Una banda chantajista
Que desde 2002 el PP es solo una banda de señoritos ignorantes, intrigantes y mangantes, es un hecho que me parece irreversible. Y ahora la vemos en acción actuando como una banda chantajista. Lo hizo durante toda la campaña electoral: o VOX se sometía sin más a sus intereses de partido, o sería presentado como apoyo del doctor. El chantaje se podía explicar ya que, en su euforia pueril, el PP creía poder sacar una gran mayoría y hasta mayoría absoluta: se lo decían sus “analistas” y “expertos electorales”. Y ahora han vuelto a lo mismo con la mesa del Congreso, rechazando de pleno a VOX , pretendiendo que pueden tratar como un apestado o paria al tercer partido del país. Pero ahora la situación ha cambiado: ya no hay la gran mayoría que los golfos fantaseaban, y la posibilidad de que el doctor y sus pandillas se adueñen del poder y culminen sus proyectos criminales es muy real. En tal situación, los señoritos golfos han tensado el chantaje sin importarles dar una gran baza a los delincuentes.
El PP entiende como su mayor enemigo a VOX –y no al PSOE o los separatistas–, y se entiende que obre en consecuencia, tratando de aniquilarlo. Pero hay momentos en que un interés general gravemente amenazado como ahora debería permitir algún acuerdo negociado. Opción que está resultando imposible con estos “moderados y centristas”, incluso habiendo renunciado VOX a participar en el gobierno.
Hay en esta situación dos cuestiones de fondo: a) la investidura de Feijoo no es una alternativa a la del doctor, aunque sí un alivio momentáneo, que permitiría a VOX actuar de verdadera oposición al avance de los planes compartidos en el fondo por PP y PSOE. Claro que eso es, precisamente, lo que temen los señoritos.
b) Ante el grave peligro para la unidad nacional y la democracia, cada vez se ve más necesario que el rey cumpla con su principal deber, la defensa de ambas, haciendo uso de sus derechos constitucionales, como ha propuesto el historiador Jesús Palacios (un desacuerdo con Palacios: califica a la monarquía de “negocio de familia”. Nada más lejos de la realidad, se trata de una institución básica, que ahora puede desempeñar el papel que le atribuyen las leyes, como en 2017)
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Vargas Llosa y Cervantes
No se trata de comparar a ambos autores, tan distintos en casi todo, empezando por la época. Vargas Llosa es uno de los más talentosos escritores en español de los últimos sesenta años, muy gran admirador del Quijote. Lo que me ha llamado la atención son unos comentarios suyos sobre Cervantes (Una conversación con Vargas Llosa), respondiendo a la pregunta de cómo puede explicarse una obra tan única y sobresaliente como el Quijote. Ya vimos que el liberalismo de Vargas es un poco simple en relación con el franquismo, pero aquí queda reflejado de otra manera. Niega que a Pérez Galdós pueda valorársele como continuador de Cervantes, dada la diferencia de estatura literaria, cosa cierta, creo; y califica de “misterio” cómo pudo surgir una novela de la dimensión del Quijote lo cual también es verdad, estas cosas son inexplicables.
Y más misterio aún atendiendo a su autor, que Vargas define así, cometiendo algunos errores sin importancia, pues se trata de una improvisación: “hombre modesto” “con muchos problemas sobre todo económicos”, “se le acusa de un asesinato”, “es la vida de un hombre pobre, por eso se hace soldado”, “un soldado común, no un oficial” (Lepanto), “vida trágica” (Argel)”tenía todas las razones de ser un hombre resentido, un hombre acomplejado. Sin embargo en el Quijote aparece como un hombre generoso, abierto, que mira con humor las complejidades de la vida…”. Ya en otra ocasión oí a algunas personas explicar a Quevedo –menos generoso que Cervantes– por sus dificultades económicas. Lo que destaca aquí es la estrechez de miras de Vargas calificando con criterios de rentabilidad económica la vida heroica de Cervantes –como de tantos españoles de entonces– y sugiriendo el tópico de la miseria de la población. Hay un tipo de liberalismo que no puede juzgar más allá, tal como en el “materialismo histórico” se explicaba la literatura en plan lucha de clases. Dejémoslo ahí, de momento.
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González Cuevas: historia y burocracia
Como señalaba en la entrada anterior en relación con Ortega y Azaña, el señor Cuevas “olvida” datos fundamentales en beneficio de otros de menor enjundia: la visión siniestra de la historia de España compartida por ambos les llevó a denigrar al régimen liberal de la Restauración, a exigir (en vano, por suerte) la entrada de España en la PGM en calidad de carne de cañón para Francia e Inglaterra, luego a calumniar la fructífera dictadura de Primo de Rivera, y finalmente a impulsar al país a una república demente. Esta es en resumen la carrera política de los dos intelectuales-políticos, al margen de matices y del pronto desencanto de Ortega desde una posición fácil. Al pasar por alto estos datos esenciales, la exposición historiográfica de Cuevas al respecto, se reduce inevitablemente a palabrería burocrática.
Ampliaré un poco el asunto de Primo de Rivera: cuando él accede al poder mediante un golpe muy vitoreado en todas las clases sociales, la Restauración agonizaba víctima de cuatro cánceres: el pistolerismo anarquista, los separatismos al borde de la insurrección, la violenta demagogia socialista y las consecuencias de Annual. A estos auténticos cánceres se sumaba, desde luego, la influencia de tales intelectuales. De modo casi milagroso, Primo logró con muy escasa represión curar las cuatro enfermedades y dar al país su época de mayor prosperidad desde principios del siglo XIX, sin obstaculizar el período culturalmente más productivo del XX hasta entonces (y del que iba a apropiarse la propaganda republicana). E intentó una nueva fórmula democrática entre un gran partido de derecha, Unión Patriótica, y un PSOE que parecía haberse civilizado; en esto falló, pero su balance, de todo caso, es impresionantemente positivo. ¡Y fue la derecha, incluido el monarca, el que arruinó la experiencia, expulsó a Primo y luego trajo la república! Pues no fue la izquierda, como suele creerse. He mostrado en mi reciente libro La Segunda República española s cómo la trajo la derecha “progresista” –Alcalá-Zamora al frente– y finalmente la destruyó, en mayor medida que la izquierda. La calidad política, intelectual y también moral, de la derecha española queda de relieve en estos hechos.
Como digo, nada de esto tiene interés para Cuevas. Veamos otro caso, el asesinato de Carrero Blanco, que él despacha en esto términos: “La designación de Carrero Blanco como presidente del gobierno, en junio de 1973 suscitó entre los reformista pocas expectativas de cambio, ya que en alguna ocasión afirmó coincidir ideológicamente con Blas Piñar (…) El 20 de diciembre fue asesinado, mientras comenzaba el Proceso 1001 contra el sindicato clandestino Comisiones Obreras, por un comando de ETA, lo que fue celebrado por el conjunto de la oposición. El entierro (…) fue el momento propicio para una ruidosa, aunque no excesivamente nutrida, manifestación (…) demandado un golpe de Estado militar. Sin embargo, el Gobierno se mostró sereno y no cedió a las peticiones de los extremistas (…) La muerte de Carrero, supuso, como señaló Fernández de la Mora, “la proscripción de su política”.
Y eso es todo, sin el menor análisis. No obstante, desde la derecha y la izquierda, se ha dado al atentado máximo valor histórico, y en ambos casos como la supuesta ruptura del dique franquista, que abría el camino a la democracia. Democracia que los franquistas posteriores tendían a considerar nefasta, al revés que los demás, al menos de palabra. En dos palabras: la ETA, con su atentado, habría traído la democracia a España, o al menos le habría abierto el camino. Esta idea de fondo, inconfesada pero claramente implícita, explica que bien pronto, en la transición, se abriese paso la idea de “terminar con la ETA” ante todo negociando o “dialogando” (aceptando sus crímenes como un modo de hacer política), aparte de una acción policial que nunca parecía eficaz. Y es la causa de que, después de que la ETA fuera casi desmantelada en el segundo período de Aznar, el PSOE de Zapatero se apresurase a rescatarla como una potencia política. Después de todo, las afinidades ideológicas entre ETA y PSOE eran casi totales empezando por su socialismo y antifranquismo. La política zapateril fue pronto continuada por el PP.
¿Trajo o abrió paso la ETA a la democracia? Es una idea imposible. Ni la ETA ni el PCE han sido jamás demócratas, muy al contrario. Y el régimen, desde luego, no se desplomó. Aunque en descomposición interna, mantuvo bastante solidez para encajar el golpe e ir preparando, aun si a veces algo a tientas, la transición a la democracia. El régimen no se vino abajo ni mucho menos, se mantuvieron las previsiones y tres años después comenzó el paso a la democracia “de la ley a la ley”, desde el franquismo, no desde una oposición nunca democrática, para frustración de esta, que aún no ha logrado destruir la herencia principal de aquel régimen, aunque se haya acercado tanto en los últimos años. Y este es el verdadero significado histórico de aquel atentado: su incapacidad para provocar un desastre, lo que, en momentos de debilidad del régimen, parecía en principio factible.
Importa ver el problema en toda su extensión. Una debilidad de fondo del franquismo fue su autoproclamación como católico, no meramente confesional, sino político. Pero el catolicismo no es una política más o menos determinada, y es compatible con regímenes diversos. Fue en el Vaticano II, que tampoco analiza Cuevas, como veremos, donde el franquismo encontró su némesis: la Iglesia no solo se disoció de él, sino que procedió a provocarlo e incentivar a todos sus enemigos. Esta política –contra quienes habían salvado a la Iglesia del exterminio físico, debe recordarse siempre– pudo ocasionar un derrumbe de consecuencias imprevisibles, aprovechando, por ejemplo, el asesinato de Carrero. Afortunadamente, como decimos el entramado del régimen resistió bien. Y este es el significado histórico del atentado, en contraste con otros como el del 11-m, que abrió paso a la descomposición de la democracia que hoy sufrimos.
A partir del Vaticano II, al régimen no le quedaba otro futuro que una evolución democrática o un posible y catastrófico derrumbe. En la evolución democrática estaba, con mil vacilaciones, el mismo Carrero, a quien criticaba por entonces Blas Piñar. Vacilaciones comprensibles, ante el riesgo, temido también por muchos otros, de desembocar en una tercera república de orates, dadas las ideas históricas y políticas de la oposición. Sin embargo no fue así, y ello se debe a la solidez de la herencia franquista.
Trataré de explicar por qué el libro de Cuevas no es una verdadera historia de la derecha, sino, en todo caso, de las ideas, intrigas y diferencias entre sectores de la derecha, tratados como en una burbuja y con escaso sentido crítico.
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El secreto de VOX.
Vox partió prácticamente de la nada, se mantuvo marginal durante un tiempo, y de pronto, en los últimos cuatro años se ha convertido en una considerable potencia política, y lo ha hecho “contra todo y contra todos”.
Creo que el secreto de este logro sin precedentes en la democracia ha sido la conjunción de patriotismo y liberalismo. Conjunción no fácil porque, desde la transición, numerosos patriotas se remitían a un franquismo imaginario, y la mayoría de los liberales, un tanto cañís, eran ente todo forofos de una Europa también imaginaria. Aquellos patriotas formaban pequeño grupos mal avenidos entre sí, y perfectamente marginales, situación en la que muchos se sentían a gusto si podían disfrutar de algunas ventajas. Nunca fueron capaces de examinar la causa de su permanente marginalidad ni desarrollaron algo así como un discurso convincente y con cierta base cultural
En cuanto a los liberales, en el PP y en diversos órganos de opinión, se desentendían de la idea de España, que en el fondo despreciaban, remitiéndose a las excelencias de Anglonia y muy satisfechos con la colonización cultural y la satelización política.
No sé todavía qué pasa en VOX, pero da la impresión de una lucha por el poder entre una tendencia y otra, lo que sería muy grave. Los patriotas pueden y deben ser también demócratas y los liberales de VOX han demostrado notable patriotismo, aun si con rémoras anglómanas.
Todos los enemigos de VOX se frotan las manos augurando ¡por fin! el hundimiento de ese partido. Y si se produce esa lucha por el poder y la dirección no es capaz de contenerla, esta vez sería verdad. En todo partido hay tendencias diversas (y personalismos) y la destreza del liderazgo consiste en armonizarlas impidiendo que se vuelvan destructivas. Suele olvidarse que la talla de estadista de Franco dependió en gran medida de saber equilibrar a sus “familias” o partidos, que de otro modo, por propio impulso, se habrían peleado entre ellos y liquidado al régimen. “Familias” con un sector antifranquista cada una de ellas.
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Por qué ganó Franco
Me pregunta un amigo si, después de Por qué el Frente Popular perdió la guerra, no sería conveniente otro sobre por qué Franco la ganó.
Creo que Miguel Platón está trabajando en ello. En mi opinión se debió a cuatro factores
a) Puesto que lo decisivo en una guerra son las operaciones militares, es claro que Franco destacó sobre sus enemigos tanto estratégica como tácticamente.
b) Asimismo reorganizó un ejército, que había quedado desarticulado, con más rapidez que sus contrarios, consiguió ayuda exterior en mejores condiciones que ellos, y no dependió políticamente de esa ayuda, como sí dependió el FP.
c) Contó con la adhesión de al menos la mitad de la población, que fue en aumento conforme se desarrollaba el conflicto y aumentaban las victorias.
d) Organizó la economía de manera más racional y eficaz que el frente popular
Estas condiciones fueron las que le permitieron pasar poco a poco de una situación inicial prácticamente desesperada, que habría hecho tirar la toalla a casi cualquier otro militar, hasta la victoria final. Imagino que Platón desarrollará con su estilo concienzudo habitual, estos temas y otros que crea oportuno.
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Primo de Rivera en la historia
El historiador francés Michel Festivi ha escrito un trabajo muy necesario sobre la dictadura de Primo de Rivera, una dictadura muy poco dura, y muy maltratada o simplemente olvidada por la historiografía. Primo de Rivera curó los tres cánceres que estaban asesinando al régimen liberal de la Restauración y a la propia España: la rebelión del Rif, el terrorismo anarquista y unos separatismos al borde del golpismo. De paso domesticó o civilizó al PSOE dio pasos hacia el voto de la mujer, y en esos seis años y poco el país creció económicamente como nunca antes. Luego, la propia derecha le pagó como es sabido, prefiriendo encaminar a España al derrumbe republicano. En estos “pormenores” no entra el buen González Cuevas, que se pierde en detalles y citas de poca monta. Primo de Rivera plantea un problema esencial en la historia española: el carácter intelectualmente nulo y políticamente suicida de su derecha.
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Campaña de VOX
Si hubiera de buscar un fallo en la campaña de VOX fue haber seguido la orientación de de Jiménez Losantos, pese a los cabreos (ir junto con el PP para echar al PSOE, y quejándose patéticamente de que el PP prefiriera pactar con el PSOE y PNV). Y no seguir mi sugerencia de clarificar al máximo la diferencia con el PP. Cosa lógica, en cierto sentido, porque Jiménez tiene una fuerza mediática y de arrastre electoral de la que yo carezco por completo. Si es verdad, como dice Nebredo, que Abascal no aspira a hundir al PP (como el PP aspira a hundir a VOX) sino a reconducirlo a la “buena política”, el futuro de VOX es muy negro. Pero esto no está aún del todo claro, y quizá rectifique. En cuanto a la pérdida de políticos de enjundia intelectual, que abandonan, es importante, y vamos a ver en qué queda. En mi opinión, VOX debería exigir nuevas elecciones y arriesgarse con la campaña que no ha hecho. Aun si las cosas salieran poco brillantes, la simple explicación de las diferencias de VOX con los demás partidos quedaría como un capital político de la mayor relevancia.
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Propuesta
Propongo o sugiero la creación de una fundación independiente cuyos objetivos fueran la clarificación del franquismo y la posibilidad/necesidad de una política exterior neutralista. Yo podría elaborar lo esencial del discurso.
VOX
Los “analistas” habituales dan por liquidado a VOX, olvidándose de que eso lo vienen repitiendo desde que VOX existe. La dimisión de Iván Espinosa puede tener repercusión fuerte si marca un cambio de orientación en VOX, que aún tiene algunas asignaturas pendientes. O puede no tener relevancia más que episódica. Todo está por ver.
El hecho es que nadie ha ganado las elecciones, y que la situación es muy mala. Si el PSOE lograra la investidura, el proceso de disolución de España y la democracia se aproximaría a su fin, lo que justificaría la rebelión cívica a todos los niveles. Y si la consiguiera Pujoliño asistiríamos a una simple ralentización momentánea del proceso. En estas condiciones la repetición es lo mejor, con todos sus riesgos, pues ofrece a VOX la mejor oportunidad, si sabe jugar sus bazas. Repetición que puede llegar por sus pasos ante el empate de PP y PSOE, o por intervención del rey, si es que este se atreve a una medida necesaria para España, incluida la monarquía.
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La derecha de González Cuevas
Veo que ha salido un libro de González Cuevas, de 1080 páginas, al que califica Stanley Payne de “una obra única que investiga exhaustivamente todos los grupos y partido de derecha (…) Analizar este sector ideológico es recorrer la historia contemporánea de España, país al que ha gobernado durante la mayor parte de su existencia”.
Eso es verdad. No existe, que yo sepa, otro estudio general de este género, y González Cuevas ha acreditado ser hombre muy trabajador, cosa apreciable en la intelectualidad española por lo general poco amiga del trabajo esforzado, con la excepciones que se quiera. Otra cosa es que el resultado del esfuerzo sea realmente apreciable pues, por mi experiencia con González, su loable espíritu laborioso y su capacidad para entrar en mil detalles y nombres de personas no se extiende a su capacidad analítica e interpretativa, que generalmente se queda en la pura erudición, un defecto también muy extendido en la provinciana historiografía española. No es que la erudición sea mala, solo que no es suficiente, y de todos modos el lector encontrará de seguro, mejor o peor hilvanados, numerosos datos interesantes o poco conocidos. Por otra parte cabría pensar si la endeble calidad intelectual y política de la derecha española (salvando, hasta cierto punto. el franquismo) justificaría tanto esfuerzo historiográfico, pero eso va en gustos e intereses. El libro abarca “De la Ilustración a la actualidad” (1789-2022). Mejor que de la Ilustración, de la Revolución francesa, aunque esta haya sido producto de la Ilustración.
Observo por el índice onomástico que solo me menciona dos veces, y las dos entre una serie de nombres en relación con Libertad Digital, de Jiménez Losantos, y de la revista Chesterton, de J. A. Fuster. No existo, vamos, aunque él ha recogido algunas ideas mías sin molestarse en citarme. Este ninguneo poco decente, tan habitual a izquierda y derecha, se comprende en González como cabreo por una polémica que quiso entablar conmigo sin venir a cuento, de la que no salió muy bien parado (olvidé incluirla en Galería de charlatanes) Ver:
De entrada me ha llamado la atención este juicio suyo sobre Jiménez Losantos, a quien califica en una entrevista de “impresentable” y de “influencia nefasta” en la derecha. Empezaremos por tratar este asunto.
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Personajes fuera de la ley
Me comentan en tertulia que mi preferencia novelística por personajes fuera de la ley no se cumple en la segunda novela, Cuatro perros verdes. Y en parte es cierto, pero se trata de jóvenes estudiantes, y los jóvenes, sin estar fuera de la ley, están por su posición un tanto al margen. Y a menudo con cierta rebeldía contra la sociedad en la que viven. De los personajes, solo Diego, el pequeño líder comunista, y en menor medida el ambicioso Chano, están abiertamente contra el “sistema”, en este caso el franquismo (estamos en 1967). Los otros navegan en un mar de incertidumbres sobre un futuro que perciben por así decir gaseoso. Uno de ellos, Moncho, por una experiencia traumática, lo encuentra sin sentido al modo existencialista de Sartre, por entonces bastante en boga en la universidad; otro, Javi, busca deliberadamente prolongar la alegre irresponsabilidad estudiantil, por aversión a la vida profesional, que prevé fastidiosa; y otro, Santi, más razonable e integrado, desea terminar la carrera, trabajar, casarse y vivir “como Dios manda”…, pero con un incidente en su pasado que no deja de perturbarle. ¿En qué termina aquella jornada? Empieza con una discusión a medias seria y a medias bromista, desayunando café y churros en un bar, mientras les observa alguien en quien no reparan, y que, junto con Diego, enlaza con la novela anterior. Y debería terminar con otra cena típica de estudiantes discutidores, pero a la que no podrán asistir dos de ellos. Al principio y al final, el espectáculo de la salida y puesta del sol, que atrae a Santi, se presenta como símbolo del destino
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Rusofobia y política española
La rusofobia estaría justificada si, efectivamente, Rusia pretendiera recuperar el imperio soviético, atacando a Ucrania como primer paso para invadir Polonia, países bálticos, etc.
Sin embargo no hay la menor prueba de ello. Todo lo que exigía Rusia a Ucrania era la neutralidad, la autonomía de las regiones rusófonas y el cese de los ataques contra ellas. En 2015 tuvo la posibilidad de aplastar por completo al ejército ucraniano, como han reconocido Angela Merkel y otros, y se contentó con el acuerdo de Minsk. Sabemos que ese acuerdo fue firmado por Ucrania, amparada por la OTAN, sin la menor voluntad de cumplirlo y con el designio de ganar tiempo y formar un ejército capaz de enfrentarse al ruso sobre el terreno. Esto lo ha reconocido también la Merkel, entre otros.
Desde entonces ha habido al menos una ocasión de volver a la paz, en las negociaciones en Turquía, y fueron Usa e Inglaterra quienes la vetaron. Todo esto demuestra que, al menos hoy por hoy, no es Rusia la que trata de expandirse, sino la OTAN la que acosa y trata de arruinar a Rusia, rodeándola de bases militares y tratando de agotarla por medio del gobierno títere de Kíef. Ya Solzhenitsin observó que Usa no solo buscaba demoler a la URSS, lo que aprobaba, sino debilitar y dividir a Rusia.
En cuanto a España, debemos recordar siempre que no tiene ningún conflicto con Rusia, aparte del que nos está creando la OTAN y la UE. Las cuales no solo son aliadas y protectoras de Marruecos, un país que nos amenaza directamente, sino que invaden nuestro territorio en el punto estratégico de Gibraltar. Los gobernantes españoles se declaran amigos y aliados tanto de la OTAN como de Marruecos, una mentalidad de traición al país. No he visto por ningún lado, entre los autodeclarados o autodeclamados patriotas, la menor mención a estos datos tan demostrativos, no digamos ya denuncia y agitación al respecto. Tenemos solo patriotas ucranianos y patriotas rusos.
La guerra de Ucrania debería tener al menos una repercusión clave: poner sobre la mesa la opción por la neutralidad de España. Opción ante la que tiemblan las piernas a los patriotas.
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La sugestión
Breve charla con una enfermera sobre el “cambio climático”, en el que tampoco ella cree, sin entrar en los intereses detrás de esas políticas. “Pero, advierte, el “cambio” tiene muy preocupados a muchos abuelos”. Recuerdo uno que decía no haber visto en 70 años algo parecido a este calor”. Sin duda el hombre era bastante tonto. Yo recuerdo veranos que derretían el asfalto. Pero es que la gente olvida su propia experiencia y acepta lo que le cuentan los medios. Eso pasó ya durante la transición, cuando de pronto muchas personas que habían prosperado tranquilamente en el franquismo “recordaban” la terrible dictadura que habría sido. Una de las historietas que más se repetían entre jóvenes era la de “haber corrido delante de los grises”. La Complutense tenía por entonces 40.000 alumnos, y nunca vi “correr delante de los grises” más que a unas decenas de estudiantes, junto con algunos centenares de mirones. Pero la gente terminaba creyéndoselo. El poder de la sugestión