamente. Todo lo cual sugiere las previsiones de Tocqueville sobre el despotismo democrático.

Usa quedaba única superpotencia, cuya prosperidad ejercería potente atracción imitativa sobre el resto del mundo, y con capacidad militar sobrada para meter en cintura a quienes pretendiese desafiarla. Y así pareció ocurrir: en diversos países se suscitaron movimientos como las “primaveras árabes”, contra dictaduras, pero no dieron los frutos esperados, sino incluso los contrarios, como en Egipto. El poder militar de Usa y sus aliados se reveló aplastante en Irak y Afganistán, pero su rápida victoria solo originó guerras prolongadas y costosas, debiendo los vencedores retirarse después de ingentes gastos y de ocasionar guerras civiles con decenas de miles de muertos y millones de desplazados. La estrategia indirecta de fomentar y financiar guerras civiles en Libia o Siria, dio resultados aún peores. Esa estrategias cobraría un peligro mucho mayor a aplicarse en Ucrania. Y en la propia Usa, las nuevas políticas generarían tensiones internas que algunos analistas valoran como próximas a la guerra civil.

Por lo que respecta a España, la primera consecuencia podría haber sido el abandono de la OTAN, pues esta se habría vuelto innecesaria al haber desaparecido el contrario Pacto de Varsovia, cuyo expansionismo justificaba la alianza occidental. Sin embargo, la OTAN no solo continuó, sino que prosiguió una orientación expansiva a otros escenarios del mundo, y rodeando de bases militares a una Rusia casi inerme y caótica, que había dejado de ser comunista y encontraba duros obstáculos para reconvertirse a una economía de tipo occidental. Por consiguiente, el PSOE mantuvo a España en una alianza que había cambiado inadvertidamente de objetivos. Actitud coherente con la renuncia de España a una política exterior independiente, ya con la UCD. No obstante, las consecuencias mayores se verían posteriormente, con los gobiernos de Aznar.

 

 

 

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Aliados fiables / Ortega contra España / El PSOE combate a un franquismo ya inexistente

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Aliados fiables

**VOX es fuerte estratégicamente, aunque cometa errores tácticos, porque defiende la unidad nacional, la democracia y la continuidad histórica de España. No obstante, se queda a medias: la continuidad histórica exige la vindicación de Franco y una política exterior neutralista ante los grandes conflictos en marcha.

**El hecho de que todos los corruptos partidos y medios de masas concentren su artillería en tratar de hundir a VOX demuestra dos cosas: que VOX es la alternativa, y que le tienen pánico  por eso.

**Muchos analistas arguyen triunfalmente: lo presenten como lo presenten, ha sido Rusia la que ha invadido Ucrania, y eso define la cuestión. Les digo:  “Usted ve cómo un hombre derriba a otro de un puñetazo en la calle y concluye: el primero es un violento agresor. Sin embargo no ha visto que la “víctima” intentaba robarle  la cartera o le amenazaba con una navaja”. Con los acuerdos de Minsk, Rusia trató de evitar la guerra, y después detenerla con las negociaciones en Turquía. En ambos casos la OTAN y la UE sabotearon dichos acuerdos y convencieron a Zelenski de que derrotaría a Rusia  con la ayuda que iban a darle.

**Se llenan la boca los políticos hablando de que España debe ser “un aliado fiable” para la OTAN. Ninguno se plantea si la OTAN es un aliado fiable para España.

**Me critica un amigo arguyendo que “mi tesis sobre la neutralidad de España es puro egoísmo, pensando solo en los intereses españoles y  aislándolos de los de Europa, “en la que estamos, querámoslo o no”. No es egoísmo, es la pura y simple constatación de que la OTAN no defiende (ni tiene por qué) nuestros intereses, sino preferentemente los de Usa e Inglaterra. Y que la neutralidad española fue y volvería a ser  un gran bien no solo para España, sino también para el resto de Europa.

**Dice Luis del Pino que una guerra general en Europa es impensable. Es improbable, por sus consecuencias devastadoras. Pero no es impensable ni mucho menos. La UE y la OTAN cuentan con sacrificar a Ucrania para hundir a Rusia, pero están fracasando, y de ahí los llamamientos de los gobiernos de la UE a prepararse para una guerra mucho mayor. Y la historia demuestra como estos conflictos pueden descontrolarse.

**Un pedantuelo me critica por hablar de Inglaterra, en lugar de Reino Unido, que abrevia en UK. Pero nadie habla de “reinounidenses”. Y “británicos” tampoco es correcto, porque incluye a Irlanda. En cambio Inglaterra constituye el contenido fundamental idiomático, cultural, político e histórico de ese UK. Siendo así, es más adecuado hablar de Inglaterra e ingleses. Por cierto que no tiene nada que ver con el caso de España.

**Otra confusión se da con la palabra Holanda, que todos los pedantes sustituyen por “Países Bajos”. Pero los Países Bajos abarcan también a Bélgica y creo que a Luxemburgo. Claro que Holanda es solo una parte de los neopaísesbajos. El pequeño lío se supera simplemente utilizando la palabra tradicional en español: Holanda. 

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 Ortega y Gasset contra España

Ortega, cuyos méritos filosóficos no voy a discutir, desbarraba sin trabas cuando pontificaba sobre historia y política. Supo condensar magistralmente sus puntos de vista en una simple frase: “España es el problema y Europa la solución”. Para él España había tenido una historia “anormal”, mientras que la de Europa habría sido “normal”. En otras palabras, había que abandonar la España histórica, cultural y real, con sus más y sus menos, diagnosticada como “enferma”,  para asimilarse a la de “Europa” (idea muy al gusto de los separatistas). Pero así como condenaban el pasado español sin la menor crítica,   asimilando la leyenda negra, tampoco hacían el menor esfuerzo crítico o simplemente investigador sobre la supuesta solución (Ortega diría simple o simplonamente que “Europa es la ciencia”, como si para desarrollar esta en España hubiera que romper con su propia historia, es decir, con su propio ser). España siempre había sido parte, y desde luego no insignificante, de una Europa que los europeístas reducían a un seudomito banal.

Pero la realidad se impuso pocos años después de la frase célebre: la “solución” europea se despeñó en la I Guerra Mundial. ¿Y qué proponían aquellos ardientes “europeístas”? Enviar masas de carne de cañón al servicio de Francia e Inglaterra (la de Gibraltar, que jamás les suscitó preocupación alguna). Así se “europeizaría” el país, sin duda. Tampoco analizaron las consecuencias de aquella contienda, que darían lugar a una segunda aún peor. Ni les provocó el menor examen serio la Revolución rusa, que iba a condicionar durante setenta años la historia mundial, y desde luego la de España. ¡Grandes cerebros!

   En fin, todo era retórica intelectualmente vacía, pero no sin consecuencias prácticas. La frase de Ortega ha tenido una influencia gigantesca,  consciente e inconsciente, sobre las políticas que en España llevaron a la guerra civil. Y su influjo se ha reforzado desde la transición, cuyos políticos creían haber hecho entrar a España ¡por fin! en Europa, al tiempo que la dejaban “que no la reconocería ni la madre que la parió”, y de paso iban corroyendo su independencia, y su unidad nacional en favor de los separatismos. Y ahora mismo nos van arrastrando subrepticiamente a una tercera gran matanza que podría ser la última para Europa. 

La Segunda Guerra Mundial: Y el fin de la Era Europea (HISTORIA)

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 El PSOE combate al franquismo, veinte años después.

Como resumen de las tareas socialistas muy sumariamente descritas en estos capítulos, es claro que la democracia, la independencia de España y la integridad nacional, sufrieron serios retrocesos. También ocurrió con los índices sociales. Por ejemplo, la población penal casi cuadriplicó la heredada del franquismo, pasando de ser la más baja de Europa a una de las más altas; la heroína causó estragos, viéndose como un alivio el paso a la cocaína y otras drogas menos mortíferas, en las que España se colocó a la cabeza de Europa; los resultados en la enseñanza fueron a su vez de los peores de Europa. En 1985 se despenalizó el aborto, subiendo su número de 16.200 en 1987 hasta 51.000 el último año de González; asimismo los divorcios pasaron de unos 20.000 en 1983 a 32.500 en 1996 (con las separaciones, el número sería mucho mayor), fenómenos probablemente relacionados con un fomento deliberado de la promiscuidad sexual o con la ética, el hedonismo y el estilo lúdico pregonados. Estos y otros índices suelen interpretarse, por el PSOE y afines, como pruebas de una sana liberación de las costumbres, o de la mujer, o como signos de modernidad. O acaso entendibles también como síntomas de mala salud social.

Si comparamos las políticas del PSOE en la república y en la democracia, encontramos una importante diferencia. A nadie medianamente informado puede caber duda de que el PSOE fue el principal elemento demoledor de la II República, de su legalidad, mientras que en la democracia posfranquista el daño fue mucho menor, con ser muy considerable. La diferencia procede ante todo, apenas precisa insistir en ello, de la muy diferente sociedad heredada, en la que estaban superados las miserias y odios de antaño, y en que los discursos marxistas y revolucionarios calaban con dificultad. No obstante, el partido recuperó o mantuvo algo de sus viejas virtudes, y si la violencia guerracivilista fue su seña de identidad más propia durante la República, la corrupción lo sería en la democracia. Corrupción que solo muy al final le pasaría factura al partido, haciéndole perder la quinta elección, aunque por muy poco.

Los datos obligan a plantear por qué, siendo así, el PSOE logró dos mayorías absolutas, una tercera que prácticamente lo era, y una cuarta relativa. Se han propuesto diversas explicaciones a tal éxito, una de ellas la económica. Puede ocurrir que la sociedad tolere una política perjudicial a la larga a cambio de beneficios pecuniarios a la corta. Y es verdad que hubo cuatro años de euforia, entre 1987 y 1990, ambos incluidos, cuando el PIB creció a una notable media de 4,75%. Sin embargo, el cuatrienio anterior había sido mediocre, del 2,3% (si bien superior a los 1,45 del septenio de UCD). Y los últimos seis años de poder socialista apenas superó el 2%. Por comparación, el crecimiento del PIB en los últimos catorce años del franquismo había alcanzado una media espectacular de casi el 7%, con lo que la aproximación a los países ricos de la CEE había descendido, pese a haber España “entrado en Europa”, por decirlo en el lenguaje de los políticos.

Por consiguiente, la explicación económica no satisface, y menos si atendemos a factores relacionados como la deuda pública, con su carga para el conjunto del PIB, o el desempleo. La deuda, del 7% en el último año de Franco, había subido al 15% en el último de Suárez y al 64% en el último de González. Y la tasa de paro, en torno al 3% al final del franquismo –pleno empleo–, había saltado al 15% en el último año de UCD, y al 22% en el último del PSOE. No obstante, gracias a la solidez de la economía heredada, el paro no acarreaba la miseria de tiempos republicanos, lo que amortiguaba el descontento social. En 1975, España estaba entre la octava y décima potencia industrial del mundo, pero la crisis de 1973 forzó en Europa occidental a reconversiones que provocaron masas de parados. La reorganización industrial, reorientándose la economía más a los servicios, no pudo hacerse con la UCD, por la oposición de los sindicatos, pero la acometió el PSOE, dando lugar a los cuatro años de auge del PIB, aunque después las tasas de crecimiento bajaran, manteniéndose las de desempleo, siempre bastante más altas que en el resto de Europa. Aun así, se mantuvo un crecimiento sobre la base anterior, no brillante pero real.

Por consiguiente, debe buscarse por otro camino la clave del éxito electoral del PSOE . Desde luego, no puede desdeñarse el efecto manipulador, ejercido sin escrúpulo, de su control sobre la televisión, única hasta 1990, y de los grandes medios privados afines al partido. Ya hemos visto con qué frecuencia la triunfal tergiversación de los hechos ha dado buenos frutos al PSOE. Pero es difícil que la manipulación pudiera ejercer su efecto durante tanto tiempo, a la vista de los hechos. Y no menos cierto que fue la existencia o surgimiento de medios independientes en la prensa y la radio, con sus insistentes denuncias, lo que terminó por empujar a González a la derrota en las urnas.

Otro factor explicativo y el de más peso, a mi juicio, fue la debilidad de la oposición. La UCD se había descompuesto internamente, debido a sus políticas erráticas y vaciamiento ideológico, en algo parecido a un suicidio político que había hundido a la derecha en el descrédito popular, bien manifiesto en las elecciones de 1982; y del que no se iba a recobrar pronto. Fraga y su AP sacaron de sus derrotas la lección de que debían imitar a la UCD, exitosa en las dos primeras elecciones, con su europeísmo, “olvido” de la historia reciente, “centrismo” y abandono del terreno cultural a la izquierda y los separatismos para cultivar un economicismo estrecho, con el punto de vista implícito o explícito de que la gente pensaba con el bolsillo, lo que probablemente fuera achaque más bien de aquella misma derecha. Sin embargo no logró pasar de una oposición impotente, que iba aceptando casi inconscientemente la ideología atribuible sobre todo al caletre de Alfonso Guerra, aspirando simplemente a moderarla suavemente.

En 1986, Fraga dimitió y le sucedieron otros jefes de menor talla. En 1989 José María Aznar, más enérgico que los anteriores, impuso mayor disciplina y refundó a AP como PP, manteniéndose en la Internacional Democristiana; la cual ampliaría su nombre, en 2001, con “Demócrata de Centro”. El cambio de AP a PP iba más allá de las siglas: se trataba de renunciar a toda costa a cualquier conexión con el pasado franquista, algo que solo podía lograrse en el campo de la imagen publicitaria, no en el de la historia real. Pero a pesar del fuerte desgaste del PSOE, Aznar no fue capaz de ganar las elecciones de 1993, y tuvo que esperar aún hasta tres años para obtener una victoria muy exigua. La realidad es que los socialistas podían envolver sus políticas en un audaz discurso social y cultural renovador imitado del socialismo francés de Mitterrand, mientras que el PP, carente de discurso propio salvo, y un tanto precariamente, en la economía, simplemente seguía las iniciativas socialistas, haciéndoles críticas de poca monta, sin ejercer de verdadera oposición. En democracia, la oposición tiene valor crucial como freno a las tendencias invasivas de los gobiernos mayoritarios, por lo que la UCD y el PP, al renunciar a un fundamento histórico e intelectual, solo podían actuar como complemento o auxiliar de un PSOE que en cualquier caso marcaba la pauta.

Debe consignarse asimismo la debilidad de la Iglesia desde el Vaticano II, con merma progresiva de la práctica religiosa, pérdida de influencia social, abandono de numerosos clérigos y crisis de las órdenes religiosas, cada año menos pobladas y más envejecidas.

Pese a los factores mencionados, el hartazgo de amplios sectores de la población iba en aumento a principios de los 90; y Pujol rompió su pacto con González, le impidió aprobar los presupuestos y le forzó a elecciones en marzo de 1996. Las cuales perdió González por mínima diferencia, pues su partido creció todavía en casi 300.000 votantes con respecto a 1993, llegando a 9,1 millones…, solo que el PP saltó de 8,2 millones a 9,7.

Tuvo interés la campaña electoral, un tanto chusca: mientras el PP hacía esfuerzos ímprobos por ocultar su origen franquista, el PSOE resucitó la furia antifranquista, antes mantenida algo más en sordina, para acusar a Aznar y los suyos de ser continuadores de una terrible dictadura. Algunos artistas, muy prósperos en el régimen anterior, llegaron a anunciar que en caso de ganar el PP, se exiliarían (no lo hicieron,naturalmente). El PP se representaba como un dóberman amenazante a las libertades y progresos autoatribuidos por los socialistas. La idea, al parecer de Guerra, recordaba las acusaciones de fascismo a la CEDA en los años 30, con su carga guerracivilista, y su mensaje venía a ser: pese a la corrupción, el paro masivo (más de tres millones) y otras muchas averías del PSOE, era preciso votarle para cortar el paso a una vuelta a un pasado siniestro. Aunque el antifranquismo había tenido poco efecto en la transición, con el tiempo había calado en mucha gente: no en vano la derecha había renunciado a la historia, que así podían desfigurar a placer el PSOE y sus aliados. El espectáculo de unos tratando de meter miedo esgrimiendo un franquismo inexistente desde veinte años antes, y otros negando toda relación con él, daba a la política, una vez más, un toque algo grotesco.

Es probable que el antifranquismo ayudara al partido a movilizar a muchos votantes, pero no bastó para contrarrestar el creciente hastío social hacia sus demagogias. La derrota socialista obedeció poco al mensaje un tanto aguado del PP, y mucho más a un extendido descontento de los dudosos logros del PSOE y la repugnancia de muchos hacia su retórica poco menos que guerracivilista. Y, desde luego, a las denuncias de sus corrupciones por una prensa independiente. Fue seguramente más una derrota de los socialistas que una victoria de una alternativa real.

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Según terminaba la SGM, los monárquicos de Don Juan se llenaron de peligrosas ilusiones.  308 – Las ilusiones de los monárquicos antifranquistas | Vox en las elecciones gallegas (youtube.com)

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Ucrania cambia el mundo

Ucrania cambia el mundo

   La guerra de Ucrania está cambiando toda la situación europea, incluso mundial. Un conflicto en principio localizado, se está volviendo cada vez más incontrolable, y varios gobiernos de la UE y de la OTAN ya hablan de extenderla y de emprender una carrera armamentista. La razón de ello es fácil de entender: la UE y la OTAN pensaron que sus sanciones iban a arruinar a Rusia, y sus armas en Ucrania desgastarían al ejército ruso hasta hacerlo inútil. Ninguno de estos cálculos o apuestas  ha funcionado:  Rusia está ganando la guerra, y además creciendo económicamente, mientras que la UE se ha estancado. Aún más grave ha sido la expulsión de Rusia de Europa empujándola hacia China, con la formación de un nuevo y gigantesco bloque que no acepta ya la supremacía occidental que parecía absoluta tras el derrumbe de la URSS.

    El argumento que exhiben los partidarios de ampliar la guerra es que si Rusia gana en Ucrania, atacará a otros países. Esto es sumamente improbable, porque si bien Rusia puede vencer en Ucrania, enfrentarse directamente a la OTAN le sería suicida: basta recordar que los presupuestos militares de la OTAN superan hasta 18 veces los de Rusia. El problema real es que si la OTAN pierde en Ucrania, entrará en una profunda crisis. La guerra de Ucrania es la última por ahora de una sucesión de ellas promovidas por la OTAN y la UE,  que han causado cientos de miles de muertos y millones de desplazados, por los que nadie ha pedido excusas. Ya cuando la derrota de Afganistán se puso en cuestión la utilidad de la OTAN, y ahora una derrota en Ucrania profundizaría mucho más la crisis, de la que se intenta escapar mediante una huida hacia adelante, es decir,  mediante el choque directo con Rusia, que podría hacerse nuclear. Y este es un peligro muy real, más alarmante para quienes conocen un poco la historia del siglo XX.

Y en esta situación se nos plantea forzosamente la posición de España, que es especial y viene determinada  sobre todo por tres grandes factores. En primer lugar, a diferencia del resto de la UE y la OTAN,  España es parte de un gran ámbito cultural compartido con la América hispana y otros países, respecto al cual tenemos un interés y responsabilidad históricas con evidentes proyecciones políticas.gracias a su neutralidad en la SGM. En segundo lugar, España está libre de la enorme deuda moral y política con el ejército useño e indirectamente con el soviético, que afecta al resto de Europa occidental. Esta es una baza moral y política de máximo valor. Lo es obsjetivamente, aunque los gobiernos del PP y del PSOE la ignoren. En tercer lugar, España no tiene ningún conflicto con Rusia, pero sí los tiene, y muy graves aunque se disimulen por sistema, con la OTAN. Rusia no invade a España, pero la segunda potencia importante de la OTAN, Inglaterra, nos invade en un punto tan estratégico como Gibraltar. La OTAN, además, protege a Marruecos, único país en principio que nos amenaza y que después de ocupar el antiguo Sáhara español, reclama Ceuta y Melilla y realiza mil acciones hostiles a España. Ceuta y Melilla no están protegidas por una OTAN que claramente considera que deben pasar antes o después a Marruecos.  Evidentemente, la OTAN no nos protege, sino que nos agrede, directamente en Gibraltar e indirectamente en Marruecos. Por otra parte, tampoco necesitamos su protección frente a un Marruecos hoy por hoy mucho más débil. Obsérvese que la política de los gobiernos, sean del PP o del PSOE, ha consistido en supeditar los intereses de España a los de las potencias dominante en la OTAN y a Marruecos, so capa de amistad y alianza. Obviamente, los intereses de esos gobiernos no coinciden con los de España, ni los de España  con los de Usa e Inglaterra.

   Igual que en la primera y la segunda guerras mundiales, los intereses de España exigen la neutralidad. No se nos pierde nada en esos conflictos y debemos ver la realidad bajo la hojarasca de la propaganda.  La neutralidad fue en los dos casos un inmenso beneficio para España, pero lo fue además para los beligerantes, pues en ambas guerras  España desempeñó un papel humanitario que disminuyó las atrocidades que se cometían más allá de los Pirineos. Baste recordar, en la segunda, que decenas de miles de judíos se salvaron de la persecución nazi gracias, precisamente a la neutralidad española. Y una declaración de neutralidad de España pondría cierto freno a la carrera belicista que parece haberse emprendido. Claro que eso es imposible con los gobiernos actuales, pero es una cuestión fundamental que debe ponerse de una vez sobre la mesa. No dejemos que nos lleven como sonámbulos a una tragedia. Pues lo último que nos conviene es vernos arrastrados a una contienda por intereses ajenos y que, de volverse nuclear acabaría de una vez por todas con la civilización europea, después de que la anterior mundial acabara con toda una era histórica, la europea, precisamente.

La Segunda Guerra Mundial: Y el fin de la Era Europea (HISTORIA)

Según terminaba la SGM, los monárquicos de Don Juan se llenaron de peligrosas ilusiones.  308 – Las ilusiones de los monárquicos antifranquistas | Vox en las elecciones gallegas (youtube.com)

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