Nuevos enfoques sobre la II Guerra Mundial
El libro La Segunda Guerra Mundial y el fin de la Era Europea, que sale hoy a las librerías constituye un planteamiento o enfoque nuevo de dicha guerra en tres sentidos: a) como choque entre tres ideologías europeas originadas en la Ilustración; b) como el fin de una gran era en la historia humana comenzada cuatro siglos y medio antes; y c), como versión desde la posición particular de España.
Con respecto al último punto, la interpretación de la guerra que hoy predomina absolutamente en nuestro país es la anglosajona, pese a que desde España, al haber permanecido neutral, podría haber surgido una versión menos interesada. No ha sido así, debido a una decadencia intelectual de nuestra universidad que no precisa comentario.
La neutralidad en la SGM no fue la única gran hazaña del franquismo después de haber ganado la guerra civil. También lo fue la reconstrucción del país con las propias fuerzas, sin la decisiva deuda contraída por Europa occidental con los ejércitos soviético y useño y con las finanzas de este país; y afrontando, además, la hostilidad de toda Europa, de casi todo el mundo. Pues bien, a pesar de ser un dato evidente, este inmenso logro ha pasado prácticamente inadvertido para los historiadores de cualquier tendencia.
¿A qué obedecía aquella malevolencia europea hacia un país también europeo, que se había salvado de las atrocidades de una contienda que había puesto fin de la era europea? Precisamente a haber permanecido neutral y estar libre de aquella abrumadora deuda moral, política y económica. Esto parecía intolerable. Y es notable que los gobiernos más hostiles fueran los escandinavos y Holanda, justamente los países en que los nazis habían encontrado mayor colaboración. Hostiles hasta apoyar el terrorismo separatista en España, hacia el final del franquismo.
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Capullos en desfile 7
*I love this book project, “un proyecto INNOVA de la Universidad Complutense de Madrid”. Es decir, de los capullazos de la Universidad Complutense.
*Impresiona la cantidad de españoletes que se ponen nombres o seudónimos en inglés en las redes. Tres ejemplos entre cientos o miles: Don Jorge Carrillo de Albornoz Torres se llama en las redes “Jordi Wild” y tiene un “Wild Project”. Wildmente capullo, a la vista está. Un tal Víctor Domínguez se firma Wall Street Wolverine. Aspirante a cosmopaleto es normal que el nombre español le parezca solamente paleto. Otro publica en youtube, en español con subtítulos en inglés, una Barcelona memory…
Soledad Puértolas, académica de la Lengua, sobre el spanglish: “Yo creo que la razón vital es mezcla, somos mezcla”. Sin duda mezcla de capullismo con alguna otra cosa esta buena señora.
Parte implícita y fundamental del programa dos mil treinta (no veinte treinta) es la generalización del inglés como lengua de hecho oficial en la política, la economía y la cultura en general.
(Capullo: “persona estúpida y molesta. Dícese especialmente de los cosmopaletos anglómanos hispanos“. Sé que no acabaríamos nunca, pero por señalar algunos, a ver si va tomando cuerpo la protesta contra la colonización cultural. Animo a difundir la pasarela en redes sociales y similares).
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Personal y social: libertad y felicidad
Es muy frecuente confundir lo personal con lo social, dando lugar a discusiones falsas (“La natalidad ha descendido mucho en España”–”Pues yo conozco una familia que tiene ocho hijos”, etc.). Decía que el ideal de las personas es la felicidad, y el ideal social es el orden. Qué sea la felicidad parece difícil de entender, pero según Fernández de la Mora, constituye “el motor de los actos humanos, objetivo universal y omnipresente”, “el problema humano por excelencia”, y “un tema esencial de la filosofía”. Según el autor, la felicidad depende del grado en que se cumplen nuestros deseos, por lo que no implica la moral: hay canallas aparentemente felices y triunfantes, y virtuosos desdichados.
Sea lo que fuere la felicidad, descansa, según el dicho popular, en un trípode: “salud, dinero y amor”. Digamos “libertad, dinero y amor” en el orden que se quiera, dando por supuesta la salud. Las tres cosas no garantizan la felicidad, pero sin ellas resulta difícil concebirla, empezando por la libertad.
Podemos definir toscamente la libertad como la posibilidad de hacer lo que a uno le dé la gana (cumplir los propios deseos), vemos que choca de inmediato con la sociedad más elemental. Suele decirse que “tu libertad termina donde empieza la del vecino”, lo que impone de entrada fuertes restricciones. El niño se da cuenta enseguida de que sus deseos están limitados no solo por la autoridad de los padres, sino también por los deseos de los hermanos o de los compañeros de estudios, y a menudo tiene que contener sus impulsos. En una guardería, la encargada ha de poner orden para que los más fuertes o agresivos no abusen de los más débiles o tímidos, etc. Así, la libertad personal se ve constreñida, lo que afecta también a la felicidad.
Más ampliamente, es el choque entre libertades lo que impone en la sociedad general la necesidad de un orden asegurado por un poder. Y el poder se vuelve penoso en la medida en que pesa inevitablemente sobre las aspiraciones personales. Este carácter a la vez necesario y penoso me parece una evidencia elemental, pero no siempre ha sido bien comprendida: de su incomprensión nacen, precisamente, las ideologías: Rousseau dijo que el hombre nace libre, pero que la sociedad lo esclaviza, una idea tan absurda como sugestiva para la psique humana. La Declaración de independencia de Usa comienza: “Sostenemos como evidentes estas verdades: que los hombres son creados iguales y con ciertos derechos inalienables, entre ellos la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad”. Esto es precisamente lo contrario de la evidencia: los hombres ya nacen muy desiguales y sin derechos, que van adquiriendo a lo largo de la vida de distintos modos y en grados muy diversos. Y durante muchas décadas una parte de la población de Usa fue despojada de derechos, o seriamente limitadas hasta tiempos relativamente recientes. La Carta de la ONU remacha: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”. Aparentemente, en estas declaraciones no hay nada moralmente objetable, y sin embargo, analizadas en concreto, entrañan la destrucción de la libertad.
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O rey de España o rey de Gibraltar
Felipe VI preside, hablando en inglés un Rule of Law Digital Center Madrid, la entrega del Premio “World Peace and Liberty” y de las Medallas de Honor “Ruth Bader Ginsburg” y “World Jurist Association”. Ruth Ginzburg fue una destacada abortista y homosexista, por cierto. Felipe educa a la princesa heredera en inglés y en Gales, y hace ostentación de su intensa relación (subordinada) con la familia real inglesa, la de Gibraltar. Quizá crea que estas cosas son “modernas” y “progresistas”, o que no tienen mayor relevancia. Como creyeron cosas similares su abuelo y su bisabuelo. Y al final resultó que alguna importancia sí tenían.
Obsérvese además que estas ceremonias jurídicas, en las que el inglés es la lengua oficial con pretensiones universalistas, tienen lugar en momentos en que los países presuntamente representantes de la “libertad y la dignidad” culminan en Ucrania una carrera ya larga de invasiones, provocación de guerras civiles y agresiones que llevan causadas millones de víctimas en Irak, Afganistán, Siria o Libia. Todas en nombre de la democracia y de los derechos humanos.
Opino que el rey y sus asesores deberían reflexionar seriamente sobre estos datos
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**Ahora los periodistas españoletes llaman “Países Bajos” a Holanda. Un problema, porque “Holanda” es solo una región de Holanda, pero los Países Bajos incluían a Bélgica y Luxemburgo. Es muy preferible el término tradicional, aun con su impropiedad, que da holandés. Países Bajos, también impropio, no puede dar paisesbajés.
**Coincide el pornopolítico Pons con Petro, el presidente narcomunistoide, en que VOX ha desairado a todos los colombianos. Y es que el PP (Política Porno) es eso, precisamente.
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Para difundir en redes: Carrillo tuvo en la democracia un destino paradójico. Dirigía el único partido organizado y realmente antifranquista, y hubo de soportar que los niñatos del PSOE se hiciesen el mayor partido de la izquierda; intentó ganar votos con una aparente moderación y prácticamente llevó al partido a la disgregarse, siendo él mismo expulsado de él. Y sin embargo, a los 90 años vivió una auténtica apoteosis cuando casi todo el mundo político, desde Juan Carlos a los separatistas vascos y catalanes, le rindieron un grotesco homenaje coronado con la retirada de una estatua de Franco: 273 – Carrillo, ídolo de los “demócratas” | La España de Petro – YouTube