¿Escribir para quién?
***Acabo de leer tu libro nuevo (La II Guerra Mundial y el fin de la Era Europea), que es realmente singular. La primera parte– la única que trata la guerra
en sí– bien, pero regular. En cambio, las dos partes restantes son
excelentes y originales, aunque la última parte a veces no tiene
demasiado que ver con la guerra. Me gusta mucho la segunda parte, una
serie de análisis de políticas diferentes y también de retratos-análisis
de los líderes principales que es nueva y refrescante, no una repetición
de las ideas corrientes sino mucho más penetrante. La tercera parte es
metahistoria, la clase más difícil pero la más importante e interesante
si se hace bien. Y esto está bien hecho, muy acertado casi siempre en
sus juicios. De los muchos libros generales sobre la guerra es el más
singular, importante no por su historia militar en sí, sino por todos los
otros aspectos, algunos totalmente originales, que faltan en las otras
historias. En general el libro es muy notable, un comentario nuevo y
penetrante, su perspectiva histórica impresionante. Stanley Payne
***Te comentaba acerca de tu último libro (La SGM, etc-) que me había gustado considerablemente y que creía que iba a ser probablemente silenciado (ojalá me equivoque). Creo sinceramente que es un libro importante, pero incómodo, claro, y no habrá mucho interés en debatir acerca de las múltiples cuestiones que suscita. Ya digo que deseo equivocarme no solo por razones de afecto personal, sino porque sería intelectual y moralmente muy deseable (el debate) Fernando Paz.
Precisamente esa es la cuestión: a raíz de Los mitos de la guerra civil, la chusma intelectualoide y periodística española (de izquierda y derechas) aprendió la lección de que es preferible el silenciamiento que el debate (que han perdido las muy raras veces que lo ha intentado (Ver Galería de charlatanes). Es lo que hay, pero por eso mismo hay que denunciarlo y combatirlo.
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Necesaria estrategia
*La situación podría resumirse así: todos se han volcado salvajemente contra VOX , tratando de destruirlo. Lo han dañado, pero no hundido, y el resultado es que ninguno puede gobernar. Como suele decirse, “en el pecado, la penitencia”.
*En el ataque a VOX ha influido mucho la burocracia LGTBI de Bruselas e Inglaterra, inmiscuyéndose en la política interna española. Según Gordon Brown, antiguo primer ministro inglés, debía ganar el Doctor para impedir en España un fascismo que tendría repercusión europea. Y el PP cometía un peligroso error admitiendo pactos con VOX. La consigna de “frenar al fascismo”, adoptada por el Doctor, viene de ahí.
* El único hecho políticamente relevante en los últimos cinco años es el surgimiento de VOX como fuerza alternativa al corrupto conglomerado oligárquico PP-PSOE-separatistas. De ahí el empeño unánime de estos en impedir que VOX ponga en peligro sus políticas, que amenazan la unidad, la democracia y la soberanía de España.
*La primera consecuencia del bloqueo entre PP y PSOE es la radicalización de los separatismos, cada vez más descaradamente golpistas. PP y PSOE competirán, como siempre, por favorecer y ganarse los favores separatistas, y todo indica que en esa carrera perderá el PP, como ya pasó cuando el descabalgamiento de Rajoy.
*Dado lo improbable de que Feijóo gane la carrera por los plácemes separatistas, se dibuja un posible nuevo frente popular, en sí mismo golpista. Difícilmente puede ser estable y llevaría al país a una situación límite, con referéndums “consultivos” y destrucción definitiva de una Constitución ya muy vulnerada por los dos partidos desde hace largos años.
* El proceso consiguiente sería la ilegalidad, el golpismo y la anarquía, al estilo del anterior Frente Popular, y su única barrera sería VOX. Dificultad añadida es la usurpación y reparto del poder judicial por la oligarquía PP-PSOE, empezando por el Tribunal (anti)Constitucional.
*VOX afronta, por tanto a unos enemigos monstruosos, contra los que tendrá que diseñar una estrategia muy cuidadosa, tenaz, enérgica e inteligente. Entiendo que los citados tres puntos, Unidad nacional, Democracia y Soberanía, deben ser núcleo y eje de esa estrategia. Ese es el sentido mismo de su existencia como partido.
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El gran designio contra España.
Señala Comino un “análisis” de J. M. Rallo: “Lo repito todas las elecciones, pero sigue siendo relevante. Si Cataluña y País Vasco fueran independientes, PP y Vox tendrían 159 de 284 diputados. Mayoría absolutísima. Se prefiere mantenerlos dentro y eso tiene contrapartidas”. Para este libercañí, lo único importante sería esa supuesta mayoría absolutísima de partido, que él supone duradera; y ni siquiera se plantea la “contrapartidas” que traería la disgregación de España. Rallo es un clásico exponente de liberalismo cañí: dogmático, a un nivel bajo, en economía (“la pasta lo es todo”, como venía a decir otro pensador de la derecha), ignorante en política y analfabeto en historia. Pero tienen considerable influencia, en el PP dominan, con mezcla de cierto oculto resabio clerical salido de la democracia cristiana. Y eso es, en el fondo, lo que convierte al PP en auxiliar de los separatismos y del PSOE, por nulidad intelectual que le impide presentar batalla en el terreno de la cultura. “La derecha está condenada a alimentarse de los desechos intelectuales de la izquierda”, decía Florentino Portero.
En 2005, cuando el PSOE daba los primeros pasos para recatar a la ETA, escribí Contra la balcanización de España, análisis meramente político de un proceso que se iba agravando contra la integridad nacional y la democracia. Lo escribí pensando que el PP se opondría a tal deriva con argumentos poderosos, después de mis libros sobre los orígenes de la guerra civil y sobre la historia e ideas de los separatismos vasco y catalán. Pura ingenuidad. Ni me había percatado del alcance de la condena al 18 de julio por Aznar.
Pero ante nuestros ojos ha venido agravándose hasta el golpismo abierto un designio de disgregación nacional que en varias regiones ya ha reducido a marginal la presencia del estado y la del español común en la vida oficial y la enseñanza, mientras se aprestan en Andalucía a inventar el “andalú”, siguiendo a Blas Infante, héroe del PP.
Con toda evidencia se complementan aquí dos designios. a) El separatista, uno de los ingredientes fundamentales de la guerra civil, de disgregar España en unos cuantos estaditos hostiles entre sí y manipulados desde el exterior. Y b) El compartido por PSOE y PP de avanzar hacia una confederación de “naciones sin estado” que por conveniencia económica aceptarían no obstante un barniz de unidad puramente formal. Es más peligroso este último, no solo por su falta de realismo histórico, por su frivolidad y oportunismo político, sino porque abre camino a la explosión del país.
Así, todos los “progresos” en esa dirección que llevamos viviendo desde hace muchos años, y que empeoran más y más, no responden a cierta espontaneidad ciega u oportunista de los partidos, sino a proyectos y concepciones generales, bien explícitos en los separatistas y disfrazados en la oligarquía PP-PSOE como europeístas, modernizadores, etc. Y también percibimos su incapacidad para aplicar de una vez el proyecto, su necesidad de adelantarlo paso a paso y con disimulo, negando las manos con la boca, prueba de la dificultad de “balcanizar” una nación muy diferente de la Yugoslavia creada por decisión de grandes potencias y desarticulada luego por otras, todo ello en el siglo XX.
España es una nación con siglos de existencia, con una fortísima densidad histórica y cultural, que no puede echarse abajo fácilmente por la demagogia iluminada de unos cuantos políticos baratos. Llevan más de ciento veinte años intentándolo en vano, pero debemos ser conscientes de que han avanzado mucho en las últimas dos décadas. Y de que si no surge una oposición resuelta, pueden llegar a conseguir su siniestro objetivo.
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