El dilema del rey
Hemos llegado a la situación más indeseable, en que todo parece depender de la decisión del rey. Este tiene la obligación ineludible de defender la Constitución y la unidad de España, y por tanto no puede admitir un gobierno de los enemigos abiertos de ambas. No es que el doctor se apoye en delincuentes, separatistas y golpistas, es que es el jefe de ellos. Son indispensables nuevas elecciones.
El rey se arriesgó seriamente al defender la legalidad cuando el referéndum golpista en Cataluña y, aunque semiobstruido por el PP, su decisión fue un éxito, gracias a VOX y a lo que queda –cada vez menos– de autonomía judicial. ¿Se arriesgará ahora? Si no lo hace, es previsible que la monarquía no dure mucho, lo que sería una daño secundario. Lo más grave es que la propia unidad nacional, la democracia y la soberanía, torpedeadas por el nuevo frente popular, podrían hundirse y alumbrar caos político o contragolpes.
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En “Una hora con la Historia”. Cómo la izquierda se identifica con los chekistas: https://youtu.be/-460o6FukFA
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Alcance histórico y político de las leyes de memoria.
La futilidad cultural e ignorancia histórica de nuestros políticos, casi sin excepción, les impide ver que las leyes de memoria marcan un cambio de rumbo histórico en España con respecto a la transición. Por eso, o no se oponen o lo hacen “como una cosa más”:
1. Las leyes de memoria pretenden deslegitimar al franquismo y depositar la legitimidad en el Frente Popular, identificando a este con la II República y la democracia en general. La transición desde el franquismo habría sido un fraude que habría llegado la hora de anular, pasando a un nuevo régimen impuesto por quienes se consideran herederos de aquel frente popular, es decir, separatistas y sovietizantes.
2. Por consiguiente, estas leyes no afectan (ni pueden) al pasado, sino al presente, y futuro, son todo un proyecto político basado en una concepción de la historia. No obstante, hay en ellas un doble fraude: el Frente Popular no continuó la república, sino que la destruyó en dos golpe sucesivos: la insurrección de octubre del 34 la dejó malherida; y las elecciones falseadas del 36 arrasaron su legalidad y abrieron un régimen de terror. Importa decir que el proceso fue favorecido por un sector minoritario de la derecha, encabezado por Alcalá-Zamora
3. Estas leyes plantean, por tanto, un dilema histórico: o la transición, y por tanto el franquismo del que procede, son legítimos, o lo fue el Frente Popular. El intento de hacer al Frente Popular depositario de la legitimidad democrática fracasó en 1976, después de una fallida huelga general y una campaña de boicot al referéndum de diciembre de dicho año. Referéndum “de la ley a la ley”, reconociendo la legitimidad histórica del franquismo. El referéndum aprobó la transición por abrumadora mayoría.
4. El fracaso de la nueva alianza de facto entre separatistas e izquierdas no impidió una continua y cada vez más abrumadora propaganda de fondo negando legitimidad al franquismo otorgándosela implícitamente a “la república”, es decir, a Frente Popular. De este modo la opinión pública fue moldeándose poco a poco en contra de la opinión que decidió la transición en el citado referéndum.
5. Lo más perjudicial de este proceso fue que la derecha PP fue uniéndose a él con la condena oficial, en 2002, del alzamiento del 18 de julio de 1936, de donde procede el franquismo. Aquella condena implicaba la condena de la transición, la la unidad nacional, la democracia y la monarquía provenientes precisamente del franquismo. Condena que lógicamente tenía que desarrollarse de modo explícito en las leyes de memoria “histórica” y después “democrática”.
6. Esta historia entraña una doble paradoja: el franquismo se declaró católico no solo confesionalmente sino también políticamente. Cuando el Vaticano II le negó ambas cosas, el régimen entró inevitablemente en descomposición. Sectores de la Iglesia pasaron a apoyar los separatismos, incluso el terrorismo, y las organizaciones comunistas, emprendiendo un “diálogo con los marxistas” que ya se negó al franquismo.
7. Por las razones que fueren, en aquellos “diálogos” los católicos mostraron mayor debilidad intelectual y política que los marxistas, pese a ser estos por entonces muy minoritarios en España. En nueva paradoja, siguió siendo el sector católico del franquismo, de carácter democristiano, el que organizó la transición. Las concesiones peligrosas de carácter histórico, en la misma Constitución y en los estatutos, a los separatistas vascos y catalanes –también democristianos para más ironía– y a quienes se decían depositarios de “cien años de honradez”, iniciaron un proceso que vuelve a plantear hoy una situación similar a la de 1936.
8. La causa evidente de este proceso radica en la debilidad intelectual y escasa o ausente conciencia histórica del sector democristiano; unido ello a la ceguera de sectores minoritarios del franquismo que no habían entendido bien el vaciamiento ideológico de este por el Vaticano II y seguían aferrados a una crítica mal fundada de la democracia. Hallaríamos cierta similitud entre la política funesta de Alcalá-Zamora y la del PP.
9. Por desgracia, varias décadas de propaganda falsaria sin oposición han creado una amplia opinión pública desconcertada y una situación crítica en la que todo lo positivo de la transición está siendo amenazado. En todo caso, estamos ante una alternativa: someternos a la alianza antidemocrática de izquierdas y separatistas, o rechazarla. Clarificar la historia es obligatorio, aun si partimos de una posición de gran inferioridad, y a ello queremos contribuir con este manifiesto:
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Manifiesto contra las leyes fraudulentas de “memoria”
Las dos leyes de “memoria” impuestas por el PSOE y los separatistas y seguidas por el PP para ocultar la realidad histórica de la alianza de sovietizantes y separatistas que fue el Frente Popular, tienen una doble rasgo: atentan contra las libertades de investigación, expresión, opinión y cátedra, por un lado, y por otro mienten sistemáticamente sobre el pasado reciente español. Obviamente, si no mintieran no necesitarían una ley política de estilo soviético, y si necesitan esa ley es porque saben muy bien que mienten y no pueden tolerar el debate libre. Esa ley intenta garantizar a sus promotores la imposición forzosa de sus versiones a la sociedad, con los beneficios políticos y económicos derivados para ellos.
El tremendo deterioro moral e intelectual que sufre nuestra universidad se revela en el hecho de que esta no se haya rebelado contra una ley inicua que ataca los principios más básicos de la libertad e investigación científica. Por el contrario, dominan la universidad los antidemócratas, atemorizados ante el reto que plantean a sus currículos las versiones contrarias. Ha publicado un grupo de ellos, en Zaragoza, un manifiesto contra la prevista derogación de esa ley en Aragón. Según esos profesores, dicha ley totalitaria, llamada por sarcasmo “democrática”, es “un instrumento necesario y eficaz para construir un futuro de convivencia y una sociedad apoyada en valores éticos compartidos“. Los valores totalitarios, obviamente. He aquí la clásica lengua de madera del stalinismo, invirtiendo cínicamente el significado de las palabras.
Por supuesto, esos profesores, como los de tantas otras universidades, tienen derecho a exponer sus versiones, derecho que defendemos los demócratas e investigadores apartidistas, pero no tienen en absoluto derecho a imponerlas a nadie, y menos aún a aplastar cualquier disidencia con pretextos de una brutal hipocresía. Esas leyes vulneran de tal modo los derechos más elementales, no solo de la universidad sino de toda la sociedad española, que deben ser expuestas, denunciadas y abolidas cuanto antes. Porque además de atacar la libertad, envenenan precisamente la convivencia e invierten todos los valores éticos, Haciendo del actual régimen una democracia fallida. Decía el filósofo Santayana que un pueblo que olvida su historia (en este caso la falsea) se condena a repetirla. A repetir lo peor de ella, como vemos hoy.
Propongo la difusión de este manifiesto, con vistas a la recogida de firmas en su apoyo entre los profesores conscientes del peligro que entrañan dichas leyes. Estamos llegando a un punto crucial y esto no puede seguir así.